1 de marzo de 2009

El retorno de la “naturaleza”

A PESAR DE QUE LOS FUNCIONARIOS PROVINCIALES Y NACIONALES LO NIEGUEN, LA DEFORESTACIÓN ES UNA DE LAS PRINCIPALES CAUSAS DE LA TRAGEDIA AMBIENTAL EN TARTAGAL

Para los funcionarios provinciales y nacionales el desastre ambiental en Tartagal fue un “desastre natural” que “no se pudo haber evitado”, y “la deforestación no tuvo nada que ver” ya que la responsable fue “la pobreza estructural”. Sin embargo, tres informes realizados por técnicos de la Universidad Nacional de Salta, la Dirección de Bosques de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y Greenpeace Argentina señalaban a la deforestación como una de las principales causas del desastre ambiental que sufriera Tartagal en 2006. En estos informes se advertía sobre la posibilidad de que esta situación volviera a suceder y se hacían recomendaciones para mitigarla.

Por Hernán L. Giardini


Llueve en Tartagal y alrededores. Los troncos bajan de las zonas altas arrastrados por las correntadas, destrozando casas, y todo lo que encuentran en su camino. Un puente de hierro del ferrocarril de casi cien metros es arrastrado por las aguas. De pronto, un aluvión de agua, troncos y barro cruza la ciudad, que queda sin luz e incomunicada.

Dos muertos y varios desaparecidos. Un espacio de unos casi mil metros en cada una de las márgenes del río Tartagal quedó totalmente inundado, afectando casi a media ciudad.

“Desastre natural”, “no se pudo haber evitado”, “la deforestación no tuvo nada que ver”, “fue la pobreza estructural”. Con estas palabras los funcionarios nacionales y provinciales explicaron las causas de que, luego de tres años, la tragedia ambiental se repitiese en Tartagal, pero esta vez con más fuerza… y muerte.

Sin embargo, tres informes realizados por técnicos de la Universidad Nacional de Salta, la Dirección de Bosques de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y Greenpeace Argentina señalaban a la deforestación como una de las principales causas del desastre ambiental que sufriera Tartagal en 2006. En estos informes se advertía sobre la posibilidad de que esta situación volviera a suceder y se hacían recomendaciones para mitigarla.

A continuación, un resumen de estos informes que las autoridades provinciales y nacionales no leyeron, o no tomaron en cuenta:


Bosques como reguladores hídricos

“La vegetación natural es esencial para mantener el control de agua y suelos local y regionalmente. Los bosques estabilizan el suelo, previniendo de esta forma los deslizamientos de tierras y preservando además las costas y las riberas. La falta de vegetación, conduce a la erosión que aumenta la cantidad de sedimento acumulado en las vías acuáticas locales (ríos y arroyos). En tierra, los sistemas de raíces de la vegetación natural, dirigen el movimiento vertical y horizontal de las aguas al aumentar la permeabilidad del suelo. Dado que el agua de lluvia se filtra en el suelo a mayores profundidades donde hay vegetación, el ritmo con el que el agua se escurre hacia la cuenca local está controlado. Como resultado de esto, los arroyos de la Selva de Yungas no se secan durante las sequías y las inundaciones se minimizan durante la época de lluvias. El servicio de control de inundaciones y corrientes que proporciona la vegetación es extremadamente importante en áreas subtropicales como las Yungas. Si el sistema natural no es alterado previene la erosión de los ríos, pendientes montañosas y llanuras inundables bajas, evitando así la pérdida de tierras y propiedades.” (1)

“Los bosques cumplen una importante función en el régimen hidrológico de los ríos. Su remoción o degradación provoca erosión del suelo y reduce la productividad, el régimen regular de las aguas se convierte en ciclos de inundaciones con períodos de sequía. La degradación de los suelos afecta la capacidad de infiltración y por ende la retención de humedad, lo que en términos hidrológicos significa aumento extraordinario del escurrimiento con incremento del pico de crecida estival y reducción de caudales durante la bajada invernal (estiaje), es decir, la cuenca reduce su capacidad de regulación del flujo de agua. Paralelamente, la mayor torrencialidad fluvial intensifica los movimientos en masa y el aporte de materiales clásticos desde la vertiente del bosque subtropical produciendo inundaciones y destrucción de infraestructura en las áreas urbanas y rurales situadas en el pie de monte. Por otra parte, el desequilibrio hidrológico se está traduciendo en un cambio acelerado en la morfología fluvial en los principales ríos que llegan a la llanura, lo que da una idea de la magnitud del disturbio ambiental y de la complejidad de su problemática. Sintetizando, con la degradación del suelo se reduce significativamente el tiempo de escurrimiento de la cuenca, transportando más rápidamente mayor caudal que en condiciones normales.” (2)

La incidencia de la deforestación

“La comparación de los parámetros estructurales analizados permite afirmar que el bosque ha incrementado su nivel de degradación con respecto a 1975. El análisis de la estructura actual del bosque permite suponer que existe un menor grado de cobertura arbórea por la extracción de los árboles de mayores dimensiones, con la consecuencia directa de una menor intercepción de agua por el dosel, que provoca un escurrimiento mayor y más rápido. El manejo no sustentable del recurso y la mala planificación del aprovechamiento pueden estar ocasionando alteraciones perjudiciales en el ciclo hidrológico de las cuencas en que se ubica, especialmente cuando se combinan con ciclos lluviosos excepcionalmente altos, pendientes pronunciadas y suelos fácilmente erosionables por su granulometría limosa.” (2)

“Una de las actividades dominantes en la cuenca alta es la petrolera, los impactos detectados y presentados a lo largo del presente estudio se concentran principalmente con la apertura de caminos y habilitación de tierras para obras y plataformas, y en menor magnitud derrames de hidrocarburos detectados en algunos sectores muy acotados. (…) La disección de laderas no estabilizadas, sin cobertura vegetal que evite i disminuya el poder erosivos de las lluvias, se traduce en fenómenos de erosión en masa, vinculados a deslizamientos de laderas; también son reiterados los procesos erosivos que culminan con la formación de cárcavas de magnitud considerables. A esta situación se suma el aprovechamiento forestal no planificado bajo pautas de manejo sustentable del bosque, donde esta actividad también presenta como uno de sus impactos más significativos la apertura de caminos vías de saca para extracción de rollos resultantes del aprovechamiento forestal. A sí mismo la ganadería extensiva tiene influencia directa en la disminución del sotobosque que protege los suelos del poder erosivo de las lluvias, y la constante compactación del mismo, no obstante en la cuenca alta esta actividad es reducida. En este contexto de variables y acciones acontecidas en la cuenca alta del río Tartagal, la situación resultante se debió a un conjunto de variables ambientales y antrópicas, que actuaron y se potenciaron resultando en procesos intensificados de erosión en los afluentes del río Tartagal de magnitud considerable como deslizamientos de ladera, coladas de barro, carcavamiento, erosión intensa y progresiva en el cauce y márgenes del mismo producto del incremento del caudal del río. La situación no difirió significativamente en la cuenca media del río Tartagal, donde si bien las características morfológicas de este sector de la cuenca pasan a ser menos condicionantes que en la cuenca alta, las actividades antrópicas son más intensas. (…) En conclusión, si bien las características ambientales de la cuenca del río Tartagal fueron favorables ante un evento extraordinario de precipitaciones para que resulte un evento con daños de magnitud incalculables, los efectos de las actividades antrópicas favorecieron aún más los eventos erosivos.” (3)

“En el caso del río Seco, cuya cuenca supera diez veces a la del río Tartagal, existe además una intensa actividad petrolera cuyos impactos son cuestionados negativamente por técnicos y pobladores de la zona. En relación a su incidencia en el aumento de la erosión, Greenpeace pudo constatar que existen picadas en las laderas que, con las altas precipitaciones, se convirtieron en cauces ocasionando aumento de cárcavas, a la vez que se observó la apertura de caminos en terrenos frágiles de las Yungas, que facilitan el furtivismo. (…) En la cuenca alta del río Tartagal hubo y hay tala: muy claramente se observan caminos madereros en las divisorias de agua, donde existe una alta pendiente (entre 20º y 45º).” (1)


Posibilidades de que vuelva a ocurrir y recomendaciones para evitarlo

“La vulnerabilidad de la cuenca del río Tartagal a nuevos eventos catastróficos es altamente probable que se repita, para evitar un nuevo evento catastrófico, no solo son necesarias obras civiles en el núcleo urbano de la ciudad de Tartagal y áreas periurbanas, deberán implementarse una secuencia de acciones interrelacionadas que permitan el ordenamiento territorial de la cuenca.” (3)

“Las funciones del bosque como protector de cuencas se alteran si éstos están degradados. La recuperación de la estructura climáxica o similar llevaría las funciones a los niveles anteriores a la degradación. (…) Para permitir la recuperación, debería fijarse una intensidad de extracción por especie que sea inferior a la tasa de crecimiento. (…) El aprovechamiento de madera debería planificarse desde el punto de vista de la protección de la cuenca hidrográfica. Es imperioso que las operaciones de la explotación maderera se ejecuten en tal manera que queden protegidos los lugares en que hay material en crecimiento programando las vías de saca de forma tal de evitar la erosión del suelo y no perjudicar la riqueza edáfica e hidrológica. La protección de los valores hidrológicos y edáficos para mantener las buenas condiciones de las cuencas hidrográficas, exige que todos los aprovechamientos de la tierra se planifiquen y ejecuten en tal forma que garanticen la mínima perturbación del suelo o alteración de las actuales condiciones hidrológicas.” (2)

“Evitar que llueva más no será posible, pero sí actuar para controlar las vías de acceso y la tala selectiva en las zonas de pendiente, detener el robo de madera de los cerros y aplicar una urgente moratoria a los desmontes de un mínimo de dos años para establecer un plan de ordenamiento territorial que no solo resguarde nuestros últimos bosques sino que arroje datos útiles de planificación para la producción agropecuaria y las urbanizaciones que permitirán en el futuro minimizar el impacto de niveles inusuales de precipitaciones que año tras año pueden volverse habituales debido al cambio climático.” (1)


Salta no es linda sin bosques

Lo cierto es que Salta es una de las provincias con mayores niveles de deforestación del país. Según datos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, entre 1998 y 2002 la superficie deforestada en la provincia fue de 194.389 hectáreas, mientras que entre 2002 y 2006 se duplicó la superficie desmontada, alcanzando las 414.934 hectáreas.

A pesar de esto, los desmontes en la provincia aumentaron considerablemente: durante 2007, en plena discusión parlamentaria de la Ley de Bosques, la provincia de Salta autorizó en forma especulativa el desmonte de más de cuatrocientas mil hectáreas, evitando la moratoria que la norma establece.

El nuevo gobernador, Juan Manuel Urtubey, al asumir prometió que “se acabó el festival del desmonte en la provincia”. Meses después convalidó los desmontes autorizados por su antecesor, Juan Carlos Romero.

El 17 de diciembre último la legislatura salteña aprobó una ley de ordenamiento territorial de los bosques nativos seriamente cuestionada por las comunidades indígenas y organizaciones campesinas y ambientalistas. Esta norma extiende por tres años los permisos de desmontes otorgados por la gestión anterior y establece un plazo de 60 días para que el poder ejecutivo provincial elabore el mapa de las zonas de “alto valor de conservación que no podrán transformarse”.

La situación en la provincia es tan grave que algunos de estos desmontes fueron suspendidos, en diciembre pasado, por la Corte Suprema de Justicia en de la Nación, tras un amparo presentado por comunidades indígenas.

En pocas semanas el Poder Ejecutivo provincial deberá presentar un mapa que determine qué zonas de bosques podrán explotarse y las que deberán protegerse.

Se espera que el mapa contemple las evaluaciones y las opiniones de la Universidad Nacional de Salta, de las organizaciones sociales, de los ambientalistas y de las comunidades campesinas e indígenas que habitan los bosques, que desde hace diez años reclaman el fin de los desmontes.

¿Tomará en serio los reclamos Urtubey?

¿O se convertirá en el nuevo Romero?

Notas:

1) “Incidencia de la deforestación en los recientes desbordes de ríos y arroyos en el norte de la provincia de Salta”, Greenpeace Argentina, abril de 2006. http://www.greenpeace.org/raw/content/argentina/bosques/incidencia-de-la-deforestaci-n.pdf

2) “Cambios estructurales en la Selva Tucumano Boliviana entre 1975 y 2000 en la zona de Tartagal”, Ingenieros Marcelo Brower y Eduardo Manghi, Dirección de Bosques, Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, junio de 2006. http://www.ambiente.gov.ar/archivos/web/UMSEF/File/cambios_stb_1975-2000_tartagal_umsef.pdf

3) “Análisis de la situación global del municipio de Tartagal, departamento San Martín. Diagnóstico y evaluación de la cuenca del río Tartagal y área de influencia. Municipalidad de Tartagal”, Ingenieros Claudio Marcelo Cabral y Gloria Plaza, Universidad Nacional de Salta, 2006. http://www.unsa.edu.ar/archivos/DiagnosticoEvaluacionCuencaRioTartagal.pdf

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1 comentario:

Anónimo dijo...

creoo q es demsiadoo lo q pasaron los salteños y hay q tener en cuenta la situacion de cada uno de ellos