7 de enero de 2011

El año en el que perdimos a Néstor

BALANCE 2010

Cambios de funcionarios, protestas gremiales, crecimiento económico, crisis habitacional, cortes de luz, “precarización” laboral, Bicentenario, la pelea con Clarín, muertes en la represión de la protesta en Formosa y Buenos Aires, ley de glaciares, el pago de la deuda, matrimonio igualitario, tomas de terrenos, el Congreso planchado, no hay billetes ni monedas ni nafta: el país con y sin Néstor Kirchner.

Por Marcelo R. Pereyra


MAL COMIENZO Y PEOR FINAL

Para el gobierno de Cristina Fernández, 2010 comenzó y terminó con problemas.

En enero tuvo que soportar la rebeldía del entonces presidente del Banco Central, Martín Redrado, quien se oponía a la utilización de reservas para el pago de la deuda. Aquello fue una pelea palaciega que terminó con la eyección de Redrado – que se unió luego a las huestes del auto resucitado Eduardo Duhalde- y su reemplazo por Mercedes Marcó del Pont, y con el incomprensible pago riguroso de una deuda espuria y fraudulenta. Posteriormente, el ministro de Economía comenzaría las “negociaciones” con el Club de Paris, simpático nombre con el que se ha designado a los más duros acreedores europeos.

Denuncias y fallos judiciales varios empañaron la imagen de un gobierno que vendía honestidad. El ranking en esta materia lo encabeza, por muchos cuerpos, el ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime, quien acumula la bonita suma de ocho causas por distintos delitos, a saber: obstrucción de justicia, dádivas, enriquecimiento ilícito, coimas, etc. Luego están las causas que combinan la distribución y venta de medicamentos falsos con los aportes a la campaña de la Presidenta: en una de ellas don Hugo Moyano está sintiendo en su nuca el aliento de la justicia. También se reactivó el expediente por coimas en la construcción de gasoductos por la empresa Skanska; y la lista sigue…

Por otra parte, el gobierno estuvo muy ocupado peleándose con el Grupo Clarín. Su ofensiva comenzó decretando la defunción de Fibertel –que aún está viva, amparos judiciales mediante-; continuó con la intención aún no concretada de regular la producción de papel para diarios, e incluyó además la denuncia de un plan macabro de Clarín, La Nación y La Razón para apropiarse ilegalmente de Papel Prensa con la complicidad de la última dictadura. Mientras tanto, la ley de Medios Audiovisuales no termina de ponerse en marcha: mitad porque distintas resoluciones judiciales cuestionan la parte de su articulado que regula el sensible asunto de la propiedad de los medios, y mitad por las feroces internas que se desataron entre los que pujan por integrar los distintos órganos de control que crea la norma.

No le fue mal al gobierno en el ámbito parlamentario, pese a su derrota en las legislativas de 2009. Utilizando argucias reglamentarias y triquiñuelas políticas pudo derrotar con facilidad a una oposición especulativa, timorata y a veces cómplice. Del paupérrimo trabajo legislativo se destaca la sanción de la ley de glaciares y la de matrimonio igualitario. Quedaron pendientes, entre otros, los proyectos sobre publicidad oficial y acceso a la información pública.

Pero el momento de gloria para CFK llegó en mayo cuando, con motivo de los festejos del bicentenario de la revolución burguesa de 1810, se volcaron a las calles miles de porteñas y porteños inflamados de fervores patrióticos y/o ávidos de ver y escuchar gratis a conocidos artistas.

Por entonces todo era alegría en el gobierno: la imagen de la Presidenta había mejorado muchísimo, luego de habitar en el lúgubre sótano de la popularidad desde el affaire Redrado de principios de año; el Congreso estaba controlado; los productores agropecuarios no molestaban (es que estaban muy ocupados pensando en qué gastar las fortunas que estaban ganando gracias al aumento de los precios internacionales de sus productos), y el clima social estaba tranquilo, pese a la persistencia de profundas desigualdades socioeconómicas.

Pero por debajo de los banales acontecimientos que los medios en general seleccionan a diario como aquello que “está pasando”, por debajo de la información sesgada y de mala leche que difunden los medios hiperopositores y los hiperoficialistas; por debajo de los discursos oficiales y oficiosos que se empeñan en negar u ocultar los problemas de salud, vivienda y trabajo; por debajo de los cotidianos trastornos en la vida cotidiana de las clases medias urbanas (como los “caos” en el tránsito, la falta de billetes, de monedas y de nafta y los cortes de luz), corren los ríos profundos de otras realidades. Son las realidades de los que están bien abajo, de los que más sufren las injusticias porque tienen menos posibilidades de defenderse. Realidades que no son inherentes al gobierno actual, ni al anterior, ni al que vendrá: son propias de un sistema de ideas que permite y se beneficia de gobiernos como el actual, el que pasó, el próximo, u otros similares. Realidades feas, sucias y malas que nadie quiere ver o admitir, que se hacen visibles únicamente cuando son resistidas con firmeza por quienes las padecen. Así, las sonrisas oficiales post bicentenario se desdibujaron cuando uno de esos padecientes, Mariano Ferreira, fue asesinado por una patota prohijada por burócratas sindicales cuando se manifestaba contra la “precarización laboral” (forma eufemística para evitar decir “sistema patronal de explotación de los asalariados legalmente admitido”). Ese 20 de octubre comenzó el peor fin de año de la década.


Y SE NOS FUE REDEPENTE

Todavía se estaban discutiendo los pormenores del asesinato de Ferreira, cuando se produjo un acontecimiento político conmocionante: la muerte de Néstor Kirchner. Vistas ahora las cosas, con la fineza y racionalidad que sólo facilitan el paso del tiempo, el dramatismo y el dolor quedaron solamente para sus afectos más cercanos. La marcha del gobierno mantuvo su rumbo, y todas las delirantes especulaciones político-periodísticas –como por ejemplo la del papel central que iba a desempeñar su hijo Máximo en la toma de decisiones- se estrellaron contra un muro que se llama “falta de ideas”. Quienes quieren ver “otro estilo” de mando de su tropa en CFK, pueden quedarse con eso, si les sirve. Lo único cierto y concreto es que la Presidenta y su marido –ya lo hemos dicho aquí- formaban un formidable y coherente equipo político, por lo que la desaparición de uno de los integrantes de ese equipo en nada cambiará las cosas, porque ambos compartían sin fisuras un proyecto político.

Uno de los puntos débiles de ese proyecto –el poco esfuerzo por promover la igualdad social y económica- se reveló dramáticamente con las tomas de terrenos que ocurrieron hacia fin de año. En aquel momento, imprevistamente, uno de los ríos subterráneos emergió y quedaron expuestas a un tiempo la falta de políticas sociales –de vivienda, en particular- y las profundas brechas socioeconómicas e ideológicas que separan a los sumergidos de las clases medias y altas. En este sentido, inopinadamente se actualizaron los imaginarios sociales más retrógrados y conservadores, esos que parecían haber sido enterrados en 2003, con la llegada del gobierno que decía promover constantemente el respeto por los derechos humanos. Como sea, reaparecieron el racismo, la xenofobia y especialmente, el odio de clase.

No fue muy feliz la reacción de la Presidenta cuando en diciembre tuvo que afrontar la rebeldía y la protesta de los que viven en la precariedad de las villas y de los ferroviarios “tercerizados”. Entre la inoperancia y la duda, sólo atinó a crear una nueva estructura de control social, el ministerio de Seguridad, recurso ya conocido, que aparece como muy efectista ante los medios. Es la solución más simple, más rápida y más inútil; es la solución propia de quienes piensan que el conflicto social se arregla a los palazos.

En 2010 la represión de las protestas sociales ocasionó siete muertes.

Feliz 2011.


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El discurso del orden y la complejidad del conflicto social

¿HASTA DÓNDE HABILITAMOS EL USO DE LA FUERZA PUNITIVA SOBRE LOS CIUDADANOS PARA GARANTIZAR EL ORDEN?

La Presidenta eligió el camino más difícil y tal vez menos rentable en términos electorales para abordar el conflicto social. Apostó a reformar de raíz la institución policial, una acción que la democracia postergó durante tres décadas. El discurso del orden conecta de manera alarmante con los argumentos que justificaron el golpe del 76.

Por Ignacio Fidanza


La sociedad argentina está ingresando a los codazos, en un debate medular. Bajo el fuego intenso de las transmisiones “en vivo” de los canales de noticias que agitan tomas de tierras, cortes de calles o vías de trenes, lo que empieza a discutirse es la esencia misma del sistema democrático: ¿Hasta donde habilitamos el uso de la fuerza punitiva sobre los ciudadanos para garantizar el orden? O dicho de otra manera: ¿Cuál es el límite de la tolerancia social?

Como en tantos otros debates centrales que merodea la Argentina, lo primero que se imponen son los eslóganes reduccionistas. Lo importante es tranquilizar a las conciencias con respuestas de rápida digestión. Y los medios ponen sus mejores energías en simplificar lo complejo. “¿Se viene la favelización?”, anunciaban por ejemplo como eje de debate, conductores periodísticos con título universitario.

Nada más sencillo que agitar el miedo de las masas para lograr la cohesión detrás del líder que se propone como “solución”, siempre de la mano de un discurso que no negocia, ni se modera, y apela a imperativos inflexibles, como en este caso podría ser “el respeto de la ley”.

Por supuesto que se trata de una falacia impracticable ¿Pero quién tiene el tiempo de contrastar las declamaciones con los datos duros de la realidad? Un ejemplo acaso sirva para aclarar el punto. El macrismo hizo de la lucha contra los denominados “trapitos”, un eje de su bandera por la “recuperación” de un orden extraviado en el libertinaje kirchnerista.

La regulación de esa conducta está habilitada por el artículo 79 del Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires. Es decir, es competencia originaria del gobierno porteño y su Policía Metropolitana. Un muy interesante trabajo del diputado Rafael Gentilli reveló que en el mes de Septiembre, en base a las propias estadísticas del gobierno macrista, la Policía Metropolitana intervino sólo en dos casos de cuidacoches no autorizados.

Las últimas estadísticas oficiales conocidas, indican que en la Ciudad de Buenos Aires se comete un promedio de 600 delitos penales por día y 114 contravenciones. La Policía Metropolitana intervino también en Septiembre, en 21 delitos y 50 contravenciones.

Se podría conceder que no es mucho lo que puede hacer una fuerza de 1800 efectivos. Pero que en el transcurso de un mes sólo se haya actuado contra dos “trapitos”, revela la enorme distancia que hay entre el discurso y la acción, aún entre aquellos que se proponen como paradigmas del orden.

Y ese es uno de los problemas que con un poco de buena voluntad de los operadores políticos, policiales y judiciales, la sociedad podría discutir y acaso sacar alguna conclusión interesante.

El drama central de la problemática sobre la “inseguridad” es que está cruzada de afirmaciones cuyo objetivo no es analizar el problema sino sumar votos. Distorsión electoralista que empasta la búsqueda de soluciones.


Varios problemas enlazados

Pero como si este escenario no fuera ya complicado de abordar, la situación actual escaló a un nivel de complejidad que incluso buena parte de la dirigencia política –no ya los ciudadanos de a pie- apenas alcanza a vislumbrar. Es que al problema de la inseguridad se montó el conflicto social, los desacoples que genera una economía creciendo al 9 por ciento pero con más de un 20 por ciento de inflación, y la natural presión por conseguir la vivienda propia, de gente que ya superó el umbral mínimo de garantizarse la comida diaria.

Ingredientes que se funden con los intereses que aprovechan la burbuja inmobiliaria que llevó al metro cuadrado porteño a un valor que supera los 1.200 dólares para hacer negocios particulares con las tomas, y la falta no ya de control, sino de simple conocimiento de lo que hacen las estructuras policiales en el terreno.

Es decir, la realidad decidió mezclar las discusiones de política de seguridad, reforma policial, vivienda, contención social y modelo económico, entre otras. Lo natural sería tomar el desafío con calma, para ir desbrozando sus ingredientes y sobre todo midiendo con prudencia su interrelación y los posibles efectos que las distintas intervenciones del Estado provocarán.

Es decir hace falta tiempo y paciencia, única vía conocida para abordar de manera democrática problemas complejos. Frente a este desafío incómodo, se erige el discurso que propone la solución mágica de forzar el cumplimiento de la ley. Se trata de una idea poderosa porque resuelve de un plumazo la inquietante complejidad.

Pero como todas las simplificaciones, es una moneda falsa. Como se sabe no existe eso conocido como “la ley”. Lo que hay es un conjunto de normas en permanente evolución y es la intervención de la realidad la que por las buenas o las malas, fuerza esas modificaciones. Relación dialéctica entre el derecho y los hechos. Es decir, lo que se conoce como “la ley” es mas bien una esponja agujereada – a la que se le puede inyectar más o menos agua, penalidades- que un diamante inalterable.

Y está bien que sea así, porque las sociedades mutan. Dicho de otra manera, no es una buena idea convertir todo problema en delito. De hecho, está comprobado que criminalizar más conductas, lejos está de atenuar el fenómeno de la “inseguridad”.

La pregunta ya se la hizo el provocador criminalista noruego Nils Christie: “¿Cuánto es una sensata cantidad de delito?”. Es un interrogante que se hacen todas las sociedades en todos los momentos. La definición de lo punible es como un río fluyendo, o mejor, como transitar a las cinco de la tarde por avenida Córdoba. Una sucesión de embotellamientos, avances y fastidios.


El tanteo de una nueva doctrina en seguridad

De ahí la riqueza profunda del momento actual, que no es lo mismo que decir que son igualmente valiosos y apasionantes los aportes que hacen los protagonistas del debate público. La pobreza de muchos de los argumentos que se escuchan en los últimos días, también es un signo de la decadencia intelectual de la clase dirigente.

Y es en ese desierto donde se valorizan algunas intenciones de la Presidenta. Es evidente que está tanteando sobre el aire la construcción de un nuevo paradigma, con un evidente costo electoral y a puro riesgo. Pero es esa textura abierta de la política que intenta desplegarse lo que contribuye a la riqueza del momento. ES evidente que se ha decidido abordar de manera creativa, un problema para el que las recetas conocidas no han ofrecido soluciones. Acaso, la única respuesta sensata.

Es que la represión inmediata de todos los micro conflictos que tensan la piel de la Capital y el Conurbano, no es una respuesta posible. El resultado es conocido y hay ejemplos todavía frescos. El discurso de la inflexibilidad sostiene: “Se alientan nuevos desórdenes si se toleran los actuales, hay que reprimir y entonces el mensaje será claro y se terminará con el efecto contagio”.

La trampa está en la frase que agregan al final, pequeño remix que ofrendan a las tres décadas de democracia: “Hay que reprimir sin muertos”. Que es como decir, soltemos los leones, pero que no se coman a la gente. Se puede conceder que acaso sea posible convertir a leones, en perros policías entrenados para atacar sin matar. El pequeño detalle es que hay que trabajar para lograrlo, ANTES, de soltarlos.

En caso contrario lo que estaría haciendo el gobierno es edificar su propia destitución. Porque la historia reciente demuestra que ante represiones descontroladas, el conflicto escala y el gobierno tiembla. Nunca se produjo ese efecto intimidatorio que proclaman los partidarios del orden.

No hay que ir muy lejos. Basta recordar el 2001 de Fernando de la Rúa y el caso de Kostecki y Santillán de Eduardo Duhalde. Hubo represión feroz y luego más conflicto social y crisis política aguda.

Lo que lleva a preguntarse: ¿Qué orden defienden los partidarios del orden? Porque si para evitar un corte de calle de unas horas hay que poner en riesgo el Gobierno: ¿Qué valores hay detrás de esa escala de prioridades?

En los meses previos al golpe de 1976 también descollaba el discurso del orden. Y lo que vino después no fue respeto a la ley, sino el más primitivo de los acuerdos sociales: la autoridad del más fuerte ¿O acaso violar, matar y robar, secuestrar niños y torturar, no es una violación a las normas legales? ¿Cuál fue el costo de “recuperar” el orden en el espacio público?

El gobierno nacional ensayó su nueva doctrina con la intervención policial en Constitución. No hubo muertos y en menos de 12 horas se controló la zona y el ferrocarril volvió a funcionar ¿Las pérdidas? Algunos locales destrozados y miles de personas que tardaron horas para regresar a su casa. Es decir, daños materiales y fastidio justificado. Nada irreparable.

Es también un mensaje muy potente lograr orden sin poner en riesgo vidas ni gobiernos. Claro que no es sencillo lograrlo, como casi todas las cosas que valen la pena.


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Crónicas de un desalojo anunciado

LAS PAILAS: UN SITIO ARQUEOLÓGICO (Y SAGRADO) EN PELIGRO

Los desalojos en Las Pailas, La Aguada, las Yungas, la Quebrada del Toro, y otras zonas-regiones de pueblos indígenas del norte del país, no son nada nuevos, vienen sucediendo desde hace 500 años, y se siguen sucediendo en estos días. Las Pailas será explotada para el turismo de fin de semana europeo-yanqui; para la explotación minera y para la explotación arqueológica y etnoturística.

Por Xuan Pablo González (desde Cachi, Salta)


Las Pailas

Las Pailas es uno de los sitios arqueológicos más grandes (500 hectáreas) y hermosos de los alrededores de Cachi. Allí hay cardones inmensos, petroglifos, pirkas, antiguos sistemas de regadíos, y también pasa por allí el Inkañan o antiguo Camino Inka, que lo comunicaba con otras regiones del Tawanatinsuyu (o Inkario), mal llamado Imperio Inka, ya que no era un imperio, sino que fue una confederación que “no creó armas, no organizó ejércitos contra otros pueblos ni policías contra sus habitantes. Matar no fue oficio. No había soldados, todos desde el Inca, eran agricultores” (Ramiro Reynaga Wankar): “El Tawantinsuyu, el Inkanato, era un sistema social colectivista de propiedad socialista… una sociedad de trabajo y amor” (Fausto Reinaga).

El Tawantinsuyu era un estado “pluricultural” (Hugo Blanco), al que hoy (salvando las distancias históricas) en parte se intenta asemejar el gobierno vecino de Bolivia, por ejemplo.

Las tierras de Las Pailas son fértiles, bañadas por un río de aguas puras, los paisajes son bellísimos, y además la región es muy rica en yacimientos mineros.


Negocios

Según cuentan los vecinos de Cachi: “el gobierno de Romero ha hecho negocio”, vendiendo “el territorio ancestral de la Nación Diaguita en la Comunidad de las Pailas” a un tal Carlos Alberto Robles, que dice que “las familias diaguitas usurparon sus tierras” (Gabriel Sánchez). Robles, a la vez, dicen que ya les vendió las tierras a gringos (europeos y norteamericanos) ricos, para que hagan allí sus grandes quintas de fin de semana.

Pero como recuerdan los vecinos, esas son “tierras de los ancestros”.

“Romero es un desgraciado”, dicen los salteños, que también dicen que Juan Carlos Romero, el ex gobernador salteño, y ex aliado de Menem, es el dueño de la provincia, manejándola como un feudo.

Entonces Las Pailas será explotada para el turismo de fin de semana europeo-yanqui; para la explotación minera (hay yacimientos de tantalita y bentonita, que en los años 30 del siglo XX, fueron usados, entre otras cosas, para hacer transistores para submarinos de la segunda guerra mundial); y para la explotación arqueológica y etnoturística: arriba en la montaña del Pilar de Las Pailas, hay por ejemplo un petroglifo-khipu que dicen es único en el continente americano: allí hacían sus observaciones astronómicas-agrónomas, además de rituales, ceremonias, sanaciones (la montaña también es rica en cuarzo y otros minerales utilizados en la medicina chamánica), arte, etc.

En los Valles Calchaquíes hay más de 3.500 sitios arqueológicos, y la gran mayoría están abandonados, sin protección ni seguridad, y desde hace décadas padecen los saqueos de museos y coleccionistas privados europeos y yanquis.


Polimilitarización

En el departamento de Cachi (que incluye a Las Pailas), hay 4.000 habitantes, y en cinco años pasaron de tener 4 policías a tener más de 50. Recientemente desfilaron en el pueblo 300 pibes de primaria, vestidos de policías y gendarmes. Es parte de la policía infantil de la provincia, de un plan de polimilitarización de la región.


Desalojos

Los desalojos en Las Pailas, La Aguada, las Yungas, la Quebrada del Toro, y otras zonas-regiones de pueblos indígenas del norte del país, no son nada nuevos, vienen sucediendo desde hace 500 años, y se siguen sucediendo en estos días.

En el desalojo de Las Pailas, dicen los vecinos, hubo “más de 60 policías”, de Cachi, Payogasta, La Poma, y Cafayate.

“Cada media hora han volteado una casa”, cuenta un cacheño, entre ellas la de “una señora de 70 años, nacida ahí”.

También cuentan los vecinos que “uno se ha puesto firme, se ha atrincherado con un rifle, diciendo: al que me voltee la casa le pego un tiro”. Fue uno de los que así salvó que sus tierras fueran arrasadas, sus viviendas y sembradíos destruidos, y sus animales dispersados, como les sucedió a las otras familias diaguitas.

Cuentan otros vecinos que a principios del año un dirigente indígena de Cafayate fue asesinado por la policía local. También un campesino originario de Las Pailas fue asesinado dentro de la comisaría, no hace mucho tiempo.


Corte de ruta

“Se ha puesto firme la gente”, dice un joven cacheño, contento: el pueblo se organizó asambleariamente y se puso de pie, por primera vez en su historia, y decidió hacer un corte de ruta, en solidaridad con la comunidad de Las Pailas, y cortaron el puente que entra a Cachi y trae turistas y billetes. La intendenta se acercó, bajo el sol y el calor, a sobornar a los vecinos con botellas de gaseosas, en vano.

La policía se acercó a amenazar y reprimir, pero la gente unida resistió.

Mientras tanto, según me cuenta otro cacheño, los caciques de Las Pailas, eran “verseados” o engañados por las autoridades provinciales, para que levanten el corte.


Censura

Hay censura en los medios locales: desde las dos radios de Cachi, a los diarios más vendidos de la provincia (que también pertenecen a Romero).

El desalojo y el corte de ruta estuvieron casi totalmente ausentes en la mayoría de los medios de la provincia, ni que decir del país.


¿Cómo sigue la cosa?

Nadie sabe bien. La jueza que ordenó el desalojo, dicen los vecinos que no es salteña y que nadie la conoce, y los testigos dicen que son falsos. Hay posibilidades de que la jueza de vuelta atrás su medida.

Por otra parte “el derecho de propiedad es preexistente”, para los diaguitas, y está amparado por la ley, por lo que “los damnificados podrían recuperar sus tierras” e “iniciar demandas judiciales contra los particulares y los funcionarios intervinientes, incluida la Provincia, por los daños y perjuicios sufridos” (Gabriel Sánchez).


Bibliografía y fuentes:
• Voces de los vecinos de Cachi
• La conquista del desierto II, Gabriel Sánchez, Semanario Cuarto Poder
• La revolución india, Fausto Reinaga
• Tawa-Inti-Suyu, Ramiro Reynaga Burgoa Wankar
• Nosotros los indios, Hugo Blanco
• Suenhos Tupamaros, Xuan González


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“Assanginato”: Del asesinato del personaje a la realidad

LA FURIA ESTADOUNIDENSE ANTE LAS REVELACIONES DE WIKILEAKS

A pesar de haberle sido otorgada la libertad bajo fianza, el fundador y editor de WikiLeaks, Julian Assange, permanece detenido en Londres a la espera de los trámites de extradición a Suecia, para responder al pedido de un fiscal de ese país. Formalmente, no se le ha acusado de ningún delito. Sus abogados se enteraron de que en Estados Unidos se confeccionó en secreto la lista de un gran jurado y que es muy probable que se esté preparando una acusación federal. Al mismo tiempo, políticos y analistas insisten en que Assange debería ser asesinado.

Por Amy Goodman (desde Estados Unidos)


Por ejemplo, el estratega y analista del Partido Demócrata Bob Beckel declaró a Fox Business: “¿Quién resulta dañado por todo esto? El pueblo estadounidense y la seguridad nacional de Estados Unidos. La forma de ocuparse de este tema es muy simple. Tenemos fuerzas especiales. Un muerto no puede filtrar nada. Este hombre es un traidor, es desleal y ha violado todas las leyes de Estados Unidos. No estoy a favor de la pena de muerte, por lo que habría sólo una forma de hacerlo, por fuera de la ley, pegarle un tiro al hijo de puta.”

El congresista republicano de larga data de Nueva York, Peter King, calificó a WikiLeaks de “organización terrorista extranjera.” Afirmó además que la página Web “claramente representa un peligro a la seguridad nacional de Estados Unidos en este momento” y agregó: “Esto es incluso peor que un ataque físico a los estadounidenses, es peor que un ataque militar.”

En respuesta, una de las abogadas de Assange en Londres, Jennifer Robinson, dijo: “Obviamente tomamos este tipo de declaraciones públicas muy en serio. Quienes las hacen deberían ser denunciados a la policía por incitación a la violencia.”

Uno de los co-panelistas de Bob Beckel en Fox afirmó que lo que había que hacer era: “cortarle la cabeza a la serpiente”, frase que irónicamente adquirió mayor significado cuando a los pocos días apareció en uno de los cables filtrados. En ese cable, el embajador saudí en Estados Unidos Adel al-Jubeir “recordó que el Rey con frecuencia había exhortado a Estados Unidos a atacar Irán y poner fin de esa manera al programa de armamento nuclear. ‘Él les dijo que le corten la cabeza a la serpiente.’”

Por otra parte, Julian Assange ha obtenido apoyos sorprendentes. El conservador Jack Goldsmith, Profesor de Derecho de la Universidad de Harvard, publicó en su blog: “Me doy cuenta de que estoy de acuerdo con quienes creen que Assange está siendo excesivamente vilipendiado. No resulta obvio cuál es la ley que ha violado; no entiendo por qué están tan enfurecidos con Assange y tan poco con el New York Times.” (WikiLeaks se asoció a varias agencias de noticias, entre ellas el periódico New York Times, para la publicación de sus documentos.)

El Coronel Lawrence Wilkerson, ex jefe de despacho del Secretario de Estado Colin Powell, junto a un grupo de ex funcionarios de gobierno escribieron una carta de apoyo a Assange en la que expresan: “WikiLeaks ha logrado que el genio de la transparencia salga de su oscura botella, y por eso, hay fuerzas poderosas en Estados Unidos, fuerzas que funcionan mejor en secreto, que intentan desesperadamente guardar al genio nuevamente en la botella.”

Lo mismo ocurre con un grupo feminista británico. Dado que el principal motivo que se hizo público para el arresto de Assange se relaciona con un interrogatorio en Suecia por presuntos delitos sexuales, Katrin Axelsson, del grupo Women Against Rape escribió en una carta al periódico británico The Guardian: “Muchas mujeres de Suecia e Inglaterra nos preguntamos acerca de la inusual vehemencia con la que se persigue a Julian Assange por denuncias de violación. A las mujeres no nos agrada ver cómo se utilizan nuestras demandas de seguridad para otros fines, mientras que en el mejor de los casos las violaciones siguen siendo ignoradas, y en el peor, incluso encubiertas.”

En una columna de opinión publicada en el periódico The Australian poco después de su arresto, Julian Assange señala que en el Departamento de Estado estadounidense hay un coro de voces que dice: ‘¡Arriesgarás vidas! ¡La Seguridad Nacional! ¡Pondrás en riesgo a los soldados!’ con la publicación de esa información; y ‘después dicen que no hay nada importante en lo que publica WikiLeaks. O una cosa, o la otra.’”

En declaraciones para la televisión australiana Assange dijo: “Mis convicciones son firmes. Sigo fiel a los ideales que he expresado y si algo creció durante este proceso, es mi certeza de que los mismos son verdaderos y correctos.”

Los trámites de extradición son complejos y llevan tiempo. Por ese motivo, WikiLeaks, que no es solamente Julian Assange, sino una red de personas y servidores distribuida geográficamente, ha prometido continuar facilitando la publicación de documentos de gobiernos y corporaciones. El Departamento de Justicia de Estados Unidos, si abre una causa, tendrá que responder a esta pregunta: Si WikiLeaks es una organización delictiva, ¿qué serían sus socios mediáticos como el New York Times?

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
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El ágora de todos

APORTES SOBRE LA DEMOCRACIA EN CUBA

El Instituto Político para la Libertad y el Movimiento Mundial de Solidaridad con Cuba convocó en el mes de octubre de 2010 a los jóvenes de América Latina y el Caribe a participar del Primer Concurso de Ensayos sobre la realidad cubana, denominado “Plumas Democráticas”. Quien suscribe no falto a la cita y envió el presente trabajo que reúne todos los requisitos de aprobación formal, pero sin perjuicio de ello, no ha recibido, a la fecha, ninguna respuesta de los organizadores. Vale destacar que el concurso culminó y fueron seleccionados seis trabajos. Esta indiferencia no es más que una de las tantas por las que atraviesan todos aquellos que se oponen al ataque constante que recibe el pueblo cubano y su revolución. El trabajo, que leerán a continuación, fue enviado con el fin de exponer sobre la realidad cubana, supuesto motivo del concurso, pero quizás esa no sea la realidad que los organizadores del mismo pretendían exponer al mundo, o tal vez, en el evento solo se admitían plumas de palomas muertas y, por supuesto, quien suscribe no entendió tal condición.

Por Juan Manuel Combi


Introducción

El 31 de enero de 1962, en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, celebrada en Punta del Este, Uruguay, se aprobaron las siguientes cuatro resoluciones relacionadas a Cuba:

“1. Que la adhesión de cualquier miembro de la Organización de los Estados Americanos al marxismo-leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano y el alineamiento de tal Gobierno con el bloque comunista quebranta la unidad y solidaridad del hemisferio.

2. Que el actual Gobierno de Cuba, que oficialmente se ha identificado como un Gobierno marxista-leninista es incompatible con los principios y propósitos del Sistema Interamericano.

3. Que esta incompatibilidad excluye al actual Gobierno de Cuba de su participación en el Sistema Interamericano.

4. Que el Consejo de la Organización de los Estados Americanos y los otros órganos y organismos del Sistema Interamericano adopten sin demora las providencias necesarias para cumplir esta Resolución.”

Estas resoluciones que fueron adoptadas por el voto de catorce países a favor, uno en contra (Cuba) y seis abstenciones (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México), y por la cual se excluyó al gobierno de Cuba de participar en el Sistema Interamericano son el punta pie inicial de una campaña de infamias contra la República de Cuba que continua hasta la actualidad.

La exclusión de Cuba de la OEA, lejos de encontrar fundamento, como muchas veces mal se cree, en la falta de valores como la libertad o la ausencia de un sistema democrático, encontró su explicación en una decisión arbitraria, autoritaria y carente de todo respeto a la libre autodeterminación y expresión de los pueblos.

Cuba fue expulsada de la OEA, como lo expresan las resoluciones ut supra señaladas, por su manifestación de adhesión a un ideal: el marxismo-leninismo.

En otras palabras, a Cuba se la excluyó por pensar distinto en nombre de la libertad y la democracia.

En represtación de ambos valores, libertad y democracia, mucho se ha escrito, desde 1959 a la fecha, para repudiar a la República de Cuba, en representación de los mismos valores que se obviaron para expulsarla de la OEA.

Pero las resoluciones de la OEA, como lo señalara en los párrafos que anteceden, fueron tan sólo punta pie inicial de una campaña que sólo encuentra un límite: la honestidad.

Las críticas a la revolución cubana llueven día a día, como llueven los dólares de Miami para quien más dulces mentiras invente en pos de que perdure la injusticia del capitalismo y se derrumbe la revolución democrática y socialista de Cuba.

“En Cuba no hay libertad”, suele escucharse en los congresos en donde se reúnen los teóricos que dormían la siesta cuando América Latina se bañaba en sangre a causa de los golpistas que a fuerza de las armas imponían su “democracia” de mercado.
“En Cuba no hay democracia”, gritan quienes callaron cuando Salvador Allende caía en el Palacio de la Moneda, quienes hicieron oídos sordos a cuanta dictadura de mercado se impuso en el mundo.

“En Cuba no hay elecciones”, concluyen aquellos que de la mentira han hecho instrumento y de la ciencia puro residuo.

Sin dudas que a un país en el que el analfabetismo es casi nulo, la salud modelo mundial y el hambre inexistente, hay que buscarle la falta. Sobre todo si se tiene en cuenta que ese país se reivindica como marxista-leninista, lucha por el socialismo y se opone a la explotación del hombre por el hombre.

Qué pueden hacer los doctrinarios del capitalismo sino refugiarse en las formas cuando el contenido es algo inalcanzable para su sistema, y algo totalmente normal para sus antagónicos. Para ellos, como bien sostiene Zizek, “la democracia –en el modo como este término es usado hoy- se refiere ante todo, al legalismo formal: su definición mínima es la adhesión incondicional a cierto conjunto de reglas formales que garantizan que los antagonismos sean completamente absorbidos”[1]. Expresado de otro modo, lo que hizo la OEA en los años sesenta es lo que los doctrinarios del capitalismo hacen a diario para intentar destruir a Cuba. Acudir a una falsa premisa para determinar una regla única que les sirve como parámetro para determinar quién se encuentra dentro o fuera de la democracia. La falsa lógica del imperio indica que:

Premisa A: Las elecciones de Estados Unidos son la regla a seguir para que exista la democracia.

Premisa B: En Cuba no hay elecciones como en Estados Unidos.

Conclusión: En Cuba no existe la democracia.

Entonces, si como regla general, las elecciones deben ser como la de Estados Unidos, o al menos asimilársele, en Cuba no hay elecciones, y por tanto, no existe la democracia.

La regla universal para la democracia es la solución que encontró el imperio para imponer la dictadura del mercado. Un conjunto de reglas formales, válidas para todo el mundo, les sirven al imperio, y sus doctrinarios, para justificar su desprecio al socialismo que venció al hambre y el analfabetismo.

Pero como la ciencia no puede estar al servicio de la mentira, intentaré en las próximas páginas analizar la falsedad de la regla esbozada en la primer premisa de la lógica del imperio; estudiando la segunda premisa, es decir, el sistema electoral cubano; y tratando de comprobar la veracidad de la conclusión de la que muchos “doctrinarios” creen estar “científicamente” convencidos.

1.- La regla de la mentira

“Todos los cretenses son unos mentirosos”
Epiménides, el creterense. Siglo VI AC

Puede decirse que para la lógica, que un razonamiento sea válido no significa necesariamente que las premisas de las que se parte revelen una verdad fáctica. No sólo no es necesario esto último sino tampoco suficiente. Sin embrago, a pesar de que la ciencia política se debe nutrir de la ciencia de la lógica, tampoco esta última es determinante, pues la validez de un argumento no implica de ningún modo la verdad de la premisa de la cual se parte. En la ciencia de la lógica, un argumento puede ser válido, aún cuando en el mundo de la realidad la premisa de la que se parte sea falsa. En la ciencia política, un argumento nunca puede ser válido cuando notoriamente la premisa de la cual se parte es totalmente falsa.

Como Epímeres, algunos “teóricos” de la modernidad se esfuerzan en presentar argumentos que se muestran como válidos partiendo de una regla falsa: la regla de la mentira.


1.1 De la Democracia y la forma electoral.

En la actualidad la palabra democracia, lejos de presentarse como un fin en si misma, aparece simplemente como un medio. La misma se expone como una forma que puede utilizarse como procedimiento para cualquier acto. Ese formalismo lleva a presentarla como un objeto que consumimos día a día carente de todo contenido que pueda interesar a la sociedad, se exige ser demócrata y hay que serlo porque otra cosa no nos queda. De hecho, es común, que desde espacios como Internet, el pueblo vote y participe hasta del acontecimiento más insignificante, como si gustó o no gustó tal producto, o si debe ganar tal o cual persona en una competencia que se desarrolla en determinado programa televisivo, etc. Todo ello en nombre de la democracia. “Usted elige, porque vivimos en un sistema democrático”, expresa el conductor de un Reality Show al terminar la votación hecha para que un participante abandone la competencia.

Sin embargo, paradójicamente, en la mayoría de los sistemas políticos que se conocen en el orbe, el pueblo, lejos de gobernar, es gobernado, y lejos del poder, se encuentra desapoderado. El mundo liberal en el cual vivimos reniega de quien aparece como el sujeto maligno, el pueblo. Atrás quedo la frase, y sólo frase, de Abrahan Lincoln a mediados del siglo XIX, “Democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Los liberales contemporáneos definieron, y definen, de diferentes maneras a la democracia pero siempre dejando de lado al sujeto constituyente de la misma. Desde la democracia competitiva de Schumpeter (1971), pasando por la democracia de tres dimensiones de Alain Touraine (1995), la democracia mínima de Bobbio (1996), hasta la democracia deliberativa o discursiva de Habermas (2000), nos encontramos con este “olvido” o “represión” producto de un trauma que el liberalismo parece no poder superar.

Los pensadores contemporáneos discuten sobre la forma y proponen un sin fin de recetas pero son pocos quienes se atreven discutir acerca del verdadero significado de la palabra democracia.

Si recurrimos al origen del término, democracia es el poder (kratos) del pueblo (demos). En otras palabras, democracia no es otra cosa que no sea poder popular. Sin embrago, es común escuchar frases tales como: “La democracia es el gobierno del pueblo a través de sus representantes”, u otras tales como: “el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes”. Frases construidas como regla, que descuidan el verdadero significado del término, construyen el escenario simbólico desde el que día a día se aparta al sujeto constitutivo de la definición misma: el pueblo. En el mismo sentido, se reduce el acto democrático al mero acto de elegir, presuponiendo que la única garantía democrática es la forma electoral. Primero, presentando al intermediario, el representante, y luego, reduciendo el contenido a la forma, se va preparando el terreno para la imposición de la regla: el sistema electoral. Si la democracia es el gobierno del pueblo a través de sus representantes, y estos últimos son elegidos a través de las elecciones, sólo restaría definir como debe ser el sistema electoral para determinar el carácter democrático de una Nación. Parecería un argumento lógicamente valido aunque no debemos descuidar que la política se nutre de la ciencia de la lógica pero no se agota tan solo en ella, del mismo modo que la democracia, que se vale de la forma electoral aunque de ninguna manera puede reducirse a la misma.

1.2 Del sistema electoral los Estados Unidos

Sin perjuicio, de que como expuse en el punto anterior, la democracia no puede reducirse a la mera forma electoral, entiendo que es necesario analizar algunas características del sistema electoral de los Estados Unidos, teniendo en cuenta que dicha Nación es la que se arroga estar al frente de la cultura occidental, fundamentando su concepción de la democracia en el carácter representativo de la misma en la que, supuestamente, sus gobernantes y legisladores son elegidos en sus correspondiente convocatorias electorales.

Vale destacar que para el sistema de democracia representativa el mero acontecimiento que suele celebrarse cada cuatro años es la única fuente de su legitimidad, y para muchos “teóricos”, son los Estados Unidos el modelo a seguir.

Veremos que no sólo se atenta contra la democracia reduciendo a la misma a un sistema electoral, sino que, además, se presenta como modelo a un sistema en el que el poder popular es escaso, por no decir, prácticamente nulo.

Tres situaciones predominan en el sistema electoral de los Estados Unidos: la utilización del dinero como medio conquistar el apoyo electoral; la falta de participación de los ciudadanos, con altos niveles de abstención; y el fraude, como producto de un sistema elitista.

La primera característica parte del sistema de financiación de los candidatos y sus partidos. En Estados Unidos, lejos de lo que muchas veces se expone, los partidos políticos no son refrendados por los votos de ciudadanos, sino por accionistas que son quienes definen el programa electoral. Estos últimos son quienes seleccionan a los candidatos y financian sus campañas. No hay otra forma que llegar a presentarse a una elección sino es a través del dinero y claro está que este último dista de ser democrático.

En Estados Unidos se sancionó la ley que establece el sistema conocido como "marching funds". A través de dicha ley, cada candidato recibe del presupuesto federal una suma igual a la que obtuvo de sus "contribuyentes". En otra palabras, el 99'97 % de la población se ve obligada a tener que pagar una cifra semejante a la que dieron el 0'03 % de la misma. De esta manera, poco más de trescientas personas se convierten en los candidatos, con el subsidio de millones que aportaran lo que una minoría aportó de antemano. Pero el gran dato se encuentra en el hecho de que la minoría encuentra el retorno en la política que el gobernante elegido realizara en favor de quienes contribuyeron con él. Mientras la mayoría de la población paga, la minoría elige.

Asimismo, se crean organizaciones sociales “sin fines de lucro”, en las que, bajo una pantalla jurídica, grandes empresarios invierten sumas importantes de dinero a favor de un candidato. Estas organizaciones simuladas permiten evadir leyes como la que en el año 2002 estableció un límite para las contribuciones individuales.

Estas y otras formas son el producto de los grandes lobbys que aseguran sus negocios a través de la inversión electoral. Así la elección, más que un acto de la democracia, se convierte en un sistema de costos y ganancias, en donde el dinero juega las veces de pueblo siendo el primero el que detenta el poder y el segundo quien se encuentra sujeto al mismo. A tal punto dicha afirmación tiene sustento, que la Asamblea Nacional de Ciudadanos sobre Dinero y Política llegó a declarar: "el dinero se ha apoderado de nuestra democracia y de la forma en que ella funciona. Hemos perdido de vista algunos de nuestros principios históricos, como el de una persona, una voto"[2].

Pero lo expuesto en la primera característica no es lo único que atenta contra la democracia en el sistema electoral de los Estados Unidos. Al pueblo no sólo lo reemplaza el dinero sino la propia forma electoral. En Estados Unidos, el nivel de abstención es alto, pero también lo es el nivel de exclusión de personas con derecho a elegir.

Los primeros excluidos son los extranjeros, y no sólo quienes se encuentran indocumentados, sino también los que pagan impuestos y están sujetos a las mismas leyes que los ciudadanos de los Estados Unidos. Estos últimos, a su vez, tampoco tienen garantizado su derecho a elegir. Existen millones de personas que cumplen penas por un delito mayor, quienes, según la legislación de Estados Unidos, además de la libertad pierden el derecho al sufragio. De la misma manera la ley de algunos estados, como el de Florida, sostiene que las personas con antecedentes no tienen derecho al voto.

Con el mismo criterio selectivo, pero en un hecho aún mas grave, millones de ciudadanos estadounidenses no tienen derecho de concurrir a las urnas por no estar inscriptos en los respectivos registros, y es importante remarcar que la inscripción depende de ellos mismos, se realiza sólo en días laborables, y son excesivos los requisitos y trámites para obtenerla. Ello sumado a que las elecciones se celebran en día y horario laborable, dependiendo los trabajadores de la autorización de sus patrones para concurrir a las urnas, hacen de la jornada electoral un evento para privilegiados.

A los extranjeros y los propios estadounidenses hay que sumarle al pueblo entero de Puerto Rico que pese a estar sometido a las leyes de los Estados Unidos, tampoco tiene voz en la política del país que determina la vida en la isla.

Abstención y exclusión, entonces, son la segunda característica que no puede derivar en otra conclusión que no sea el fraude electoral, ya que los pocos facultados a decidir son controlados por ellos mismos en un sistema en el que el pueblo no sólo no gobierna, ni delibera, sino tampoco tiene ni voz ni voto.

Los mecanismos de corrupción son varios y merecerían un trabajo aparte, pero mencionaré algunos. El denominado "voto ausente", es uno de ellos. Se trata de un voto que no es secreto porque quien deposita la boleta en la urna no es el elector, sino un agente, persona asalariada de los aparatos electorales que controlan cual era la "intención" del "elector". Estos fraudes electorales no sólo se realizan mediante el "voto ausente" de personas sin éstas conocer tal situación, sino que además existe el voto pago. Personas privadas de libertad que no pueden votar pero que sospechosamente aparecen en los padrones porque alguien concurre por ellos, fallecidos que milagrosamente concurren a las urnas, son otras de las tantas formas que asume este denominado “voto ausente”. Otra de las formas de fraude lo constituye el voto de los residentes en el extranjero, con quienes se manipula hasta último momento la elección, teniendo en cuenta el envío de los sufragios desde los países desde donde se envía el voto y la fecha en la que los mismos son emitidos.

Estas tres características desvirtúan cualquier posibilidad de presentar al sistema electoral de los Estados Unidos como modelo a seguir para la democracia. Sin embargo, hay quienes pretenden imponerlo como una regla, pero de eso tratará el próximo punto.
1.3 De la regla universal de la mentira

En la introducción al presente trabajo sostuve que hay quienes han establecido como premisa que las elecciones de Estados Unidos son la regla a seguir para que exista la democracia. En los párrafos anteriores trate de aportar algunos elementos que nos sirvan para analizar la veracidad del punto de partida que el imperio utiliza para condenar a la República de Cuba. Como se puede observar, a través de una mínima aproximación, el sistema electoral de los Estados Unidos dista mucho de aquella definición de democracia como poder del pueblo.

Lejos de la participación del pueblo, éste es reemplazado por el vil metal que todo lo puede en el sistema capitalista. El poder político es ejercido por la minoría que detenta el poder económico. Recordando al gran filosofo Gyorgy Lukacs: “la así llamada nueva elite es elegida en realidad por unas pocas figuras anónimas que generalmente permanecen en la sombra; en parte se elige así misma; pero su nivel, su irresponsabilidad, su corrupción son atribuidas a la democracia, a las masas que –formalmente- la han elegido”[3]. Si bien son las masas las que votan, ellas se ven excluidas del espacio político en el que sólo actúan los que poseen los medios para ello, medios que sólo se obtienen de los recursos económicos con los que sólo cuenta la clase dominante. El elegido saldrá de quien puede postularse para ello, pero no todos podrán hacerlo aunque tengan el “derecho” que la ley les otorga, pues existe una elección forzada: la elección de los que eligen a los que ya previamente se eligieron para ser elegidos. Sin dudas que, en esas condiciones, los representantes, una vez que son formalmente elegidos por las masas, ya no le deberán nada a estas, la deuda será con quien invirtió en ellos, es decir, con el que comprometió capital para que lleguen a ser candidatos en una elección, y luego facilitó los medios para contar con la propaganda necesaria para hacer apología de los sentimientos de las masas y ser elegidos. Es así como el representante se convierte en el que sólo presenta los intereses de una minoría, desconociendo las demandas de sus representados y abusando de los poderes que le fueron otorgados convirtiéndose el parlamento en la sede del totalitarismo encubierto. El pueblo no gobierna, ni delibera, desaparece como sujeto y se convierte en esclavo de quienes lo “representan”.

La democracia representativa y el modelo electoral estadounidense, que sirven de premisa mundial a la hora de juzgar a los restantes sistemas, constituyen una regla que lejos está de asumirse como verdadera. La política se nutre de la ciencia de la lógica, como la democracia de los sistemas electorales. Pero ambas, ciencia política y democracia, deben estar al servicio de la verdad, y de ello no puede dar cuenta ni la lógica, ni los sistemas electorales, sino los pueblos, únicos hacedores de la misma.
2.- El pueblo y sistema electoral cubano

“Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos; más que imitadores de otros, en efecto, nosotros mismos servimos de modelo para
algunos.”
Pericles, 431 AC.

La Asamblea Nacional del Poder Popular en su sesión del día 29 del mes de octubre de 1992 sancionó en la República de Cuba la Ley N° 72 que regula el sistema electoral cubano. Como afirmé en la introducción al presente trabajo, la segunda premisa con la que se argumenta la falta de democracia en la isla esta basada en que en la misma no hay elecciones como en Estados Unidos. Parcialmente, entiendo que dicha premisa debe ser tomada como verdadera. De una lectura rápida podemos advertir la falsedad de la misma, puesto a que comencé este punto afirmando que existe una ley electoral en Cuba y que la misma regula el sistema electoral cubano. En otras palabras, en Cuba hay elecciones y por lo tanto no es cierto que no haya elecciones como en Estados Unidos. Sin embargo, si leemos detenidamente la premisa, podemos afirmar la veracidad de la misma, toda vez que es cierto que en Cuba no hay elecciones como en Estados Unidos.

El sistema electoral cubano, que tiene como único protagonista a su pueblo, es totalmente opuesto al de los Estados Unidos, y precisamente, en los puntos que siguen, intentaré analizarlo a los efectos de comprobar si efectivamente puede ser tomada como válida aquella conclusión que motiva el presente ensayo, aquella que sostiene que en Cuba no hay democracia.
2.1 La ley electoral de Cuba

Los cubanos participan de diversa manera en la elección de sus delegados, quienes los representan en los órganos de poder del Estado. La nueva ley 72 creada en 1992 regula el sistema electoral cubano pero no se reduce tan sólo a ello. La misma, que establece la forma en la que serán elegidos los órganos del poder popular, garantiza la expresión total de las masas, no sólo en el acto mismo de la elección sino en un proceso que comienza con la nominación de los propios candidatos a ser elegidos. Asimismo, también reglamenta el sistema de referendos populares, máxima expresión de la participación popular ante actos que son de interés público.

Lejos de la conocida democracia representativa, el sistema electoral cubano se caracteriza por la directa participación de sus ciudadanos en todo el proceso electoral. Este último, a su vez, no se agota en el voto secreto y universal llevado a cabo por la ciudadanía una vez cada dos, tres, cuatro, o cuantos años establezcan otros sistemas. La ley electoral cubana no regula un día en la democracia sino un proceso en el que el pueblo, sólo el pueblo, es el protagonista.

Desde el sistema de nominación a mano alzada llevado a cabo en los barrios, determinados por la circunscripción electoral, hasta la participación en las comisiones de candidaturas de la que forman parte las organizaciones de masas, los ciudadanos cubanos comienzan a los dieciséis años a ejercer su derecho a participar de los espacios de poder. Tanto el voto a mano alzada, como la participación de personas de dieciséis años en el proceso electoral, son características casi exclusivas del sistema electoral cubano, como también los son la integración de las comisiones de candidatura de la que forman parte los trabajadores, los campesinos, y los estudiantes.

Asimismo, ningún partido político puede intervenir en el proceso electoral, de hecho, el Partido Comunista de Cuba tampoco interviene. Este hecho puede llamar la atención de los teóricos liberales que encuentran en esta falta de contemplación de los partidos políticos un límite a la democracia. Pero es importante destacar que el sistema electoral cubano, en primer lugar, no es un sistema de los que comúnmente se llaman representativos sino que aspira a la intervención directa de la comunidad en el poder a través de un sistema de asambleas de participación ciudadana constante. En segundo lugar, el hecho que el propio Partido Comunista de Cuba no pueda presentarse a las elecciones es demostrativo de que en Cuba la concepción de partido político es diferente a la que se conoce en gran parte del resto del mundo, por lo que mal se puede afirmar que se proscribe la libertad de participación del pueblo por la inexistencia de los partidos en el proceso electoral, máxime si tenemos en cuenta que el partido político siempre resulta, en los procesos electorales del mundo, un intermediario entre la expresión soberana del pueblo y el poder.

Estas, y otras características, son parte de un sistema electoral complejo. Quizás dicha complejidad haya conducido a algunos “teóricos” a desconocer su existencia. Pero la complejidad es parte de la ciencia, y es un deber para la misma intentar atravesarla. De ello me encargaré en los párrafos que siguen.
2.2 El poder popular

La democracia no es sino poder popular y el sistema electoral cubano se encarga de regular la forma en la que se llevará adelante el ejercicio de ese poder. Una forma sujeta al contenido que se desprende de la Constitución de la República de Cuba. Los órganos del poder popular en Cuba se constituyen en forma de asambleas y cada una de ellas tiene su propio funcionamiento.

El poder en Cuba, entonces, es ejercido por las ASAMBLEAS que componen el Estado en sus tres dimensiones: Municipal, Provincial y Nacional.

El Órgano Ejecutivo de la República es el Consejo de Ministros, órgano principal de Gobierno. El Jefe del Estado y Presidente del Consejo de Estado, son elegidos por la Asamblea Nacional del Poder Popular, es decir, que en Cuba no existe “un presidente” sino un consejo de Estado que responde a una asamblea popular.

Para los fines políticos Administrativos el territorio de Cuba se divide en provincias y éstas a través de municipios. Sobre la base de la división político-administrativa, los órganos representativos del poder popular se instituyen en Nación, Provincia y Municipio.

Mediante la elección de todos los ciudadanos mayores de 16 años en condiciones de votar se constituyen las Asambleas Municipales del Poder Popular con los delegados elegidos en cada circunscripción electoral. Las Asambleas municipales son la base del sistema político Cubano, puesto a que a través de las mismas se conforman tanto las Asambleas Provinciales como la Asamblea Nacional. Las Asambleas provinciales se constituyen con los delegados provinciales elegidos por el voto directo, previa nominación efectuada por las Asambleas Municipales, lo mismo que ocurre con la Asamblea Nacional en donde también las Asambleas Municipales participan de la nominación de los candidatos a diputados. (Desarrollare con profundidad este punto más adelante).

La reforma de la Constitución de Cuba de 1992 resultado del debate público y abierto, introdujo profundos cambios en lo concerniente a la actividad de los organismos estatales, la necesidad de encontrar vías para hacer aún más representativas las instituciones democráticas y, consecuentemente, adoptar decisiones con vista a perfeccionar sus estructuras, atribuciones y funciones de dirección en sus diferentes instancias; incluir precisiones sobre la gestión del gobierno en provincias y municipios; establecer nuevas formas de elección de los diputados a la Asamblea Nacional y de los delegados a las asambleas provinciales y municipales. De dicha reforma nació el nuevo sistema electoral cubano, un sistema que parte desde las bases a través del sistema de nominación que pasaré a comentar.

2.3 De la nominación de candidatos a la elección

Las Asambleas Municipales son la base del sistema democrático cubano. Las mismas se integran de delegados elegidos por el voto directo y libre del pueblo.

Previo a la elección directa de candidatos que se realiza cada dos años y medio, se efectúa lo que se conoce como la nominación de candidatos.

Los candidatos a Delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular son nominados en asambleas generales de electores de áreas de una circunscripción electoral, de la que aquéllos sean residentes, convocados al efecto por la Comisión Electoral de Circunscripción.

Las áreas de nominación de candidatos son fijadas por la Comisión Electoral de la Circunscripción y aprobadas por la Comisión Electoral Municipal y no pueden exceder de ocho (8) en cada circunscripción. Las asambleas de nominación de candidatos las organizan, dirigen y presiden las correspondientes Comisiones de circunscripción.

El Sistema de Nominación de Candidatos a Delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular se realiza del siguiente modo:

La Comisión Electoral de Circunscripción, para iniciar cada asamblea de nominación de candidatos, debe comprobar previamente la presencia masiva de los electores del área. Todos los electores participantes en la asamblea de nominación tienen derecho a proponer candidatos a Delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular. Entre los propuestos resulta nominado aquél que obtenga mayor número de votos. Los candidatos se nominan por áreas y cada área puede nominar un solo candidato. Asimismo, varias áreas de una circunscripción electoral puede nominar a un mismo candidato, pero siempre deben ser por lo menos dos (2) en la circunscripción. Si en todas las áreas de una circunscripción resulta nominado el mismo candidato, en la última asamblea de nominación se procede, a continuación, a nominar otro candidato. (Cuando se celebra una sola asamblea, por no haberse dividido la circunscripción en áreas, ésta debe nominar dos (2) candidatos, como mínimo).

La nominación de candidatos se desarrolla en la forma siguiente:
a) los electores que deseen proponer candidatos deben solicitar la palabra. Cada proponente debe usar de la palabra en el mismo orden en que la ha solicitado;
b) para que cada proposición pueda ser sometida a votación, debe contar con la aprobación de la persona propuesta. Si ésta no acepta o no se encuentra presente sin haber manifestado su conformidad con anterioridad, la proposición no se somete a votación;
c) cada elector, al hacer uso de la palabra, expresa brevemente la razón en que fundamenta su propuesta;
d) cada elector puede expresar su criterio en favor o en contra del candidato propuesto;
e) las proposiciones de candidatos son sometidas a votación directa y pública por separado, en el mismo orden en que fueron formuladas;
e) cada elector tiene derecho a votar a mano alzada solamente por uno de los candidatos propuestos;
f) resulta nominado candidato aquél que obtenga el mayor número de votos entre los propuestos. En caso de empate, se efectúa una nueva votación y, de continuar el empate, se inicia una nueva nominación de candidatos

Luego de finalizada la etapa de nominación, se procede a la etapa de confección del acto eleccionario en donde a través del voto secreto y universal todos las ciudadanos concurren en día domingo, no laborable, a emitir el sufragio. La necesidad de que todos los elegidos lo sean por mayoría. Serán electos los candidatos sólo que obtengan más del 50% de los votos válidos emitidos. Si este resultado no es alcanzado en la primera vuelta, irán a la segunda los dos que más votos obtuvieron.

Ahora bien, como se menciona precedentemente, son las Asambleas Municipales la base del sistema democrático cubano, y esto es así porque las mismas tendrán influencia directa sobre la nominación de candidatos, tanto de las Asambleas Provinciales como de la Asamblea Nacional. Veamos como es el proceso de nominación y elección de los diputados a las Asambleas Provinciales del Poder Popular

Las proposiciones de precandidatos para Delegados a las Asambleas Provinciales son elaboradas y presentadas para su consideración a las Asambleas Municipales del Poder Comisiones de Candidaturas.

Las Comisiones de Candidaturas se integran por representantes de la Central de Trabajadores de Cuba, de los Comités de Defensa de la Revolución, de la Federación de Mujeres Cubanas, de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, de la Federación Estudiantil Universitaria y de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, designados por las direcciones provinciales y municipales respectivas, a solicitud de las Comisiones Electorales Provinciales y Municipales. En el caso de que una de las organizaciones de masas carezca de representación en algún municipio se designará un representante por la dirección provincial correspondiente. Las Comisiones de Candidaturas son presididas por un representante de la Central de Trabajadores de Cuba.

Las Comisiones de Candidaturas Provinciales prepararan y presentan a las Comisiones de Candidaturas Municipales correspondientes, sus proposiciones de precandidatos a delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular. Asimismo, las Comisiones de Candidaturas Municipales preparan y remiten a la consideración de las Comisiones de Candidaturas Provinciales las proposiciones de precandidatos a Delegados a las Asambleas Provinciales, seleccionados de entre los Delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular correspondiente y entre otros ciudadanos no Delegados del Municipio

Los candidatos a Delegados a las Asambleas Provinciales pueden ser o no candidatos a miembros o miembros de otras Asambleas. Si lo son y resultan electos, pueden desempeñar simultáneamente esas responsabilidades.

Las proposiciones de precandidatos a Delegados a las Asambleas Provinciales se forman a partir de:
a) los Delegados que resultaron electos para integrar las Asambleas Municipales del Poder Popular, que sean propuestos por la Comisiones de Candidaturas Municipales;
b) los ciudadanos, en el pleno goce de sus derechos electorales, que no sean delegados de las Asambleas Municipales del Poder Popular y que sean propuestos por la Comisiones de Candidaturas Municipales y Provinciales.

Las Comisiones de Candidaturas Provinciales, preparan las proposiciones de precandidatos a Delegados a las Asambleas Provinciales, teniendo en cuenta las propuestas de las Comisiones de Candidaturas Municipales y las que ellas mismas elaboran. Deberán además para ello, tanto como sea posible, consultar el parecer de cuantas instituciones, organizaciones y centros de trabajo estimen pertinentes, así como los criterios de los Delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular.

El número de Delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular que sean seleccionados como precandidatos a Delegados a las Asambleas Provinciales no debe exceder de un cincuenta (50) por ciento del total de los precandidatos propuestos para dichos cargos en cada municipio.

Una vez aprobadas por las Comisiones de Candidaturas Provinciales las proposiciones de precandidatos a Delegados y a Diputados a las Asambleas Provinciales del Poder Popular, éstas las remiten a las correspondientes Comisiones Electorales Provinciales, respectivamente, para que comprueben que los propuestos reúnen los requisitos exigidos por la Ley para ocupar esos cargos. Cumplido este trámite, las Comisiones de Candidaturas Provinciales envían las proposiciones a las correspondientes Comisiones de Candidaturas Municipales, para su presentación, oportunamente, a las Asambleas Municipales del Poder Popular respectivas.

El número de proposiciones de precandidatos a Delegados a las Asambleas Provinciales que remitirán las Comisiones de Candidaturas Provinciales a las Comisiones de Candidaturas Municipales, debe ser una cantidad no menor del doble de la cifra de Delegados de la Asamblea Provincial del Poder Popular que debe elegir cada Municipio.

La Nominación de Candidatos a Delegados a las Asambleas Provinciales se realiza del siguiente modo:

Los candidatos a Delegados a las Asambleas Provinciales son nominados por las Asambleas Municipales del Poder Popular.

Es facultad de las Asambleas Municipales del Poder Popular aprobar o rechazar a uno o a todos los precandidatos, en cuyo caso las Comisiones de Candidaturas deberán presentar otro u otros precandidatos a la decisión de la correspondiente Asamblea Municipal del Poder Popular. Cada Asamblea Municipal nomina igual número de candidatos a Delegados a la Asamblea Provincial, que aquellos que le corresponda elegir al municipio.

En cada municipio, hasta un cincuenta (50) %del total de candidatos a Delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular podrán seleccionarse de entre los Delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular.

Una vez constituidas las Asambleas Municipales del Poder Popular para un nuevo mandato, en la fecha que disponga el Consejo de Estado, éstas se reúnen en sesión extraordinaria con no menos de cuarenta y cinco (45) días de anticipación a la fecha de las elecciones de Delegados a las Asambleas Provinciales del Poder Popular para efectuar la nominación de los candidatos para cubrir dichos cargos.

El Presidente de cada Asamblea Municipal del Poder Popular, después de dar inicio a la sesión, cede la palabra al Presidente de la Comisión de Candidaturas Municipal para que presente las proposiciones de precandidatos a Delegados a la Asamblea Provincial. El Presidente de la Comisión de Candidaturas Municipal presenta las proposiciones de candidatos a Delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular y explica los fundamentos que se tuvieron en consideración para elaborar las proposiciones. Seguidamente el Presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, solicita a los Delegados sus opiniones y consideraciones sobre las proposiciones y pregunta si desean excluir a alguno o algunos de los propuestos. La exclusión de uno o de todos los propuestos sólo puede acordarse por el voto favorable de la mayoría de los Delegados presentes.

Si la Asamblea acuerda excluir a alguno o algunos de los propuestos como candidatos, el Presidente de la Comisión de Candidaturas Municipal presenta una nueva proposición.

Concluidos estos trámites, el Presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular somete las proposiciones, individualmente, a la aprobación de los Delegados, presentándolos por orden alfabético conforme a la letra inicial del primer apellido.

La votación se realiza a mano alzada, y resultan nominados como candidatos los que obtengan más de la mitad de los votos de los Delegados presentes. Si alguno de los propuestos no obtiene esa votación, la Comisión de Candidaturas Municipal presenta una nueva proposición, que se somete a este mismo procedimiento. Una vez concluida la sesión de la Asamblea Municipal del Poder Popular, su Presidente entrega al Presidente de la Comisión Electoral Municipal el acta donde se hace constar los ciudadanos que han sido nominados como candidatos a Delegados a la Asamblea Provincial y a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Dentro de las setenta y dos (72) horas siguientes de recibida el acta el Presidente de la Comisión Electoral Municipal, informa a la Comisión Electoral Provincial los candidatos nominados para cubrir los cargos de Delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular

Asimismo el Presidente de la Comisión Electoral Municipal dispone lo necesario para la publicación de los datos biográficos y fotografías de los candidatos; y la confección de las boletas electorales para la el acto eleccionario a través del voto secreto y universal. El candidato sólo es electo si obtiene más del 50% de los votos válidos emitidos, si un candidato no es electo, se debe nominar un nuevo candidato para una segunda vuelta electoral.

De similares características es el proceso de nominación de candidatos a diputados de la Asamblea Nacional.

La asamblea Nacional del Poder Popular es elegida por el término de cinco años. Los candidatos a diputados son nominados por las Asambleas Municipales del Poder Popular, y son elegidos de manera directa por el pueblo.

El modo por el cual se nominan los candidatos, previo al voto directo de todos los cubanos, es similar al utilizado para la nominación de candidatos a las Asambleas Provinciales con la diferencia específica de la intervención en este proceso de la Comisión de Candidatura Nacional.

Las proposiciones de precandidatos para Diputados la Asamblea Nacional del Poder Popular son elaboradas y presentadas para su consideración, a las Asambleas Municipales del Poder Popular por las Comisiones de Candidaturas, municipales, provinciales y Nacional. .

Las Comisiones de Candidaturas Provinciales y Nacional prepararan y presentan a las Comisiones de Candidaturas Municipales correspondientes, sus proposiciones de precandidatos a delegados a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Asimismo, las Comisiones de Candidaturas Municipales preparan y remiten a la consideración de las Comisión de Candidatura Nacional las proposiciones de precandidatos a Diputados a las Asamblea Nacional, seleccionados de entre los Delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular correspondiente y entre otros ciudadanos no Delegados del Municipio.

La Comisión de Candidaturas Nacional tiene las atribuciones siguientes:
a) preparar y presentar, conforme a la Ley, a las Comisiones de Candidaturas Municipales las propuestas de precandidatos a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular;
b) preparar y presentar, conforme a esta Ley, para su consideración en la Asamblea Nacional del Poder Popular, el proyecto de candidatura para elegir al Presidente, Vicepresidente y Secretario de la Asamblea;
c) preparar y presentar, conforme a la Ley, para su consideración en la Asamblea Nacional del Poder Popular, el proyecto de candidatura para elegir al Presidente, Primer Vicepresidente, a los Vicepresidentes, el Secretario y demás miembros del Consejo de Estado.
Las proposiciones de precandidatos a Delegados a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, se forman a partir de:
a) los Delegados que resultaron electos para integrar las Asambleas Municipales del Poder Popular, que sean propuestos por la Comisiones de Candidaturas Municipales;
b) los ciudadanos, en el pleno goce de sus derechos electorales, que no sean delegados de las Asambleas Municipales del Poder Popular y que sean propuestos por la Comisiones de Candidaturas Municipales y Provinciales;
c) en el caso de los precandidatos a Diputados, además, los ciudadanos en el pleno goce de sus derechos electorales, que sean propuestos por la Comisión de Candidaturas Nacional.

Las Comisión de Candidaturas Nacional, preparan las proposiciones de precandidatos a Diputados a las Asamblea Nacional, teniendo en cuenta las propuestas de las Comisiones de Candidaturas Municipales y las que ellas mismas elaboran, conjuntamente con la Comisión de Candidatura Provincial. Deberán además para ello, tanto como sea posible, consultar el parecer de cuantas instituciones, organizaciones y centros de trabajo estimen pertinentes, así como los criterios de los Delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular.

El número de Delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular que sean seleccionados como precandidatos a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular no debe exceder de un cincuenta (50) por ciento del total de los precandidatos propuestos para dichos cargos en cada municipio.

Una vez aprobadas por las Comisiones de Candidaturas Nacional las proposiciones de precandidatos a Diputados a las Asamblea Nacional del Poder Popular, éstas las remiten a las correspondientes Comisión Electoral Nacional, para que comprueben que los propuestos reúnen los requisitos exigidos por la Ley para ocupar esos cargos. Cumplido este trámite, las Comisión Nacional envía las posiciones a las correspondientes Comisiones de Candidaturas Municipales, para su presentación, oportunamente, a las Asambleas Municipales del Poder Popular respectivas, quienes en último término nominan.

La Nominación de Candidatos a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular se realiza de la siguiente manera:

Los candidatos a Delegados a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular son nominados por las Asambleas Municipales del Poder Popular.

Es facultad de las Asambleas Municipales del Poder Popular aprobar o rechazar a uno o a todos los precandidatos, en cuyo caso las Comisiones de Candidaturas deberán presentar otro u otros precandidatos a la decisión de la correspondiente Asamblea Municipal del Poder Popular.

Cada Asamblea Municipal nomina igual número de candidatos a Delegados a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, que aquellos que le corresponda elegir al municipio.

En cada municipio, hasta un cincuenta (50) %del total de candidatos de candidatos a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular podrán seleccionarse de entre los Delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular.

Una vez constituidas las Asambleas Municipales del Poder Popular para un nuevo mandato, en la fecha que disponga el Consejo de Estado, éstas se reúnen en sesión extraordinaria con no menos de cuarenta y cinco (45) días de anticipación a la fecha de las elecciones de Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular para efectuar la nominación de los candidatos para cubrir dichos cargos.

El Presidente de cada Asamblea Municipal del Poder Popular, después de dar inicio a la sesión, cede la palabra al Presidente de la Comisión de Candidaturas Municipal para que presente las proposiciones de precandidatos a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Luego de proceder a la nominación de los candidatos a delegados provinciales, el Presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular concede de nuevo la palabra al Presidente de la Comisión de Candidaturas Municipal para que presente las proposiciones de candidatos a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, siguiéndose igual procedimiento para su nominación que el descrito para los candidatos a Delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular.

Una vez concluida la sesión de la Asamblea Municipal del Poder Popular, su Presidente entrega al Presidente de la Comisión Electoral Municipal el acta donde se hace constar los ciudadanos que han sido nominados como candidatos a Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Dentro de las setenta y dos (72) horas siguientes de recibida el acta el Presidente de la Comisión Electoral Municipal, informa a la Comisión Electoral Nacional los candidatos nominados para cubrir los cargos de Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Asimismo el Presidente de la Comisión Electoral Municipal dispone lo necesario para la publicación de los datos biográficos y fotografías de los candidatos; y la confección de las boletas electorales para que mediante el voto secreto y universal, en día domingo, todos los ciudadanos cubanos ejerzan su derecho al voto. Al igual que los candidatos a delegados a las asambleas provinciales, los candidatos a diputados a la Asamblea Nacional deberán obtener el cincuenta más uno de los votos válidos emitidos, en el caso de no obtenerse ese número se procede a la segunda vuelta.
3 LA DEMOCRACIA EN CUBA

"Nosotros no damos a la gente partidos políticos, sino el poder de proponer y elegir a los candidatos. Seguimos mejorando nuestro gobierno, y tenemos el procedimiento más democrático del mundo".
Fidel Castro Ruz - 2005

Epímedes quizás nos dijo con su frase mucho más de lo que el mismo se propuso.

Quizás después de leer la frase sobre los cretenses, a quien él calificaba de mentirosos siendo cretense, nos interroguemos sobre aquellos demócratas que reniegan de la democracia. Tal vez sea oportuno recurrir a Epímeres para tratar de develar aquel argumento que se presenta como válido en cuanto a la ausencia de democracia en Cuba.

Por amor a la ciencia y la búsqueda incesante de la verdad, intentaré en este punto referirme a la democracia en Cuba. Puede que en el intento, la misma aparezca desde las tinieblas a la que la someten aquellos que utilizan la lógica al servicio de la mentira.
3.1 El pueblo de Cuba

Partiré de una definición de Laclau, que considero importante al momento de abordar este punto, en cuanto a que “la construcción de un pueblo es la condición sine qua non del funcionamiento democrático”[4].

Muchas veces se escucha hablar de la democracia como poder del pueblo pero pocas veces se intenta abordar la temática sobre la construcción de este último y la incidencia del mismo en el poder real.

La mayoría de los sistemas, mal llamados democráticos, que predominan en el mundo, reducen al pueblo a su condición pasiva, y expectante, de un único día en el que se sienten hacedores de la vida política: el día de la elección. Asimismo la distancia que se produce entre el pueblo y sus gobernantes, consecuencia directa de sistemas de representación tácita en donde el representante y el representado no tienen otra vinculación que no sea formalidad del acto electoral, es una muestra cabal de la falsa predica a la que muchos teóricos han adherido: hablar del pueblo y dejarlo morir en la palabra.

El sistema electoral cubano, producto de la Constitución de la República de Cuba que regula el sistema político cubano, intenta construir la noción de pueblo desde la práctica permanente del mismo en unidad. Desde la Constitución de la República de Cuba, que le otorga entidad jurídica a las organizaciones sociales de base, hasta la ley electoral que les brinda facultades de importancia mayor como las de integrar, nada más ni nada menos, que las comisiones de candidatura, el Estado cubano se nutre de su pueblo, quien se hace en su práctica política incidiendo de manera directa en su autogobierno.

Asimismo, estas organizaciones de base posibilitan que no sean individuos aislados, los que participen en la polis, sino sujetos creadores en cada ámbito social donde actúan. Los trabajadores en la Central de Trabajadores de Cuba; los vecinos en los Comités de Defensa de la Revolución; las mujeres en la Federación de Mujeres Cubanas; los campesinos en la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños; los estudiantes de la escuela media y los universitarios en la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y en la Federación Estudiantil Universitaria, respectivamente.

En Cuba el pueblo se construye en el trabajo, en la universidad, en el barrio. De esta manera el poder se sitúa en todas partes lo que inevitablemente conduce a un alto grado de participación popular.
3.2 El poder y la participación popular

La primera característica que destacamos del sistema electoral en cuba es la organización periódica, por sufragio universal e igual y por voto secreto de las elecciones. A través de la inscripción universal, de oficio y gratuita en el registro de electores de todos los ciudadanos con derecho al voto, a partir de los 16 años de edad se garantiza el máximo nivel de expresión del pueblo al momento de elegir a los representantes Asimismo, la postulación directa de los candidatos a delegados a las Asambleas Municipales por los propios electores en asambleas públicas, en los que deben nominarse no menos de 2 y no más de 8 candidatos, diferencia a Cuba del resto de los países en donde son las cúpulas de los partidos políticos, motorizada por los capitales, las que nominan a los candidatos. Un dato relevante se desprende de los datos del proceso de nominación de candidatos para las Asambleas Municipales en el año 2002: para 14,949 puestos a ser elegidos, fueron nominados 32.585 candidatos, en 39.981 asambleas de base, con la asistencia del 81.7% del electorado. De esta manera, en Cuba se garantiza la expresión concreta de las masas no sólo al momento de expresar el sufragio universal sino en la nominación misma de los candidatos. En otras palabras, a diferencia de un sistema de competencia, se establece un sistema de consenso; a diferencia de la elección de los que otros previamente eligen, el sistema electoral cubano optó por la elección pura y periódica, con participación del pueblo desde el comienzo hasta el fin del proceso electoral.

Pero no sólo en el proceso de nominación a candidatos a las Asambleas municipales se puede observar esta incidencia permanente de las masas en el proceso electoral, ya que también son las Asambleas Municipales las que postulan los candidatos a delegados a las Asambleas Provinciales y a Diputados a la Asamblea Nacional, aprobando o rechazando, las propuestas de las Comisiones de candidaturas, integradas por los representantes de organizaciones sindicales, sociales, estudiantiles, campesinas, de mujeres y otras. Es decir, desde la base, las Asambleas Municipales se construyen el cimiento de la estructura democrática cubana y siempre son las masas las protagonistas del proceso.

Asimismo, este proceso de nominación que caracteriza al sistema electoral cubano prepara el terreno para el acto electoral en el cual la última palabra la vuelve a tener el pueblo, mediante su voto directo y secreto en las urnas.

La segunda característica, para muchos “teóricos” sujeta a reproche, es la inexistencia de campañas electorales. Todos los candidatos reciben igual tratamiento. La única propaganda aceptada es la publicación oficial de la biografía con los méritos y condiciones de todos los candidatos y de su publicación se hacen cargo los propios vecinos. El voto es libre, igual y secreto. Todos los ciudadanos cubanos tienen el derecho a elegir y ser elegidos. Como no hay lista de partidos, se vota directamente por el candidato que se desee. En los casos de la elección de los delegados a las Asambleas provinciales y de los diputados a la Asamblea Nacional se puede votar por uno, por varios, por todos, o por ninguno de los candidatos.

La tercera característica es la transparencia en los comicios. Tal es así que las urnas son custodiadas por niños y jóvenes pioneros, son selladas en público al e igual que el escrutinio, pudiendo participar todos los interesados. Además, están autorizados a presenciar el escrutinio la prensa nacional y extranjera, los diplomáticos, los turistas, y todo ser humano que tenga intención de hacerlo.

La cuarta característica es la necesidad de que todos los elegidos lo sean por mayoría. El candidato sólo es electo si obtiene más del 50% de los votos válidos emitidos. En el caso de los delegados a las Asambleas Municipales, si este resultado no es alcanzado en la primera vuelta, irán a la segunda los dos que más votos obtuvieron. En el caso de los delegados a las Asambleas provinciales y Diputados a la Asamblea Nacional, si un candidato no es electo, se debe nominar un nuevo candidato para una segunda vuelta electoral.

Éstas solas cuatro características explican el porqué del alto grado de participación del pueblo en las elecciones. En todos los procesos electorales que se han celebrado desde el año 1976, ha participado más del 95% de los electores.

Pero la participación de las masas en el sistema electoral no explica de por sí el protagonismo que éstas ejercen en la democracia cubana. Todos los órganos representativos del Poder del Estado son elegidos y renovables pero también todos los elegidos tienen que rendir cuenta de su actuación a sus electores y pueden ser revocados por estos en cualquier momento de su mandato a través de asambleas convocadas al efecto. Expresado de oto modo, el mandato siempre está sujeto a la relación mandante-mandatario. Lejos de un mandato tácito, al que estamos acostumbrados en los sistemas que predominan en el mundo, en Cuba existe un mandato expreso sujeto a la voluntad de las masas.

Si le sumamos a lo expuesto en los párrafos anteriores, el hecho de que los diputados y delegados no cobran salario por el desempeño de esa responsabilidad, no podemos sino concluir que la participación genuina de las masas en Cuba fortalecen el sistema democrático cubano. .

Por último, hay que destacar que la integración del Parlamento es representativa de los más disímiles sectores de la sociedad cubana. No sólo Se elige un diputado por cada 20,000 habitantes, o fracción mayor de 10,000. Sino que todos los territorios municipales están representados en la Asamblea Nacional. Cada municipio elige como mínimo a dos diputados, y a partir de esa cifra, se elegirán proporcionalmente tantos diputados como habitantes existan. Y teniendo en cuenta que la Asamblea Nacional elige de entre sus Diputados, al Consejo de Estado y al Presidente del mismo, por voto libre, directo y secreto podemos decir que desde las bases hay incidencia directa en la elección del gobierno de Cuba. El Jefe de Estado y Gobierno cubanos, que es el presidente del Consejo de Estado, tiene que someterse a dos procesos electorales: primero tiene que ser elegido por más de la mitad de los electores como Diputado por la población de su circunscripción electoral, por el voto libre, directo y secreto, y después por la Asamblea Nacional, también por el voto libre, directo y secreto. En el mismo sentido, al ser la Asamblea Nacional el Órgano Supremo del Poder del Estado y estarle subordinada a ella las funciones legislativas, ejecutivas y judiciales, el Jefe de Estado y de Gobierno no puede disolverla. Además, La iniciativa legislativa, no sólo es llevada a cabo por los diputados, sino también por las organizaciones sindicales, estudiantiles, de mujeres, sociales y de los propios ciudadanos.
3.3 El ágora de todos

Para encontrar los orígenes de la democracia debemos remontarnos a la sociedad ateniense en la antigua Grecia. En Atenas salvo las mujeres, los esclavos y los extranjeros que estaban excluidos de la categoría de ciudadanos, todos los hombres participaban de la vida pública. Los sujetos que formaban parte del ágora[5], eran los que decidían sobre los asuntos de la polis. El varón libre era el único con los requisitos intelectuales que lo habilitaban a formar parte del demos. Del demos formaban parte los varones libres considerados ciudadanos, mientras que el resto de la población quedaba relegada a la nuda vida[6] (las mujeres y los niños), o excluida de la noción de humanidad (los esclavos). Los esclavos eran cosas sujetas a la apropiación, mientras que las mujeres eran seres con la capacidad disminuida, dependientes de los varones libres que las gobernaban por el hecho de contar con la capacidad plena. Respecto a los esclavos, en Atenas la esclavitud por deudas fue abolida en el siglo VI a. C. por Solón, lo que constituyó una de las primeras medidas democráticas, por lo que pasaban a ser esclavos tan sólo los prisioneros de guerra.

En otras palabras, tanto los esclavos como las mujeres eran excluidos del kratos por no reunir las características necesarias para considerarse ciudadanos atenienses. La exclusión se basaba en un modo de producción en el que los esclavos trabajaban para los ciudadanos que poseían el poder sobre ellos como comunidad y las mujeres eran reducidas a los quehaceres domésticos.

Ahora bien, sería importante también recordar el significado político de la Democracia en Atenas. En dicha ciudad nos encontramos con una comunidad de ciudadanos, es decir, una comunidad popular reunida en la eklesía[7]. La democracia no podía ser concebida en relación al individuo, sino solo en relación a la polis, es decir, a la ciudad en su capacidad de comunidad organizada. Los esclavos eran excluidos de la participación política porque no eran ciudadanos. Era “la propiedad privada en común de los ciudadanos del Estado, obligados con respecto a los esclavos a permanecer unidos en este tipo natural de asociación”[8], la que conducía a los esclavos a trabajar para la comunidad. Los ciudadanos ejercían el poder sobre los mismos sólo en tanto comunidad.

La democracia fue definida por Pericles como el gobierno de la mayoría, a diferencia del gobierno de unos pocos (aristocracia, oligarquía) o el de uno sólo (monarquía, tiranía)[9]. Asimismo, presuponía tres condiciones: la isonomia (igualdad ante la ley); la isotimia (igualdad en derecho para acceder a todos los cargos públicos); y la isegoria (libertad de expresión). Esto era la democracia en Atenas, conocida actualmente como democracia directa, en tanto que se permitía participar a todos, los que eran considerados ciudadanos, en la Asamblea. Las deliberaciones eran preparadas por el Consejo, aunque era la asamblea popular la que dictaba los decretos. La asamblea decidía sobre los temas de la guerra y la paz; investigaba el desempeño de los magistrados; designaba embajadores; emitía decretos; ratificaba leyes; daba o quitaba derechos de ciudadanía; y deliberaba sobre los asuntos de la seguridad de Atenas. En síntesis, quienes formaban parte de la Asamblea se autogobernaban decidiendo de manera directa sobre los asuntos públicos, sin recurrir a la representación de nadie.

Sin perjuicio de que Atenas era una ciudad pequeña y que, además, de ninguna manera podemos referirnos a ella de una manera anacrónica, resulta interesante tomarla como punto de partida puesto a que muchas veces se pierde de vista la genealogía de la misma y ello incide en la significación de la misma..

El gran problema a lo largo de la historia ha sido, en palabras de Ricardo Alarcón, “…tratar de llevar a los mecanismos necesariamente representativos los elementos de la democracia directa…”[10], Nadie duda de la imposibilidad de replicar el modelo ateniense pero esto no quiere decir que la sociedad se resigne a olvidarse del verdadero significado del vocablo: el poder, gobierno o autoridad del pueblo. La representatividad es inevitable en sociedades gigantescas como las nuestras pero ello no puede, ni debe, generar la distancia entre el sujeto social y el poder. La idea democrática, de los griegos hasta hoy, es la de un autogobierno en donde los mecanismos de participación ejercen un permanente control sobre la autoridad.

Sin dudas que de un análisis profundo de la ley electoral cubana se desprende el hecho de que la misma ha sido diseñada para que sea el pueblo el principal protagonista del espacio público. En el sistema electoral cubano la representatividad no se descarta pero tampoco se la idealiza al punto de que sean los representantes, y no los representados, los protagonistas de la política.

Claro está que en Cuba las elecciones no son como en los Estados Unidos, pero también lo está el hecho de que estas últimas distan mucho de lo que la democracia significa. La regla que el mundo capitalista le exige a Cuba no puede de ninguna manera ser tomada como verdadera en el plano de lo político, y por ende, cualquier razonamiento que parta de la misma podrá ser válido desde una perspectiva lógica pero no desde la perspectiva de la historia.

Me propuse analizar la primer premisa (las elecciones de Estados Unidos son la regla a seguir para que exista la democracia) y la segunda (en Cuba no hay elecciones como en Estados Unidos), para corroborar la veracidad de las mismas en el mundo de los hechos. Sin embargo, ni la falsedad de la primera; ni la veracidad de la segunda, pueden, de por si, brindarnos alguna respuesta sobre la conclusión de la que muchos creen estar convencidos, aquella que señala que en Cuba no hay democracia. Pero no creo que haya sido en vano el presente trabajo ya que a través del mismo pudimos comprobar algo que a las luces resulta irrefutable: el sistema electoral cubano existe, y su pueblo lo acepta, categóricamente, a través de su participación en el ágora, que ya no es, como en la antigüedad, de unos pocos, sino de todos.


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[1] Zizek, Slavoj, “Violencia en acto, Conferencias en Buenos Aires”. Ed. Paidos, Buenos Aires, 2004.
[2] Campaing 98, Aspectos destacados de la campaña electoral de 1988, número 2, publicado por la Oficina de Información del Servicio Informativo y Cultura del Estados Unidos. Citado por Ricardo Alarcón en su intervención durante la IX Conferencia de presidentes de parlamentos democráticos latinoamericanos, Montevideo, Uruguay, 15 y 16 de mayo de 1998.
[3] Lukács, György. “Testamento político y otros escritos sobre política y filosofía”. Ediciones Herramienta. Buenos Aires 2003, pags. 34 y ss.
[4] Laclau Ernesto,. La Razón Populista. Mejico. FCE, p 213.
[5] El Ágora (del αγορά, mercado), además de centro, comercial y cultural era la plaza pública de las ciudades griegas en donde se realizaban las asambleas de ciudadanos. En dicho recinto se discutían las cuestiones que hacían a la vida pública y se decidía colectivamente
[6] Los griegos no disponían de un término único para expresar lo que nosotros queremos decir con la palabra vida. Se servían de dos términos semántica y morfológicamente distintos: zoe, que expresaba el simple hecho de vivir común a todos los vivientes, es decir la nuda vida (animales, hombres o dioses) y bios, que significaba la forma o manera de vivir propia de un individuo o de un grupo
[7] La ekklesía. asamblea soberana fue el símbolo de la democracia griega donde no existía representación y los cargos de gobierno eran ocupados alternativamente por todos los ciudadanos
[8] Marx Carlos y Enguels Federico, “La ideología Alemana”. Ed. Pueblos Unidos y Ed. Cartago, Buenos Aires, 1985.
[9] Tucídides, La guerra del Peloponeso, Alpha, Madrid, 1978.
[10] Alarcón, Ricardo. Cuba y su Democracia. Ciencias Sociales, Primera Edición, Argentina, 2002. P. 232

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