9 de abril de 2012

Medios (conta)minados

LA CAMPAÑA DE “DIFUSIÓN” DEL SECTOR MINERO Y LA SUGESTIVA DISMINUCIÓN DE LA COBERTURA MEDIÁTICA DE LAS PROTESTAS CONTRA LA MEGA MINERÍA

La férrea resistencia de los pueblos cordilleranos y organizaciones ambientalistas al avance de la mega minería a cielo abierto y su difusión en los medios masivos generó que una parte importante de la sociedad respalde su reclamo. Frente a esta situación, la Cámara Argentina de Empresarios Mineros lanzó una fuerte y costosa campaña de “difusión” en los medios en la que afirman que “no podemos vivir sin minería”. Casualmente, la protesta anti minera dejó de salir en la mayoría de los medios. Por su parte, el diario La Nación publicó una insólita editorial respaldando la actividad, descalificando a los ambientalistas y criticando la Ley de Glaciares. El mismo diario en noviembre de 2008 había publicado una editorial diametralmente opuesta.

Por Hernán L. Giardini


Tras un par de meses en los que muchos medios masivos difundieron las protestas de los pueblos cordilleranos y organizaciones ambientalistas contra el avance de la mega minería a cielo abierto, lo que visibilizó un conflicto de larga data y ayudó a que una parte importante de la sociedad apoye el reclamo, desde el sector minero contraatacaron con una costosa campaña publicitaria que inundó de avisos y auspicios varios programas (fundamentalmente políticos) de radio y televisión.

Casi simultáneamente, la protesta anti minera empezó a ocupar cada vez menos espacio en la agenda de la mayoría de los medios masivos.

El 21 de noviembre de 2008 el diario La Nación publicaba una editorial titulada “Sospechoso veto a la Ley de Glaciares”. En la misma criticaba duramente la decisión de la presidente Cristina Fernández de Kirchner de vetar dicha norma, y se afirmaba que “la iniciativa que aprobó el Congreso en su momento es el fruto de la incansable labor de expertos, organizaciones sociales, ecologistas y amantes de las montañas, todos preocupados por la reducción cada vez mayor de los glaciares en el país. (…) En años en los que la nieve que cae no es suficiente, los glaciares proveen el agua para mantener las actividades productivas, mientras que en años abundantes los glaciares recargan sus reservas para entregarlas cuando resultan necesarias. Y ésa es una de las funciones que la naturaleza les ha otorgado a los glaciares, que debido a este veto presidencial y a las actividades desenfrenadas del hombre, desaparecerán antes de lo que debería suceder. (…) La norma vetada impulsaba la creación del Inventario Nacional de Glaciares, que representan un 75 por ciento de la reserva hídrica de la Argentina. También impedía que en los hielos y en su entorno se realizaran actividades que pudieran afectar su condición natural, o que implicaran su destrucción o traslado, o interfirieran en su avance, como por ejemplo la exploración y explotación minera o petrolífera".

Pero sorprendentemente el diario cambió radicalmente de opinión sobre la importancia de esta norma. En una editorial publicada el 26 de marzo pasado, y titulada “Minería y medio ambiente”, se advierte que “ahora que empezamos a dar ingreso a la gran minería, se corre el riesgo de ahuyentar a quienes han venido a participar. Pareciera que el Gobierno ha entendido la cuestión. El veto inicial del Ejecutivo a una a ley de glaciares con aspectos excesivos debe ser ponderado, aunque no se discuta que haya que preservarlos”.

Sin embargo, en su editorial de 2008, La Nación consideraba que los argumentos esgrimidos por la presidente para vetar Ley de Glaciares eran “débiles”, y señalaba que “nuestra Presidenta reveló que su decisión obedecía a que la prohibición de actividades descriptas en la ley podría afectar el desarrollo económico de las provincias involucradas y que "resultaba excesivo prohibir la actividad de minería o perforación petrolera en los glaciares y en las llamadas áreas periglaciares que bordean los glaciares". Como ya es costumbre, la autoridad ambiental, más persuadida por las directivas de los Kirchner que por una sólida ponderación de los temas ambientales, parece amordazada o guarda silencio, demostrando lo que hemos resaltado en esta columna: el medio ambiente no es una preocupación sincera en nuestro país. Como en la mayoría de las cuestiones ambientales, estamos ahora frente a un tema de claras consecuencias transgeneracionales”.

Pero ahora, en su nueva editorial, La Nación relativiza la importancia de la cuestión ambiental: “La contaminación cero prácticamente no existe. Lo que hay son límites suficientemente estrictos como para que no se ponga en riesgo la naturaleza ni la salud humana. (…) La ingeniería existe y puede predecir si los procesos tecnológicos, industriales o mineros, respetarán los estándares de no contaminación. También se puede calcular el volumen de agua no restituible y decidir prioridades si ese elemento fuera escaso. La minería a cielo abierto no necesariamente difiere de las explotaciones en profundidad en cuanto al control ambiental. El uso de elementos como el cianuro admite un tratamiento suficiente como para no generar riesgo aguas abajo”.

Por si fuera poco, dedica algunos párrafos a descalificar a los ambientalistas: “En la resistencia ambientalista no dejan de observarse fuertes tonos emotivos que en muchos casos superan las fundamentaciones técnicas. No puede además dejar de advertirse la presencia de grupos ligados por un claro contenido ideológico, en general teñido de una visión anticapitalista. (…)Es importante informar a la sociedad con la mayor claridad. Las situaciones de pánico colectivo en las poblaciones cercanas no se resuelven con apelaciones emotivas ni con teorías conspirativas. Lo único que se logra de esa forma es dañar a los que se dice defender y afectar la economía y el bienestar de todos los argentinos”.

Además, recomienda a los ambientalistas que en lugar de preocuparse por la minería lo hagan por otros temas ambientales “como la contaminación hídrica en la región metropolitana de Buenos Aires, o el mal manejo de la basura y los desechos industriales en gran parte de las ciudades del país. Esto debe corregirse y es allí donde deben dirigirse los esfuerzos de los ambientalistas”.

Nótese que La Nación no nombra entre los principales problemas ambientales de nuestro país a la sojización y a los desmontes provocados por ésta. ¿Será porque ellos son parte del negocio?

Para finalizar, casualmente, esgrime los mismos argumentos falaces que difunde en sus avisos la Cámara Argentina de Empresarios Mineros: “Debe entenderse que si no existiera la minería, no dispondríamos de casi todos los bienes que utilizamos en nuestra vida diaria”.

Lo que no informa esta sentencia es que la mayoría de los proyectos mineros que son resistidos por los pueblos cordilleranos y organizaciones ambientalistas son para la extracción de oro, el cual se exporta casi en su totalidad.

Lo que tampoco informa esta sentencia es que más de la mitad del oro se utiliza para joyas y bienes suntuarios, que una parte importante está guardada en forma de lingotes en los bancos, y que muchos productos electrónicos contienen oro que podría reciclarse en lugar de tirarse a la basura.

El de La Nación es tan solo un ejemplo de cómo muchos medios de nuestro país ya están (conta)minados.

Mientras tanto, y aunque ahora la mayoría de los medios no lo difunda, en los pueblos cordilleranos de La Rioja, Catamarca, Río Negro y Chubut continúa la resistencia de los pueblos contra la mega minería a cielo abierto.



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1 comentario:

Claudio dijo...

Excelente articulo, aqui les dejo mas información para ampliar el abanico de ideas sobre la mineria en Rio Negro: http://mineriarionegro.blogspot.com/