9 de abril de 2012

El enemigo interno

ARGENTINA: EL EXTRAÑO CASO DE UN GOBIERNO QUE SE BUSCA SOLO LOS PROBLEMAS

Los primeros meses de los dos gobiernos de Cristina Fernández han sido difíciles. Sin embargo en ambos casos las dificultades no han provenido ni provienen de factores incontrolables, ni de opositores aguerridos ni de “enemigos” del país: fueron y son el fruto de decisiones de la propia Presidenta. ¿Qué lleva a Cristina Fernández a crear conflictos allí donde no los había?

Por Marcelo R. Pereyra


SENTIMIENTOS ARMAMENTISTAS

En marzo de 2008, a sólo tres meses de su primera asunción, la Presidenta Cristina Fernández decidió implementar la tristemente célebre resolución 125 que disponía un sustancial incremento a las retenciones a la exportación de cereales. Se recordará que aquella medida desató lo que un diario llamó “la guerra gaucha”, aquella movilización de organizaciones empresariales agropecuarias que durante cuatro meses “combatió” con fiereza la decisión gubernamental. Fernández perdió la última y decisiva “batalla” del “conflicto con el campo” cuando su vicepresidente, el inefable Julio Cobos, votó en contra en el Senado, aunque aquel revés le permitió encontrar un nuevo “enemigo” hacia el cual dirigir sus “cañonazos”: el grupo Clarín. De esta otra “guerra” no puede decirse, hasta el momento, que la Presidenta haya salido triunfadora, pues en lo material el multimedios no se ha visto seriamente perjudicado por toda la gruesa “munición” que le disparó el gobierno, que incluye la ley de Servicios Audiovisuales. Presentada por el gobierno y sus acólitos como una ley revolucionaria que transformaría radicalmente la radiodifusión argentina, a tres años de su sanción la tele y la radio son las mismas de siempre: no hay “nuevas voces”, no hay “pluralidad informativa”. Lo que sí hay de nuevo es la conformación de una cadena de medios paraoficiales que tiene como función principal pegarle palos a todo aquel que ose criticar al gobierno. La victoria de Fernández en todo caso ha sido más bien simbólica porque, sin que haya sido su expresa intención, generó y genera un constante debate acerca de la relación entre los medios de comunicación y el poder político.


PLATA O MIERDA

En el presente, apenas disipada la euforia por su reelección, Fernández también afronta aprietos varios. La necesidad de “hacer caja” para poder seguir pagando la ilegal deuda externa, y/o para poder seguir premiando y castigando económicamente a amigos y enemigos, llevó al gobierno a tomar polémicas medidas. Así por ejemplo se anuncio la quita de los subsidios a los servicios públicos, aunque luego la decisión quedó congelada cuando desde el gobierno advirtieron que por su impopularidad generaría más perjuicios que beneficios. Para colmo, la llamada “tragedia” en la estación de trenes de Once vino a poner en cuestión toda la política de subsidios a los transportes públicos implementada por el kirchnerismo, donde ya es sabido desde hace tiempo que hay empresarios amigos que saltan de contentos. Entonces se decidió lo de poder meter mano libremente en las reservas que atesora el Banco Central.

Paralelamente se implementó un plan para restringir las importaciones y estimular las exportaciones para poder equilibrar el déficit de la balanza comercial y así recaudar más derechos de exportación. Lo de las importaciones ha sido llevado a tales extremos que ha provocado disgustos en los gobiernos del Mercosur y de otras regiones del mundo, pero también empieza a generar problemas internos. Un ejecutivo de una empresa estadounidense de software y hardware le comentó a Contracultural que hace meses que no se les permite ingresar una sola notebook al país. Tampoco pueden importar repuestos para mantener en funcionamiento los sistemas operativos de sus grandes clientes (bancos, empresas de telefonía), lo que podría acarrear la caída de algunos de esos sistemas en las próximas semanas. Y agregó que cuando plantearon esta crítica situación en la Secretaría de Comercio se les indicó que deberían comenzar a fabricar sus productos y repuestos en el país. A la empresa le pareció razonable y se contactó con un fabricante radicado en Ushuaia, pero éste le manifestó que ya no tenía capacidad para fabricar nuevos equipos y que el gobierno sólo lo autorizaba a ampliarla si exportaba parte de su producción. Pero por la restricción argentina en las importaciones nadie en el exterior le quiere comprar. Desde este punto de vista parece haberse originado un círculo cerrado y vicioso.

En cuanto a estimular las exportaciones, la única alternativa concreta ha sido el viaje a Angola del secretario de Comercio junto con un numeroso grupo de empresarios. Uno de ellos relató a Contracultural divertidas anécdotas de esta particular aventura, pero no tuvo mucho más para decir: poco y nada sacó en limpio de ese viaje, pues ni él ni ninguno de sus colegas volvió con una promesa concreta de poder hacer negocios en el futuro inmediato con el país africano.

Fuera de estos avatares en el ámbito de le economía, es evidente que en el plano sociopolítico el gobierno tiene un enfoque distinto. Hay quienes hablan de “endurecimiento”, otros le dicen “derechización”. Ambos términos son discutibles, lo que no son discutibles son los hechos: ahora se acusa a los docentes que reclaman por su salario de ser unos vagos que tienen tres meses de vacaciones; ahora se acusa a los piquetereos que reclaman por planes de asistencia y trabajo de ser extorsionadores; ahora la Gendarmería espía a dirigentes gremiales y estudiantiles de izquierda; ahora se ha sancionado una ley “antiterrorista” con la finalidad de criminalizar la protesta. Y también ahora, como antes, no se le pone un límite a la actividad represiva criminal de las fuerzas de “seguridad”.


PATRIA O MUERTE

En lo específicamente político las operaciones gubernamentales tienen por estos días dos víctimas y dos escenarios principales. Las víctimas son el Lord Mayor de Buenos Aires y el jefe de la CGT. Los escenarios son YPF y Malvinas. A Macri le tiraron los subtes de la ciudad por la cabeza, pero sin los subsidios porque, como ya se dijo, esa platita se reserva para otra cosa. El alcalde, que tiene mucho de ingenuo, primero se entusiasmó, dijo a todo que sí y firmó un acta que terminó siendo una trampa de la que no sabe cómo salir. Pide a gritos una entrevista con la Presidenta, pero ella está ocupada en otras cosas como por ejemplo intentar destronar a don Hugo Moyano, la segunda víctima, que ayer era un fiel aliado y hoy –por razones que aún se tratan de establecer- es un archienemigo.

Otro que antes era amigo de la Casa Rosada K y ahora dejo de serlo es Enrique Eskenazi, el vicepresidente de YPF. De pronto, después de muchos años de ser el socio de la petrolera española Repsol gracias a la mediación de Néstor Kirchner, se descubrió que la empresa no explora ni produce como debería ser y entonces algunos de los muchachos más revoltosos del gobierno están amenazando con su reestatización. El brote nacionalista se vio reforzado con la recordación de los treinta años del intento de recuperación de las Malvinas. La ocasión fue propicia para que la Presidenta reflotara un discurso patriotero y arcaico con el que quiso colocarse como primera defensora de los derechos argentinos sobre esas islas. Si bien no hizo más que lanzarles un par de brulotes verbales a los ingleses, la cuestión no deja de ser delicada porque nunca falta ningún estúpido ansioso, o interesado, por empezar a tirar tiros.

En todos los casos, estas operaciones no están dándole buenos resultados positivos a la Presidenta. Más bien lo contrario. La disputa con Macri, que por momentos tiene ribetes tragicómicos, los perjudica a los dos: ambos están perdiendo credibilidad entre aquellos usuarios del subte que no están decididamente alineados ni con la una ni con el otro, y que lo único que quieren es viajar tranquilos, confortables y seguros. Ni qué decir del resto de los habitantes de la Argentina a los que les parece que hay cosas mucho más importantes para discutir. Peleándose con Moyano la Presidenta trata de colocar en la CGT un cacique que le sea incondicional, especialmente por si los nubarrones de la situación económica se transforman en tormentas y aumenta la conflictividad gremial. Pero por otro lado, al enfrentarse con don Hugo se arriesga a transformarlo en el principal líder de la oposición, quien además conserva intacta su capacidad de movilización de masas. El ataque sobre YPF, junto con el cierre casi total de las importaciones, sólo ha conseguido despertar el mal humor de gobiernos amigos y de los otros que negocian con la Argentina. Por ahora, este mal humor sólo se ha evidenciado en declaraciones y amenazas. Tampoco las bravatas sobre Malvinas han caído bien, sobre todo en EE. UU. e Inglaterra. Aunque la reivindicación por las islas es justa, los modos empleados no han sido los mejores para intentar abrir una negociación bajo la tutela de las Naciones Unidas.

Lo interesante es que todas las iniciativas –atacar a Macri y a Moyano, meterse con YPF y sobreactuar la recordación de lo sucedido en Malvinas- tienen como único origen el mismo gobierno. Si, como aquí se sostiene, son más negativas que positivas esto es exclusiva culpa de la Presidenta que fue quien las ideó y puso en práctica. La pregunta es por qué creó frentes de confrontación donde no los había: ¿Mala información? ¿Soberbia? ¿Errores políticos? ¿O simplemente un modo particular de gestionar el poder?

Quizás en los próximos meses estas preguntas encuentren su respuesta, pero muchas veces da la sensación que el peor enemigo del gobierno es él mismo.


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Medios (conta)minados

LA CAMPAÑA DE “DIFUSIÓN” DEL SECTOR MINERO Y LA SUGESTIVA DISMINUCIÓN DE LA COBERTURA MEDIÁTICA DE LAS PROTESTAS CONTRA LA MEGA MINERÍA

La férrea resistencia de los pueblos cordilleranos y organizaciones ambientalistas al avance de la mega minería a cielo abierto y su difusión en los medios masivos generó que una parte importante de la sociedad respalde su reclamo. Frente a esta situación, la Cámara Argentina de Empresarios Mineros lanzó una fuerte y costosa campaña de “difusión” en los medios en la que afirman que “no podemos vivir sin minería”. Casualmente, la protesta anti minera dejó de salir en la mayoría de los medios. Por su parte, el diario La Nación publicó una insólita editorial respaldando la actividad, descalificando a los ambientalistas y criticando la Ley de Glaciares. El mismo diario en noviembre de 2008 había publicado una editorial diametralmente opuesta.

Por Hernán L. Giardini


Tras un par de meses en los que muchos medios masivos difundieron las protestas de los pueblos cordilleranos y organizaciones ambientalistas contra el avance de la mega minería a cielo abierto, lo que visibilizó un conflicto de larga data y ayudó a que una parte importante de la sociedad apoye el reclamo, desde el sector minero contraatacaron con una costosa campaña publicitaria que inundó de avisos y auspicios varios programas (fundamentalmente políticos) de radio y televisión.

Casi simultáneamente, la protesta anti minera empezó a ocupar cada vez menos espacio en la agenda de la mayoría de los medios masivos.

El 21 de noviembre de 2008 el diario La Nación publicaba una editorial titulada “Sospechoso veto a la Ley de Glaciares”. En la misma criticaba duramente la decisión de la presidente Cristina Fernández de Kirchner de vetar dicha norma, y se afirmaba que “la iniciativa que aprobó el Congreso en su momento es el fruto de la incansable labor de expertos, organizaciones sociales, ecologistas y amantes de las montañas, todos preocupados por la reducción cada vez mayor de los glaciares en el país. (…) En años en los que la nieve que cae no es suficiente, los glaciares proveen el agua para mantener las actividades productivas, mientras que en años abundantes los glaciares recargan sus reservas para entregarlas cuando resultan necesarias. Y ésa es una de las funciones que la naturaleza les ha otorgado a los glaciares, que debido a este veto presidencial y a las actividades desenfrenadas del hombre, desaparecerán antes de lo que debería suceder. (…) La norma vetada impulsaba la creación del Inventario Nacional de Glaciares, que representan un 75 por ciento de la reserva hídrica de la Argentina. También impedía que en los hielos y en su entorno se realizaran actividades que pudieran afectar su condición natural, o que implicaran su destrucción o traslado, o interfirieran en su avance, como por ejemplo la exploración y explotación minera o petrolífera".

Pero sorprendentemente el diario cambió radicalmente de opinión sobre la importancia de esta norma. En una editorial publicada el 26 de marzo pasado, y titulada “Minería y medio ambiente”, se advierte que “ahora que empezamos a dar ingreso a la gran minería, se corre el riesgo de ahuyentar a quienes han venido a participar. Pareciera que el Gobierno ha entendido la cuestión. El veto inicial del Ejecutivo a una a ley de glaciares con aspectos excesivos debe ser ponderado, aunque no se discuta que haya que preservarlos”.

Sin embargo, en su editorial de 2008, La Nación consideraba que los argumentos esgrimidos por la presidente para vetar Ley de Glaciares eran “débiles”, y señalaba que “nuestra Presidenta reveló que su decisión obedecía a que la prohibición de actividades descriptas en la ley podría afectar el desarrollo económico de las provincias involucradas y que "resultaba excesivo prohibir la actividad de minería o perforación petrolera en los glaciares y en las llamadas áreas periglaciares que bordean los glaciares". Como ya es costumbre, la autoridad ambiental, más persuadida por las directivas de los Kirchner que por una sólida ponderación de los temas ambientales, parece amordazada o guarda silencio, demostrando lo que hemos resaltado en esta columna: el medio ambiente no es una preocupación sincera en nuestro país. Como en la mayoría de las cuestiones ambientales, estamos ahora frente a un tema de claras consecuencias transgeneracionales”.

Pero ahora, en su nueva editorial, La Nación relativiza la importancia de la cuestión ambiental: “La contaminación cero prácticamente no existe. Lo que hay son límites suficientemente estrictos como para que no se ponga en riesgo la naturaleza ni la salud humana. (…) La ingeniería existe y puede predecir si los procesos tecnológicos, industriales o mineros, respetarán los estándares de no contaminación. También se puede calcular el volumen de agua no restituible y decidir prioridades si ese elemento fuera escaso. La minería a cielo abierto no necesariamente difiere de las explotaciones en profundidad en cuanto al control ambiental. El uso de elementos como el cianuro admite un tratamiento suficiente como para no generar riesgo aguas abajo”.

Por si fuera poco, dedica algunos párrafos a descalificar a los ambientalistas: “En la resistencia ambientalista no dejan de observarse fuertes tonos emotivos que en muchos casos superan las fundamentaciones técnicas. No puede además dejar de advertirse la presencia de grupos ligados por un claro contenido ideológico, en general teñido de una visión anticapitalista. (…)Es importante informar a la sociedad con la mayor claridad. Las situaciones de pánico colectivo en las poblaciones cercanas no se resuelven con apelaciones emotivas ni con teorías conspirativas. Lo único que se logra de esa forma es dañar a los que se dice defender y afectar la economía y el bienestar de todos los argentinos”.

Además, recomienda a los ambientalistas que en lugar de preocuparse por la minería lo hagan por otros temas ambientales “como la contaminación hídrica en la región metropolitana de Buenos Aires, o el mal manejo de la basura y los desechos industriales en gran parte de las ciudades del país. Esto debe corregirse y es allí donde deben dirigirse los esfuerzos de los ambientalistas”.

Nótese que La Nación no nombra entre los principales problemas ambientales de nuestro país a la sojización y a los desmontes provocados por ésta. ¿Será porque ellos son parte del negocio?

Para finalizar, casualmente, esgrime los mismos argumentos falaces que difunde en sus avisos la Cámara Argentina de Empresarios Mineros: “Debe entenderse que si no existiera la minería, no dispondríamos de casi todos los bienes que utilizamos en nuestra vida diaria”.

Lo que no informa esta sentencia es que la mayoría de los proyectos mineros que son resistidos por los pueblos cordilleranos y organizaciones ambientalistas son para la extracción de oro, el cual se exporta casi en su totalidad.

Lo que tampoco informa esta sentencia es que más de la mitad del oro se utiliza para joyas y bienes suntuarios, que una parte importante está guardada en forma de lingotes en los bancos, y que muchos productos electrónicos contienen oro que podría reciclarse en lugar de tirarse a la basura.

El de La Nación es tan solo un ejemplo de cómo muchos medios de nuestro país ya están (conta)minados.

Mientras tanto, y aunque ahora la mayoría de los medios no lo difunda, en los pueblos cordilleranos de La Rioja, Catamarca, Río Negro y Chubut continúa la resistencia de los pueblos contra la mega minería a cielo abierto.



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Postales de la Cuarta Guerra Mundial (II)

UNA GUERRA CONTRA EL GÉNERO HUMANO

Guerrilleros, escritores, cineastas, analistas, periodistas, cardenales, militares, etc. coinciden en que estamos ya en la Cuarta Guerra Mundial. Todos hemos escuchado sobre la Primera Guerra Mundial (1914-1919, ocurrida principalmente en suelo europeo), y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945, que terminó con dos bombas atómicas yanquis sobre dos ciudades japonesas). La Tercera Guerra Mundial no llegó a ser la temida Guerra Nuclear, sino que fue la Guerra Fría, la Guerra debajo de otras guerras (Corea, Cuba, Vietnam, Malvinas, etc.), con fechas y escenarios a veces difusos (como las guerras contra la subversión en Latinoamérica). El hecho es que estamos en una nueva guerra mundial, con bombas, balazos, palos, piedras, muertos, presos políticos (“todo preso es político”, cantaban Los Redondos), consumismo, saqueos, invasiones, manipulaciones, esclavizaciones, narcotizaciones, etc. ¿Cuándo comenzó esta nueva guerra? Algunos dicen que con el supuesto “ataque terrorista” musulmán, o mejor dicho “el auto-atentado imperialista del 11 de septiembre en USA” (Illescas-Gonzáles), o sea con la caída de las torres gemelas en pleno corazón del Imperio, en el 2001. Otros hablan de la caída del muro de Berlín y del derrumbe económico de la Unión Soviética y los países socialistas del este, y otros hablan también de estallidos latinoamericanos como el Caracazo, en 1989, y la posterior insurrección maya-zapatista en México. Aunque en general todas las voces coinciden en algo: la Cuarta Guerra Mundial “ocupa toda la extensión del globo”. Y todos los frentes.


Por Xuan Pablo Gonzalez


Una guerra genética, transgénica, cancerígena y contaminante

Esta Cuarta Guerra también tiene lugar en nuestro estómago o segundo cerebro, mediante la alimentación o “manipulación transgénica”, ésto es el “consumo metabólico de sólidos transgénicos”, llenos de conservantes y “tratados hormonalmente” (Illescas-Gonzáles); “líquidos tratados industrialmente” como el flúor en el agua potable “que al acumularse en la glándula pineal inhibe ciertas funciones de desarrollo mental” -e incluso algunos hablaron de “pruebas del deterioro mental que provocan los elevados niveles de flúor en el agua potable” (Daniel Pinchbeck)-, además del plomo y otros metales pesados intoxicantes. “Los alimentos envasados hacen mal” dicen también los mapuches, que creen que “ésa es la causa de las enfermedades de la civilización” (José Meliñir).

En La descolonización en tiempos del Pachakutik, Graciela Mazorco Irureta, nos habla también de cómo esta guerra se pelea en nuestros estómagos, ya que “las transnacionales (Nestlé, Kraft, General Foods, Arcor, Danone y otras, en el nivel de la producción, y Carrefour, Walmart, Sainsbury, Jumbo, Makro y otros, en la distribución) que siguen colonizando no sólo tierras, territorios y recursos naturales, sino también los estómagos de las personas”. Y después agrega que: “Esta forma de recolonización desorganiza identidades y programa autómatas mediante la desestructuración biológica del individuo, al constreñirlos a consumir alimentos incompatibles con la salud y con la lucidez mental de las personas. Al respecto, la teoría del estómago como un segundo cerebro ya ha precisado la forma en que lo que metemos en el vientre determina comportamientos y emociones, condicionando nuestra lucidez u opacidad mental.”

Además tenemos los medicamentos y drogas del sistema, sean legales o ilegales, estimulantes y esclavizantes como los azúcares y el alcohol por ejemplo, adulterados con tóxicos venenosos como el cigarrillo, o como la cocaína y el paco, o sean ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos, etc. de farmacia; y los gases contaminados que respiramos a diario, las radiaciones cancerígenas de los celulares y otros artefactos tecnológicos, la contaminación minera, etc., el Imperio controla y debilita no sólo nuestros estómagos y cuerpos, sino también nuestros genes y nuestras mentes.

Por otro lado como dice Noam Chomsky: “Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos”.


Una guerra física-biológica de exterminio

Como ya dijimos al principio ésta es también una Guerra física, genocida y de exterminio que “presenta actividades diferentes destinadas a reducir las poblaciones de los países atacados, ya sea evitando los nacimientos, provocando muertes evitables, generando enfermedad y discapacidad en los pueblos del Tercer Mundo para lo cual desarrollan distintas estrategias”, como dice Moore.

Las villas y las favelas se convierten “en verdaderos campos de exterminio para la población pobre, en especial para los niños, privados de alimentos, educación, viviendas y condiciones sanitarias adecuadas” (Moore).

Ésta es también una Guerra Bacteriológica “que se manifiesta con el crecimiento de las enfermedades endémicas como la tuberculosis, la malaria, el mal de Chagas, SIDA, paludismo, infecciones intestinales crónicas, además del crecimiento de peligro de epidemias al degradarse las condiciones ambientales y del hábitat humano” (Moore).

Como también dice el amawta y arquitecto Carlos Milla Villena, estos genocidios ya estaban planeados y decididos, como demuestra “‘el Informe Global 2000 para el Presidente’, que tiene como objetivo la eliminación de dos mil cuatrocientos millones de seres humanos sub-desarrollados… Este proyecto ya aprobado por el Sistema Globalista” se viene ejecutando desde hace años, agrega el sabio andino, y “explica los genocidios masivos” de las guerras mundiales europeas, pasadas y actuales, y de Hiroshima, Vietnam, Camboya, Serbia, Palestina, Guatemala, Irak y Afganistán, y “el Sida, las esterilizaciones forzadas, el ALCA y los futuros holocaustos”.


Una Guerra antinatural y destructiva

Esta Cuarta Guerra es una guerra antinatural y antinaturalaza, ya que la estructura del Sistema dominante “es virtual e invertida con respecto a La Naturaleza” (Illescas-Gonzáles). La Pachamama o Madre Naturaleza es explotada, contaminada, saqueada, maltratada, y lo natural es reemplazado por lo artificial. Si nuestros alimentos y medicinas se vuelven artificiales, por lógica nuestros pensamientos y sentimientos también se vuelven artificiales. El sistema dominante y la cuarta guerra es desnaturalizante, artificializante, y a la vez robotizante: ¡un microchip para esos cerebros subversivos, por favor!

El plan que se viene desarrollando fue que perdiéramos la “Unidad de existencia equilibrada y en identidad con la Naturaleza, Lo Natural, el planeta, el Cosmos” (Illescas-Gonzáles). Nuestra existencia y nuestra identidad pasa solamente por pertenecer a una civilización, Occidental y Cristiana, por ser un winner exitoso y no un looser perdedor.

“Nuestra alienación de la naturaleza y del inconsciente cristalizó hace dos mil años, en el período de cambio que va desde la Era del Gran Dios Pan a la de Piscis, lo que se produjo al reprimirse los misterios paganos y con el ascenso del cristianismo”, decía el etnobotánico norteamericano Terence McKenna, dejando a la civilización europea en “dos milenios de persecución y obsesión religiosa, guerras, materialismo y racionalismo”, extendiéndose violentamente por todo el mundo, con los egos inflados y alienados.

Y así “la vocación sanguinaria, soberbia y violenta de la civilización occidental-judeo-cristiana está arrastrando a toda la Humanidad a la destrucción del planeta” (Milla Villena).


La Guerra del Petróleo

Después del autoatentado del 11 de Septiembre, los cerebros del poder yanqui, “transfirieron “el ‘mal’ de la Unión Soviética a los Talibanes, Bin Laden y Al-Queda”, y esto daría paso a “la Cuarta Guerra Mundial”, dice siguiendo los pasos de los zapatistas, Walter Mignolo, lo cual recrudecería con más fuerza las guerras petroleras del Imperio contra el Medio Oriente “musulmán y terrorista”.


La Cuarta Guerra según la mirada del Imperio

El ex director de la CIA, James Woolsey, miembro de los gobiernos de Clinton y Bush, como representante del Imperio en la guerra al terrorismo, dijo hace unos pocos años: "Estados Unidos está embarcado en la Cuarta Guerra Mundial, que se prolongará durante mucho tiempo”, y agregó “considero que esta guerra será más larga que la primera y segunda. Espero que dure menos que los más de cuarenta años de la tercera, la guerra fría”. Y se refirió al enemigo como "los dirigentes religiosos de Irán, los regímenes de Siria e Iraq y los extremistas islámicos como los de Al-Quaeda".

Para el Imperio esta guerra se extendía entonces también a Filipinas, Colombia, Cuba, y otros países del Tercer Mundo, como Venezuela.


La Guerra de las drogas

Ya lo decía el subcomandante Marcos que la Cuarta Guerra Mundial era una guerra imperialista que tenía que ver con las drogas y en narcotráfico: “el principal enemigo de la estabilidad nacional es el narcotráfico y el narcotráfico es internacional, los ejércitos nacionales que operan bajo la consigna de la estabilidad nacional aceptan la ayuda internacional o la interferencia internacional de otros países”.

Ya sea el terrorismo o las drogas (o las drogas terroristas: las “alucinógenas” o “psicodélicas”, o plantas maestras, que opinan McKenna, Ott y otros, nos hacen alucinar verdades y nos llevan a cuestionar el sistema dominante establecido), los imperialistas yanquis deciden quién es el enemigo global y todos deben ponerse bajo sus órdenes en esta guerra mundial, con el pretexto de que ellos nos cuidan mejor de lo que nosotros podríamos cuidarnos solos. Tan bondadosos dicen ser, porque Dios (o el Diablo) está con ellos.


Guerras comerciales y bombas financieras

En esta Cuarta Guerra Mundial hay y habrá más “guerras comerciales a gran escala entre las grandes potencias”, según vaticinó recientemente el norteamericano James Petras, para el 2012, lo que cree que podría dar paso a una provocación-enfrentamiento que pase de lo comercial a lo militar, en “una nueva y costosa ‘Guerra Fría’” entre USA y China, y además “la probabilidad de que las rebeliones populares se conviertan en revoluciones” en medio de una “crisis económica implacable que se extenderá desde Europa y Estados Unidos a Asia y sus dependencias en África y América Latina” (Petras), aumentando los decibeles y matices de esta Cuarta Guerra Mundial.

Para el zapatismo: “Si las bombas nucleares tenían un carácter disuasivo, conminatorio y coercitivo durante la tercera guerra mundial, las hyperbombas financieras, en el curso de la cuarta, son de otra naturaleza. Sirven para atacar los territorios (Estados-nación) destruyendo las bases materiales de su soberanía y produciendo su despoblamiento cualitativo, la exclusión de todos los ineptos para la nueva economía (por ejemplo, los indígenas). Pero, simultáneamente, los centros financieros operan una reconstrucción de los Estados-naciones y los reorganizan según la nueva lógica: lo económico sobre lo social.


Una Guerra Global e Imperial

La Cuarta Guerra Mundial es una guerra global y globalizante, que “trata de homogenizar, de volver a todos iguales y de hegemonizar una propuesta de vida. Es la vida global” (Marcos).

Una misma aldea, una misma cultura del entretenimiento a lo Hollywood, y a lo rockanroll (sabemos que los “rebeldes” ingleses Rolling Stones, o tipos como el yanqui Rambo Stallone ¡les usurpan tierras a los mapuches en la Patagonia!). A la americana. Y futbolera, a lo brit-pop (no olvidemos que el fútbol es un deporte inglés expandido en forma imperial -y popular-, y que es manejado por grandes millonarios intereses globales), que dentro del contexto de esta cuarta guerra, de cualquier forma (musical-artística-deportiva, etc.) nos recuerda el viejo “circo romano” del slogan imperial Pan y Circo.

Un mismo sistema que a través de los medios y “mediante estrategias de manipulación” y “distracción” busca “Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad” (Chomsky).

Un mismo imperialismo que “es la ‘causa’ del ‘subdesarrollo’, la dominación y la opresión externa-interna, la ignorancia, la miseria, la pobreza, las guerras, etc.” (Illescas-Gonzáles), y que vive de “la dominación e involución de La Condición Humama”.

El tema es que esta imperial “necesidad de controlar y dominar a los demás es psicológicamente una función, no de un sentimiento de poder, sino de un sentimiento de debilidad” (McKenna). Y si los seres más evolucionados o desarrollados no necesitan “limitar o restringir a los demás” (Jean Baker Miller), ¿cómo es que nos seguimos dejando dominar mundialmente (las Multitudes, los pueblos, los seres humanos), por estos seres débiles y perversos a lo Sr. Burns, el rico empresario de Los Simpson?

El hecho es que “el imperialismo existe y hace más daño como nunca antes lo hizo” (Illescas-Gonzáles).


Una guerra totalitaria: imposible permanecer neutral

La cuarta guerra es una guerra totalitaria, y es imposible permanecer neutral. En ella hay una “autoridad que regula al sometido”, un “educando que aliena educando”, un “médico que enajena al paciente”, un “psicólogo que normaliza al que se escapa del ‘orden’”, hay “madres y padres que asesinan a la magia de sus hijas e hijos”, hay un “antropocentrismo que depreda la Naturaleza y se piensa siente dueño del Universo”, hay un “etnocentrismo que se piensa superior al otro”, como dicen Illescas-Gonzales, identificando lo que denominan el pensamiento-acción de la No Unidad, del Imperialismo y sus planes y programaciones esclavizantes, que incluso en la democracia, nos hacen creer que somos libres, y que tenemos el poder de elegir (con su propaganda) lo que ellos quieren que elijamos, con tal de que nos sintamos libres: “la libertad es la cadena del esclavo de la ‘modernidad’, de la ‘post-modernidad’, del actual Neo-liberalismo y del futuro del capitalismo” (Illescas Gonzáles).

Y así nuestros Estados coloniales o semicoloniales “al servicio del Imperialismo o de la No Unidad” (Illescas-Gonzáles), practican entonces la “represión, persecución, exclusión, hostigamiento, vigilancia, desconfianza y asesinato del ‘despierto’” que descubre la trama que entrampa, y del que protesta o se rebela o llama a la rebelión, aunque sea pacífica.


Una Ciberguerra mundial

La Cuarta Guerra es una guerra también desatada en un terreno que en la Tercera Guerra Mundial no existía: el Ciberespacio, y las llamadas redes sociales, que no es un medio de comunicación “tradicional”, como los que teníamos en las otras guerras mundiales, y que ha crecido cuánticamente en relación con los más clásicos medios de desinformación, oficiales o dominantes.

Para el activista cibernético o ciberterrorista Ricardo Domínguez, esta ciberguerra es parte de “la Cuarta Guerra Mundial” que según el zapatismo, “continúa a lo largo de los mismos parámetros durante los últimos 500 años de resistencia” (Domínguez).

Para Marcos, habiendo triunfado el capitalismo al fin de la Tercera Guerra Mundial (la caída del Muro), entre las nuevas revoluciones posmodernas está la “nueva revolución informática”.


Una guerra democrática que dice lucha por la libertad de los pueblos

Esta cuarta guerra mundial es democrática: Bush, Obama, Blair, Aznar, etc. fueron elegidos democráticamente por “pueblos libres”, o dicho de otra forma, por “esclavos Casi Humanos, programados y reprogramados” (Illescas-Gonzáles) que aceptan que sus gobiernos masacren, roben, saqueen, o esclavicen a millones de personas por todo el mundo. Y en realidad lo que vemos entonces es que “el discurso de la democracia es totalitario y fundamenta el totalitarismo del capital en su modalidad imperialista ‘globalizada’ neoliberal” (Illescas-Gonzáles). O dicho de otra forma: “la democracia es un despotismo de mercado que no tiene menos efectos opresivos y destructivos que el despotismo de los tiranos” (Claudio Naranjo).


La Guerra antiterrorista

Recientemente se aprobó en nuestro país la Ley Antiterrorista: eso demuestra de qué lado está nuestro gobierno democrático. “La ‘Guerra Contraterrorista’” dice Manuel Freytas es “librada por todas las potencias y por el Imperio regente (EEUU) contra un sólo enemigo: el terrorismo ‘sin fronteras’”. De esta manera: “Cualquier movimiento -y no necesariamente armado- en cualquier lado puede ser considerado una amenaza a la seguridad interna”, como dicen los zapatistas.

El que recientemente nuestro actual gobierno democrático K haya aprobado la antidemocrática Ley Antiterrorista, desnuda que pese a toda la cháchara latinoamericanista y descolonizadora a lo Jauretche, seguimos sometidos a “las imposiciones de los EE.UU.” y los poderes económicos del Norte, como dice Pérez Esquivel, para controlar “los movimientos sociales, indígenas, campesinos, trabajadores y estudiantiles”, en esta Cuarta Guerra Mundial, manejada por personas que “No respetan absolutamente nada”, y que dejan que el Imperialismo gringo siga instalando secretamente sus bases militares en la región como ahora en Resistencia (¡qué paradoja!), en el Chaco.

Una guerra sin fronteras físicas ni mentales: una guerra tan total como la vida misma.


Xuan Pablo González, febrero-marzo 2012

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El horror y las heridas de la interminable guerra en Afganistán

COMBATIENDO AL TERRORISMO CON TERRORISMO

Quizá nunca sepamos qué fue lo que llevó a un sargento del Ejército estadounidense a salir de su base en Afganistán en medio de la noche y asesinar a al menos 16 civiles en sus hogares, entre los que se encuentran nueve niños y tres mujeres. La masacre ocurrida cerca de Balambai, en Kandahar, Afganistán, conmovió al mundo entero e intensificó los pedidos de que se ponga fin a la guerra más larga en la historia de Estados Unidos. El ataque fue calificado de 'trágico', y por supuesto que lo es. Pero cuando los afganos atacan a las fuerzas estadounidenses se habla de “terrorismo”. Esta es, quizá, la mayor incoherencia de la política estadounidense que impone la democracia a punta de pistola y combate el terrorismo con terrorismo.

Por Amy Goodman (desde Estados Unidos)


“Fui yo”, dijo el supuesto asesino múltiple cuando regresó a la base militar de las afueras de Kandahar, la ciudad del sur denominada “el corazón del Talibán”. Se informó que habría dejado la base a las 3 de la madrugada y habría caminado hacia tres casas vecinas, donde mató sistemáticamente a quienes se encontraban dentro. El agricultor Abdul Samad no estaba en su casa en el momento de la matanza. Su esposa y sus ocho hijos e hijas fueron asesinados. Algunas de las víctimas fueron apuñaladas, otras fueron incineradas. Samad le dijo al New York Times: “Nuestro gobierno nos dijo que regresáramos al pueblo y luego dejan que los estadounidenses nos maten”.

La masacre sucedió luego de las multitudinarias manifestaciones contra la quema de copias del Corán por parte de las fuerzas armadas estadounidenses, que a su vez siguió a la publicación de un video que muestra a infantes de marina estadounidenses orinando sobre cadáveres afganos. Dos años antes, un “equipo de la muerte” integrado por soldados estadounidenses —también cerca de Kandahar— había asesinado a civiles afganos por deporte. Los soldados posaron en fotos horribles junto a los cadáveres mientras mutilaban sus dedos y otras partes del cuerpo como si se tratara de trofeos.

En respuesta a la masacre, el Secretario de Defensa, León Panetta, profirió una serie de clichés, entre ellos el de recordarnos que “la guerra es un infierno. Este tipo de sucesos e incidentes van a continuar sucediendo. Han sucedido en todas las guerras. Son sucesos horribles y no es la primera vez que suceden acontecimientos de este tipo y probablemente no sea la última”. Panetta visitó esta semana el campamento Leatherneck en la provincia de Helmand, cerca de Kandahar, en el marco de una visita previamente programada cuya fecha coincidió casualmente con los días posteriores a la masacre. Los 200 infantes de marina invitados a escuchar el discurso de Panetta fueron obligados a dejar sus armas fuera de la carpa. NBC News informó que dichas instrucciones son “bastante inusuales”, ya que a los infantes de marina se les ordena que siempre tengan sus armas en mano en una zona de guerra. A su llegada a Afganistán, una camioneta robada cruzó la pista de aterrizaje a toda velocidad en dirección al avión donde se encontraba Panetta y el conductor salió de la cabina en llamas, en lo que pareció tratarse de un ataque.

La violencia no solo azota en la zona de guerra. En Estados Unidos, las heridas de la guerra se manifiestan en formas cada vez más crueles.

El sargento de 38 años que habría cometido la masacre procedía de la Base Conjunta Lewis-McChord (JBLM, por sus siglas en inglés), un centro militar en expansión cerca de Tacoma, Washington, que fue descrito por el periódico militar Stars and Stripes como “la base más problemática de las fuerzas armadas” y más recientemente, como una base “al límite”. 2011 fue el año en que se registró el mayor número de suicidios de soldados en esa base, de donde también procedía el “equipo de la muerte”.

El Seattle Times informó este mes que un equipo de psiquiatría forense que supervisó al Centro Médico Madigan de la base Lewis-McChord revirtió inexplicablemente el diagnóstico de trastorno por estrés postraumático a 285 pacientes. La decisión está siendo investigada debido a preocupaciones de que fue tomada en parte para evitar pagarle la atención médica del Ejército a quienes cumplían con los requisitos para recibirla.

Kevin Baker también era un sargento del ejército de Estados Unidos apostado en Fort Lewis. Tras haber combatido dos veces en Irak se negó a ir una tercera vez luego de que le negaran el diagnóstico de trastorno por estrés postraumático. Comenzó a organizar una campaña para reclamar el regreso de los soldados a Estados Unidos. Me dijo: “Si un soldado es herido en el campo de batalla durante el combate y se está desangrando y un oficial ordena que esa persona no reciba atención médica y eso le cuesta la vida al soldado, ese oficial sería declarado culpable de abandono de funciones y posiblemente de homicidio. Cuando eso sucede en Estados Unidos, cuando eso les sucede a los soldados que buscan ayuda y los oficiales ordenan que no haya un diagnóstico claro de trastorno por estrés postraumático y básicamente les niegan esa ayuda, una verdadera ayuda psicológica, y el soldado termina sufriendo internamente al punto de quitarse su propia vida o la de otra persona, entonces los oficiales y las Fuerzas Armadas y el Pentágono deberían ser responsabilizados de estas atrocidades.”

Si bien es demasiado tarde para salvar a la familia de Abdul Samad, quizás el grupo de Baker, March Forward, junto con la “Operación Recuperación” de los Veteranos de Irak Contra la Guerra (que aboga por prohibir que soldados que ya sufren trastorno por estrés postraumático sean enviados a combatir) puedan ayudar a poner fin a la desastrosa y atroz ocupación de Afganistán.
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna

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