7 de agosto de 2017

Recuerdos de un futuro inexorable


LAS PASO: UN ANTICIPO DE  LA DERROTA ELECTORAL QUE EL GOBIERNO SUFRIRÁ EN OCTUBRE

Pocos entienden para qué son las PASO. La ciudadanía demuestra indiferencia. El gobierno hace y dice cualquier cosa por ganar, pero su derrota está asegurada. Por su parte, Cristina Fernández no quiere exponerse y hace campaña en modo “mudo”. A diario, las políticas del gobierno defraudan expectativas, pero algunxs lo votarán igual. ¿Cuántos? Es un hecho grave la desaparición en Chubut de Santiago Maldonado.

Por Marcelo R. Pereyra

CERTEZAS

Quiere nuestro caprichoso, arcaico y turbio código electoral que antes de las elecciones generales, se lleven a cabo primero otras elecciones –las PASO- que supuestamente serían para dirimir con más transparencia los candidatos para las elecciones “de verdad”. En un escenario democrático establecido y sólido las PASO podrían ser un avance, esto es, un método que asegure mayor pureza en un sistema político famoso por sus trapisondas, engaños y malas artes. Pero ¡ay! en la Argentina actual la política vive una muerte lenta desde hace varios años.

Es que, desde 1983 hasta la fecha, ninguno de los gobiernos supo/quiso/pudo encarar las drásticas transformaciones socioeconómicas que eran necesarias para remontar la hecatombe que produjo la dictadura cívico-militar-eclesiástica de 1976-1983. A grandes rasgos, las situaciones de pobreza, marginación y desigualdad no se han revertido. Por el contrario, se han agudizado, incluso habiendo atravesado momentos muy favorables de ingreso de divisas por el aumento del precio de las materias primas, como ocurrió entre 2002 y 2010. Ni siquiera con las vacas gordas los que estaban abajo pudieron subir. Subieron más los que ya estaban arriba.

A esta incapacidad,  imposibilidad o negación para implementar cambios estructurales, algunos gobiernos –como los de Carlos Menem, Néstor y Cristina Kirchner- sumaron desprestigio a la actividad política por sus numerosos actos de corrupción. Otros, como De la Rúa y Alfonsín, exhibieron una escandalosa negligencia e impericia para la gestión gubernamental. La administración Macri se distingue por exhibir, hasta el momento, un mix de ambas características.

Así las cosas, frente a cada nueva elección lxs ciudadanxs exhiben, mayoritariamente, una combinación de desinterés y fastidio, más aún cuando se los obliga a participar en unas elecciones donde no se elige nada. En efecto, salvo en unos pocos casos, en las próximas PASO no se resolverán disputas internas partidarias. Esto por dos razones: una, porque casi no existen los partidos políticos tal como se los conoció. Ahora hay “sectores” o “espacios”, es decir, meras siglas detrás de las cuales se acomodan, todos juntos -tirios y troyanos, montescos y capuletos-, no importa mucho cómo se piense: importa armar alianzas o contubernios que sirvan para que se pueda acceder a una banca en el Congreso. Lxs políticxs actuales se nuclean en tribus apolitizadas, carentes de doctrina, cohesionadas exclusivamente por la ambición de poder. De esta manera, si los que cortan el bacalao en cada “espacio” se ponen de acuerdo para armar la repartija de cargos no hay necesidad de interna y listo. En cambio, en la estructura de los viejos partidos políticos, cuando había líneas internas contrapuestas se organizaba un congreso en el que la militancia elegía los candidatos partidarios. Ahora las listas de candidatos se rellenan con amigos, parientes, artistas, deportistas y hasta con desconocidos. 

La segunda razón por la que las PASO no resolverán disputas internas se deduce de lo recién dicho: casi no las hay. En realidad son un ensayo para las elecciones de octubre. Un ensayo al cual es muy difícil encontrarle una razón lógica de ser y existir.

INCOGNITAS

A pesar de lo expresado en el apartado anterior, en algunos sectores más politizados –periodistas, militantes, encuestadores, cientistas sociales y políticos- estas PASO han despertado algún interés. En estos círculos las discusiones giran en torno al resultado en la provincia de Buenos Aires (el resto del país importa poco y nada, por lo general), y más específicamente sobre el desempeño que tendrán los candidatos del gobierno frente a Cristina Fernández. Hay cierta expectativa por constatar el nivel de convocatoria electoral de la ex mandataria, la cual, astutamente, ha diseñado una campaña de escasísima exposición pública –no ha dado casi entrevistas a periodistas- suponiendo que una mayor exposición derivaría en la posibilidad de más críticas acerca de su pasada administración. En este sentido el oficialismo  alerta que el triunfo de CFK sería una potencial amenaza, ya que su cercanía con el poder –sostiene sin dar mayores pruebas- dificultaría la llegada de inversiones desde el extranjero. Y elevando la apuesta los oficialistas proclaman que con Fernández “estuvimos a punto de ser Venezuela”. Aluden con ello a la crítica situación existente en el país hermano, en el que han sido denunciadas violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno de Nicolás Maduro por organismos internacionales como Amnistía y Human Rights Wacht y locales como el CELS (http://www.cels.org.ar/web/2017/08/crisis-de-derechos-humanos-en-venezuela/).

De todos modos, la campaña oficialista del miedo no evitará una derrota de Cambiemos. Primero, porque en las PASO y en las elecciones legislativas no se elige un gobierno sino que se elige una oposición. Es decir, quién se le opondrá al gobierno y lo obligará a hacer cambios. De allí que raramente un oficialismo gana estas elecciones. Segundo, y relacionado con lo dicho en el apartado previo, más tarde o más temprano los gobiernos terminan desencantando a sus votantes y defraudando sus expectativas. Y el gobierno de Macri no ha sido la excepción, todo lo contrario: estructuralmente el país sigue siendo el mismo. La única diferencia con respecto al gobierno anterior es que los grupos empresariales favorecidos por la política económica actual son distintos. Y tercero, los candidatos de Cambiemos tienen cero carisma al lado de CFK, y ya es sabida la importancia de la imagen del político/a a la hora de votar. González y Bullrich son dos desangelados que se presentan a las entrevistas con la gobernadora Vidal, quien con su onda Heidi, trata de insuflarles un poco de vida.

La única duda reside en el grado de desencantamiento producido por el gobierno -algunas encuestas han registrado un voto favorable aún en aquellxs que admitieron sentirse defraudados por estos dos años de gestión-. O dicho de otra forma, hasta cuándo le van a “perdonar la vida”. Y en esta situación la figura y el recuerdo de Cristina Fernández tiene mucha incidencia. Esto, claro, en los sectores medios. En las capas más pobres de la sociedad –en la que CFK  ganará con amplitud- los reclamos por alimentos, mejores sueldos, viviendas, tierras, etc., son urgentes y cotidianos. Como parte de la campaña electoral, el gobierno ha decidido aplicar la mano dura cuando estos reclamos se trastocan en cortes de calles o de rutas. En este sentido preocupa la desaparición del joven artesano Santiago Maldonado, quien una semana atrás participó de un corte de la ruta 40, en Chubut, junto a  integrantes de la comunidad mapuche en Vuelta del Río, que fue “evacuado” por Gendarmería. Según los mapuches, Maldonado fue secuestrado por los gendarmes, pero las autoridades judiciales y policiales lo niegan. Como sea, su desaparición es muy grave y preocupante. En lo político es una brasa demasiado caliente para un gobierno que proclamó “la revolución de la alegría”.

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