6 de mayo de 2012

Cómo perder amigos


REPSOL, ESTEBAN RIGHI y DANIEL HADAD EXPULSADOS DEL PARAÍSO 

¿Qué tienen en común una empresa petrolera multinacional, un alto funcionario judicial y un magnate de los medios de comunicación? Que en los últimos años los tres fueron bendecidos por el máximo poder político de la Argentina hasta que, por distintas razones, pasaron a ser considerados por ese poder como traidores o como tibios, según el caso. En la nacionalización parcial de YPF cayó Repsol; el affaire que involucra al vicepresidente Boudou se llevó puesto al Procurador Esteban Righi y la necesidad de engrosar la cadena paraestatal de medios de comunicación dio fin al noviazgo entre el gobierno y Daniel Hadad. Es decir: los que eran una empresa amiga, un funcionario “permeable” y un empresario “del palo” fueron expulsados del paraíso sin aviso y sin piedad.

Por Marcelo R. Pereyra 
 
TRES TRISTES TIGRES I

“Los hidrocarburos son bienes nacionales de dominio originario, directo, inalienables e imprescriptibles del Estado, razón por la que constituyen propiedad pública inviolable” (Decreto 28701, emitido en Bolivia el 1º de mayo de 2006 por el presidente Hugo Morales).

El modelo de desarrollo de los países más industrializados del planeta se basa desde fines del siglo XIX en el gas y en el petróleo, y es menester que esos insumos se mantengan a bajo precio para poder reproducir tal modelo de desarrollo. Por eso los países centrales, a través de sus empresas petroleras, siempre han procurado apropiarse de los hidrocarburos de los países periféricos -en Oriente Medio, en América Latina, y en África- para poder controlar su explotación y comercialización. El caso de España y Repsol es paradigmático: un país que no posee una gota de petróleo tiene una de las más grandes petroleras. Según la página web de  Repsol, la empresa desarrolla “actividades” en treinta países, está ubicada dentro de las diez mayores petroleras privadas del mundo y es la mayor compañía privada energética de América Latina “en términos de activos”.

A esta petrolera se le cedió el control de YPF, cuando en 1992 el ex presidente Carlos Menem decidió privatizar la empresa que simbolizó como ninguna otra lo “nacional”. Así se difuminó la extensa presencia de YPF en todo el país; así quedaron sin trabajo cerca de cincuenta mil  de sus empleados; así se hambreó a pueblos como Cutral Có y General Moscón y se reprimió y criminalizó a quienes en las calles y en las rutas protestaron contra el saqueo privado de nuestras reservas. Así murieron, entre otros, Aníbal Verón, Carlos Santillán y Oscar Barrios. Aquella decisión privatizadora de Menem fue saludada y apoyada por el entonces gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner y por la entonces diputada Cristina Fernández. El proyecto de estatización parcial enviado por la Presidenta Fernández fue votado favorablemente por el hoy senador Menem. Cosas de la política.

Hábilmente, Cristina Fernández supo recuperar la iniciativa en el medio del tembladeral político desatado por el affaire en el que quedó involucrado su simpático y exultante vicepresidente. Ante el desbalance  en el intercambio comercial, pese al cierre casi total de las importaciones, provocado en buena parte por la importación de petróleo por valor de quince mil millones de dólares y frente a todos los informes que desde hace mucho tiempo alertaban sobre la falta de inversión de Repsol y sobre las generosas ganancias que esta empresa le giraba a su casa matriz, Fernández eligió a la petrolera española, con la que estaba todo bien hasta hace un mes, como el nuevo enemigo a batir y simultáneamente como el chivo expiatorio del notorio desabastecimiento de combustibles que se viene padeciendo en la Argentina desde hace años, tanto en las ciudades como en el campo. En ningún momento el gobierno admitió que estos informes negativos sobre Repsol no son de hace tres meses, sino que se conocen por lo menos desde hace tres años atrás. Sin embargo, nunca se hizo nada hasta ahora.

La jugada de poner en discusión la propiedad de YPF tuvo, por lo menos, tres efectos benéficos para el gobierno: distrajo la atención, temporalmente, de la investigación por los desaguisados de Amado Boudou; renovó los aires patrioteros, que siempre vienen bien para cohesionar a la tropa, que ya habían sido estimulados durante el recordatorio de la Guerra de Malvinas y con la aprobación mayoritaria de su proyecto en el Congreso logró otro triunfo político estruendoso.

Ahora la Presidenta deberá demostrar que esta vez no usará una causa justa para su beneficio político personal, como lo hizo con la reestatización de las jubilaciones y con la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Fernández deberá garantizar que la toma del control de la petrolera, que creó el general Mosconi durante el gobierno de Hipólito Hirigoyen, será para el bien común. Para ello deberá determinar con cuidado las condiciones con las que se asociará con petroleras privadas interesadas en invertir en la Argentina. El punto crucial será el precio que se les pagará a estas empresas por el petróleo que extraigan. El precio actual es muy bajo en relación con casi todo el planeta y las petroleras no lo aceptarán, pero su aumento repercutiría en los precios internos del país por el consiguiente aumento de la nafta. Es decir que en ese supuesto caso la nacionalización del 51% de YPF sería un tiro por la culata.

TRES TRISTES TIGRES II

El 11 de marzo de 1973 el candidato nombrado por Juan Perón, Héctor Cámpora, ganó las elecciones presidenciales en Argentina. Cámpora designó como ministro del Interior al joven abogado Esteban Righi. Nada más asumir, Righi organizó un acto en el Departamento Central de la Policía Federal en el que pronunció un discurso inolvidable: por primera vez un funcionario civil se animó a reprocharles en la cara a los jefes policiales su participación en las acciones represivas de la autodenominada “Revolución Argentina”, nombre de fantasía de la dictadura militar que asoló el país entre 1966 y 1973. Righi les dijo también a los federales que de allí en más debían poner sus armas al servicio del pueblo y no contra él. Con el paso de los años se haría evidente esta ingenua interpelación de Righi, pero en ese momento su discurso armó un tremendo revuelo: sus propios colegas de gabinete le pidieron a Cámpora que lo echara; por otra parte, la Juventud Peronista, controlada por Montoneros, organizó una marcha para defenderlo. Al final lo echaron. Poco después vino la vuelta de Perón, los sucesos de Ezeiza, López Rega, la Triple A y una nueva dictadura militar, la más terrible de todas. El resto es historia conocida.

Durante esos años Righi se dedicó a su estudio de abogacía sin abandonar su fe peronista. En 2004, cuando ya era conocido como un prestigioso penalista, Néstor Kirchner lo nombró Procurador General de la Nación. En ese cargo -que implica la jefatura de todos los fiscales de los fueros penales, es decir, de los funcionarios encargados de impulsar acciones contra sospechosos de delitos, dentro de los que están incluidos los miembros del gobierno- Righi fue leal y funcional a los K. Pero también fue eficiente: sus fiscales lograron desmontar algunas redes de trata de personas y un dispositivo de procedimientos policiales ilegales y fraudulentos. Esta última investigación, que logró que varios de los policías federales implicados fueran procesados, estuvo a cargo de una de los más cercanos colaboradores de Righi, el entonces fiscal Daniel Rafecas. Un poco como premio y otro poco por compartir ideas políticas con su subordinado, Righi intercedió para que Rafecas fuera nombrado juez federal. Néstor Kirchner aceptó.

Pasaron los años. Rafecas comenzó a tomar acertadas decisiones procesales. Pronto se hizo fama de juez probo y capaz. Todo iba muy bien, hasta tuvo tiempo de escribir un libro sobre el Holocausto judío, hasta que ¡ay! le cayó en el sorteo una causa en la que el vicepresidente Amado Boudou está denunciado por tráfico de influencias y defraudación. Rafecas fue políticamente prudente en el manejo de la causa, pero cuando autorizó el allanamiento de un departamentito que don Amado posee en el edifico más lujoso del lujoso barrio Puerto Madero, el juez firmó su expulsión del paraíso: un abogado “amigo” lo denunció al Consejo de la Magistratura presentando copias de conversaciones privadas que había mantenido con Rafecas sobre la causa Boudou. Con la rapidez de un rayo, el Consejo le dio luz verde a la denuncia y unos días después la Cámara Federal de Apelaciones decidió apartar a Rafecas y nombrar al juez Lijo para proseguir con la causa. Hasta ahora, habiendo pasado casi un mes, su señoría no tomó ninguna decisión. Mientras tanto, don Amado también se había dedicado a atacar a Rafecas y además, para sorpresa de muchos, dirigió munición gruesa contra el procurador Righi, acusándolo de lo mismo que lo acusan a él: tráfico de influencias. Lo cierto fue que Righi presentó inmediatamente su renuncia; la Presidenta no dudo un instante en aceptársela y con notable presteza se apresuró a proponer como su reemplazante a un señor Daniel Reposo, que exhibe como mejor antecedente para el cargo de Procurador General de la Nación tener una fidelidad canina para con el vicepresidente Boudou.

TRES TRISTES TIGRES III

Gerardo Daniel Hadad accedió al periodismo de la mano del inolvidable e inefable Bernardo Neustadt. Luego se apartó de su protector y comenzó su camino como propietario de medios relacionándose siempre con lo “peor de cada casa”. Hombre de férreas convicciones derechistas y militaristas, fue relacionado con el Batallón 601 del Ejército, con oscuros banqueros como Raúl Moneta, con la embajada de Estados Unidos y con lo más reaccionario de la jerarquía católica. La primera joya de su corona mediática, Radio 10, la adquirió en 1999 gracias a Carlos Menem. En 2002 se asoció con Fernando Sokolowicz, el director de Página/12, para comprar el diario BAE. Al año siguiente esta insólita alianza compró canal 9. Luego se fue Sokolowicz y entró el mafioso Moneta, pero en 2006 don Daniel puso treinta palitos verdes y se quedó él solo con el canal de la palomita. Para ese entonces también era propietario de diario Infobae, de Infobae.com, y de las radios FM Pop, Amadeus y la Mega, y junto al actual diputado del peronismo federal, Francisco de Narváez, y a uno de los capos del Grupo Uno, Daniel Vila, compró ese mismo año la proveedora de Internet Uol Sinectis. Al año siguiente la corona se engalanó con la señal de noticias C5N, que obtuvo un lugar de privilegio –el 5- en la grilla de canales –que estaba destinado a la televisión pública que fue a parar al 15- gracias a Néstor Kirchner. Tal era entonces la afinidad de don Daniel con don Néstor y doña Cristina que estos se lo llevaban de viaje. Así, en la foto que ilustra esta nota puede vérselos a los tres departiendo amablemente con funcionarios del gobierno de George Bush durante una visita a New York en 2006. Pasó algo curioso con esa foto: fue sacada por el fotógrafo de la presidencia argentina y así publicada por el diario La Nación. Pero también la publicó Página/12, sólo que tuvo la precaución de eliminar a Hadad del cuadro. Es que resultaba contradictorio que el ex socio del dueño del diario, y personaje muy criticado en sus páginas debido a sus posturas extremistas y prejuiciosas, apareciera muy sonriente al lado de los K, a los que Página ya apoyaba incondicionalmente.

Ajeno a estos dilemas, Hadad puso a C5N al completo servicio de sus favorecedores y mecenas, que ya venían rumiando el proyecto de salir a cortarle el aire a la señal TN del Grupo Clarín. Por esa actitud genuflexa de la señal de Hadad, esos mete púas que nunca faltan la bautizaron como Cristina5Néstor. No obstante, don Daniel se permitía sus licencias: cada vez que podían, sus periodistas les pegaban tremendos palos a aliados del matrimonio presidencial, como Luís D’Elía o Hugo Chávez, y le daban mucho aire a políticos detestados por el poder K, como el gobernador Daniel Scioli y el intendente Sergio Massa. Mientras don Néstor estuvo entre los vivos, a don Daniel se le perdonaron estos pecadillos, pero con doña Cristina en el poder los tiempos son otros y “a los tibios los vomita Dios”. Así que desde el gobierno le avisaron a Hadad que tenía que ir desprendiéndose de algunos de sus medios audiovisuales, y como para demostrarle que la cosa iba en serio le empezaron a quitar publicidad oficial. La señal definitiva llegó el día que lo obligaron a sacar abruptamente del aire un programa de Marcelo Longobardi en el que otro eyectado del paraíso K, el ex jefe de campaña presidencial y ex jefe de gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández, se despachaba a fondo contra Cristina Fernández. Hadad terminó vendiéndole cinco radios y una señal de noticias al empresario recontra K Cristóbal López por tan solo 49 millones de dólares. Dicen que López dice que compró los medios para poder defenderse el día en  que él también caiga en desgracia y se convierta en otro triste tigre más.

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