5 de noviembre de 2010

Muertes cruzadas

EL ASESINATO DE MARIANO FERREYRA Y LA MUERTE DE NÉSTOR KIRCHNER

Con una semana de diferencia murieron Mariano Ferreyra y Néstor Kirchner. El primero asesinado por sicarios contratados para reprimir violentamente a trabajadores explotados; el segundo falleció mientras descansaba en el seno hogareño. Aunque en vida nunca se conocieron, sus muertes se cruzan en los significados diferentes, pero a la vez semejantes, que de ellas emergen.

Por Marcelo R. Pereyra


UNIVERSOS PARALELOS

Mariano Ferreira fue asesinado de un balazo mientras participaba de una protesta gremial que fue atacada por una patota de la Unión Ferroviaria.

Néstor Kirchner murió de un infarto.

Mariano tenía 23 años; Néstor, 60.

Mariano había cursado dos años del profesorado de Historia en el Instituto Nº1 de Avellaneda y era tornero.

Néstor estudió Derecho en la Universidad Nacional de La Plata y trabajó como abogado en su ciudad natal, Río Gallegos, provincia de Santa Cruz. Allí se casó con su compañera de estudios, Cristina Fernández, y tuvieron dos hijos. El matrimonio tuvo éxito en su actividad profesional. Con las ganancias obtenidas incursionaron prolíficamente en el negocio inmobiliario. Néstor falleció en su lujosa residencia de Calafate, la exclusiva localidad turística santacruceña.

En el momento de su asesinato, Mariano estaba desocupado y vivía con su familia en un modesto hogar de Sarandí.

La plata y el prestigio impulsaron a los Kirchner a actuar en política, dentro del peronismo. Él fue intendente, gobernador de su provincia y presidente de la Nación entre 2003 y 2007. Ella fue legisladora provincial y nacional, y desde 2007 presidenta de la Nación.

Mariano militaba desde los 15 años en el Partido Obrero, y en tal carácter había participado de varias luchas obreras. Cuando fue asesinado formaba parte de un grupo de obreros “tercerizados” del ex ferrocarril Roca que había intentado cortar las vías en la estación Avellaneda como expresión de protesta por el despido de 117 “tercerizados”. Tercerización es un neologismo que encubre una de las posibles facetas de la explotación laboral: la precarización e inestabilidad del trabajador. Este proceso comenzó en los ferrocarriles, particularmente en la ex línea Roca, cuando le fue retirada la concesión de su explotación a Sergio Taselli.

Taselli también fue concesionario de la mina de carbón de Río Turbio, que casualmente queda en Santa Cruz. Mientras explotó la mina, Taselli no se ocupó mucho de la seguridad de los obreros: catorce de ellos murieron en un derrumbe que ocurrió en 2004. Además es responsable del vaciamiento de la mina. Vaciamiento es un neologismo que encubre una conducción fraudulenta de una empresa. Por eso Hebe de Bonafini lo catalogó como “otro Yabrán”, y afirmó que “si Taselli tiene algún amigo en la Casa de Gobierno, pasará a ser enemigo de las Madres”. Entonces, Néstor Kirchner le cedió la concesión del ferrocarril, pero Taselli también “vació” esta empresa y se fue. Lo sucedieron otros empresarios que armaron la UGOFE (Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia). Los de la UGOFE armaron un negocio lucrativo a expensas de los dineros públicos y de la explotación de los trabajadores del ferrocarril. Argumentaron que las tarifas eran bajas y que se trabajaban a pérdida. Entonces el gobierno les dio un subsidio, mientras que ellos armaron empresas fantasmas subcontratando diferentes servicios inherentes a la explotación ferrocarrilera. Esas empresas -que son cerca de veinte y algunas de ellas son propiedad del gremio Unión Ferroviaria, comandado por José Pedraza- nuclean a unos 2.000 trabajadores que cobran en el mejor de los casos la mitad de lo que cobra un obrero afiliado a la Unión Ferroviaria o al otro gran gremio, La Fraternidad, y trabajan el doble que éstos. Además, los servicios de estas empresas truchas son sobrefacturados al gobierno. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Laboral ha fallado que esta “modalidad” es “una forma particular de fraude” (es decir, un delito), dado que tiene como objeto “simular una relación fragmentada de trabajo con el consiguiente perjuicio para el trabajador”.

No obstante, el ministerio de Trabajo en el gobierno de Néstor (y en el de Cristina) nada ha hecho para detener este fraude, que significa un negocio de cerca de tres millones de pesos mensuales que se reparten entre los concesionarios, los contratistas “fantasmas” y los burócratas sindicales, estando a cargo de estos últimos el disciplinamiento de los trabajadores díscolos. Esta modalidad de “tercerizar” la represión de las protestas gremiales no es nueva: durante el gobierno de Néstor los trabajadores del subte y del hospital Francés sufrieron la acción violenta de patotas conformadas por barrabravas y patovas. La estrategia es hábil: apunta a evitar la posibilidad de que algún policía distraído saque su arma y mate a un zurdito, como hizo el ex comisario Franchiotti con Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

Mariano venía acompañando desde hacía un tiempo los reclamos infructuosos de los ferroviarios “tercerizados” ante el ministerio de Trabajo. En el gobierno de Néstor (y en el de Cristina), la política habitual de este ministerio ha sido tratar de no intervenir cuando puedan verse afectados intereses de los jerarcas sindicales. Por eso aún no ha reconocido a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), y por eso demoró siglos en reconocer a los delegados de base de los trabajadores del subte. En tanto que Hugo Moyano, y el resto de los burócratas, son aliados importantes para la gobernabilidad, los Kirchner hicieron y hacen lo imposible para no enojarlos.


NECRO LÓGICAS

Néstor fue llorado por cientos de miles de personas, muchas de las cuales participaron del espectáculo mediático montado con motivo de su velatorio y sepelio. Se ha dicho de él que realizó trascendentes aportes “a la reivindicación de los derechos humanos, a la unidad latinoamericana y a la construcción de una sociedad más justa”, y que “generó un cambio sustancial en la sociedad argentina en los últimos años luego de los oscuros años del neoliberalismo”.

Mariano fue velado y enterrado en un marco mucho más austero y acotado. Se ha dicho de él que fue un militante de bajo perfil, “concienzudo y parsimonioso, aunque enteramente dedicado a la causa de los pobres y de la educación gratuita".



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