9 de octubre de 2014

La película que no pudieron borrar



“BORRANDO A PAPÁ” SORTEÓ LA CENSURA 

Finalmente se estrenó Borrando a papá. En Internet (por YouTube), en salas de cine (Espacio INCAA Km 3 - Arte Cinema - Salta 1620), y en centros culturales independientes. La censura (o los intentos de censura por parte de diputadas macristas y ONGs feministas alineadas al kirchnerismo) ya no pudieron con la película-documental que cuenta con apoyo del INCAA y que entre otras cosas revela que las nuevas políticas de género oficiales-imperiales están dañando a millones de familias en el mundo, tanto a niños y niñas, como a sus padres y madres, y hasta sus abuelos y abuelas, tíos y tías, primos y primas, hermanos y hermanas, etc. Provocando muchos más abusos psicoemocionales y físicos, a raíz del aumento multiplicado de falsas denuncias de género, que nunca son investigadas, bajo lo que vemos como una suerte de nueva dictadura, ya que hay una privatización y apropiación ilegítima de los hijos por parte de madres que se vuelven denunciantes falsas para obtener a cambio el respaldo del Estado, y sus fuerzas represivas -o de seguridad-, y así vengarse de sus exparejas, y en el camino dañando a los hijos de ambos.     

Por Xuan Pablo Gonzalez    

Esto es debido a la distorsión de leyes, ideas y conceptos, que son puestos en práctica con cierto orgullo o pedantería sádica: por parte de funcionarios, periodistas, asistentes sociales y psicólogos estatales o de ONGs de dudosa seriedad profesional, que abusan impunemente y continuamente, de malas praxis. Y que son respaldados por el Estado y por fondos privados de fundaciones con un pasado oscuro, y entre las que se han denunciado en otros medios a las de las poderosas familias Rockefeller y Ford, por ejemplo, que con sus fondos fueron capaces de apoyar crímenes de guerras, torturas y experimentos genéticos nazis, -como por ejemplo denuncia el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro Espejos-, y que casualmente también aportaron fondos para apoyar las últimas dictaduras militares sudamericanas (que incluyeron casualmente robos de niños). En Borrando a papá se llega a mencionar la posibilidad de algún tipo de “conspiración”, o con$pira$ión, detrás de estas masivas problemáticas familiares (filio-parentales) actuales, desencadenadas por las nuevas leyes neoliberales de género. Y citan a la especialista inglesa Erin Pizzey que ha dicho: “Pareciera como si hubiera una conspiración de silencio sobre las enormes cifras de la violencia ejercida por las mujeres”.  

De hecho para entender esta problemática debemos retrotraernos a las ideologías dialécticas comunistas-masónicas del siglo XIX, y citamos a Federico Engels con El origen de la familia, la propiedad y el Estado: allí dice que “El hombre es en la familia el burgués; la mujer representa en ella al proletariado”. De hecho en el Manifiesto Comunista, los masones Karl Marx y Engels hablan de “darle muerte” a “la burguesía” para instalar la “dictadura del proletariado”, y abogan por la “¡Abolición de la familia!”. O sea que en términos de género, el marxismo-hegeliano-masónico aboga por “darle muerte” a los hombres (como en el feminazi Manifiesto Scum de la norteamericana Valerie Solanas, que intentó matar al artista pop gay Andy Warhol), y en términos familiares: darle muerte a los padres. Borrarlos, borrarnos, (Borrando a papá), e instalar una dictadura de la mujer, de las madres. Lo curioso es que ni estamos en un comunismo, y que la “dictadura de la mujer” promovida por los grandes ideólogos del comunismo, está bajo la protección del Papá Estado, en estados capitalistas posmodernos neoliberales, solventados por capitales privados del Imperialismo norteamericano y transnacional, en un neopatriarcado estatal como dice hoy la anarquista española María del Prado Esteban Diezma: “De la misma manera que los nazis usaron el sentimiento antijudío para constituir su base de masas instigando el odio irracional y alimentando el emocionalismo más exaltado, el prejuicio androfóbico está siendo utilizado hoy por el poder con la misma función… La ley al establecer la especial vulnerabilidad de las mujeres, su necesidad de excepcional protección hace gala de un machismo mostrenco pues sustituye la tutela marital que establecía el Código Civil… por la del Estado y sus instituciones y funcionarios, fundando de esta manera un neo-patriarcado estatal, que no solo las ‘ampara’, sino que hace recaer en ellas privilegios y ventajas innegables a cambio de la obligación de guardarle obediencia y servirle en todo… el poder tiránico del Estado se presenta como salvador aportando lo que le es más propio, la organización de la violencia institucionalizada. Quebrados los lazos interhumanos, la policía y los ejércitos aparecen como garantes de la civilización”. Y entonces así como la dialéctica marxista-hegeliana-masónica propone un capitalismo vs. comunismo, también propone un machismo vs. feminismo, para mantenernos desunidos y dominados en este siglo XXI (el tres veces presidente democrático Juan Domingo Perón en La Hora de los Pueblos (1968), denunció que el “neocolonialismo imperialista” era el mismo: “ya sea bajo la hoz y el martillo como bajo las barras y las estrellas”. Ambos constituyen “la sinarquía internacional, de la que forman parte el capitalismo, el sionismo, el comunismo, la masonería y el clero tradicional, apoyados por los cipayos”  escribió Perón). 

Y la película Borrando a papá pasa revista de que el tema de la obstrucción de vínculos, tras separaciones y divorcios, termina siendo alienante primero para los niños, y después para su padre y su madre, antes que nada. Y esto no es porque las separaciones y divorcios “conflictivos” sean los culpables, sino porque hay leyes que son incumplidas (la Ley 24.270 de impedimento de contacto, por ejemplo), hay profesionales académicos que representan a la justicia y a la psicología de género que son pedófilos perversos y sádicos (como el caso de Jorge Corsi, también denunciado en la película, que fue parte de la dictadura militar de Videla, y condenado recientemente por la misma justicia), y hay ineficiencia y burocracia estatal, falta de voluntad, y una fría mecanicidad para complicar en vez de resolver cuestiones familiares que son emocionales y delicadas, que perturban y trauman a los seres más indefensos de nuestras sociedades humanas: los niños y las niñas: nuestro propios hijos e hijas. Y éste no es un tema o problemática nacional, sino transnacional: lo mismo pasa en Chile, en Uruguay, en México, en EEUU, en Alemania, en España, en Inglaterra, en Francia y en muchos países, la mayoría (sino todos) de los países capitalistas del mundo, como muestra Borrando a papá.   

De hecho llama la atención que los grandes directores de cine de nuestro tiempo, y citamos ejemplos como el español Alex De La Iglesia (con su película Las Brujas de Zugarramurdi), y el norteamericano Woody Allen (con Deconstruyendo a Harry),  nos muestran casos de padres que terminan siendo acusados del “secuestro” de sus propios hijos porque sus exmujeres no les permiten verlos -y los amenazan o denuncian falsamente con la policía (el Papá Estado)-, ni relacionarse con ellos, y los niños son usados de rehenes y maltratados psicológica y a veces físicamente por sus propias madres, hasta el punto del asesinato como nos recuerda Borrando a papá, -y el sonado caso de una mujer brasilera que mató a su propio hijo para “vengarse” de su exmarido argentino-. Y todas estas películas, ficciones y documentales, están basadas en realidades mundiales donde los hombres que somos padres somos culpables de todo tipo de barbaridades por el sólo hecho de haber nacido hombres y haber tenido, querido y amado a nuestros hijos, más que nada en el mundo, aún después de la separación de nuestras exparejas, que elegimos para formar una familia, y por A o B no pudo prosperar. Al menos unida, ya que Borrando a papá también nos muestra la alternativa y la solución eficaz, rápida y menos conflictiva y traumática para todo el grupo familiar ante una separación: la tenencia compartida, esto es que los hijos puedan compartir la mitad del tiempo con su madre tanto como con su padre, aún estando separados o divorciados. Y las nuevas políticas de tenencia compartida sí son justamente “igualitarias”: no hay privilegios “especiales” ahí: o todos son privilegiados porque pueden compartir libremente su amor filial: hijos, padres y madres, abuelos y abuelas, etc. No hay feminismo-matriarcal (la madre vale más que el padre) ni machismo-patriarcal (el padre vale más que la madre): ahí sí hay una correcta igualdad de derechos de género. Mitad y mitad. Una tercera alternativa ante la obsoleta y reaccionaria dialéctica machista-feminista, que vimos tiene un mismo origen capitalista-comunista.

El hecho es que hay abusivos profesionales de la psiquis, asistentes sociales, abogados y jueces, que hacen lo imposible para que los padres separados seamos “desaparecidos” para nuestros propios hijos: “huérfanos de padres vivos”, eso nos muestra Borrando a papá. Y lo que nos muestran estas otras películas citadas antes, es que un padre puede desesperarse ante tanta abusiva y absurda injusticia, por no poder estar con sus hijos que son lo que más ama, y ser capaz de hacer “locuras”: locuras como encadenarse a un juzgado, disfrazarse de superhéroes y subirse a monumentos, trepar puentes y colgar carteles pidiendo un poco de justicia, etc. como también muestra Borrando a Papá, en casos reales, concretos, actuales, mundiales. No violentos. 

En estos últimos meses las directoras (Ginger Gentile y Sandra Fernández Ferreira) y el productor (Gabriel Balanovsky) de la película han desfilado por distintas radios, canales de televisión, diarios y revistas, denunciando que hay todo una “industria” que se beneficia económicamente, detrás de todas estas historias familiares: familias que son destruidas no por la falta de amor de los padres y los hijos, sino por una ideología de género fascistoide (feminazis llaman algunos a las y los feministas alineados a estas nuevas “dictaduras” sexistas perversas, como recuerda Borrando a papá), que ante una separación agudiza la victimización de las mujeres-madres-volviéndolas victimarias, demoniza a los hombres-padres-volviéndolos víctimas, y desprotege y daña aún más a los niños-hijos-volviéndolos supervíctimas por excelencia. Y que aumenta la intraviolencia familiar en vez de disminuirla, como muestran las estadísticas del mundo. Ideologías de género que como la mayoría de ideologías que conocemos y aplicamos sin estudiarlas demasiado –o al menos hacen eso nuestros representantes-, son foráneas: vienen del Norte, de EEUU o de Europa, de los centros de poder mundiales de los últimos, al menos 200 años. Y “No es cierto que la ideología de género pretenda ayudar a la mujer… pues no reconoce a la mujer”, dicen las propias mujeres independientes, como desde nuestra tierra sudamericana afirma Beatriz Eugenia Campillo Vélez. (Y recordemos que las directoras de Borrando a papá llegaron a ser amenazadas y difamadas antes del estreno de la película, por sus varios censuradores feminazis). 

Ideologías de género que acá en Suramérica son neocolonizantes, y que en EEUU (imperio militar actual, que bombardea e invade países del mundo como parte de sus hábitos cotidianos, una idiosincrasia que la vuelven la nación con más gente armada y más presos en el mundo, la más violenta, la que produce y vende más armas, y las usa, la que consume más drogas ilegales y legales, la más hipócrita y corrupta de las naciones, que más bases militares tiene en el mundo: más de mil, y la que armó el Plan Cóndor y las dictaduras militares neoliberales, etc., y que con el FMI y fondos buitres, etc. aplica extorsiones y un “terrorismo” económico, como dijo la misma presidenta Cristina Fernández de Kirchner, etc.) se aplican de igual manera. Cuando el personaje de Woody Allen es arrestado en su propia película dice algo de que: “Es su hijo, y ¿cómo si es el padre va a secuestrar a su hijo?”. Cuando sólo se lo había llevado unas horas para que el niño viera que el padre era premiado en una Universidad, ante la negativa de su exmujer a cambiar el día de sus “visitas paternas”. Allen hace una parodia del hecho, satiriza el absurdo y la injusticia de las leyes y la realidad, como hace De La Iglesia: su personaje, disfrazado del “Cristo” crucificado, también “secuestra” a su hijo, por que su exmujer le restringe la relación con el niño, cuando éste prefiere estar con el padre que con la madre. De La Iglesia va con su sátira más lejos que Allen, recrea y subvierte aún más la realidad metiéndose con la brujería, las fuerzas oscuras, y el poder y la realidad de los mitos arcaicos. Y en estas películas los villanos son los jueces, abogados y la maquinaria “infernal” de un sistema judicial  desigual, injusto, para todos.  Y Borrando a papá entronca entonces con estas geniales y graciosas ficciones, pero desde el lado documental, denunciando valiente y abiertamente algunos personajes reales de carne y hueso, enquistados en posiciones de poder en medios televisivos estatales o instituciones judiciales y psicológicas corruptas, en este nuestro país que llamamos Argentina.   

Borrando a papá nos muestra una realidad más desnuda, dramática y local, tanguera en cierto punto (y tangueros son los Padres del Obelisco, que también reclaman por sus hijos “secuestrados” por sus madres-y-el Papá Estado, y que en cierta forma y en pleno centro porteño recrearon y reactualizaron simbólicamente la lucha de Madres de Plaza de Mayo) desde el dolor que provocan en los hombres-padres, tantas irregularidades y yerros que llegan a ser disparatados. Porque como dijo por otro lado Susana Trimarco, la madre de Marita Verón, secuestrada por una red mafiosa y poderosa de trata de personas, que es protegida por el mismo poder judicial que el que denuncia Borrando a Papá: “Desgraciadamente la justicia que tenemos es una justicia que hace injusticias” (Trimarco). 

Para cambiar la realidad primero hay que tomar conciencia de la misma: y esta película es un espejo de una realidad oculta, que no por nada, quisieron censurarla, mantenerla oculta: y generó tanto revuelo y cosechó tantos enemigos antes de su estreno, en pocos meses. Enemigos que desde el prejuicio, o desde el verse desnudados y exhibidos en su abominable corrupción ante el gran público, trataron de tapar la luz: la luz de cientos y miles y millones de historias de amor truncadas que esperan una justicia eficaz y real, que vele por la salud integral de nuestros hijos e hijas de una vez. La película está estrenada, y todos y todas podemos verla. En el cine, en espacios culturales independientes, o por la red virtual de Internet, en la página de Borrando a papá 

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