10 de noviembre de 2016

Fuego: la principal amenaza de los bosques andino patagónicos

NATURALES, ACCIDENTALES E INTENCIONALES 


Los bosques andino patagónicos constituyen una de las últimas reservas mundiales de bosques templados con poca alteración antrópica y valiosa biodiversidad, y son uno de los biomas argentinos mejores conservados. Sin embargo, se encuentran cada vez más amenazados por los incendios forestales (naturales, accidentales e intencionales). Existe mucha preocupación por lo que pueda suceder en la próxima temporada estival, dado que se esperan altas temperaturas y el otoño e invierno pasado las precipitaciones fueron muy bajas.

Por Hernán Giardini (desde Río Negro) 



Su superficie actual es de aproximadamente 1.800.000 hectáreas. La ecorregión se inicia en el norte de la provincia de Neuquén, prolongándose 2.088 kilómetros hasta la provincia de Tierra del Fuego. Tiene un ancho máximo de 226 kilómetros de este a oeste, que en algunas ocasiones puede interrumpirse por la estepa patagónica.

En su mayor parte los bosques andino patagónicos están formados por un número limitado de especies que, aún cuando cambian a lo largo de sus diferentes sectores, cumplen un rol ecológico similar para los animales. De allí que, si bien la flora presenta variaciones, la fauna es bastante parecida en toda la extensión de la región.

Se distinguen cuatro distritos, cada uno de ellos con características peculiares y especies propias que los diferencian, aunque las transiciones son muy paulatinas:

• El distrito del Pehuén se caracteriza por los bosques de pehuén, que se forman puros y extensos entre los 900 y 1.800 metros de altitud, y por bosques ralos mezclados con especies como la lenga, el coihue, el ñire, el roble pellín, el raulí, la caña coligüe y el ciprés.

• El distrito del Bosque Caducifolio está conformado principalmente por tres especies arbóreas: el ñire, generalmente en lugares bajos y húmedos; la lenga, que es la más tolerante al frío y crece hasta los 1.800 metros de altura; y el ciprés, que sólo se encuentra en el norte. También existen bosques de raulí y roble pellín, y bosques de coníferas.

• El distrito Valdiviano es el más húmedo, superando los 4.000 mm de precipitación anual. Sus especies características son el cohiue y el alerce; y existen numerosas enredaderas que le dan un aspecto selvático. La lenga y el arrayán aparecen en ciertos puntos del distrito.

• El distrito Magallanes es más frío, seco y florísticamente más pobre que el Valdiviano, con predominio de bosques siempre verdes. Sus árboles característicos son el guindo, el canelo y el maitén.

La fauna presenta una destacada homogeneidad, debido a que las variaciones de una zona a otra no revisten por lo general gran importancia. Entre los mamíferos sobresalen el huemul, el pudú, el huillín, el hurón menor, el zorrino patagónico y el monito del bosque. Los predadores mayores son el puma, el zorro colorado, el zorro gris patagónico y el gato huiña; y los roedores son abundantes y numerosos. Entre la vasta cantidad de aves se distinguen el cóndor, el águila mora, el cisne de cuello negro, el pájaro carpintero gigante, y el picaflor rubí.

Los incendios forestales son la principal fuente de degradación y deforestación de los bosques andino patagónicos.

En 2007 la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación advirtió que “las estadísticas de esta última década muestran una fuerte componente de la actitud humana, ya que es principalmente alrededor de los centros urbanos en que se observan la mayor cantidad de eventos de incendios. Las causas varían desde el juego de niños, accidentes, negligencias, hasta una marcada intencionalidad en la que se mezclan las necesidades de leña de los sectores de menos recursos económicos, las diferencias políticas, los problemas de relación entre pandillas y policías, y los conflictos generados por la tenencia de la tierra. (…) El avance de la ciudad por sobre el bosque ha incrementado el problema ya que se ha sumado el tema de los incendios de interfase”.

Por su parte, en septiembre de 2015 un informe oficial señaló que el área afectada en las últimas trece temporadas de incendios en la provincia de Chubut “se aproxima a las 87.000 hectáreas (de las cuales 65.000 corresponden al último decenio). Esta cifra representa un 9,6% de los bosques de la provincia”. Previo a la temporada 2014–2015, donde el fuego arrasó más de 40.000 hectáreas, “la superficie media anual afectada (período 2002–2014) era aproximadamente de 3.915 hectáreas”.

En cuanto a los grandes incendios forestales sufridos durante las temporadas 2013–2014 y 2014–2015 en Chubut, un estudio de Thomas Kitzberger, del Instituto de Investigaciones sobre Biodiversidad y Medio Ambiente (INIBIOMA), estimó que “el área quemada por incendios iniciados por rayos representó un 72,8% del área total quemada. Claramente los incendios por rayos tienden a producirse con mayor probabilidad en áreas remotas y de difícil acceso que los incendios generados por causas humanas, que se concentran, justamente cerca de sitios poblados, rutas y áreas de mayor acceso. Eso posiblemente determine que los incendios por rayo, al ser más dificultoso su combate inicial, tengan mayores probabilidades de convertirse en eventos extensos”.

Un informe de abril de 2015 del Nodo Regional Bosque Andino Patagónico del Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (CIEFAP), advirtió que en el verano 2014–2015 “observamos grandes parches de bosque que presentaban síntomas de secamiento” y que “en el Noroeste de la provincia de Chubut hay que sumar como situación propicia para la ocurrencia de incendios la floración de caña colihue ocurrida en 2013”; lo que sumado a “eventos fuertes del fenómeno climático como El Niño Oscilación Sur, que afectan al régimen de precipitaciones y temperaturas en la región, pueden generar situaciones extremadamente favorables para la ocurrencia de grandes incendios”.

Autoridades provinciales y nacionales afirmaron en los medios de comunicación que muchos de los incendios forestales de los últimos años fueron intencionales para  desarrollo inmobiliario y ganadero.

A pesar de esto, no hay informes oficiales o investigaciones que lo confirmen y, aún si se llegara a descubrir a los culpables, la legislación actual no penaliza la quema intencional de bosques nativos.

Resulta evidente que para este verano no será suficiente rezar que no se produzcan incendios forestales (como insólitamente afirmó el Ministro de Ambiente de la Nación, Sergio Bergman). El gobierno debe ampliar significativamente los fondos destinados a la prevención y lucha contra el fuego; y el Congreso de la Nación debe avanzar en el tratamiento del proyecto de ley Régimen Penal de Protección al Bosque Nativo, que castiga con prisión de 2 a 10 años y multa a quien “sin autorización, excediendo las que tuviere, violando las disposiciones legales o reglamentarias, o las órdenes legítimas de la autoridad, intencionalmente ocasionare el desmonte, incendio, cambio de uso de suelo o la destrucción de bosques nativos”.


Destruir bosques es un crimen.

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