7 de enero de 2016

Mostrando la hilacha



APENAS INICIADO SU MANDATO MACRI REPRODUCE EL AUTORITARISMO DEL GOBIERNO ANTERIOR 

Mientras los kirchneristas van elaborando el duelo de la pérdida del poder, criticando todo lo que hace el macrismo –aunque sea muy parecido a lo que ellos hicieron cuando estaban en el gobierno-, la nueva administración se muestra como una continuidad de la anterior al no someter a un amplio debate decisiones fundamentales como las designación de ministros de la Corte, la modificación de leyes por decreto y la reestructuración de organismos públicos. 

Por Marcelo R. Pereyra 

EL DUELO 

Luego del fracaso electoral de noviembre, los dirigentes y militantesdel kirchnerismo comenzaron su duelo por la pérdida del poder. La primera fase de ese duelo fue la de la negación. No podían creer que hubiesen perdido. La derrota no estaba en sus cálculos. A pesar de haber estado doce años ininterrumpidos en el gobierno, todos pensaban que su continuidad era algo normal y natural. Aquello de “Cristina eterna” no fue un exabrupto, sino un secreto anhelo expresado en voz alta. Cuando Scioli dijo “preferiría haber perdido el brazo que la elección” no exageró, tal es el hambre de poder que tienen los políticos de la burguesía. Pero ante lo irreversible de la realidad, rápidamente entraron en la siguiente fase, la de furia y el enojo. Primero empezaron los militantes y simpatizantesadvirtiendo por las redes sociales que con Macri se venían las siete plagas de Egipto, como si en los doce años anteriores el país hubiese sido una idílica Arcadia. Luego se sumaron como pronosticadores agoreros algunos dirigentes, sobre todo los que se quedaron con las manos vacías. El sumun de esta fase fue el sainete protagonizado por la ex Presidenta negándose a participar de la ceremonia de la asunción del nuevo Presidente. Esa actitud caprichosa, infantil, revela por sí sola cuánto resentimiento se puede acumular cuando después de muchos años de haber disfrutado de las mieles del poder una dirigenta debe bajar al llano y se niega a aceptarlo.

La tercera fase es la actual: es la fase de negociación en la que  tratan de adaptarse de la mejor manera a la pérdida. Esto en política se llama “cómo joder al que me ganó”. Y aquí se están dando estrategias diferenciadas: los militantes y simpatizantes se aferran a la mística de la “resistencia”. El concepto alude un período que duró unos meses y que fue inmediatamente posterior al del golpe de 1955 que derrocó a Juan Domingo Perón. En ese momento grupos de militantes peronistas boicotearon empresas y colocaron bombas. Luego, algunos sectores nacionalistas del ejército intentaron una sublevación que fue abortada, fusilándose a cerca de treinta personas, entre militares y civiles. Para la liturgia peronista los fusilamientos de José León Suárez fueron el momento culmine de aquel fugaz período épico. La “resistencia” actual, en cambio, es más descontracturada, pues consiste en pic nics en los parques de la ciudad de Buenos Aires o en reuniones en las playas de la costa atlántica. Como sea, la “resistencia” connota una cierta epopeya que sirve para elaborar el duelo, es decir, para hacer algo más que llorar sobre la leche derramada: es un proyecto que cohesiona, un paraguas debajo del cual todos y todas se pueden guarecer. Por su parte, los funcionarios del último gobierno se abocaron a su propia resistencia. Los ex presidentes del Banco Central y de los medios públicos, Alejandro Vanoli y Tristán Bauer, respectivamente, amenazaron con quedarse en sus puestos, pero finalmente renunciaron. La Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó no dijo ni pío. Es la que está más fuerte en su cargo y no es factible que el Presidente Mau haga alguna movida para desplazarla. Así, que quien encabezó la “resistencia” más comentada y mediatizada fue el derrotado candidato a vice gobernador de Buenos Aires y ex presidente de la ex AFSCA Martín Sabatella. Está claro que, más allá de que ocupaba su puesto legalmente, el atornillamientoa su sillóndel ex militante comunista y ex intendente de Morónfue una provocación política que formó parte de la maniobra kirchnerista de erosionar el poder de Macri haciendo que todo le cueste mucho.  El futbolero festejo de los diputados Ka en la sesión en la que se negaron a considerar el presupuesto de la provincia de Buenos Aires, es otro ejemplo ostensible de esa movida.

Finalmente, militantes, simpatizantes y dirigentes elaboran su duelo condenado todo lo que hace el macrismo, y si bien la mayoría de esas críticas son fundadas, las hacen desde un lugar puro y sacrosanto, como si estuviesen libres de toda culpa, pecado y pasado. Ejemplo uno: critican que el gobierno de Macri está lleno de empresarios. Es cierto, pero en las administraciones kirchneristas también los hubo, aunque en menor cantidad porque se nombraron como funcionarios a quienes ya habían acompañado a Néstor Kirchner en la gobernación de Santa Cruz. Pero además, el kirchnerismo y ciertos empresarios trabajaron juntos, con beneficios mutuos, por fuera de la estructura burocrática. Ejemplo dos: la utilización de decretos para eyectar funcionarios. No es lo ideal, pero Cristina Fernández  también acudió a esa práctica cuando echó a Martín Redrado del Banco Central.  Tercer y último ejemplo: la crítica de los Ka al gobierno de María Eugenia Vidal, por no poder encontrar a los tres fugados de la cárcel de General Alvear, olvida convenientemente que en la misma provincia de Buenos Aires desapareció hace diez años Julio López y nunca lo pudieron encontrar. 

LA CONTINUACIÓN DEL KIRCHNERISMO PERO POR OTROS MEDIOS 

Ya no hay cadenas oficiales todas las semanas: el nuevo Presidente por ahora no las necesita porque todos y todas están pendientes de sus importantes decisiones. Se acabaron aquellos actos gloriosos, a los que asistía público contratado para hacer de público, en los que la líder bajaba línea, se peleaba con el sparring de turno o montaba un delicioso talk show: ahora el Presidente Mau habla cortito y al pie –frente a una reducida claque de funcionarios y curiosos que hacen de público- anunciándonos que si el pasado fue tenebroso, el futuro será irremediablemente luminoso.

Ya no está Aníbal Fernández para decir su cotidiana burrada matutina: ahora está el ministro Cristian Ritondo, que  con una papa caliente en la boca trata de explicar cómo las tres morsas fugadas se le escaparon de las manos.

Ya no está el cepo cambiario –aquel que nunca existió-, por lo tanto cualquiera puede comprar dólares a 14 pesos y guardarlos debajo del colchón. Claro que los que no tienen un colchón para dormir el asunto del cepo no lo entienden mucho.

El fútbol ahora sí que va a ser para todos y todas pues lo transmitirán todos los canales y casi todos los días; y en vez de tener propaganda oficialista tendrá propaganda oficialista y publicidad privada. Se entiende: hay que tener a la muchachada futbolera contenta y ocupada, y, sobre todo, hay que abrir el negocio para los empresarios amiguetes.

”Se terminó la guerra contra el periodismo”, dicen en el gobierno; es que después de la guerra viene el amor. Ya no está “6-7-8” como trinchera contrainformativa y propagandística: su lugar lo han ocupado periodistas desparramados en varios medios que con mesura y discreción republicanas se ocupan de sostener el relato macrista.

El Congreso ya no será una escribanía, porque los escribanos son mayormente de la contra, por eso la nueva forma de gobernar –la forma zen- es a través de decretos. Son más rápidos y eficaces, y evitan las tediosas y odiosas discusiones parlamentarias.

En suma, esto es más kirchnerismo, pero serio. La revolución de la alegría y el decretazo apenas ha comenzado.



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