7 de marzo de 2016

Hacete amigo del gobierno, no le des de qué quejarse…



EL PODER POLÍTICO Y EL PODER DE LOS MEDIOS: EL CASO DEL GRUPO CLARÍN (PARTE I) 

La trayectoria del Grupo Clarín es un claro ejemplo de cómo los grandes medios se interrelacionan con el poder político para obtener mayores beneficios económicos, los que, a la vez, les otorgan mayor influencia para conseguir nuevas ventajas. Y cuando más importante e influyente es esa empresa periodística, más le interesa al poder político de turno tenerla como aliada. Lo que sigue es una acotada historia política del Grupo Clarín y su relación con los presidentes que gobernaron la Argentina desde la recuperación de la democracia hasta la fecha. 

Por Marcelo R. Pereyra 

ALFONSÍN: DURO DE MATAR 

El Grupo, cuando todavía no era tal, discutió durante seis años con el gobierno del ex presidente Raúl Alfonsín la derogación de la normativa que les impedía a los dueños de diarios ser licenciatarios de radios y/o canales de TV. Los funcionarios radicales le negaron esa posibilidad, pero admitieron que la empresa editora de Clarín regenteara las radios Mitre y FM 100, pese a que la ley de Radiodifusión, sancionada por la dictadura militar en 1980, le negaba a los dueños de diarios la posibilidad de ser licenciatarios de radios y/o canales de TV (los militares no querían que se conformaran medios poderosos que los pudieran criticar). 

MENEM: UN AMIGO FIEL 

Cuando Carlos Menem llegó al poder Clarín volvió a la carga, esta vez con resultado positivo. El gobierno del riojano, sin derogar la ley de Radiodifusión, recurrió a un artilugio legal y le otorgó a Clarín la licencia de canal 13. Aquello fue, sin dudas, el huevo de la serpiente, pues en 1990 la empresa que publicaba el diario más vendido de la Argentina y era una de las dueñas de la única fábrica de papel para diario existente en el país, pasaba a controlar dos radios y un canal de tv: así nació el multimedios de Clarín. El Grupo comenzó a comprar otros medios, se metió en el negocio de tv por cable e inició una etapa de diversificación de actividades, participando de empresas que nada tenían que ver con la comunicación y la información. 

DE LA RÚA: LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER 

El desenfrenado proceso expansivo del Grupo lo llevó a endeudarse en miles de millones de dólares. Mientras la cotización de la moneda estadounidense se mantuvo en paridad con el peso la deuda fue manejable, pero cuando en el año 2001 empezó a hablarse de abandonar la convertibilidad la situación se agravó. Entonces, el diario Clarín –que venía sosteniendo la debilitada gestión del ex presidente Fernando de la Rúa- inició una campaña contra la dolarización de la economía, puesto que la deuda del Grupo era en dólares y estaba radicada en el exterior. Mientras tanto, los ejecutivos de la empresa hacían lobby a favor de una modificación de la ley de Quiebras y de la sanción de una ley de bienes culturales, para que se impidiera a acreedores externos tomar el control de una empresa concursada (El Grupo había incorporado como socio en 1999 al banco de inversión estadounidense Goldman Sachs, que era su principal acreedor externo). 

DUHALDE: DOS A QUERERSE 

Las negociaciones con el gobierno de De la Rúa no llegaron a nada. Fue el ex presidente Eduardo Duhalde el que satisfizo todos los deseos del Grupo, pese a las críticas que se alzaron desde sectores políticos y empresariales. A cambio, Clarín dispensó un tratamiento amistoso al gobierno duhaldista. Por supuesto elogió la pesificación asimétrica, la media sanción de la ley de bienes culturales y las modificaciones a la ley de quiebras, presentando todas estas medidas como favorables al interés general y ocultando que en realidad eran para beneficiar un interés particular: el del Grupo. Además elogió calurosamente otras políticas de Duhalde, en un contexto social y económico sumamente delicado post crisis de 2001. La joya más valiosa de ese afán retributivo fue el bochornoso título con el que Clarín informó sobre el asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán a manos de la policía bonaerense, el 26 de junio de 2002: “La crisis causó dos nuevas muertes”. En todo el relato de aquel grave acontecimiento el diario, y los otros medios del Grupo Clarín, intentaron imponer una explicación según la cual los dos militantes piqueteros se habían matado entre ellos. La intención era soslayar la responsabilidad penal y política del gobierno.

Seis meses más tarde el Grupo Clarín, a esa altura el más poderoso de la Argentina, debió afrontar otro cimbronazo: la detención de su máxima figura, Ernestina Herrera de Noble, de 77 años, dispuesta por el juez Roberto Marquevich en el marco de una causa judicial en la que se investigaba la adopción de los dos hijos de aquella. Pese a que se sospechaba que ambos eran hijos de desaparecidos y que habían sido adoptados en forma irregular, la prisión de la directora fue criticada por un amplio espectro de políticos -que incluyó al entonces candidato presidencial Néstor Kirchner-, periodistas y empresarios, por entender que constituía una grave afrenta a la libertad de expresión. Sin embargo, nada tenía que ver lo periodístico en el asunto pues -en el marco de la campaña electoral para las elecciones presidenciales de 2003- se trataba de una disputa política entre el Grupo y Menem, originada en el enojo del ex presidente por los comentarios críticos de Clarín sobre los innumerables hechos de corrupción que se verificaron durante su segundo mandato. Marquevich procesó a Herrera de Noble por apropiación indebida y otros delitos, pero fue apartado de la causa, tuvo que enfrentar un juicio político y fue destituido. El nuevo juez desprocesó a la directora y en los estudios de ADN que se hicieron Marcela y Felipe Noble no se encontró relación con el material que se atesora en el Banco Nacional de Datos Genéticos. 

KIRCHNER: LA DELGADA LÍNEA ROJA 

La resolución del affaire judicial de su directora demostró que el Grupo Clarín se había consolidado como actor político, y que el poder que detentaba lo hacía tan odiado como temido. Los políticos ya habían advertido que debían hacer política en y para los medios, y que resultaba complicado gobernar teniendo al Grupo en contra. Esto lo apreció clara y tempranamente el ex presidente Néstor Kirchner, cuando cuatro meses después de haber asumido invitó a la Casa Rosada al CEO del Grupo, Héctor Magnetto. Los dos se pusieron de acuerdo en varias cuestiones generales y se inició una amable relación, con contactos regulares entre directivos de Clarín y altos funcionarios nacionales. De esa entente cordiale el Grupo se vio favorecido por varias medidas impulsadas y adoptadas por el gobierno. Una primera fue la sanción de la ley de bienes culturales (que tenía media sanción desde la época de Duhalde). La segunda fue el decreto presidencial 527/2005, que renovó automáticamente las licencias televisivas más importantes. Y una tercera consistió en la firma de un decreto, en el último día del  mandato de Kirchner, por el cual se autorizó la fusión de las empresas de televisión por cable Multicanal y Cablevisión.Esta autorización le permitió al Grupo, dueño del sesenta por ciento del paquete accionario del nuevo consorcio, y a su socio estadounidense, Fintech Advisory, controlar casi el setenta por ciento del mercado de televisión por cable (Página/12, 8/12/2007). El negocio del cable pasó a representar el ochenta por ciento de los ingresos del Grupo.

La relación Kirchner & Magnetto fue afable durante todo el gobierno del primero, aunque se mantuvo en una delgada línea roja de constantes reclamos mutuos: Kirchner se quejaba a Magnetto del contenido de notas aparecidas en el diario y el empresario demandaba al Presidente la posibilidad de hacer más y más negocios, como por ejemplo lacompra de la telefónica Telecom para poder entrar en el negocio del triple play. Kirchner se opuso a esa posibilidad y la relación comenzó a debilitarse. La ruptura de la liaison llegó cuando en el gobierno de Cristina Fernández los medios del Grupo se opusieron con dureza a la Resolución 125 –aumento de las retenciones a las exportaciones de granos- y el gobierno respondió cuestionando abiertamente esa postura editorial y poniendo en debate una ley destinada a “democratizar la palabra” en el ámbito audiovisual,  eufemismo detrás de la cual se escondía la intención de torpedeara la nave insignia del Grupo, Cablevisión. A partir de ese momento, el Grupo fue públicamente cuestionado no sólo por el gobierno kirchnerista y sus simpatizantes, sino por amplios sectores de la sociedad que parecieron despertar del dulce ensueño de la objetividad periodística. Los medios del Grupo perdieron gran parte de su principal capital: la credibilidad. Y con ello perdieron lectores, televidentes y oyentes. Y publicidad. Y mucho dinero. ¿Cómo sobrevivir frente a semejante crisis casi terminal? 

(Continuará) 

Fuentes:

Anguita, Eduardo (2002): Grandes hermanos. Alianzas y negocios ocultos de los dueños de la información. Bs. As., Colihue.
Becerra, Martín (2015): De la concentración a la convergencia. Políticas de medios en  Argentina y América Latina. Buenos Aires, Paidós.
--------------------- (2006): “En América Latina la relación entre medios, política y negocios turbios es muy fluida”. Entrevista de Marcelo R. Pereyra en www.contracultural.com.ar, diciembre.
Mochkofsky, Graciela (2011): Pecado original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder. Buenos Aires, Planeta.
Sivak, Martín (2015): Clarín. La era Magnetto. Buenos Aires, Planeta.

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