4 de noviembre de 2011

¿Fin de fiesta?

FUGA DE CAPITALES Y RECORTE DE SUBSIDIOS: CONFLICTOS Y TENSIONES EN EL ESCENARIO POST ELECTORAL

Cuando aún no se habían acallado los últimos ecos de los festejos por el triunfo lectoral, y de las homéricas y sentidas evocaciones de la figura del ex presidente Kirchner, se reeditó un clásico de la vida económica argentina: la fuga de capitales y la corrida hacia el dólar. Pocos días más tarde el gobierno decidió recortar subsidios por 600 millones de pesos. Súbitamente reaparecieron fantasmas de un pasado de incertidumbres y angustias al que nadie quiere volver. ¿Es un primer indicio del fin de la fiesta kirchnerista o es apenas un mal momento que será prontamente superado?

Por Marcelo R. Pereyra


LADRONES EN BIBICLETA

Quizás porque su resultado era muy previsible, quizás porque no hubo cambio de gobierno, las elecciones presidenciales argentinas del 23 de octubre último pasaron casi desapercibidas: los ganadores festejaron un poquito y a otra cosa. Más fervor despertaron pocos días después los actos recordatorios del primer aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, que habilitaron una renovada puesta en escena del culto a la personalidad, un clásico de la cultura política argentina en la que los individuos e individuas reciben más honores y elogios que las acciones de los colectivos sociales.

Cuando aún no se habían acallado los últimos ecos de los festejos por el triunfo lectoral y de las homéricas y sentidas evocaciones de la figura del ex presidente Kirchner, es decir, cuando en miles de argentinos y argentinas fuertes emociones todavía gobernaban los latidos de su corazón, se reeditó un clásico de la vida económica argentina: la fuga de capitales y la corrida hacia el dólar. Acudieron entonces desde el pasado miedos e incertidumbres acerca del devenir económico inmediato.

La fuga de dinero al exterior en cantidades superiores a las habituales se debería a que, por la crisis planetaria, las casas matrices de las empresas extranjeras radicadas en el país reclamarían ingentes remesas de dólares. Esta explicación luce como verosímil, mas habría que puntualizar lo sugestivo del momento elegido –apenas días después de haberse plesbicitado a Cristina Fernández como Presidenta de la Nación- para tomar esta decisión por parte de las empresas. ¿Acaso se están curando en salud y retiran todo el capital posible porque prevén algún tipo de medida de las autoridades que incida sobre sus activos bursátiles o bancarios? Como quiera que sea, en un país como la Argentina, en el que todas las grandes empresas son extranjeras, el aumento de las remesas al exterior es temible y preocupante. Por eso, “los minoristas”, o “el público”, se lanzaron desesperadamente sobre el billete verde, obligando al Banco Central a desprenderse de varios millones para mantener estable la cotización de la moneda estadounidense.

El gobierno encaró esta crisis como suele hacerlo en ocasiones similares: sancionando a los jugadores más débiles y dejando jugar a los más fuertes. De allí que mientras la AFIP cayó sobre el “chiquitaje” –verificando en cada pequeña compra de moneda extranjera el origen de los fondos- las grandes empresas prosiguen a su aire, montadas sobre redituables bicicletas financieras. Eso sí, para la tribuna dan muy bien esas imágenes de los noticieros de la tele, donde se ve a los sabuesos de la AFIP en las casas de cambio vigilando atentamente para que ningún astuto jubilado gire sus excedentes a las Islas Caimán.

LA PATRIA SUBSIDIADA

Sostienen los exegetas periodísticos del gobierno que “la política de subsidios del kirchnerismo a distintos rubros energéticos fue una de las puertas de salida que se le encontró a la deficiente administración de esas prestaciones en manos privadas” (Página/12, 3/11/11). Este débil argumento en realidad esconde que había otras “puertas de salida” más drásticas para las administraciones privadas “deficientes” que se decidió no encarar: por ejemplo, controlarlas; por ejemplo, cambiarlas. En cambio se decidió legitimar su “ineptitud” beneficiándolas con generosos subsidios. De acuerdo con cifras aportadas por el ministerio de Economía, en 2010, por ejemplo, se transfirieron a las empresas generadoras de electricidad 13.400 millones pesos y en 2011 se les transferirán unos 20.000 millones. Además, este año se les aportarán a las empresas de transporte público (trenes y colectivos) 17.000 millones. Para 2012, un total de 75.000 millones de pesos abandonará las arcas públicas e ingresarán en bolsillos privados en calidad de subsidios.

Pese a su carácter injusto, arbitrario y discrecional –porque financia a empresas, no a individuos-, el sistema de subsidios fue ensalzado por el kirchnerismo: “Forma parte del éxito del modelo económico”, ha dicho el ministro de Economía sin que se le borrara de la cara su estereotipada sonrisa. ¿Y qué pasó entonces? ¿Por qué el gobierno ha decidido reducir subsidios por 600 millones? En conferencia de prensa Amado Boudou explicó que “el volátil contexto mundial (sic) nos pone en situación de recalibrar (sic) la pertinencia de algunas transferencias”. Parece que se cayó en la cuenta de que hay que guardar platita. “Es básico recomponer el esquema de gastos y también garantizar el creciente flujo de ingresos fiscales -dicen los escribas oficialistas- para que no haya ajuste, ni nada que lo remede” (Página/12, 3/11/11).

Ajuste: palabra temida por el gobierno por sus innegables connotaciones dramáticas, que suena a aumento de tarifas y a recorte de salarios, que suena a presidente que huye en helicóptero. Sin embargo, y sin ánimos apocalípticos, ambas cosas serán inevitables cuando se cierre el grifo subsidiario. En Economía calculan que si se eliminaran completamente los subsidios, las tarifas las eléctricas podrían triplicarse y las de los trasportes aumentarían entre un 200 y un 500 por ciento. Por otra parte, la Presidenta ya les ha pedido “responsabilidad” a los gremialistas cuando discutan los salarios para el año próximo. Habrá que ver cómo juega este juego el capo de la CGT, porque estos días Don Moyano y su pandilla han estado calentando el ambiente reclamando participación obrera en las ganancias de las empresas y disminución del impuesto a las ganancias. Hasta se han animado a hacer veladas amenazas de marchas y actos de protesta si no se cumple con sus pedidos.

En los meses venideros se irá aclarando el panorama, pero las tensiones están en varios frentes y son indisimulables. El breve festejo ha dejado paso a la preocupación. Será interesante observar cómo desactiva el gobierno el artefacto explosivo que él mismo se colocó.


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