LAS ELECCIONES
PRESIDENTALES Y EL MOVIMIENTO “YO SOY EL 132”
El pujante movimiento pacifista –
estudiantil que se inició en la Universidad
Iberoamericana con el rechazo a lo que representa la
candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto y al margen del estruendo
mediático del fatal drama electoral que estamos padeciendo, puede llegar a
significar una profunda transformación institucional en México, como lo fueron
los movimientos identificados con el signo de la primavera árabe ocurridos
en Túnez, Egipto, Jordania, Libia y Siria, aunque guardando las diferencias de
manifestaciones colectivas del caso.
Por Manuel Leví Peza (desde
México)
En
México tenemos la percepción de que en la guerra contra el narcotráfico y otras
formas del crimen lucrativo u organizado, no sólo faltó la estrategia que
empujara al gobierno de Felipe Calderón a una acción marcial ponderada,
atingentemente dirigida hacia objetivos prioritarios calendarizados ubicados
más allá de la actualidad pasajera y del voluntarismo presidencial
inconmovible, con el objeto de que fuera una especie de “guerra relámpago” que
evitara la escalada de inseguridad; el llanto de los inocentes; el desamparo de
las víctimas del delito; el rumor envenenado de las autoridades que mienten; el
luto de 60 mil familias mexicanas y de no pocas de migrantes extranjeros y el
resentimiento que hierve en el ambiente político nacional detrás de los que
luchan en la actual contienda electoral.
El
dolor que hoy sentimos parece que no se acaba nunca y que lo único que queda es
una transición democrática fallida; millones de pobres sobreviviendo a sus
adversidades; legiones de maestros desprestigiados por su propio sindicato;
cúpulas gremiales opulentas y cancerígenas; partidos políticos parasitarios;
enferma la justicia, mortalmente herida la política fiscal y hecho
pedazos el poder de compra de nuestra moneda.
Por fortuna, todavía existen personas y organizaciones que se ocupan de los desatendidos históricos: de los que viven del abastecimiento generoso ajeno; de los niños privados de un hogar digno o que están confinados a una trágica orfandad; de las madres solteras que con gran esfuerzo personal tratan de convertir su situación en una dichosa realidad; de los cientos de miles de encarcelados injustamente; de los preocupados que ven disminuidos sus legítimos ingresos o arruinados sus negocios o menguados sus niveles de vida familiar por desempleo o por incapacidad física o mental o por la descomposición socioeconómica y política reinante.
Ciertamente México atraviesa momentos de intranquilidad total en las calles y en las conciencias. Y produce asombro en el extranjero que seamos capaces de aguantar tantas tristezas y tantas reacciones egoístas en lo material y en lo espiritual y que, además, no sabiendo perdonar ni olvidar a los malos gobernantes, sigamos votando por los mismos traidores de siempre de todos los partidos sin dar muestras de tener un ímpetu renovador que genere energías nuevas con que enfrentar la onda expansiva de mediocridad e impunidad que nos flagela.
Pese a todo ello, estos jóvenes universitarios del movimiento “Soy el 132” con robusta creencia piensan que el sufrir de hoy traerá un mañana fuerte gobernado por instituciones democráticas respetadas por su insigne eficacia y su noble austeridad.
Frente a semejante compromiso transformador, les confieso mi sincera adhesión y estoy seguro que como yo, todos los mexicanos sabremos respetar y apoyar su honradez intelectual y su conducta universitaria, que es ejemplo de dignidad ciudadana.
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