9 de abril de 2016

Hacete amigo del gobierno, no le des de qué quejarse…



EL PODER POLÍTICO Y EL PODER DE LOS MEDIOS: EL CASO DEL GRUPO CLARÍN (ÚLTIMA PARTE) 

La trayectoria de la empresa propietaria del diario Clarín es un claro ejemplo de cómo los grandes medios presionan sobre el poder político para obtener beneficios económicos, los que, a la vez, les otorgan mayor influencia para conseguir nuevas ventajas. En esta segunda entrega de la historia política del Grupo, se describe la profunda crisis en la que cayó como producto de su enfrentamiento con Cristina Fernández,  y cómo pudo empezar a recomponerse gracias a Mauricio Macri. 

Por Marcelo R. Pereyra

FERNÁNDEZ: HORAS DESESPERADAS 

Cuando en 2008 Cristina Fernández impulsó una ley para regular a los medios audiovisuales, la relación  de “amigos con beneficios” que había existido entre el Grupo Clarín y el kirchnerismo voló por el aire. Todo había empezado en marzo de ese año, cuando el gobierno dispuso un aumento de las retenciones a la exportación de granos. Las cuatro grandes organizaciones de productores agrarios se opusieron vehementemente a la medida. Lo mismo hicieron Clarín y La Nación, dos diarios muy vinculados al quehacer agropecuario. Al gobierno no le gustaron esas críticas y lo explicitó sin ambages. Siendo que a La Nación ya lo tenían catalogado como un enemigo consuetudinario, a Néstor Kirchner y a la ex Presidenta les sorprendió la reacción agresivamente negativa de Clarín. Suponían que pese a que le habían negado la compra de Telecom, el Grupo seguía siendo un aliado; por su parte, el multimedio no previó la belicosa reacción que despertó en el gobierno su postura crítica. Como fuere, desde aquel acto del 1° de abril de 2008, en el que Kirchner provocó al Grupo con su famoso “¿Qué te pasa, Clarín?”, se declaró una guerra de ribetes inauditos. El gobierno disparó con toda su artillería:  impulsó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (SCA), le birló al Grupo la transmisión del fútbol (“Nos han secuestrado hasta los goles”, dijo en la oportunidad CFK), derogó la fusión de Multicanal y Cablevisión que había autorizado Kirchner, mandó al diario inspecciones impositivas intimidatorias, se entrometió violentamente en las reuniones del directorio de Papel Prensa (“Acá no vota nadie”, vociferó en una de esas reuniones el recordado ex secretario de Comercio Guillermo Moreno), denunció penalmente a directivos de Clarín y La Nación por delitos de lesa humanidad, reflotó la causa de los hijos de Ernestina de Noble y retiró publicidad oficial de todos los medios del Grupo. Cuando el gobierno le lanzó todos estos ataques muy pocos empresarios y políticos salieron en defensa del Grupo. Es probable que algunos les hayan querido pasar la factura a sus directivos por veinte años de competencia impiadosa y comportamientos soberbios.

En esa guerra el Grupo salió más herido que el gobierno. Vivió horas de desesperación e incertidumbre, pues perdió audiencia, ventas, publicidad y confiabilidad, el capital simbólico al que aspira todo medio de comunicación. Las palabras de Clarín y las de los otros medios del Grupofueronpuestas en cuestión como nunca antes había sucedido. Si bien la ex AFSCA no logró desmembrarlo, no es menos cierto que otras empresas de medios –afines al gobierno de Cristina Fernández- cooptaron algunos negocios que le interesaban al Grupo. Clarín denunció que la ley SCA era un ataque al “periodismo independiente”, ocultando que en realidad fue pensada para castigarlo debido a su línea editorial. Por su parte, el gobierno disfrazó la norma bajo el argumento –loable- de democratizar la comunicación. Seis años después de su sanción poco hizo el kirchnerismo en ese aspecto: los medios siguieron concentrados, algunos se concentraron más gracias a la amable gestión del ex titular de la ex AFSCA, Martín Sabatella, y los pueblos originarios, las cooperativas, las universidades y otras organizaciones de la sociedad civil siguen esperando que se les asignen frecuencias de radio y tv digital. 

MACRI: REGRESO CON GLORIA 

En la campaña electoral de 2015 todos los medios del Grupo jugaron sus fichas a favor del candidato Macri. No podía esperarse otra cosa después de las batallas que habían librado con el kirchnerismo, aunque no dejaba de ser una jugada riesgosa dada su precaria situación económica. Pero, por muy poco, les salió bien. Apenas instalado Macri en el sillón presidencial no demoró en sancionar un decreto de “necesidad y urgencia” que liquidó de un plumazo todo el andamiaje normativo sobre medios audiovisuales y digitales que había prohijado la administración de Cristina Fernández: mediante el DNU 267/2015 –que el Congreso se apresta a ratificar con algunas modificaciones menores- el gobierno eliminó la AFSCA y la AFTIC y creó el Ente Nacional de Comunicaciones, suspendió el artículo 45 de la ley de SCA -que limitaba la cantidad de ciudades en las que podían operar las empresas de cable-, dejó sin efecto las adecuaciones, habilitó la extensión de las licencias por diez años, permitió el ingreso directo de las empresas telefónicas a los medios audiovisuales y conformó una comisión para la elaboración del proyecto de ley de reforma, actualización y unificación de las leyes de SCA y Argentina Digital. Todo a pedir de boca para el Grupo. Y así, mientras Cristina Fernández y sus empresarios amigos comienzan a desfilar ante los jueces, el multimedio puede respirar tranquilo después de seis años de angustia. Ahora deberá redoblar sus esfuerzos para entrar en el negocio del triple playvenciendo a las empresas telefónicas, sus principales competidoras. 

LA COMUNICACIÓN DE CLASE 

La historia política de la empresa editora de Clarín  evidencia que  todos los gobiernos de la democracia, menos el de Raúl Alfonsín, accedieron a sus distintas demandas: algunas fueron para superar sus crisis económico-financieras y otras para entrar en nuevos negocios. En ambos casos los gobiernos extendieron los beneficios a otras empresas multimediáticas, como ocurrió con  la ley de bienes culturales y con el decreto 527/2005, de los gobiernos de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, respectivamente, normas dictadas para auxiliar desde el Estado a los grandes capitales de la comunicación que arrastraban problemas financieros desde la mega crisis de 2001. Es más, Kirchner respaldó y estimuló la estructura de medios que había heredado, en especial la concentración empresarial, y diseñó un sistema de premios y castigos basado en la distribución de la pauta publicitaria estatal.

Es importante destacar que mientras Kirchner y otros ex presidentes ayudaron de diversas maneras a las empresas infocomunicacionales del sector comercial, todos ellos ignoraron completamente la problemática de los medios no comerciales. Confinaron a la comunicación social a la semi clandestinidad por la ausencia de una normativa que la legalizara y que impulsara el acceso a la comunicación de distintos sectores de la sociedad civil. Mientras los grandes medios se codeaban con todos los gobernantes y conseguían salvatajes económicos y posibilidades de hacer nuevos y más lucrativos negocios, los medios populares, alternativos y comunitarios apenas si tenían los PPP (Permisos precarios y provisorios) que otorgaba el COMFER, y funcionaban con el riesgo permanente de la clausura y el decomiso de sus equipos. Todo un dato que explicita la naturaleza de clase que atraviesa las relaciones entre el poder político, los grandes multimediosy la comunicación social. 

Fuentes: 

Becerra, Martín (2006): “En América Latina la relación entre medios, política y negocios turbios es muy fluida”. Entrevista de Marcelo R. Pereyra en Revista Contracultural diciembre.

Mochkofsky, Graciela (2011): Pecado original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder. Buenos Aires, Planeta.

Sivak, Martín (2015): Clarín. La era Magnetto. Buenos Aires, Planeta. 

http://revistacontracultural.blogspot.com.ar/

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