7 de octubre de 2010

Brasil: Balance inicial de la primera vuelta

ELECCIONES PRESIDENCIALES: HABRÁ SEGUNDA VUELTA ENTRE DILMA ROUSSEF (47% DE LOS VOTOS) Y SERRA (33%)

La frustración vino de la expectativa creada por las encuestas de una eventual victoria en la primera vuelta para presidente. La votación de Marina ciertamente influenció. Pero también de los efectos de las campañas de difamación -sobre el aborto, lucha contra la dictadura, etc.- así como el efecto que el caso de Erenice tuvo efectivamente para disminuir el resultado final de Dilma.

Por Emir Sader (desde Brasil)


La izquierda registró el mejor resultado electoral de su historia: Dilma en primer lugar, gobernadores en Río Grande do Sul, Bahía, Pernambuco, Ceará, Espíritu Santo, Sergipe, Acre, y tiene buenas posibilidades tanto en el Distrito Federal como también en Pará, limpia impresionante y renovación con una gran bancada en el Senado, incremento de escaños en la Cámara.

La frustración vino de la expectativa creada por las encuestas de una eventual victoria en la primera vuelta para presidente. Un análisis más preciso es necesario, empezando por el altísimo número de abstenciones y también de los votos nulos y blancos que, sumados, superan un cuarto del electorado. Pero también de los efectos de las campañas de difamación – sobre el aborto, lucha contra la dictadura, etc.- así como el efecto que el caso de Erenice tuvo efectivamente para disminuir el resultado final de Dilma.

La votación de Marina ciertamente influenció. La lectura de ese electorado es compleja, ni de lejos se trata de una ola ecológica en Brasil –las otras votaciones de los verdes fueron insignificantes. Se habrían juntado varías cosas: desde votos verdes, izquierda light, hasta los votos anti-Dilma, votos desencantados con Serra, entre otros. Pero la alta votación de Marina requiere un análisis más preciso.

Para la segunda vuelta cuentan esos votos: más de la mitad concentrados en São Paulo, Rio de Janeiro y Minas Gerais, además del DF, donde ella quedó en primer lugar. Cualquiera que sea la decisión de apoyo en la segunda vuelta – la convocatoria de asambleas para definir debe confirmar la tendencia a la abstención, volviendo más difícil la operación política en la dirección de apoyar a Serra-, ese electorado se orientará, en gran medida, no por la decisión partidaria, quedando disponible para los otros candidatos. En 2006, ni el PSOL pudo conseguir que sus votos fueran a otros candidatos, desobedeciendo la orientación del voto en blanco.

Es una ilusión considerar que la segunda vuelta es otra elección. Es la continuación de la primera, en nuevas condiciones de bipolarización. La campaña debe ser dirigida directamente por Lula, debe estar centrada en la comparación de los gobiernos de Fernando Enrique Cardoso y de Lula, debe tener una estrategia específica para el electorado de Marina y debe multiplicar los comicios y otros actos de masa, una diferencia importante entre las dos candidaturas.

En 2006 la segunda vuelta fue muy importante para dar un carácter más definido a la polarización con respecto a los tucanos, lo mismo debe darse ahora. Que se multiplique la votación y la movilización, para volver aún más fuerte la victoria de Dilma. Ella es favorita, pero debemos estar precavidos de las maniobras de los adversarios, del uso de la prensa, de las campañas difamatorias.

Puede ser una segunda vuelta de polarización aún más clara, porque los debates diluían los temas, en la medida en que había un coro de 3 candidatos poniendo énfasis en las denuncias. No supimos colocar como agenda central el hecho de que Brasil, con Lula, se volvió menos injusto, menos desigual, y que ese es el camino central a seguir.

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