4 de mayo de 2013

Todo es posible en la dimensión desconocida



LA PARTICULAR RELACIÓN DE LOS GOBERNANTES CON LA REALIDAD “REAL”  

Mientras la realidad “real”, con sus miserias y espantos, va por un camino, los gobernantes van por otro muy distinto. Un camino en el que todo vale para ocultar aquellas miserias y espantos. Así, mientras Mauricio Macri pone cara de vivo en la foto junto al ex entrenador del Barcelona Fútbol Club, ignora y/o rechaza todo cuestionamiento al brutal accionar de la Policía Metropolitana en los sucesos del hospital Borda; y mientras pide disculpas por su inoperancia y negligencia en la inundación de la La Plata, el intendente Pablo Bruera sigue haciéndose el distraído a la hora de ejecutar las obras necesarias -que oportunamente se le aconsejaron- para evitar una nueva catástrofe. Es decir, que los dos, como tantos otros aposentados en el poder, recorren el camino que más les gusta, en el que se sienten más cómodos, que siempre es aquel en el que no reciben críticas y en el que pueden construir “su” realidad, la cual dista mucho de ser la realidad “real”: es una dimensión desconocida.  

Por Marcelo R. Pereyra 


I PABLO BRUERA
 

Se cumple un mes de la gravísima inundación en la ciudad de La Plata y algunos de sus barrios periféricos. Ahora, una nueva lluvia, muchísimo menos intensa, ya ha provocado inundaciones en algunos barrios, con cerca de un centenar de personas evacuadas. Pero treinta días atrás el panorama era dantesco y desolador. La ayuda gubernamental fue poca y desorganizada. Pero esos sí, en el medio del desastre fue posible observar al proteico Súper Secretario de Seguridad, Sergio Berni, navegar en bote por las calles de Tolosa para ir a rescatar a la madre de la Presidenta, quien vive en esa localidad. Mientras esa noche arreciaba la lluvia, se desbordaban los arroyos y se anegaban las casas, algún sotreta que nunca falta preguntó dónde estaba el intendente de la ciudad, Pablo Bruera. Entonces apareció un oportuno tweet de la cuenta del alcalde adjuntando una foto en la que decía estar colaborando con los inundados. Esa foto era una mentira que construía una falsa realidad, pues correspondía a otro acontecimiento. De hecho, mientras se hacía pública don Bruera en realidad ni siquiera estaba en La Plata sino en Brasil, disfrutando de unos muy merecidos días de descanso. El alcalde argumentó que todo había sido un “lamentable” error de su equipo de comunicación y regresó precipitadamente al país luciendo un envidiable bronceado.  


A Bruera le encanta presentarse como un referente de la “nueva política”, al estilo Mauricio Macri. De hecho las gestiones de ambos tienen mucho en común: mucha fachada y poca infraestructura. En La Plata era necesaria la ampliación de arroyo El Gato. Esta obra integraba el viejo Código de Planeamiento Urbano que Bruera mandó al cajón de las cosas olvidadas. Lo reemplazó con uno nuevo que, a imagen y semejanza de su par porteño, privilegia los negocios inmobiliarios sobre el bien común. Ahora bien, el Código de Ordenamiento Urbano Territorial de la ciudad de La Plata fue elaborado por un grupo de expertos y se transformó en la ordenanza número 9231, después de ser votado por todos los legisladores del Concejo Deliberante en el año 2000, cuando Julio Alak, el actual ministro de Justicia de la Nación, era intendente. El trabajo señaló con precisión áreas de posible riesgo de inundación, y recomendó que no se permitiera la construcción de viviendas cerca de los arroyos. Las áreas inundables son las mismas que fueron tapadas por las aguas el pasado 2 de abril por la noche. Tampoco el intendente Bruera quiso ver la realidad que le pintó la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, cuando hace dos años le advirtió que había un “relajamiento” de las “normas destinadas a regular el uso del suelo”, al sancionar el nuevo Código de Ordenamiento Urbano, porque podían provocar un potencial riesgo a la estructura general de la ciudad. Por último, la Facultad de Ingeniería de La Plata alertó sobre la insuficiencia del sistema de desagüe de la ciudad, que atribuyó a la impermeabilización generada por el desarrollo urbano, la pavimentación y, fundamentalmente, al estado crítico y de colapso del arroyo El Gato.


Al bochorno de la foto falsa se le sumó después el de la utilización política de la ayuda solidaria de la sociedad. Aquí descollaron los militantes de la agrupación “La Cámpora”, luciendo muy orondos sus chalecos identificatorios mientras repartían mercaderías que otros habían donado.


Y por último, en un nuevo intento por ocultar la magnitud real del desastre, apareció la macabra disputa acerca de cuál fue el número real de víctimas fatales que provocaron el temporal y la negligencia de un intendente mentiroso.



II MAURICIO MACRI


El Lord Mayor de la ciudad de Buenos Aires decidió hace mucho tiempo que si el gobierno nacional no le traspasaba la Policía Federal él crearía su propia policía. Si bien la excusa fue la necesidad de combatir el delito en la ciudad, la verdadera intención era disponer de una fuerza de seguridad a la que se pudiera acudir directamente como “sistema de control del espacio público” (según reza en su web institucional). En otras palabras, se necesitaba una fuerza que reprimiera sin chistar y sin interferencias políticas del gobierno nacional. A poco de ser creada, en 2010, la Metropolitana tuvo su bautismo de fuego cuando desalojó violentamente a un grupo de pacíficos vendedores ambulantes que trabajaba en las cercanías de la estación Liniers. Ese mismo año también participó en la represión de la ocupación del Parque Indoamericano. Más cerca en el tiempo, la Metropolitana tuvo a su cargo desalojar a las personas que habían ocupado la sala Alberdi, en el Centro Cultural San Martín. Aquel día, durante casi una hora los metropolitanos tomaron el centro de la ciudad, disparando a todo lo que se movía. Hubo denuncias de heridos por balas de fuego.


Y el moño a estas brillantes actuaciones llegó el pasado 26 de abril, cuando la macripolicía sobreutilizó la fuerza y la agresión sobre quienes pretendían impedir la demolición de una dependencia anexa al hospital Borda. En esta nueva escena represiva la ligaron por igual médicos, enfermeras, periodistas y otros temibles delincuentes. Macri y sus funcionarios defendieron el accionar de su policía privada con el argumento de que había sido previamente atacada por los desconocidos de siempre, oportunamente ocultados sus rostros. Con todo, hay quienes dicen que entre esos lanzadores de piedras y molotovs -que nunca están ausentes en estos hechos- había integrantes de la barra brava de Chacarita. Como quiera que sea, fue un nuevo intento por dibujar otra realidad, pues la presencia y acción de provocadores violentos no justificaba la desmedida reacción de la Metropolitana sobre quienes nada habían hecho, más que manifestarse pacíficamente, y menos contra los que cumplían su trabajo de informar.


Por otra parte, el gobierno porteño defendió también su iniciativa de construir en los terrenos “liberados” un centro cívico y otras dependencias gubernamentales. Pero hay quienes han denunciado que detrás de esa loable intención se esconden jugosos negociados inmobiliarios convalidados por los legisladores K de la ciudad: ¿acuerdo PRO-K?



AZOTES DE DIOS


Mientras la realidad “real”, con sus miserias y espantos, va por un camino, estos dos gobernantes van por otro muy distinto. Un camino en el que todo vale para ocultar aquellas miserias y espantos. Así, mientras Mauricio Macri pone cara de vivo en la foto junto al ex entrenador del Barcelona Fúltbol Club, ignora y/o rechaza todo cuestionamiento al brutal accionar de la Policía Metropolitana en los sucesos del hospital Borda; y mientras pide disculpas por su inoperancia y negligencia en la inundación de la La Plata, el intendente Pablo Bruera sigue haciéndose el distraído a la hora de ejecutar las obras necesarias -que oportunamente se le aconsejaron- para evitar una nueva catástrofe. Es decir, que los dos, como tantos otros sentados en el poder, recorren el camino que más les gusta, en el que se sienten más cómodos, que siempre es aquel en el que no reciben críticas y en el que pueden construir “su” realidad, la cual dista mucho de ser la realidad “real”. Son “Azotes de Dios”, como el huno Atila, porque por donde pasan destruyen todo y no vuelve a crecer más el pasto.

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