7 de abril de 2010

Salvar los bosques para salvar el clima

DEFORESTACIÓN Y CAMBIO CLIMÁTICO

La deforestación y degradación de los bosques constituyen una de las mayores amenazas para el equilibrio ecológico de todo el planeta, al que hemos colocado en un verdadero estado de emergencia por el calentamiento global.

Por Hernán L. Giardini


Los beneficios ambientales que nos brindan los bosques resultan esenciales: concentran más de la mitad de la biodiversidad del planeta, juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos, y de ellos obtenemos bienes y servicios indispensables para nuestra supervivencia, como alimentos, maderas y medicinas.

Los bosques tienen además otros beneficios intangibles, como su contribución a la diversificación y belleza del paisaje y la defensa de la identidad cultural de los pueblos que los ocupan y de ellos dependen. Se calcula que alrededor de 1.600 millones de personas en todo el mundo dependen de los recursos forestales para su subsistencia.

A pesar de su reconocida importancia, el bosque es uno de los recursos más amenazados y depredados por la mano del hombre: mientras que hace unos diez mil años la mitad de la superficie terrestre mundial estaba cubierta por bosques nativos, en la actualidad éstos sólo representan alrededor del 30% del planeta, menos de 4.000 millones de hectáreas, de las cuales sólo el 9% se encuentran protegidas.

Lamentablemente la deforestación no sólo ha aumentado significativamente, sino que, además, ha dejado de ser patrimonio del hemisferio norte para pasar a ser un fenómeno concentrado en el hemisferio sur.

En la actualidad desparecen aproximadamente 13 millones de hectáreas al año, un área similar al tamaño de la provincia argentina de Santiago del Estero.


Principales causas y consecuencias de la deforestación

A lo largo de los años se ha señalado a la expansión agrícola como factor común en casi todos los estudios sobre las principales causas de la deforestación. De hecho, gran parte del aumento de la producción de alimentos se ha llevado a cabo a costa de centenares de millones de hectáreas de bosque.

Cada vez más bosques y selvas tropicales son convertidos en campos de soja en Sudamérica o en aceite de palma en Indonesia para su posterior exportación, por el alto precio que tienen en el mercado internacional de granos.

La deforestación afecta directamente sobre la rica flora y fauna que poseen los bosques y selvas, provocando desequilibrios ecológicos en los ecosistemas y poniendo a miles de especies al borde de la desaparición.

Por otra parte, la conversión de bosques y selvas a otros usos del suelo trae consigo un importante impacto social, puesto que miles de comunidades locales y pueblos indígenas dependen de ellos para subsistir.

En ese sentido, la desertificación constituye uno de los procesos mundiales más alarmantes de degradación ambiental, ya que hace que disminuya la productividad biológica y económica de las tierras y tiene efectos negativos en ríos, lagos, acuíferos e infraestructuras.


Los bosques y el calentamiento global

Desde los albores del siglo XX la temperatura media de la superficie terrestre ha aumentado aproximadamente en 0,8°C. Sin embargo, ese aumento no ha sido continuo. En los últimos 50 años, la tendencia media del calentamiento (0,13°C por decenio) es casi el doble de la observada en los últimos 100 años.


Un parámetro de lo que está sucediendo puede observarse en un gráfico recientemente publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) que muestra la evolución de las temperatura promedio global. Se puede ver que los últimos diez años han sido los más cálidos desde que existen registros instrumentales y respecto a las temperaturas inferidas del pasado.

El calentamiento del sistema climático resulta evidente, como se desprende inequívocamente de los incrementos observados en las temperaturas medias mundiales del aire y los océanos, del derretimiento generalizado de la nieve y el hielo y del aumento a escala mundial del nivel medio del mar.

A nivel global, la deforestación resulta un aporte significativo al cambio climático, ya que es responsable de cerca del 20% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, lo que representa una proporción mayor a la causada por las emisiones de todo el sector mundial de transporte.

Aunque las negociaciones sobre el cambio climático han tendido a centrarse en las emisiones de gases de efecto invernadero en países industrializados, actualmente la atención también se dirige a los países en desarrollo, cuyas emisiones son considerables y cada vez mayores. La atención se centra especialmente en la función que desempeña la deforestación, que causa el 35% de las emisiones en los países en desarrollo y el 65% en los países menos desarrollados.

El mundo ya está padeciendo las consecuencias del cambio climático: retroceso de los glaciares, inundaciones, sequías y tormentas devastadoras se están sufriendo en numerosos lugares del mundo.

Ante este estado de situación, resulta evidente que la deforestación y degradación de las masas forestales constituyen una de las mayores amenazas para el equilibrio ecológico de todo el planeta, al que hemos colocado en un verdadero estado de emergencia por el calentamiento global.

Es por ello que resulta urgente tomar medidas para avanzar rápidamente en la conservación y el uso sustentable de los bosques, y así contribuir de manera importante a preservar su rica biodiversidad y mitigar el cambio climático.




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