7 de julio de 2011

Ola de frío electoral

LAS ELECCIONES EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Las campañas electorales tienen la virtud de sacar a la luz los peores defectos de la práctica política. Es que para los políticos un voto todo lo vale, y entonces aparecen el peor autoritarismo, listas armadas dedo, operaciones de prensa, puñaladas por la espalda, tragadas de sapos y otras trapisondas por el estilo. Es decir que la “fiesta de la democracia” es en realidad su defunción, velorio y entierro. La actual campaña para las elecciones en la ciudad de Buenos Aires no solo no es la excepción, sino que es la explícita demostración de una apatía ciudadana generalizada que en mucho es consecuencia de lo peor de la política

Por Marcelo R. Pereyra


PORTEÑO’S BLUES

Mauricio Macri analizó bien las encuestas y después de mucho meditarlo concluyó que en cuestión de candidaturas es lícito el consejo gaucho: más vale pájaro en mano que ciento volando. El pájaro en la mano es la ciudad de Buenos Aires, la que ha venido gobernando con bastante habilidad política desde hace cuatro años, y los cien que vuelan es la presidencia de la Nación. Lo que Macri leyó bien en las encuestas es que los números le son muy favorables a Cristina Fernández y calculó que no tenía sentido arriesgar su imagen en una elección que iba a perder por goleada. Decidió quedarse en lo municipal, aunque él considere que le queda chico, apostando a que en 2015, después del desgaste de doce años de gobierno, el kirchnerismo será fácilmente derrotable.

Macri ganará con amplitud las inminentes elecciones locales fundamentalmente porque no hay quien le haga contra ni en el kirchnerismo ni fuera de él. En el segundo caso, los candidatos son de una pobreza política notable. La insulsa candidata radical, Silvana Giudici, es una diputada afín al clarinismo; el candidato por el sello de goma intitulado “Partido Autonomista Nacional”, Ricardo López Murphy, es directamente impresentable; la aspirante por la Coalición Cívica, la senadora María Eugenia Estenssoro, es una mujer inteligente, pero carga con el peso –literalmente hablando- de pertenecer a las huestes de la desprestigiada Elisa Carrió; en la izquierda “dura” –así la llaman algunos diarios- se formó un frente con tres partidos de inspiración troska, pero levan a una desconocida, Myriam Bregman, como candidata y se considerarán ampliamente satisfechos si consiguen sacar apenas un legislador, mientras que el referente de este sector de pensamiento con mejor imagen, Luis Zamora, va solo y sin expectativas. La excepción a este anodino manojo de candidatos es Pino Solanas, quien se ha acomodado sin transpirar en el tercer puesto y amenaza con destronar a Macri en el ballotage. Fantasías aparte, don Pino es el único de todos los candidatos opositores que está en el lugar que está por prestigio propio. Nadie lo puso a dedo, nadie lo forzó; simplemente hizo el mismo cálculo que Macri y decidió que presentarse en las presidenciales era gastar pólvora en chimangos (para seguir con las metáforas camperas).

De manera que entonces el único que le podría amargar la fiesta a don Mauricio sería el bendecido candidato de la presidenta, Daniel Filmus. La lucha electoral de este candidato será homérica porque:

1- El peronismo no gobierna la capital del país desde 1993 y nunca la gobernó desde que la ciudad se autonomizó.

2- Su figura está demasiado atada a la de la presidenta, y Cristina Fernández no goza de la mejor imagen en las clases medias porteñas.

Y en tercer lugar, porque hay que admitir que Macri, con todo, ha sabido hacer, o hacer como que hizo, ciertas cosas que le permitieron construir una imagen de ejecutividad. Por ejemplo: le gusten a uno o no, don Mauricio ha tomado medidas para mejorar el tránsito de vehículos, un tema que es caro al corazón porteño. Las bicisendas protegidas, los carriles exclusivos y el metrobus pueden ser criticables, pero su puesta en marcha genera la sensación de que el Lord Mayor piensa en la ciudad, aspecto éste que sus antecesores no contemplaron con la misma intensidad. En otras palabras: a favor o en contra, con estas medidas Macri ha logrado que se hable de lo que él hace, y hacer algo por resolver un problema no es poca cosa en estos tiempos de política hiperdevaluada.

CON UNAS AYUDITAS DE MIS AMIGOS

En un escenario tan poco favorable como lo es la ciudad de Buenos Aires, el oficialismo nacional implementó directa o indirectamente algunas operetas con el fin de favorecer a su candidato. En primer y especialísimo lugar estuvo la implementación de un “sistema de seguridad” para los barrios del sur porteño, es decir para los más pobres y en los que se supone buscan refugio los delincuentes que asolan la tranquilidad de las clases más acomodadas.

En el debate sobre cómo controlar el delito contra la propiedad –único delito que le interesa a la población porque es el que la afecta directamente- Macri fue también bastante vivo y logró que se hablara de lo que él hace, mal o bien, creando la policía Metropolitana. Hasta el momento el gran mérito de esta fuerza ha sido correr a palos y a gases a puesteros callejeros en la estación Liniers y en la calle Florida. Por su parte, el gobierno nacional, enviando efectivos de Gendarmería y Prefectura a los barrios más abandonados de la ciudad vino a coincidir con Macri en que la mejor manera de combatir y prevenir el delito es llenar las calles de policías, gendarmes, prefectos y cámaras de seguridad. La creciente cifra de robos y hurtos en los últimos diez años demuestra que todo eso no sirve para nada, o en todo caso sirve para crear una sensación de seguridad donde no la hay.

Pero como quiera que sea, el gobierno nacional lanzó su gran plan de seguridad para el sur de la ciudad con mucho bombo, platillo, tropa formada y cámaras de televisión. Macri declaró que era una medida electoralmente oportunista. El gobierno dijo en cambio que eran solo casualidades que se lanzara dos semanas antes de las elecciones y que en el primer plano del solemne acto que encabezó la ministra de Seguridad, Nilda Garré, hayan estado los candidatos Filmus, Tomada y Cabandié.

A propósito de oportunismo, en los pasillos de Tribunales se comenta todavía el sugestivo pedido de licencia del juez federal Norberto Oyarbide. El magistrado, que lleva adelante varias causas en las que el gobierno nacional tiene la cola sucia, pidió una licencia quince días antes de las elecciones municipales, licencia que enganchará con la feria de invierno de manera que don Norberto tendrá algo así como un mes de dolce far niente. Si bien todo juez que toma licencia tiene otro que lo subroga, es tradición entre los magistrados que el suplente no toma ninguna medida importante en ausencia del titular. De ahí lo del oportunismo casual de la licencia de un juez que si hubiera estado en funciones podría haber hecho avanzar la última y más resonante de las causas que preocupan a la presidenta: el llamado “escándalo Schoklender”. De todas formas esto de la licencia de Oyarbide no es más que una especulación, porque estando él mismo al frente de esta causa a tres semanas de su inicio aún no había llamado a declarar al principal imputado, pese a que fueron apareciendo numerosas evidencias que lo comprometen tanto a él como a la Fundación Madres de Plaza de Mayo y a funcionarios del ministerio de Planificación.

UN DECRETO DE SUMA NECESIDAD

Faltando una semana para las elecciones, la presidenta de la Nación firmó un importante decreto por el que se prohíbe la publicación de avisos con ofertas de sexo. Cristina Fernández anunció la iniciativa en el acto del lanzamiento de una campaña para combatir la trata de personas con fines de prostitución. En ese marco no cabe sino saludar esta medida, pero siempre y cuando sea complementada con una lucha a fondo contra los que organizan y comandan las redes de trata y prostitución. El problema, no mencionado para nada en el discurso presidencial en el acto referido, es que muchos de ellos son integrantes de las fuerzas de seguridad, y en la ciudad de Buenos Aires ya es conocido que la Federal está seriamente implicada en el delito de la trata de personas y en la protección a prostíbulos. Si no se avanza en este sentido, la firma del decreto habrá sido una operación de prensa más en el contexto de una campaña afectada de frío polar.

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