9 de diciembre de 2011

Arguedas, el arcaico moderno

UNO DE LOS MÁS IMPORTANTES ESCRITORES QUE HA DADO NUESTRA AMÉRICA.

En este 2011 se cumplen cien años del nacimiento de José María Arguedas, uno de los más importantes escritores que ha dado Nuestra América. Arguedas fue a la vez un preservador y defensor de las antiguas cosmovisiones indias, y un arawiku (poeta andino), que luchó para que todo este continente Sur pudiera descolonizarse de las imposiciones de los imperialismos invasores del Norte.

Por Xuan Pablo Gonzalez


“Hemos bajado a las ciudades de los señores… al inmenso pueblo de los señores hemos llegado y lo estamos removiendo. Con nuestro corazón lo alcanzamos, lo penetramos; con nuestro regocijo no extinguido, con la relampagueante alegría del hombre sufriente que tiene el poder de todos los cielos, con nuestros himnos antiguos y nuevos, lo estamos envolviendo… ¡Con lo que sea! Estamos juntos; nos hemos congregado pueblo por pueblo, nombre por nombre, y estamos apretando esta inmensa ciudad que nos odiaba, que nos despreciaba… ”
A Nuestro Padre Creador Tupac Amaru, Himno-canción, José María Arguedas


Arguedas: el arquetipo del escritor indigenista

Arguedas es uno de los escritores más completos y complejos del siglo XX, podemos decir en el Continente Americano como en el resto del mundo: excelente poeta, cuentista y novelista, fue además ensayista, y recopilador y traductor de narraciones y cantos orales del mundo andino: mitos, leyendas, cuentos y poesías. La influencia de Arguedas se manifiesta en los novelistas peruanos contemporáneos más valorados, tanto de la izquierda (Manuel Scorza, y el menos conocido pero no menos talentoso César Calvo), como de la derecha (y el reciente premio Nóbel Mario Vargas Llosa es su mejor representante). Arguedas fue como un dansak, y el arquetipo del escritor “indigenista”, buceando en el mundo mítico andino, y rescatando para el nuevo Pachakutik, al Inkarrí, a Thunupa, a Pariakaka, a Wirakocha, a Tupak Amaru, y a los indios y a las indias más invisibles e ignorados por la civilización y la colonización. Arguedas es un modelo de artista e intelectual comprometido, que amó y sufrió, y reflejó y embelleció el mundo (a través de su mirada marginal de blanco-indio de los antiguos Antis), y que como el dansak, terminó sacrificándose ante la comunidad, abandonando su cuerpo con los balazos que él mismo se disparó, en el baño de la Universidad Agraria La Molina, donde trabajaba dando clases.


Vida de un poeta inka

José María Arguedas nació en Andahuaylas el 18 de enero de 1911, bajo el nawal maya de Ee, signo del Camino Sagrado, y se sabe tuvo una infancia sombría: “quedó huérfano de madre y… por circunstancias crueles, su infancia fue tan dura como la de cualquier indio” (Vargas Llosa). Arguedas tuvo “muchos castigos de su madrastra… fue regalado por su hermano mayor con unas escenas horrorosas de violencia sexual, y fue criado por los sirvientes indios, porque su familia blanca lo iba dejando de lado” (Croce); sin embargo aquella juventud con los indios fueron los años más felices de su vida. Después “la muerte de su padre lo sume en la pobreza” (Blas Matamoro), y se gana la vida en la calle, vendiendo baratijas en el mercado de Lima, mientras empieza la universidad y lee los escritores nucleados en torno a la revista Amauta: José Carlos Mariátegui y Luis Valcárcel.

Poco después cae preso por apoyar la revolución socialista española y por participar en “una repulsa al embajador de Mussolini en Lima” (Blas Matamoro), experiencia tumbera que narrará en su novela El Sexto. Al poco tiempo de salir de la prisión ingresa al Partido Comunista, mientras escribe sus primeras novelas, trabaja como profesor de castellano, y sufre algunos “trastornos psíquicos”.

Años después se aleja del comunismo y se dedica a recopilar poemas, canciones, cuentos, mitos y leyendas kechwas, realizando nuevos viajes de investigación por los Andes, donde participa del descubrimiento del mito de Inkarrí, a principios de la década del 50. Sabido es que toda su “obra fue escrita en medio de fuertes tensiones y conflictos”, y desde niño habría manifestado una “vocación de suicida”; que lo lleva a varios intentos de matarse; y buscando se envenenó y buscando se mató suicidó en 1969.


Los ríos de sangre de América Latina

“Los ríos profundos” está considerada por muchos como la mejor novela de Arguedas: publicada en Buenos Aires en 1958, es un relato bastante autobiográfico que recuerda su infancia-adolescencia en la mítica Cuzco y en algunos pueblitos de los Andes. La novela comienza entrando al Cuzco, de noche, en tren. Cuzco es descrita como “la gran ciudad” por Arguedas, y se refiere a su sentido más bien mítico, heredado de su padre, que le decía desde antes de llegar: “¡Será para un bien eterno!”

Avanzando las páginas Arguedas habla fascinado de un muro inka, y después habla sobre los ríos de sangre, y escribe que los indios: “también llaman ‘yawar mayu’ al tiempo violento de las danzas guerreras, al momento en que los bailarines luchan”. Arguedas repite extasiado: “Puk’tik, yawar rumi”, piedra de sangre hirviente. José M. Arguedas el dansak, sumergido en el yawar mayu, hablando clamando poetizando desde las raíces ríos venas profundas abiertas de la Amerindia.


Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas

Podemos decir que Arguedas comienza entendiendo a los indios a través del sufrimiento de esos pueblos. En el relato Warma Kuyay (Amor de niño), otra vez aparece el niño Ernesto (Arguedas), diciendo que cuando sea grande va a matar al patrón, y le exige a un indio amigo, que es adulto, que lo haga. El dueño de la hacienda es Don Froilán: “¡Don Froilán! ¡Es malo! Los que tienen hacienda son malos; hacen llorar a los indios… se llevan las vaquitas de los otros”, dice Arguedas, “mátale”.

El cuento es del año 1934, y posteriormente, en los años 60, Arguedas hace un llamado a la rebelión de todos los indios, de todo el pueblo campesino y sufriente del Perú, en su himno poema a Tupac Amaru, y en una carta personal escribe: “El poema a Tupac Amaru, lo escribí en los tristes días en que se mataba comuneros. No estoy decidido a difundirlo. Te ruego que, si te es posible, me pongas unas líneas dándome tu opinión acerca de si podría ser interpretado como un llamado a la rebelión... No deseo ser en mi patria un ‘apestado comunista’. Soy un hombre libre; tengo discrepancias irremediables con los comunistas y, por otra parte, estoy en la lista negra de la Embajada de los Estados Unidos…”

El poema tupamaro de Arguedas es el del intelectual en vías de descolonización, donde, como dice Fanon “la masa colonizada penetra violentamente en las ciudades prohibidas… provocando un estallido del mundo colonial”. Fue escrito tiempo antes de la formación del MRTA, o Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, como una chispa que enciende la mecha.


Cortázar vs. Arguedas boxeando por el Boom

Entre los años 1967 y 1969, el, argentino Julio Cortázar (exiliado en Europa) entabla una conocida polémica con Arguedas (desde Suramérica), que termina afectando más al peruano: según muchas opiniones la inesperada crítica negativa de Cortázar influyó en Arguedas y en su suicidio.

Para entender la polémica hay que ver un poco el origen de nuestro querido Julio. Sabemos que tuvo una juventud gorilona, que lo llevó a exiliarse del peronismo. Cortázar tenía una educación más bien unitaria del mundo y el arte, reforzada en parte en sus años en Europa. Por ende, la forma de entender la literatura para él fue esencialmente civilizatoria, y Arguedas era demasiada barbarie, no en su forma sino en el contenido: y por eso Cortázar escribe una novela urbana-abstracta volada erudita y lúdica como Rayuela, y no comprende en ese momento (como buena parte de la intelectualidad de izquierda revolucionaria sesentista), se le escapa lo Pachamámico, la Madretierra, la América Profunda, los emotivos y sagrados mundos míticos mágicos y naturales que describen los libros de Arguedas. Por otra parte vemos en Arguedas una susceptibilidad extrema ante las palabras del argentino, por lo que uno entiende que el ánimo del peruano estaba demasiado por el suelo: Arguedas era uno de los mejores escritores de esos años, y la prensa y la crítica lo dejaban fuera del fenómeno del Boom Latinoamericano (encabezado por García Márquez, Cortázar, Fuentes, Vargas Llosa). Y Arguedas se sintió ninguneado y agredido por uno de sus compañeros de lucha más reconocidos, que en ese momento era nada más y nada menos que “la figura más representativa del Boom” (Croce).


Vargas Llosa vs. Arguedas en tiempos del renacimiento arcaico

Vargas Llosa trata a Arguedas en La utopía arcaica, en parte como Sarmiento trata a Facundo Quiroga en el Facundo: con admiración y con desprecio, como maestro, pero también como enemigo.

La zoncera Civilización o Barbarie que separó a Cortázar de Arguedas, es la misma que separó a Vargas Llosa de Arguedas.

Vargas Llosa (desde la España franquista) primero dice que Arguedas es su “escritor peruano favorito”, y después dice que “Arguedas fue un escritor primitivo”, y lo desprestigia y destroza con su libro utópico, diciendo que Arguedas es un mestizo que fracasa como narrador y como antropólogo.

Pero que quede claro que Arguedas no es, como pretende Vargas Llosa, un escritor sufriente acosado solamente por sus propios fantasmas personales: Arguedas es un perseguido político, y un intelectual revolucionario que entiende el sufrimiento de todo el pueblo indio y campesino, y que estuvo preso, y fue asediado, cuestionado y vilipendiado permanentemente (aún después de su muerte, por estos intelectuales neoliberales como Vargas Llosa y el cubano Cabrera Infante, entre otros). Y mientras Arguedas permanece siempre en una visión revolucionaria de izquierda, descolonizadora, Vargas Llosa se pasa al bando de la derecha, al Imperialismo yanqui, el neoliberalismo, y la traición para la recolonización del continente.


La colonización cultural de Indoamérica

En plena Guerra Fría, del Imperialismo contra el Tercer Mundo, Arguedas escribe lúcidamente: “Las potencias que dominan económica y políticamente a los países débiles intentan consolidar tal dominio mediante la aplicación de un proceso de colonización cultural. Por medio del cine, de la televisión, de la radiodifusión, de millones de publicaciones, se trata de condicionar la mentalidad del pueblo latinoamericano”.


Arguedas el poeta danzante de la eternidad andina

Uno de los cuentos favoritos escritos por el propio Arguedas es La agonía de Rasu-Ñiti, un cuento de la tradición folklórica andina, publicado por Arguedas en forma bilingüe, en castellano y en kechwa, y que trata sobre un dansak. Como se ve en la película Nación Clandestina, del director boliviano Jorge Sanjinés, según la tradición andina el dansak baila para expiar culpas de-y-ante la comunidad, para equilibrar el mundo (los mundos: el material y el espiritual, el profano y el sagrado), y baila hasta morir. El dansak es poseído por “el ‘espíritu’ de una montaña (Wamani)”, escribe Arguedas: los dansak son los mejores encargados de preservar “una cultura de siglos” (Croce).

En Los ríos… el niño Arguedas habla con el K’arwarasu, que es el Apu, “el dios regional” de la aldea donde nació: “Los indios invocan al K’arwarasu únicamente en los grandes peligros. Apenas pronuncian su nombre el temor a la muerte desaparece”, escribió Arguedas, que invocará al Apu, en la novela, pidiéndole fuerzas: “¡…Apu K’arwarasu, a ti voy a dedicarte mi pelea!”

La obra de Arguedas es como la del dansak, una obra de arte mágico y de preservación de tradiciones andinas sagradas, una obra de belleza y lucha contra los peligros que amenazan destruir a los pueblos indios y sus cosmocimientos, y con el favor de los Apus o Wamanis, las fuerzas de los dioses-montañas.

Como dice Fanon, la lucha de liberación de nuestros pueblos oprimidos se da no sólo en el plano físico, sino también en el espiritual, o mítico: “Todo se resuelve en un permanente enfrentamiento en el plano fantasmagórico” (Fanon).

No es casual que en el entierro del propio Arguedas, dos dansak iban delante de la procesión haciendo baile de tijeras, tal como el escritor había pedido, antes de morir.


Las mujeres de Arguedas

Las mujeres tienen en Arguedas una fuerte presencia: por ejemplo en Los ríos… el niño Arguedas presencia un levantamiento encabezado por mujeres kollas revolucionarias, desde una chichería: “la revuelta de las chicheras es un reclamo colectivo” (Croce), y es el punto álgido del relato.

En la novela Arguedas también se enamora de una niña-adolescente, criolla, y el sexo aparece principalmente en las violaciones de otros niños internados del colegio de curas, a una niña retrasada mental que vive por allí.

En su vida más real Arguedas tuvo dos esposas, que fueron compañeras de amor, trabajo y lucha: la primera fue Celia Bustamante Vernal, promotora de la legendaria Peña Cultural Pancho Fierro, centro de artistas e intelectuales del Perú de la época. De ella se separó y se unió con la chilena Sybila Arredondo, su segunda esposa, que tras el suicidio de su compañero, entró a la guerrilla marxista peruana de Sendero Luminoso.


Bibliografía:

• Los ríos profundos, José María Arguedas
• Relatos Completos, José María Arguedas
• A Nuestro Padre Creador Tupac Amaru, Himno-canción, José María Arguedas
• Dioses y hombres de Huarochirí, José María Arguedas
• Poesía Quechua, José María Arguedas
• Formación de una cultura nacional indoamericana, José M. Arguedas
• Los condenados de la Tierra, Frantz Fanon
• Prólogo a Los ríos profundos, Blas Matamoro
• Problemas de Literatura Latinoamericana, Marcela Croce

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