6 de junio de 2015

Lo normal



VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES: UN PROBLEMA POLÍTICO Y SOCIOCULTURAL 

Como nunca antes, la violencia contra las mujeres se ha convertido en una preocupación importante para amplios y disímiles sectores sociales. Con la marcha “Ni una menos”, del pasado 3 de junio, la problemática se incorporó definitivamente a la agenda de los medios. Todavía no ocurre lo mismo con la política, distraída como lo está en inexplicables peregrinaciones presidenciales por los palacios vaticanos, en los tejes y manejes del armado de listas y alianzas, y en otras labores electorales que, sin duda, son más importantes que el hecho de que muera una mujer cada treinta horas. No obstante, la ocasión no deja de ser propicia para repasar definiciones, conceptos y datos en torno a esta gravísima problemática social. 

Por Marcelo R. Pereyra

GÉNERO Y VIOLENCIA 
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Convención de Belem Do Pará, 1994) ha definido la  violencia de género comotodo acto violento contra una mujer que tiene como origen su condición de tal, y que resulta en un sufrimiento físico, sexual y/o psicológico. El género no es algo que venga dado por la naturaleza, sino que es una construcción sociocultural que incluye un conjunto de valores, creencias, rasgos personales, actitudes, conductas y sentimientos que diferencian varones y mujeres. Al ser el género un producto social, los mecanismos de “engeneramiento” de los sujetos se dan desde temprana edad, a través de los distintos procesos de socialización, es decir en los momentos en los que se aprenden los significados de ser “varón” y/o “mujer”, y qué conductas espera, aprueba o castiga la sociedad de unos y otras. De estas enseñanzas se ocupan primero la familia y después la escuela y las religiones. Luego lo hacen la comunicación periodística y la publicitaria. Por último, las ficciones televisivas y fílmicas se ocuparán de reproducirlas y actualizarlas. La violencia de género puede tener lugar en el ámbito doméstico o en el público. Incluye el abuso y el acoso sexual, la violación, los maltratos, el tráfico y la trata de personas, la prostitución forzada y el femicidio. Este último comprende los asesinatos de mujeres por razones relacionadas estrictamente con su género.El concepto de femicidio permite descalificar el término “crimen pasional”, pues, por el contrario, no concibe ese crimen como producto del amor sino del odio hacia las mujeres. El femicidio íntimo, que es el más común, es aquel que tiene lugar dentro de las relaciones de pareja –actuales o pasadas- y su comisión estaría favorecida por la naturalización social y cultural de la violencia hacia las mujeres. 

EL ORIGEN DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES 
La declaración de Naciones Unidas en la reunión de Beijing, de 1995, sostuvo que la violencia contra las mujeres es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que han conducido a la dominación de la mujer por partedel hombre, la discriminación contra la mujer y a la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo. Es entonces un fenómeno histórico y cultural que no es nuevo. Por el contrario, su origen y su persistencia hasta la actualidad tienen fuerte vinculación con el patriarcado. El patriarcado es una antigua forma de organización de la sociedad, que pervive hasta nuestros días, que ubica jerárquicamente a los varones por sobre las mujeres. Si bien nació como un recurso destinado a garantizar la reproducción de las sociedades humanas prehistóricas, con el tiempo los filósofos y otros pensadores encontraron una justificación intelectual en el patriarcado al sostener la superioridad intelectual del varón, es decir, lo que hoy en día conocemos como machismo. En la Antigua Grecia, por ejemplo, las mujeres no participaban de las reuniones en el ágora, el espacio público en el que se discutían las cuestiones militares  y  políticas de las ciudades, pues no se las reconocía como ciudadanas con derecho a expresarse. Bajo formas más sutiles, el patriarcado sigue vigente y es el que permite y aprueba la desvalorización de las mujeres y la distribución del poder en forma asimétrica a favor de los varones. Una de las manifestaciones de este poder masculino es la violencia física sobre las mujeres. Así, los varones que victimizan a las mujeres están persuadidos de que sus parejas, e incluso sus ex parejas, les deben obediencia eterna en tanto que son de su propiedad. Desde este punto de vista, ejercen la violencia contra las mujeres como una manera de disciplinarlas. Por lo tanto, el origen del femicidio íntimo  excede el marco privado de la relación entre un varón y una mujer, y no resideni en la idiosincrasia ni en las conductas de la víctima y/o del victimario. Es una violencia que no es privada sino política, que se ha encarnado profundamente y naturalizado en la estructura social. Esto quiere decir que no se deben confundir los factores desencadenantes de la violencia machista con sus causas estructurales. Ni los celos, ni la infidelidad, ni el consumo de alcohol o de drogas, ni ningún otro argumento justifican la violencia contra las mujeres. 

¿POR QUÉ AHORA? 
Siempre existió violencia contra las mujeres, pero en los últimos años esa violencia se hizo más evidente por diferentes razones. Hay en este sentido posiciones contrapuestas en el campo académico. Pero en lo que todos y todas coinciden es que por la magnitud que ha alcanzado debe ser considerada una epidemia social, que tiene consecuencias en la salud, en el trabajo y hasta en la economía. Es difícil determinar cuál es esa magnitud en la Argentina porque las estadísticas de la Dirección de Política Criminal del Ministerio de Justicia de la Nación no están confeccionadas con perspectiva de género. Pero se puede tener una idea bastante aproximada a partir de datos e investigaciones de otros organismos públicos y de una organización no gubernamental. Los datos de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD), dependencia creada por la CSJN en 2008 para recibir denuncias de actos violentos en el ámbito familiar, revelan que entre 2009 y 2014 las denuncias aumentaron un 58%.  En el 86% de los casos los agresores  fueron varones y en el 14%  mujeres. En cuanto a los y las afectadas, un 82% fueron mujeres y un 18% varones, pero si se discrimina esta última cifra por la edad de los varones afectados resulta que el 61% de violentados fueron niños y adolescentes de entre 0 y 18 años. El tramo etario en el que se registraron más víctimas mujeres fue el 30 a 39 años. Por último, del total de mujeres víctimas, el 84% fueron agredidas por sus parejas (cónyuges y concubinos: 52%) o ex parejas (31%). En cuanto al tipo de violencia que sufrieron estas afectadas, la OVD registró que mayormente fue de tipo psicológico (90%) y físico (70%), mientras que las violencias económica y sexual representaron un 30 y un 14%, respectivamente. El  “Reporte Anual del Sistema de Alerta Temprana – HOMICIDIOS”, elaborado por la Dirección de Política Criminal del Ministerio de Justicia de la Nación, es con lo único que se cuenta para el caso de los femicidios. Pero desafortunadamente este Reporte es parcial, porque no incluye a la provincia de Buenos Aires, suministra cifras muy generales y su última publicación data de hace cinco años. Estos son los datos principales de 2009: - Total de homicidios dolosos en la Argentina: 1268 - Víctimas: Varones: 1060 (84%); mujeres: 208 (16%) - Personas imputadas: Varones: 1075 (93%); mujeres: 85 (7%). Los indicadores del Reporte se pueden completar con un estudio del Instituto de Investigaciones de la CSJN (Disponible en http://www.csjn.gov.ar/investigaciones). Se trata de un relevamiento de los homicidios dolosos (intencionales) cometidos en Buenos Aires, La Plata y el Conurbano bonaerense judicializados en 2012. Del monitoreo de casos judiciales se destacan los siguientes datos: - Total de homicidios dolosos: 995 - Víctimas: Varones: 84%; mujeres: 14% - Victimarios: Varones:66%; mujeres: 5%; sin datos: 29%. Afortunadamente esta investigación entrega datos sobre los móviles de los homicidios: el 50% de las mujeres figuran asesinadas por “violencia intrafamiliar”; un  27% de ellas fueron muertas en situación de robo, y no se tienen datos sobre los móviles en el 14% de los casos monitoreados. Los hombres, en cambio, fueron asesinados mayormente en situación de robo (41%) y de riña (34%), mientras que el 11% fue muerto “en legítima defensa” y el 9% por violencia “intrafamiliar”. Como se puede apreciar, la discriminación de víctimas por sexo es idéntica a la del  “Reporte Anual de Alerta Temprana”. De estas cifras surge que las mujeres no son las víctimas por antonomasia de los homicidios intencionales, pese al fuerte arraigo que tiene en el imaginario social la imagen de la mujer como víctima. Los varones, por su parte, aparecen aquí encabezando las cifras de víctimas y victimarios: en el primer caso lo hacen en relación al ámbito del delito y muy probablemente en calidad de delincuentes, o sospechosos de serlo, muertos por las fuerzas de seguridad. En cambio, la cuestión de género aparece con claridad en el dato que indica que la mitad de las mujeres muertas en un contexto de violencia “intrafamiliar”, y si bien el estudio no señala quienes fueron sus matadores puede sospecharse que la mayoría de ellos fueron varones con quienes sostenían algún tipo de vínculo familiar o de pareja. 

Con todo, ninguna de las investigaciones hasta aquí mencionadas revela cuántas mujeres mueren anualmente por violencia de género. Sólo es posible  acercarse a esta realidad con los monitoreos que realiza el Observatorio de Femicidios de la ONG La Casa del Encuentro (http://www.lacasadelencuentro.org/femicidios.html). Esta ONG comenzó en 2008 a realizar un relevamiento de casos de asesinatos de mujeres por razones de género publicados por diarios nacionales y provinciales de todo el país y por dos agencias de noticias (122 medios en total). Por supuesto que se tiene en cuenta que los femicidios publicados no son todos los cometidos, pero siendo el asesinato un acontecimiento delictivo muy noticiable, por su gravedad y dramatismo, cabe inferir que los datos relevados por esta ONG tienden a asemejarse a los reales, cualesquiera que fuesen. Como sea, las noticias de femicidios publicadas en los últimos años fueron las siguientes:
   2008
    2009
   2010
    2011
     2012
  2013
    207
     231
    260
     282
      255
    295
Fueron en total 1530 casos, con un incremento del 42% entre los femicidios publicados entre 2008 y en 2013. Para tener una referencia de la dimensión de los femicidios en Argentina, pueden compararse estas cifras con las suministradas por el Instituto de la Mujer de España: entre 2001 y 2006 se contabilizaron en ese país 374 femicidios, es decir,  menos de una cuarta parte de los registrados en Argentina, con una población femenina que supera en tres millones a la de nuestro país.El trabajo de la ONG desglosa ese total en varios ítems que resultan sumamente indicadores. Por ejemplo, la relación de las víctimas con los varones autores de los asesinatos:
Parejas o ex parejas
63%
Otros familiares
  7%
Padres y padrastros
  5%

Este dato, que coincide con los hallazgos de la investigación del Instituto de Investigaciones de la CSJN referida más arriba, indica que la mayoría de los asesinatos de mujeres por razones vinculadas al género se origina en el seno de la relación de pareja, presente o pasada,  Otro ítem,  relacionado estrechamente con el anterior, es el de los lugares donde se cometieron los femicidios: si para el imaginario social el hogar es el lugar más seguro para la mujer, el estudio señala que, por el contrario, el 60% de los femicidios fueron cometidos en las viviendas de la víctima,  del victimario o en la que ambos compartían, y sólo el 8,7% de ellos tuvo lugar en la vía pública. Luego analiza la modalidad utilizada por los victimarios en 1530 femicidios relevados: las víctimas que  murieron por golpes, estrangulamiento, acuchillamiento, degollamiento e incendio totalizaron el 57%; mientras que el 28% fueron asesinadas a balazos. Estos porcentajes indicarían la intención de la mayoría de los femicidas de involucrarse directa y personalmente en el asesinato de la mujer, muchas veces con un especial ensañamiento en su modus operandi, lo que sugiere un profundo sentimiento de odio hacia la víctima. Por último, el informe del Observatorio de Femicidios de La Casa del Encuentro incorpora dos categorías que permiten aprehender el impacto social y la tragedia que rodea a la violencia de género. La primera es la de los femicidios “vinculados”, definidos por la investigación como aquellos cuyas víctimas fueron varones, mujeres, niños y niñas que fueron muertos por los femicidas por interponerse para evitar el crimen, o “para para destruir a esa mujer a quien el agresor considera de su propiedad”.  Los femicidios “vinculados” relevados en las noticias fueron 166. En 99 de ellos las víctimas resultaron hombres (57) y niños menores de18 años (42), y  los restantes 67 corresponden a 25 mujeres adultas y  a 42 niñas de menos de 18 años. La segunda categoría es la de las “víctimas colaterales”. El trabajo entiende como tales a los hijos e hijas que quedaron sin madre en los casos de femicidio: fueron en total 991, siendo el 65% de ellos menores de 18 años.        

ENTONCES… 
- La violencia contra la mujer es más que un hecho policial. Es un problema social grave, de salud pública, que afecta su derecho a vivir libre y segura.
- Ejercen violencia contra las mujeres los varones que no las consideran como seres humanos sino como “cosas” que son de su “propiedad privada”. Son varones que ante conflictos en la pareja no saben resolver la situación sino mediante la violencia.
- La violencia contra las mujeres está naturalizada en la sociedad, tanto en las ficciones televisivas o cinematográficas como en la realidad. Cuando un psicólogo español le preguntó a una paciente con qué frecuencia su marido la maltrataba ella le contestó: “Pues…mi marido me pega lo normal” (Ver el libro “Mi marido me pega lo normal. Agresión a la mujer, realidades y mitos”, de Miguel Llorente Acosta).
- Como la violencia contra la mujer tiene raíces socioculturales su prevención tiene que orientarse en esa dirección. En cambio hasta el momento se ha creído más importante trabajar sobre la violencia consumada. Así, se han creado líneas telefónicas y oficinas para recibir denuncias y ayudar a las víctimas. Y también se han incorporado penas más graves y la figura del femicidio en la legislación penal. Pero no es con el Código Penal en la mano cómo se previene esta violencia. Se necesitan fuertes programas de educación para los niños y niñas que borren los estereotipos de género,  que enseñen acerca de la igualdad entre varones y mujeres y que resalten las formas pacíficas de resolver los conflictos entre las personas. Y se necesitan planes masivos y permanentes de sensibilización sobre la problemática para la población en general, y sobre todo para funcionarios políticos y judiciales, legisladores y periodistas.  

http://revistacontracultural.blogspot.com.ar/

No hay comentarios: