5 de noviembre de 2010

Vitória do povo

ELECCIONES EN BRASIL: TRIUNFO DEL PT EN SEGUNDA VUELTA

Con el triunfo de Dilma Rousseff, candidata del Partido de los Trabajadores, el proyecto iniciado por Lula hace ocho años tiene su continuidad garantizada. Cómo se presenta el nuevo escenario regional que muestra, por el norte del continente, su contracara: un recrudecimiento de la derecha republicana yanqui.

Por Marcelo J. Levy

Los guarismos terminaron así: Dilma ganó al sumar 55 millones 752 mil 493 (56,05%) de sufragios, mientras que Serra obtuvo 43 millones 711 mil 299 (43,99%), según lo publicado por el Tribunal Supremo Electoral en su sitio en internet.

"A partir de mañana comienza una nueva etapa para la democracia", afirmó Rousseff bien temprano, después de emitir su voto en la Escuela Estadual Santos Dumont, del barrio Asunción, en la zona sur de Porto Alegre, donde llegó acompañada por el gobernador electo del estado Río Grande do Sul, su ex compañero de gabinete Tarso Genro.

El triunfo del PT, como se preveía, se asentó en los estados más pobres del Brasil. Todo el norte y nordeste fue el bastión principal para la victoria, ganando en algunas ciudades por más del 90%. La otra cara se presenta en el sur, donde los estados de Paraná, Santa Catarina Y Río Grande do Sul fueron partidarios en su mayoría de Serra. También hubo un triunfo importante de la oposición en el estado de Sao Pablo donde su candidato es el gobernador estadual. Es decir, los pobres del Brasil, votaron en masa a Dilma intentando continuar con un modelo iniciado por Lula hace cuatro años. Por el otro lado, los estados más ricos (que en varias oportunidades quisieron separarse de Brasil) optaron por la opción más conservadora.

La electa presidenta, con un carácter templado por su militancia guerrillera, la cárcel y la tortura que padeció durante la última dictadura, y hasta el cáncer linfático que se le detectó -y que superó- no hace mucho, acredita una amplia experiencia ejecutiva forjada en los últimos 25 años.

En ese período fue secretaria de Hacienda de la ciudad de Porto Alegre, secretaria de Energía del estado Río Grande do Sul y ministra de Energía y ministra de la Casa Civil (jefa de gabinete) del gobierno de Lula, del que se alejó precisamente para encarar la campaña para la Presidencia.

Es hija de un emigrado búlgaro que se exilió por su cercanía con el Partido Comunista y de una profesora brasileña. Militó en un grupo armado de resistencia a la dictadura militar (1974-85), aunque niega haber participado en una acción con armas. Fue detenida y torturada.

Es de destacar que en la primera vuelta de las elecciones, entre Dilma Rousseff y Marina Silva, (candidata ésta por el Partido verde y ambas mujeres que se presentaban por primera vez a una elección), acumularon dos tercios de los votos.

Además, por primera vez desde el fin de la dictadura en 1985, el presidente electo obtiene mayoría parlamentaria en ambas Cámaras del Congreso. Y lo logra debido a los pactos del Partido de los Trabajadores con el Partido Movimiento Democrático de Brasil (PMDB) y con el Partido Socialista.

Rousseff ganó a pesar de una campaña en su contra por su supuesto proyecto de el aborto, en un país en que solamente está legalizado de manera terapéutica, sumado esto a la profunda penetración cristiana en su población.

Lula, quien se declara católico ferviente, y que se formó en las comunidades eclesiásticas de base como muchos de sus camaradas del Partido de los Trabajadores, declaró que esa era la doctrina de siempre de la Iglesia, pero que Brasil era un Estado laico. Por su parte, Marina Silva, quien es pentecostal, junto con declarar que no es fundamentalista, sostuvo que el tema del aborto era muy complejo, que debía discutirse sin demonizar a nadie y decidirse por plebiscito. En Brasil los abortos ilegales se estiman en un millón por año, con más de 300 mujeres muertas y decenas de miles con lesiones e infecciones graves.

Intentemos ver un poco más allá. El futuro gabinete de Dilma, si bien no está determinado, será seguramente continuador de la gestión de Lula. Y esto también abona la idea de que el futuro ex presidente sin duda estará presente en los lineamentos del nuevo gobierno, no sólo por esta idea de continuidad, sino también por su vasta experiencia presidencial que lo presenta a Lula como un ex mandatario con un altísimo índice de popularidad.

Dilma, a su vez, tiene algunas diferencias con Lula. Es economista, dirigió el fondo de un gigantesco plan de obras públicas y encabezó esa enorme compañía mixta que es Petrobrás. Además es más militante y con más formación ideológica que Lula y está rodeada de una coalición de partidos políticos.

En Brasil, a pesar de la obra realizada, todavía hay muchas sombras que obstaculizan cumplir con el gran sueño de Lula y el PT: eliminar las favelas, como lo indica el llamado Plan 2022 elaborado por la secretaría de asuntos estratégico de la Casa Civil.

Para ello, el objetivo es la integración física del sistema productivo, en un país que ha duplicado su comercio exterior en los últimos cinco años, aunque sus exportaciones son solamente el 14% del PIB, lo que aminoró los efectos de la crisis reciente.

Lo cierto es que se abre un nuevo panorama para la región. Brasil es quien define de alguna manera el rumbo regional por su peso específico, y el hecho que exista esta continuidad tranquiliza a mucho a los países progresistas de Latinoamérica. El triunfo hipotético de Serra podría haber causado modificaciones estructurales para las relaciones multilaterales. De hecho, ya había planteado en campaña la idea de acercarse a otras regiones del mundo en detrimento de las conformadas por la UNASUR, el MERCOSUR entre otras afines. Es de vital importancia el triunfo de Dilma. Y esto no es sólo por la continuidad del modelo, sino que frente a algunos movimientos de derecha que se han visto estos últimos tiempos por el cono sur (golpe de estado en Honduras, intento de golpe en Ecuador, continuas conspiraciones contra el gobierno de Lugo en Paraguay, triunfos de Piñera en chile, Santos en Colombia y Alan García en Perú) una derrota del PT hubiese envalentonado e inyectado fuerzas en estos sectores para cambiar los vientos que desde hace algunos años respiramos en Latinoamérica.

Por ello, no es menor leer el contexto político en su totalidad, y ahí aparecen las elecciones en Estados Unidos que cachetearon a los demócratas de Obama dando muestras de que la sociedad norteamericana quiere darle un viraje aún mayor hacia la derecha a su gobierno.

Por lo pronto, la continuidad en Brasil es muy importante. Veremos cómo se desencadenan los acontecimientos y que gobierno establece Dilma Rousseff a partir del 1 de enero de 2011.





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