1 de marzo de 2009

Venezuela: Democracia, barbarie y civilización

EL PUEBLO VENEZOLANO LE DIO EL SÍ A LA REELECCIÓN CONTINUA DE CARGOS PÚBLICOS

Hoy, como ayer, decide el pueblo de Venezuela, ese del que muchas veces se habla pero al que pocas veces se lo incluye como protagonista de la historia, volviendo a triunfar la democracia, esa de la que el pueblo es única substancia. Pero una vez más la victoria de la democracia descolocó a los “civilizadores”. La prensa de la oligarquía, esa que sigue fielmente el lema “civilización o barbarie”, reacciona ante una nueva derrota de los “civilizados” que aún se resisten a comprender que América Latina es de los latinoamericanos. Porque para ellos nunca será suficiente; porque para ellos, la democracia es como un producto de la modernidad que se presenta privado de su “substancia maligna”, el pueblo, en un mercado que sólo funciona cuando se gana.

Por Juan Manuel Combi


El 15 de febrero más de seis millones de ciudadanos respaldaron la aprobación de la enmienda constitucional en Venezuela para la reelección continua de los cargos públicos. En los diez años que lleva al frente del gobierno Hugo Chávez, la pobreza fue reducida de 17,1 a 7,9, creció la tasa de escolaridad y de pre-escolaridad, de 40 a 60%, termino el analfabetismo (esto último declarado por la UNESCO), la tasa de mortalidad infantil disminuyó de 27 por mil a prácticamente la mitad, el acceso al agua potable subió de 80 a 92% de la población, disminuyó significativamente la desigualdad social, aumentó la expectativa de vida, disminuyó el desempleo, aumento el trabajo formal en relación al precario, fueron legalizados millones de aposentados, el consumo de alimentos subió 170% y Venezuela subió en el Índice de Desenvolvimiento Humano (IDH) (confeccionado por la ONU).

Así las cosas, es entendible la decisión del pueblo venezolano de aceptar la posibilidad de que sus gobernantes puedan ser reelegidos. El triunfo del “sí” marca la victoria de la democracia entendida en un sentido material, como gobierno del pueblo para el pueblo. La victoria de la democracia formal, esa que se reduce a un mero resultado electoral de procedimiento, ya había triunfado hace catorce meses cuando transitoriamente el pueblo venezolano le decía “no” a la reforma constitucional propuesta desde sus representantes.

Hoy, como ayer, decide el pueblo de Venezuela, ese del que muchas veces se habla pero al que pocas veces se lo incluye como protagonista de la historia, volviendo a triunfar la democracia, esa de la que el pueblo es única substancia.

Pero una vez más la victoria de la democracia descolocó a los “civilizadores”. La prensa de la oligarquía, esa que sigue fielmente el lema “civilización o barbarie”, reacciona ante una nueva derrota de los “civilizados” que aún se resisten a comprender que América Latina es de los latinoamericanos. El cincuenta y cuatro por ciento de votos conseguidos por el “Sí” a la enmienda que habilita la posibilidad de reelección del presidente de Venezuela no resulta suficiente para los mismos a los que no les resultó suficiente el sesenta y tres por ciento que ratifico el mandato de Evo Morales, o el sesenta y tanto que obtuvo la Constitución Social de Bolivia, o el casi setenta por ciento obtenido por el sí a la reforma Constitucional del Ecuador. Porque para ellos nunca será suficiente; porque para ellos, la democracia es como un producto de la modernidad (el café sin cafeína, la cerveza sin alcohol, etc.), que se presenta privado de su “substancia maligna”, el pueblo, en un mercado que sólo funciona cuando se gana.

El respaldo del pueblo de Venezuela a un proceso de transformaciones sociales que se vienen realizando desde la asunción de Hugo Chávez, allá por el año 1999, es caracterizado como un “Respaldo a un estilo mesiánico” (La Nación, Argentina 15 de febrero de 2009). Porque identificar a Chávez como un Mesías es identificar al pueblo de Venezuela como un rebaño, es subestimar al pueblo de Venezuela, es rebajarlo, es desconocerlo en todos sus sentidos, es presentarlo como maligno e, implícitamente, eliminarlo. Sí, eliminarlo tal cual lo vienen haciendo los “civilizadores” con los hijos de nuestra tierra, desde hace más de quinientos años, en nombre de su “civilización”.

“Riesgo: Chávez podrá ser reelegido indefinidamente”, titula Ámbito Financiero. Riesgo a qué, me pregunto, ¿a lo indefinido o a quienes lo reeligen?, ¿miedo a Chávez o al pueblo soberano que apoya su gestión? Porque “En América Latina, los personalismos y el fervor reeleccionista ganan terreno” (La Nación, Argentina 15 de febrero de 2009), pero también existen hasta quienes están dispuestos “a dar batalla por la revolución” como aquel barrio en Caracas al que el mismo periódico caracterizó de “feudo chavista”.

En otras palabras, es la “barbarie” la que los asusta; la “barbarie maligna” de los pueblos que caminan; la de los indios, los campesinos, los obreros; la de los que ahora tienen voz. Lo que ayer llamaban barbarie hoy lo enuncian bajo las palabras mesianismo, personalismo, feudalismo, etc. Pero sus palabras se están agotando como el modelo de opresión que defienden.

En Ecuador, Bolivia y Venezuela se viene ratificando en las urnas lo que en otros tiempos se solía hacer a dedo. Sin embargo, aún no se escucha a esos “civilizadores amantes de la democracia” destacar el hecho de que cada acto de los supuestos “dictadores” vaya hoy acompañado por una consulta al pueblo, o a la “barbarie”, según desde el ojo con que se mire la historia.

La victoria del sí en Venezuela es la victoria de nuestra América y también la victoria de nuestra democracia, esa por la que predican quienes creen estar lejos del mesianismo, el personalismo y el feudalismo pero responden al Mesías Bill Gates, adoran personalidades como la de Bush y deben respeto a una corona que aún no ha dado explicaciones, entre otras cosas, de porqué el pueblo español estuvo privado de ejercer su derecho a elegir a su presidente durante cuarenta y tres años.

Por esa democracia celebramos los pueblos de América Latina la victoria del “Sí” en Venezuela, por esa democracia de la que la “barbarie” es artífice y a la que la “civilización” le sigue diciendo “No”.

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