10 de agosto de 2015

La casa está en orden



NO HUBO SORPRESAS EN LAS PASO NACIONALES 

El electorado avisó que no quiere sobresaltos. Las cosas están bien así, aunque no estén del todo bien. El cuarenta por ciento votó a un oficialismo nacional que todavía no ha resuelto problemas centrales de la Argentina. Pero los otros dos candidatos tampoco planteaban cosas distintas. ¿Acaso Scioli, Massa y Macri no son lo mismo? La izquierda creció un poco, pero sigue siendo dramáticamente minoritaria. Los medios, por su parte, jugaron para los candidatos del orden establecido, como siempre. 

Por Marcelo R. Pereyra 

Cada vez que se acerca una elección local o nacional, presidencial o legislativa, hay en progresismo argentino quienes se esperanzan con que lxs electores den una sorpresa y cambien radicalmente la dirección de sus votos. Hasta ahora eso no se ha producido. Tampoco se produjo en las PASO que acaban de finalizar. En efecto, una amplia mayoría del electorado optó por candidatos que –más allá de diferencias de estilo y discurso- no plantean golpes bruscos de timón ni en la política ni en la economía. Periodistas insospechados de simpatía por el gobierno han afirmado que Macri, Massa y Scioli son básicamente lo mismo. Y tienen razón. Los tres son los candidatos de un modelo que, en el mejor de los casos, se propone administrar con eficiencia los pocos recursos que dejan el asistencialismo indiscriminado y electoralista y el pago de una deuda externa fraudulenta.

En este sentido, es sorprendente que casi el cuarenta por ciento del electorado haya votado por el candidato de un oficialismo que, gobernando desde 2003, no ha querido/sabido/podido resolver la brecha gigantesca que separa a los ricos de los pobres en la Argentina. Por supuesto que esto no es un problema para los ricos, mientras que los pobres parecen estar convencidos o resignados a ser siempre pobres, y a los sectores medios lo único que les importa es estar lo más lejos posible de los pobres en la escala social. “La casa está en orden, así que no toquen nada y dejen todo como está”, parecen haber dicho los tres sectores a coro al depositar sus votos.

Ausentes los grandes cimbronazos de otras épocas en la economía diaria –sin que ello signifique que está todo bien-, los electores tampoco han tenido en cuenta otros aspectos en los que el kirchnerismo está “flojo de papeles”. Así, a pocos les preocupó el creciente deterioro del medio ambiente por la deforestación incontrolada e ilegal y por la explotación minera y petrolera contaminante; o las peligrosas relaciones de altos funcionarios del gobierno y de las policías con el tráfico de drogas y la trata de personas paras la explotación sexual y laboral; o la ausencia de una adecuada infraestructura vial en las provincias;o el asalto a mano armada del Poder Judicial;o el deterioro de las economías provinciales; o el copamiento indisimulado del espectro radioeléctrico por parte de medios afines con el oficialismo; o la desastrosa condición de las cárceles; o la ausencia de control sobre las pocas empresas que concentran la comercialización de alimentos; o todas las causas judiciales por corrupción que duermen en juzgados y cámaras, etcétera. La mayoría de estos puntos críticos fueron exitosamente rebatidos por el discurso presidencial. Ahora se entiende el por qué de treinta y un cadenas oficiales. Una herramienta que Cristina Fernández utilizó –legal e ilegalmente- para que no corriera riesgo el triunfo del candidato del gobierno.

Por otra parte, Macri y Massa no plantearon nada sustancialmente distinto. En realidad ninguno propuso un debate sobre algún tema concreto. Quizás con la parcial excepción de algunos planteos petardistas de Massa, los tres se dedicaron a criticarse mutuamente, a hablar  vaguedades y a formular promesas que jamás cumplirán. Pero eso sí, estuvieron todo el tiempo en los medios acaparando la mayor parte del tiempo y del centimetraje. Y eso se notó en las urnas, porque la construcción periodística de la campaña electoral casi no contempló a otras expresiones políticas menores, y sobre todo a la izquierda, infrarrepresentadas en el escenario mediático. Es que los medios leen las encuestas y convocan a los candidatos con números más favorables en la suposición de que resultarán atractivos para sus públicos, y ya se sabe que a mayor público, mayor facturación.

Se suele decir que “lo que no está en los medios no existe”, y hay en esto bastante de verdad. En la actualidad medios y política van de la mano: se necesitan mutuamente. Ya casi no hay actos masivos de cierre de campaña. Se cierra con la participación en un show televisivo o con una conferencia de prensa. Scioli fue a Clarín a dar un reportaje y Kicillof hizo lo propio en… ¡La Nación!, dejando de lado que son los dos más fieros opositores que tienen los K en los medios. Y un dato curioso: cuando en enero de este año Scioli pasó por un stand de Clarín en Mar del Plata algunos K le pegaron lindo. Esta vez nadie abrió la boca. Todo sea por un puñado de votos.En síntesis, puede decirse que el día que los medios repartan sus interés en los candidatos de manera pareja las cosas podrían empezar a cambiar.

Pero no todo es estar en los medios: hay que saber qué decir y qué callarse. En este punto la izquierda lleva gran desventaja. Primero, porque dice cosas que al poder no le gusta escuchar, y segundo porque la izquierda dice esas cosas con poca astucia. Los candidatos de este sector político hablan en los medios como si estuvieran hablando frente a una asamblea de obreros en huelga (se parecen a los policías, que hablan en la tele de la misma forma que en la queescriben los expedientes). Sin abandonar sus convicciones, los dirigentes de la izquierda tienen que aprender que el público que ve la tele o escucha la radio es otro, pero que tiene un voto que vale igual. Al electorado para convencerlo primero hay que seducirlo, y algunos candidatos de la izquierda parecen incapaces de seducir a su propia madre. El resultado: si bien ha crecido en su caudal de votos, la izquierda no ha logrado superar el cuatro por ciento, y su máxima ilusión es sacar un diputado aquí u otro allá. Con todo, la consolidación del precandidato del FIT, el cordobés Del Caño, es un hecho auspicioso. Es un joven inteligente que, si se lo propone, podría encabezar una renovación en la izquierda marxista.

Ahora bien, más allá de la acción de los medios hay que preguntarse qué le pasa a un electorado que luce extremadamente conservador, que, atento a la magra cosecha de votos de Stolbizer, ni siquiera arriesga un voto por opciones más moderadas o de centroizquierda. Nuevamente, hay que pensarlo como muy a gusto en la situación socioeconómica en la que está a pesar de que no sea la ideal. Al parecer el “voto cuota” de la época de Menem se ha convertido en la actual en el “voto cómodo”. Si hasta en los lugares donde había inundación ganaron los oficialismos. El colmo en este sentido fue el triunfo sobre Florencia Santout –la decana de la Facultad de Periodismo de La Plata- del intendente de esa ciudad, Pablo Bruera, quien se hiciera tristemente célebre por la inundación del 2 de abril  de 2013,mientras él veraneaba en Brasil. En esa oportunidad murieron 53 platenses.

Luego de lo dicho hasta aquí, especular con lo que ocurrirá en la primera vuelta no solamente es prematuro sino también inconducente. De eso… se ocupa el otro periodismo.

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