7 de noviembre de 2013

Una crítica ecoperonista al tecno-progresismo actual o hacia un giro a la reevolución mental del siglo XXI (II)


DESARROLLO Y MEDIO AMBIENTE 

En uno de sus últimos textos, Perón nos dejó mirando al futuro biopolíticamente, su manifiesto verde, y su “revolución mental” anticolonialista: “La Humanidad debe ponerse en pie de guerra en defensa de sí misma”, escribió visionariamente en 1972. Actualmente eso está pasando en Malvinas Argentinas, en Córdoba, contra la instalación de una planta de la trasnacional Monsanto, lucha que se está apoyando desde un acampe frente al Congreso de la Nación, también contra la aprobación de la Ley de Semillas, que recolonizará nuestra alimentación definitivamente. En el mes de Noviembre seguirá habiendo recitales, festivales, charlas, muestras de artes, FLIAs (ferias de libros independientes) y más actividades en la Plaza Congreso, en defensa de la vida y la humanidad.   

Por Xuan Pablo González 

NO a los autos. SÍ a las bicis 

Perón además criticaba severamente lo que este gobierno actual muestra como uno de sus éxitos, en esta última década: el crecimiento de la industria automovilística. El ser humano, decía Perón “Inventó el automóvil para facilitar su traslado, pero ahora ha erigido una civilización del automóvil que se asienta, sobre un cúmulo de problemas de circulación, urbanización, inmunidad y contaminación en las ciudades y se agrava las consecuencias de la vida sedentaria”. Cualquiera que recorra la ciudad de Buenos Aires, actualmente, sabe que en cuanto al tráfico se refiere, está al borde del colapso: además de un exceso de automóviles (de la burguesía), donde generalmente vemos una persona sola (el conductor), tenemos además cortes por actos políticos oficiales, cortes por arreglos urbanos (calles, subtes, etc.), cortes y piquetes por reclamos y protestas para una justicia social, y cortes policiales para reprimir esos justos reclamos y protestas sociales, y para injustos desalojos de vivienda y laborales, etc.

Pese a las bici-sendas que hizo el gobierno PRO de Macri, andar en bicicleta sigue siendo peligroso en nuestra gran ciudad, ya que ni colectivos, ni camiones y camionetas, ni autos, ni motos, y ni siquiera peatones, suelen respetar a las bici-sendas ni a los ciclistas.

Si al menos una parte de esa clase burguesa hipertecnologizada y sedentaria que hace un culto de su auto nuevo, moviera las piernas arriba de una bicicleta (en la calle, y no arriba de una bici fija en el gimnasio), tendríamos menos tráfico, menos contaminación ambiental urbana, y todos y todas una vida más sana. Y más feliz bajo un sol peronista.   

Concluía el viejo líder “Se despilfarra mediante la producción de bienes necesarios o superfluos y, entre estos, a los que deberían ser de consumo duradero, con toda intención se les asigna cierta vida porque la renovación produce utilidades. Se gastan millones en inversiones para cambiar el aspecto de los artículos, pero no para reemplazar los bienes dañinos para la salud humana, y hasta se apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana. Como ejemplo bastan los autos actuales que debieran haber sido reemplazados por otros con motores eléctricos, o el tóxico plomo que se agrega a las naftas simplemente para aumentar el pique de los mismos”. 

Y agrega hace unos veinte años Eduardo Galeano en La ciudad como cámara de gas, que “la Argentina produce gasolina venenosa para el mercado interno” y “el plomo de los automóviles daña el cerebro y el sistema nervioso”. 

Lo más grave es que como humanidad marchamos a nuestra autodestrucción, nos advierte Perón, y “A la irracionalidad del suicidio colectivo debemos responder con la racionalidad del deseo de supervivencia”. Y recomendaba “La lucha contra la contaminación del ambiente y de la biosfera, contra el despilfarro de los recursos naturales, el ruido y el hacinamiento de la ciudades, debe iniciarse ya a nivel municipal, nacional e internacional”. 

Y lo más terrible de todo, es que estamos en una cuenta regresiva. Como dice Hervé Kempf, periodista de Le Monde y autor del libro recomendado por el exmandatario venezolano (presuntamente asesinado por la CIA) Hugo Chávez, Cómo los ricos destruyen el planeta (2007): “Tenemos diez años para cambiar… más o menos tenemos hasta el 2020” (Kempf). Es decir que todo indica según diversos ecologistas especializados, que de seguir con las políticas destructivas y suicidas actuales, nuestra humanidad estaría marchando “hacia el abismo”, como canta la banda de reggae local Los Umbanda. 

Rockefeller, Chevron, petrodólares y la conexión masónica escosesa 

Poco después de aquél mensaje ecoperonista del 72, el Tribunal Russel II, reunido entre 1974-1975, e integrado por el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar y el gringo James Petras, entre otros intelectuales sobresalientes del planeta, además de denunciar los genocidios del imperialismo yanqui en América Latina, también alertaba sobre “la contaminación de los recursos naturales, el deterioro ecológico y la esterilización de las mujeres en diversos países de América Latina”, y la sobreexplotación de “las riquezas naturales”. Además de denunciar “el crimen de genocidio” a “las comunidades indígenas de la América Latina, primeras víctimas de la agresión colonial, continúan sometidas a un régimen discriminatorio en el interior de pueblos globalmente reprimidos, bajo la presión y en el interés de las empresas privadas, multinacionales y locales”. Y esto sigue vigente cuarenta años después, tanto en nuestro país (como saben los qom, los wichis, los diaguitas y los mapuches, entre otros pueblos originarios) como en el resto de nuestro continente. Y no olvidemos que han sido grupos de mapuches los que recientemente fueron reprimidos por el gobierno neuquino, en defensa de los intereses económicos norteamericanos (Chevron).

Estas cosas que denunciaba el Tribunal Russel II fueron a parar a un excelente libro de Cortázar, Fantomas contra los vampiros multinacionales (1975). (No está de más decir que este gran autor argentino, es hoy bastante bastardeado y desvalorizado por muchos académicos de filosofía y letras, pagados por empresas vampiras multinacionales como Barrick Gold y Monsanto, como denuncian los mismos estudiantes independientes del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UBA).

En este genial librito de Cortázar, decíamos, él acusaba precisamente a las sociedades multinacionales vampiras, al capitalismo salvaje de la guerra fría, a “un complot de la masonería”, a la CIA, a “los expertos del sistema”, a Nixon, Ford, Kissinger, Pinochet, Banzer, López Rega, a milicos y tecnócratas, a “una secta de psicóticos”, a Hollywood, a IBM y al “gobierno norteamericano y sus múltiples cómplices y sirvientes”, de alienarnos, mal informarnos, lavarnos el cerebro, de crearnos “el Gran Engaño” en que vivimos sometidos, donde nos fríen “como renacuajos” (Cortázar).    

Si desde el ecoperonista Mensaje…, y desde el cortazariano Fantomas… vamos atrás unos cien años, vemos que en 1870 los Rockefeller fundan la Standard Oil/ Chevron. En esos años del siglo XIX, en Gringolandia y acá en la Patagonia y en otras latitudes nuestros pueblos originarios conocían el genocidio de la Conquista del desierto (que recordamos, como reconocen los mismos masones como Emilio Corbiére, fue impulsada por la Masonería liberal anglosajona). En esos desiertos sudamericanos y norteamericanos –y del mundo- florecieron los pozos petroleros. El negocio del petróleo, repetimos, es “primordial para las actividades militares”, y el “cartel todopedoroso” petrolero, nació “en un castillo del norte de Escocia” (Galeano). Si recordamos las notas anteriores sobre Perón (¿Peronismo VS. Masonería?): era según el General la masonería inglesa, del rito escocés, la que había manejado toda la historia política argentina, y tejía junto a otras sociedades internacionales y al sionismo, los hilos del “mundo actual” (Perón): “todos los gobiernos que en nuestro país se escalonaron, desde Rivadavia en adelante, fueron gobiernos de la masonería, gobiernos de la línea anglosajona… todos obedecen a la logia, al rito celeste escocés: es la línea anglosajona” (Perón). Según el escritor independiente yanki, Fritz Springmeier, perseguido y encarcelado varios años en EEUU, por sus reiteradas denuncias contra los Rockefeller, los Rothschild, y otras familias masónicas multimillonarias: “Escocia ha jugado un rol vital en los Illuminati” (Springmeier). Los Illuminati serían los propios masones, o los altos cargos de la Masonería.  

Varias fuentes aseguran que los Rockefeller de Chevron son una familia tradicionalmente masónica, y David Rockfeller, que es masón de grado 33 del rito escocés, fue el fundador de la Comisión Trilateral y responsable del Club de Bilderberg y el CFR (Consejo de Relaciones Foráneas), y todas estas “sociedades mundialistas actuales son masónicas” (Ricardo de la Cierva). Como dice Kempf, si estamos en medio de esta crisis ecológica creciente, es “porque los poderosos del mundo así lo quieren” (Kempf). “Debemos dejar de ser ingenuos”, agrega Kempf, ya que ésta élite masónica liberal que denunciaban Perón y Cortázar en los 60 y 70, esta “oligarquía mundial ciega” que está en el poder está formada por “hombres malos” dice Kempf, refiriéndose a “la secta mundial de los insaciables” (Kempf) o “los locos tristes plutócratas”, entre los que cita a los Rothschild de Shell y Monsanto, socios de los Rockefeller. Y esta secta oligárquica nos envenena con transgénicos, agrotóxicos, minería a cielo abierto, el fracking, papeleras, etc., y este “envenenamiento significa una degradación de las condiciones de vida humana y una dilapidación de las oportunidades de las generaciones futuras” (Kempf).

El acuerdo de YPF-Chevron,  según Miguel Bonasso se debe a “el vínculo espurio de la Presidenta con el megamillonario David Rockefeller, fundador del Council of the Americas y socio mayoritario de José Alfredo “Joe” Martínez de Hoz, el superministro de la última dictadura militar”. “Joe” Martínez de Hoz sabemos pertenecía a la Masonería inglesa-escocesa, y con Rockefeller hicieron negocios bajo el gobierno de Videla durante la dictadura militar, como también había denunciado Rodolfo Walsh en su Carta a las juntas… 

Entre los megarricos del mundo, los Rockefeller son una de las familias más monopólicas. Son los dueños de Texas Instrument, General Electric y Eastman Kodak, entre otras. Y “controlan la compañía Boeing” (Springmeier). También son accionistas de la Barrick Gold, junto a  los Rothschild de Shell.

Springmeier asegura que “Los Rockefeller son dueños de toda Sudamérica” y “controlan tanto a la educación como a la religión en este país (EEUU) por medio de sus fundaciones” (Springmeier). Lo mismo denuncian nuestros estudiantes universitarios acá, decíamos, así como muchos otros académicos o investigadores independientes. “Los Rockefellers toman parte en las decisiones que tienen efectos en Rusia, China y otras partes de Asia” y “ellos han tenido metidas secretamente su mano en las políticas de los Estados Unidos durante el Siglo XX. Las decisiones y las direcciones que este país ha tomado son el resultado de órdenes incontables que los Rockefellers les han dado a sus subordinados”, dice Springmeier, y así entendemos que la Standard Oil-Esso-Chevron haya apoyado tantos golpes de estado en Argentina, hasta someternos económica y culturalmente al imperialismo norteamericano, al FMI y a Hollywood.   

“El investigador sobre los Rockefellers encontrará que el Rockefeller original hizo dinero a partir de la venta de narcóticos, (ellos eran ilegales en ese entonces). Después de adquirir un poco de capital se ramificaron hacia el petróleo. Pero fue el capital de los Rothschilds los que hicieron a los Rockefellers ser tan poderosos”, continúa Springmeier. La familia judía de los Rothschild, ya lo había denunciado el poeta masón Lord Byron en su Don Juan (1824), eran los dueños económicos del mundo, junto a los entonces banqueros cristianos de la Baring Brothers, con quienes el masón liberal proinglés Bernardino Rivadavia, empezó la deuda externa argentina: “¿Quién tiene el balance del mundo? ¿Quién reina/ sobre los congresos, realistas y liberales?/ ¿Quién subleva descamisados patriotas de España?/ ¿Quién hace chillar y balbucear a todos los diarios/ de la vieja Europa? ¿Quién mantiene al mundo,/ al viejo y al nuevo, en el dolor o en el placer?/ El judío Rothschild y su compañero cristiano Baring”  (Byron).

Actualmente además de ser los dueños de Monsanto (Diego Ignacio Mur), de Google, Facebook y Disney, los “Rothschild controlan absolutamente la industria de armamento mundial, incluyendo armas biológicas” (Springmeier) y vimos como Monsanto es responsable del agente naranja, el napalm y hasta de la creación de la bomba atómica. Por otro lado la Industria Farmacéutica se la dividen entre los Rockefeller y los Rothschild, y “es culpable del envenenamiento masivo que responde al plan global de despoblación (ONU Agenda 21). Los medicamentos dejaron de ser un beneficio para la humanidad transformándose en un flagelo. Actualmente el 80% de las veces es peor el remedio que la enfermedad, y las vacunas pasaron de ser herramientas para combatir "pandemias" a ser armas biológicas para destruir humanos. La industria farmacéutica inventa enfermedades para medicar personas sanas” (Springmeier).

Vivimos, como decía Galeano, una “pesadilla realizada”, instalada como “un modelo de desarrollo que desprecia la vida” y que “envenena la tierra, el agua y el aire” (Galeano). Mientras el neoliberalismo vigente nos sigue vendiendo gato por liebre, o “la opresión bajo la bandera de la libertad” (Galeano). El sistema dominante está sacrificando “a la naturaleza y a la gente en los altares del mercado internacional. En ese absurdo vivimos, y lo aceptamos como si fuera nuestro único destino posible” (Galeano). Y lo aceptamos porque nos distraen y entretienen -la oligarquía mundial y local- con el “uso de la televisión para controlar las mentes de las personas” (Kempf). Y tenemos otro destino, otro mundo posible. Y Perón ya lo dijo hace casi medio siglo. 

Acampe frente al Congreso: ¡Monsanto go home!      

Actualmente, y desde el 18 de septiembre, hay un acampe frente al Congreso de la Nación, apoyando la lucha popular que se está realizando en Malvinas Argentinas, Córdoba, contra la instalación de una nueva megaplanta de Monsanto. Ésta correría paralela a la aprobación de la Ley de Semillas, a la que refería Rulli (en la parte I de esta nota). La ley se semillas es una ley que nos neocoloniza hasta desde nuestra alimentación, ya que nos hará absolutamente dependientes de tener que cultivar en nuestra tierra argenta, sólo semillas made in Monsanto. Asociemos: Rothschild, Baring Brothers, deuda externa, Monsanto, armas químicas, Standard Oil, golpes de Estado, Rockefeller, tenemos que dejar de ser ingenuos como decía Kempf. Justamente cosas así dijo coincidentemente el sábado último en el acampe frente al congreso,  Nora Cortiñas de Madres de Plaza de Mayo. Habló sobre lo nocivos y terribles que son los nuevos acuerdos del gobierno con Chevron, Monsanto, la Barrick Gold, y las papeleras, pero que ahora estamos en un momento de lucha, decisivo: y que podemos empezar por apoyar esta lucha, y echar a Monsanto de la Argentina.

Como dicen desde el acampe: “Monsanto contamina el aire y el agua provocando la muerte de animales y las enfermedades asociadas a las fumigaciones… desertifica el suelo… promueve la tala indiscriminada de selvas y montes… contamina a la tierra y expulsa a los campesinos hacia los cinturones de pobreza de las grandes ciudades”. Y agregan “la democracia no nos está protegiendo, no respeta nuestra vida y permite un genocidio a Latinoamérica, silenciosamente… día a día, en cada uno de nuestros alimentos, estamos comiendo veneno. La corporación multinacional depredadora más poderosa del mundo está controlando nuestros alimentos desde la semilla.”    

Monsanto y la nueva Ley de semillas van contra la biodiversidad planetaria, y esto tarde o temprano, provocará “el surgimiento de grandes epidemias” (Kempf), y “de pronto se producirán catástrofes: invasiones de nuevas especies, imposibilidad de controlar ciertas enfermedades, aparición de nuevas enfermedades, pérdida de productividad de los ecosistemas” (Michel Loreau). Las coincidencias en las conclusiones “negativas” de las investigaciones científicas son evidentes, “y aquí no se trata de “catastrofismo” porque entonces deberíamos tildar de catastrofista a toda una comunidad científica” (Kempf). Actualmente ya “hay 20.000 pueblos fumigados en Argentina, y cientos de casos probados de muerte e intoxicación con agrotóxicos”, dicen desde el acampe.     

En el mes de Noviembre seguirá habiendo recitales, festivales, charlas, muestras de artes, proyecciones, FLIAs (ferias de libros independientes autogetivas) y más actividades en la Plaza Congreso, en defensa de la vida y la humanidad, y la invitación está abierta a todos y todas, para que nos pongamos de pie, con consciencia.

Esta puede ser la verdadera Hora de la Pueblos, y la Revolución Mental que anunció Perón. Y “En esta tarea gigantesca nadie puede quedarse con los brazos cruzados” (Perón).   

Bibliografía Básica: Juan D. Perón, Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo. Julio Cortázar, Fantomas contra los vampiros multinacionales. Héctor Germán Oesterheld/ Solano López, El Eternauta. Eduardo Galeano, Ser como ellos y otros artículos. Roger-Pol Droit, Entrevistas con Michel Foucault. Hervé Kempf, Cómo los ricos destruyen el planeta. Comité Invisible, La insurrección que viene 

(FIN DE LA SEGUNDA PARTE) 

REVISTA CONTRACULTURAL

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