LA PARTICULAR RELACIÓN DE LOS
GOBERNANTES CON LA REALIDAD “REAL”
Mientras
la realidad “real”, con sus miserias y espantos, va por un camino, los
gobernantes van por otro muy distinto. Un camino en el que todo vale para
ocultar aquellas miserias y espantos. Así, mientras Mauricio Macri pone cara de
vivo en la foto junto al ex entrenador del Barcelona Fútbol Club, ignora y/o
rechaza todo cuestionamiento al brutal accionar de la Policía Metropolitana en
los sucesos del hospital Borda; y mientras pide disculpas por su inoperancia y
negligencia en la inundación de la La Plata, el intendente Pablo Bruera sigue
haciéndose el distraído a la hora de ejecutar las obras necesarias -que
oportunamente se le aconsejaron- para evitar una nueva catástrofe. Es decir,
que los dos, como tantos otros aposentados en el poder, recorren el camino que
más les gusta, en el que se sienten más cómodos, que siempre es aquel en el que
no reciben críticas y en el que pueden construir “su” realidad, la cual dista
mucho de ser la realidad “real”: es una dimensión desconocida.
Por Marcelo R. Pereyra
I PABLO BRUERA
Se cumple un mes de la
gravísima inundación en la ciudad de La Plata y algunos de sus barrios
periféricos. Ahora, una nueva lluvia, muchísimo menos intensa, ya ha provocado
inundaciones en algunos barrios, con cerca de un centenar de personas evacuadas.
Pero treinta días atrás el panorama era dantesco y desolador. La ayuda
gubernamental fue poca y desorganizada. Pero esos sí, en el medio del desastre
fue posible observar al proteico Súper Secretario de Seguridad, Sergio Berni,
navegar en bote por las calles de Tolosa para ir a rescatar a la madre de la
Presidenta, quien vive en esa localidad. Mientras esa noche arreciaba la
lluvia, se desbordaban los arroyos y se anegaban las casas, algún sotreta que
nunca falta preguntó dónde estaba el intendente de la ciudad, Pablo Bruera.
Entonces apareció un oportuno tweet de la cuenta del alcalde adjuntando una
foto en la que decía estar colaborando con los inundados. Esa foto era una
mentira que construía una falsa realidad, pues correspondía a otro
acontecimiento. De hecho, mientras se hacía pública don Bruera en realidad ni
siquiera estaba en La Plata sino en Brasil, disfrutando de unos muy merecidos días
de descanso. El alcalde argumentó que todo había sido un “lamentable” error de
su equipo de comunicación y regresó precipitadamente al país luciendo un
envidiable bronceado.
A Bruera le encanta
presentarse como un referente de la “nueva política”, al estilo Mauricio Macri.
De hecho las gestiones de ambos tienen mucho en común: mucha fachada y poca
infraestructura. En La Plata era necesaria la ampliación de arroyo El Gato.
Esta obra integraba el viejo Código de Planeamiento Urbano que Bruera mandó al cajón
de las cosas olvidadas. Lo reemplazó con uno nuevo que, a imagen y semejanza de
su par porteño, privilegia los negocios inmobiliarios sobre el bien común.
Ahora bien, el Código de Ordenamiento Urbano Territorial de la ciudad de La
Plata fue elaborado por un grupo de expertos y se transformó en la ordenanza
número 9231, después de ser votado por todos los legisladores del Concejo
Deliberante en el año 2000, cuando Julio Alak, el actual ministro de Justicia
de la Nación, era intendente. El trabajo señaló con precisión áreas de posible
riesgo de inundación, y recomendó que no se permitiera la construcción de viviendas
cerca de los arroyos. Las áreas inundables son las mismas que fueron tapadas
por las aguas el pasado 2 de abril por la noche. Tampoco el intendente Bruera
quiso ver la realidad que le pintó la Suprema Corte de Justicia de la provincia
de Buenos Aires, cuando hace dos años le advirtió que había un “relajamiento”
de las “normas destinadas a regular el uso del suelo”, al sancionar el nuevo
Código de Ordenamiento Urbano, porque podían provocar un potencial riesgo a la
estructura general de la ciudad. Por último, la Facultad de Ingeniería de La
Plata alertó sobre la insuficiencia del sistema de desagüe de la ciudad, que
atribuyó a la impermeabilización generada por el desarrollo urbano, la
pavimentación y, fundamentalmente, al estado crítico y de colapso del arroyo El
Gato.
Al bochorno de la foto falsa
se le sumó después el de la utilización política de la ayuda solidaria de la
sociedad. Aquí descollaron los militantes de la agrupación “La Cámpora”,
luciendo muy orondos sus chalecos identificatorios mientras repartían
mercaderías que otros habían donado.
Y por último, en un nuevo
intento por ocultar la magnitud real del desastre, apareció la macabra disputa
acerca de cuál fue el número real de víctimas fatales que provocaron el
temporal y la negligencia de un intendente mentiroso.
II MAURICIO MACRI
El Lord Mayor de la ciudad de
Buenos Aires decidió hace mucho tiempo que si el gobierno nacional no le
traspasaba la Policía Federal él crearía su propia policía. Si bien la excusa
fue la necesidad de combatir el delito en la ciudad, la verdadera intención era
disponer de una fuerza de seguridad a la que se pudiera acudir directamente
como “sistema de control del espacio público” (según reza en su web
institucional). En otras palabras, se necesitaba una fuerza que reprimiera sin
chistar y sin interferencias políticas del gobierno nacional. A poco de ser
creada, en 2010, la Metropolitana tuvo su bautismo de fuego cuando desalojó
violentamente a un grupo de pacíficos vendedores ambulantes que trabajaba en
las cercanías de la estación Liniers. Ese mismo año también participó en la
represión de la ocupación del Parque Indoamericano. Más cerca en el tiempo, la
Metropolitana tuvo a su cargo desalojar a las personas que habían ocupado la
sala Alberdi, en el Centro Cultural San Martín. Aquel día, durante casi una
hora los metropolitanos tomaron el centro de la ciudad, disparando a todo lo
que se movía. Hubo denuncias de heridos por balas de fuego.
Y el moño a estas brillantes
actuaciones llegó el pasado 26 de abril, cuando la macripolicía sobreutilizó la
fuerza y la agresión sobre quienes pretendían impedir la demolición de una
dependencia anexa al hospital Borda. En esta nueva escena represiva la ligaron
por igual médicos, enfermeras, periodistas y otros temibles delincuentes. Macri
y sus funcionarios defendieron el accionar de su policía privada con el
argumento de que había sido previamente atacada por los desconocidos de
siempre, oportunamente ocultados sus rostros. Con todo, hay quienes dicen que
entre esos lanzadores de piedras y molotovs -que nunca están ausentes en estos
hechos- había integrantes de la barra brava de Chacarita. Como quiera que sea,
fue un nuevo intento por dibujar otra realidad, pues la presencia y acción de
provocadores violentos no justificaba la desmedida reacción de la Metropolitana
sobre quienes nada habían hecho, más que manifestarse pacíficamente, y menos
contra los que cumplían su trabajo de informar.
Por otra parte, el gobierno
porteño defendió también su iniciativa de construir en los terrenos “liberados”
un centro cívico y otras dependencias gubernamentales. Pero hay quienes han
denunciado que detrás de esa loable intención se esconden jugosos negociados
inmobiliarios convalidados por los legisladores K de la ciudad: ¿acuerdo PRO-K?
AZOTES DE DIOS
Mientras la realidad “real”,
con sus miserias y espantos, va por un camino, estos dos gobernantes van por
otro muy distinto. Un camino en el que todo vale para ocultar aquellas miserias
y espantos. Así, mientras Mauricio Macri pone cara de vivo en la foto junto al
ex entrenador del Barcelona Fúltbol Club, ignora y/o rechaza todo
cuestionamiento al brutal accionar de la Policía Metropolitana en los sucesos
del hospital Borda; y mientras pide disculpas por su inoperancia y negligencia
en la inundación de la La Plata, el intendente Pablo Bruera sigue haciéndose el
distraído a la hora de ejecutar las obras necesarias -que oportunamente se le
aconsejaron- para evitar una nueva catástrofe. Es decir, que los dos, como
tantos otros sentados en el poder, recorren el camino que más les gusta, en el
que se sienten más cómodos, que siempre es aquel en el que no reciben críticas
y en el que pueden construir “su” realidad, la cual dista mucho de ser la
realidad “real”. Son “Azotes de Dios”, como el huno Atila, porque por donde
pasan destruyen todo y no vuelve a crecer más el pasto.
REVISTA CONTRACULTURAL
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