8 de julio de 2014

Bahuen Hotel



PELIGRA UNA EMBLEMÁTICA EMPRESA RECUPERADA Y AUTOGESTIONADA POR SUS TRABAJADORES 

Después no digan que no avisé. El Bauen Hotel vive un momento crítico. No sólo eso: la suerte del hotel es un símbolo de lo que está pasando en el país en los últimos años, con la entrada de capitales de origen dudoso a través de maniobras oscuras que acompañan el fuerte crecimiento de la influencia del narcotráfico y los narcodólares en Sudamérica en general y en la Argentina en particular. 

Por Santiago O´Donnell 

El lujoso hotel del centro de Buenos Aires valuado en unos 20 millones de dólares, es manejado por una cooperativa de empleados desde que sus dueños lo abandonaron en plena crisis del 2001. Desde entonces el hotel convirtió en un ejemplo mundial de autogestión y recibió el apoyo de figuras internacionales como la fallecida ex primera dama francesa y activista Danielle Mitterand, el actual presidente boliviano Evo Morales y el semiólogo estadounidense Noam Chomsky.

Ahora los viejos dueños que habían abandonado el hotel quieren recuperarlo y hacerse cargo de la administración y poner fin a la autogestión. El grupo encabezado por el empresario Marcelo Iurcovich tiene un fallo judicial que lo reconoce como dueño del hotel y la policía está habilitada para avanzar con el desalojo. La jueza a cargo del caso, Paula Ualde, podría dar esa orden en cualquier momento.

La noticia me toca de cerca porque hace siete años publiqué una investigación periodística sobre las maniobras y los manejos del grupo económico que encabezan los viejos dueños del Bauen, el mismo grupo que hoy pretende recuperar el inmueble de la Avenida Callao y el negocio turístico que allí se explota.

La investigación encontró que el grupo económico era parte de un complejo entramado de empresas, algunas truchas, o fantasma, o con directorios compuestos por prestanombres, vinculadas a su vez con empresas off shore inscriptas en Uruguay por el estudio Posadas, Posadas & Vecino y la escribanía Etcheverrito, ambos vinculadas al lavado de dinero en el 2000 por el informe la Comisión Antimafia del Congreso argentino que presidió Elisa Carrió.

A esta telaraña empresaria se sumaba una estrecha relación entre los negocios de grupo Iurcovich con la hoy cerrada financiera Finvercon. Finvercon había sido comprada por el banco estadounidense Wells Fargo en 1997 y cerrada por el mismo banco pocos meses después , asumiendo una pérdida multimillonaria. Según pude averiguar, contadores vinculados a la financiera habían descubierto maniobras sospechosas entre la financiera y empresas y personas vinculadas a los viejos dueños del hotel, incluyendo préstamos abultados a una agencia de turismo propiedad del grupo Iurcovich,  que excedían por mucho el valor de la agencia. Cuando los contratados argentinos por Wells Fargo descubrieron que estas maniobras podrían estar vinculadas al lavado de dinero del narcotráfico con ramificaciones en Brasil, dieron un paso al costado. Entonces el Banco Wells Fargo contrató a la agencia de Paul Magallanes, un ex agente del FBI basado en Los Angeles, parta completar la investigación de las presuntas maniobras ilícitas. El informe de la agencia Magallanes, que no se hizo público, determinó la liquidación de Finvercon y la apurada salida del país de Wells Fargo.

Mi investigación también descubrió que el primer accionista del grupo que quiere recuperar el hotel bajo el sello Mercoteles, el gestor Juan Carlos Hernández, fue sancionado en el 2005 por la Inspección General de Justicia por representar a una off shore uruguaya inscripta en Chubut para eludir ventas inmobiliarias hechas en Buenos Aires. Como comprador de esos inmuebles figura el actual apoderado de Mercoteles, Gerardo Palomero, quien a su vez declaró a la IGJ que el histórico contador de los Iurcovich, Carlos Sterin, pagaba el alquiler en al menos dos de esos inmuebles. O sea, en una maniobra trucha sancionada por la IGJ, el dinero supuestamente iba y venía entre distintas personas vinculadas al grupo Iurcovich sin que las autoridades se enteraran porque las operaciones se triangulaban via Chubut.

Eso no es todo. Tal como publiqué en su momento, pude averiguar que el supuesto empresario que le habría comprado el hotel al grupo Iurcovich cuatro años antes de quebrar y cerrar el hotel, Félix Solari, reúne las características de un prestanombres, ya que no posee antecedentes en el rubro ni en ningún emprendimiento comparable a la compra de un hotel, ni estaría en condiciones de justificar de dónde sacó los cuatro millones de dólares con los que habría señado la compra del Bauen para hacerse cargo del negocio en 1997. Según el abogado de Solari, Gabriel Jaijel, citado en mi investigación, "Solari pasó de vivir en la suite principal de Bauen a un galpón prestado de un familiar en Avellaneda." Y de dueño de un hotel de lujo, Solari pasó a trabajar como empleado en una parrilla del centro de esta ciudad, añadió su abogado. Tampoco se entiende cómo hizo Mercoteles, con un capital declarado de 25,000 pesos-dólares al constituirse en el 2001, para comprar el Bauen cinco días después pagando 1.6 millones de la misma moneda.

En el 2012 la revista uruguaya Brecha vinculó a distintos miembros de Mercoteles con denuncias por lavado de dinero. Bajo el título "¿La cooperativa del Bauen en manos de lavadores uruguayos?" el texto señala que Marcelo Hilario Gardella, el primer presidente de Mercoteles, también fue investigado por lavado de dinero por la comisión antimafia del Congreso argentino. Además, una empleada del estudio Etcheverrito, Angela Díaz,  "integraba el directorio de First Investment, otra de las empresas ligadas a la triangulación de testaferros en torno al Bauen,"  informó Brecha. 

Como conté en el 2007, a lo largo de los años el grupo Iurcovich que reclama el Bauen ha contado con la protección de influyentes políticos, empezando por el intendente Cacciatore y el contraalmirante Lacoste en la época de la dictadura, quienes facilitaron un crédito del banco Banade para construir el hotel que aún permanece impago. Mi investigación descubrió distintas relaciones con las intendencia de Grosso y las jefaturas de gobierno de Ibarra, Telerman y De la Rua. A esto se suma que la actual apoderada de Mercoteles es comunera del PRO, el partido del actual jefe de gobierno Mauricio Macri.  Lo cual parecería explicar la aparente falta de entusiasmo por parte de la justicia para investigar todos las sospechas  de actividad ilícita que manchan la historia del hotel hasta su eventual vaciamiento.

En mi último libro, Politileaks, cito un cable de la embajada estadounidense que menciona cómo los argentinos "se encogen de hombros" ante el enriquecimiento desmedido de sus gobernantes, por una compra millonaria de dólares que hizo el entonces ex presidente Néstor Kirchner en el 2008, según él para comprar un hotel, hotel  que hoy está siendo investigado por presunto lavado de dinero a través de empresas controladas por el empresario socio del matrimonio Kirchner, Lázaro Báez. 

Entonces estamos todos avisados. Los argentinos tenemos a los gobernantes, a la justicia, a los empresarios, a los capitales y a los hoteles que toleramos. Los que aceptamos sin chistar aunque no gusten por miedo, desidia o conveniencia. Así será si nada cambia.

Es decir, autogestionado por sus empleados, respetado y querido en el mundo, o manejado por oscuros empresarios con protección de los políticos de turno, tendremos el Bauen que supimos conseguir, el que nos merecemos. 

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