9 de noviembre de 2014

Latinoamérica resiste



VICTORIAS PROGRESISTAS EN LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE BOLIVIA, BRASIL Y URUGUAY 

A pesar de las campañas de desprestigio que sufrieron los candidatos oficialistas a presidentes de Bolivia, Brasil y Uruguay, la coherencia de los pueblos permitió que el proyecto de Patria Grande se siga consolidado. Los medios masivos, como nunca, estuvieron en la vanguardia aliados a sectores políticos opositores con objetivos decididamente desestabilizadores.  

Por Marcelo J. Levy 

El  triunfo en Brasil y Uruguay de la continuidad de las políticas latinoamericanas, junto con la aplastante victoria de Evo Morales en el Estado Plurinacional de Bolivia, han venido a confirmar una perseverante tendencia política que se hace cada vez más determinante en todo el continente, en detrimento de la supremacía de los sectores conservadores locales, vinculados a las políticas de Washington. 

Lo que ha caracterizado a los presidentes electos fue, entre otras cosas, mantener su identidad  y respeto por los principios democráticos y caminar junto a los intereses populares.

Las reelecciones de Evo Morales y Dilma Rousseff, así como el triunfo en primera vuelta de Tabaré Vázquez significaron también victorias sobre el golpismo mediático. Los medios concentrados llevaron adelante campañas de desprestigio sin precedentes. La mentira y el ocultamiento eran el denominador común. Inventaron calumnias, silenciaron permanentemente los avances sociales de los gobiernos. 

El caso más claro fue la tapa de la revista “VEJA” de gran incidencia y tirada en Brasil, ferviente opositora del Partido de los Trabajadores que lanza a la calle un número “especial”. La salida de la revista es los domingos, pero la semana de las elecciones se adelantaron al viernes con una tapa que rezaba: “Eles sabiam tudo” (Ellos sabían todo), refiriéndose a los presuntos actos de corrupción por parte del gobierno con relación a la petrolera estatal Petrobras. Las páginas interiores del pasquín nada decía al respecto. Sólo era un intento de golpe mediático. 

Anteriormente, en el Mundial de Fútbol Brasil 2014 intentaron crear una matriz de opinión en contra de Dilma por las inversiones en los campos de fútbol detrimento de los brasileños que vivían en pobreza crítica. Si bien existieron críticas al desarrollo apresurado y al desembolso de dinero, junto al desalojo de favelas y barrios marginales, los medios se encargaron de ensalzar grupúsculos que se manifestaban en las calles.

El triunfo de Dilma surgió por los votos de millones de brasileños que  han logrado salir de la pobreza gracias a los programas sociales que han desarrollado, primero, el ex presidente Lula, actualmente la presidenta Dilma Rousseff.

Brasil no es cualquier país en el escenario de la correlación de fuerzas mundiales. Es la más grande potencia sudamericana desde varios puntos de vista: territorial, poblacional, de desarrollo agroindustrial y desde el punto de vista político. Su presencia y participación en el desarrollo de una nueva geopolítica frente al imperialismo yanqui es de un peso específico inestimable. Sin Brasil es inconcebible el proyecto de unidad e integración que tuvo en Hugo Chávez su más destacado impulsor pero que no hubiera podido cuajar sin el pleno apoyo y cooperación de Lula da Silva y todo el peso regional e internacional del gigante suramericano como país más extenso y poblado de América Latina, su principal economía y la séptima del mundo, dotada de gigantescos recursos naturales.

Es evidente que para acometer las trasformaciones que se necesitan, como la reforma agraria y la democratización de los medios de comunicación no basta con las alianzas parlamentarias que le han permitido al PT gobernar hasta ahora. El parlamento está repleto de reaccionarios y corruptos. Dilma lo sabe y por eso se ha comprometido a dar la batalla por una Asamblea Constituyente y una reforma política, que no solo ordenaría la democracia representativa sino abriría las puertas a una mayor participación popular. Esta será decisiva para impulsar las reformas que están pendientes ahora frente a una derecha y una oligarquía  golpistas y desestabilizadoras.

Ahora bien; incluso con la victoria lograda por Evo en Bolivia y la auspiciosa segunda vuelta  del Frente Amplio de Uruguay con mayoría en ambas cámaras, una derrota del PT y su abanderada Dilma Rousseff en Brasil hubiera implicado una verdadera catástrofe para las fuerzas populares de Nuestra América.

El reciente triunfo de los Republicanos en las elecciones Norteamericanas profundiza, aun más la idea de que se vienen años de mayor oposición y resistencia entre el norte y el sur. La continuidad de las políticas progresistas son indispensables para no volver a épocas de verdadero saqueo y expoliación. 

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