9 de abril de 2016

Detrás de los Panama Papers



FILTRACIONES, PODER Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN 

Las megafiltraciones desnudan y exponen el lado oscuro de grandes actores del poder mundial. Los secretos de la diplomacia de la primera potencia mundial, en el caso del llamado “Cablegate” de Wikileaks. El espionaje masivo de los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Gran Bretaña a través de teléfonos e internet, en el caso de las revelaciones del ex espía Edward Snowden. La utilización de los poderosos y sus empresas de paraísos fiscales para ocultar movimientos financieros, en el caso de los Panama Papers que acaban aparecer. Pero eso no es todo. Las megafiltraciones también interpelan y exhiben las limitaciones y complicidades de los grandes medios de comunicación y las de una profesión, la del periodista, que hoy se encuentra en crisis o reformulación debido a los procesos de avance tecnológico y concentración empresarial que la atraviesan. 

Por Santiago O´Donnell 

El avance tecnológico hace que hoy prácticamente todos seamos periodistas en cuanto al uso y manejo de un medio de comunicación, ya sea una página web, un blog o una cuenta de red social. Las nuevas tecnologías también hacen posibles las megafiltraciones y dinamitan la relación tradicional entre fuente y transmisor, o sea, entre filtrador y periodista. Parafraseando a Mcluhan, el medio es la megafiltración. Por otra parte en los últimos años los medios tradicionales han sufrido una profunda transformación. Pasaron de ser empresas familiares relativamente autosuficientes y sin grandes vinculaciones económicas, a un modelo de megaempresas mediáticas privadas, estatales o mixtas, que manejan decenas o centenares de medios en múltiples mercados y plataformas, y que además forman parte o están vinculados con grandes grupos económicos que controlan distintos mercados infocomunicacionales (cable, celular, cine, televisión, transmisiones y marketing deportivo, etc.). Esos vínculos producen conflictos de interés que dificultan la tarea de equilibrio periodístico a los empleados del grupo. En consecuencia cada vez más informaciones son silenciadas porque los grandes medios tienen más para ocultar que para mostrar.

A esto hay que sumarle que los anunciantes de estos medios también se han reducido y concentrado debido a la competencia de internet, mientras que los costos de producción periodística se han reducido notablemente debido a la tecnología. Este cruce hace que la relación de fuerzas entre anunciantes y medios tradicionales se ha alterado fuertemente en favor de los anunciantes, generando aún más conflictos de interés y razones para no contar en los medios tradicionales, hoy temerosos de perder a sus principales sponsors, quienes a su vez se sienten cada vez más poderosos porque invierten más dinero en los medios que sus propios dueños.

Sin embargo, a falta de un modelo noticioso alternativo de alcance masivo, los megafiltradores todavía dependen de los grandes medios para difundir pero sobre todo para hacer accesible la montaña de datos y darle espesor narrativo a lo que intentan denunciar. Claro que todo ejercicio de edición conlleva una dosis de censura. Por eso los filtradores pagan un precio al pactar con los grandes medios, que es nada menos que la pérdida de control de esos datos por los que ellos violaron leyes, arriesgaron sus vidas y en algunos casos hipotecaron su futuro, como hicieron Snowden, Chelsea Manning y Julian Assange, entre otros.

A su vez los grandes medios, la gran mayoría con su influencia, su circulación y sus ganancias en caída libre porque las noticias son gratis en internet, también necesitan a los grandes filtradores para mantenerse vigentes. Entonces aceptan publicar aunque la megafiltraciones los expongan a límites éticos rayanos con el robo, el fraude, o hasta la traición a la patria. Así surge esta alianza incómoda entre grandes medios y megafiltradores, este pacto mefistofélico, como lo describió Martín Becerra. El pacto funciona pero más o menos: a veces mejor, a veces peor.

Veamos cómo se dieron las cosas acá en Argentina. En el caso del Cablegate, los grandes diarios de uno y otro lado de la grieta se hicieron un festín con cables estadounidenses que hablan de sus respectivos enemigos políticos. Pero esos medios en su totalidad se negaron a publicar los cables referidos al grupo Clarín, al diario La Nación y a reconocidos periodistas como Jorge Lanata y Joaquín Morales Solá. Sin embargo, después de darle la exclusividad a Página 12 y luego a La Nación, a los pocos meses Wikileaks hizo públicos todos los cables que había entregado a esos diarios y así, a través de libros, blogs y demás formatos alternativos, se pudo conocer toda la información de la megafiltración que los grandes medios habían ignorado o directamente intentado ocultar.

Después vino la filtración de Snowden. La información fue difundida por el periódico inglés The Guardian, que tiene la particularidad de funcionar como una fundación sin fines de lucro solventada por la herencia de un millonario con el único fin de mantener al diario independiente de financiamiento externo. Sin embargo, la mayoría de los documentos de Snowden nunca se dieron a conocer. Primero, porque el gobierno británico allanó el diario y ordenó a su director a quemar los discos duros con los datos en presencia de las autoridades. Segundo, porque el periodista que contactó a Snowden con The Guardian y escribió los principales artículos sobre el tema, Glenn Greenwald, fue comprado por un sitio de internet dedicado a la investigación periodística llamado The Intercept, cuyo dueño es el fundador de E-Bay. Este señor, Pierre Omidyar, al parecer está más interesado en tener una herramienta periodística para defenderse de las interferencias en su negocio de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, que en la difusión completa de la información que posee. Entonces, por ejemplo, no se ha publicado una línea de lo que dicen los documentos pillados por Snowden sobre la guerra de Irak. También se sabe que la información extraída por el ex espía incluye datos sobre espionaje inglés a blancos argentinos vinculados con las islas Malvinas y no es casualidad que Cristina Kirchner es la única jefa de Estado que se sabe que se reunió con Snowden en Rusia. Pero toda esa información, que sólo poseen Snowden y dos o tres periodistas, todavía no vio la luz y es difícil que eso suceda mientras el ex espía filtrador negocia su regreso a Estados Unidos.

Finalmente llegaron Panama Papers de la mano del diario alemán Süddeutsche Zeitung y del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. El consorcio, a su vez, los repartió entre cien medios de todo el mundo,. Incluyendo el diario La Nación y Canal Trece del Grupo Clarín en Argentina. Según explicó La Nación, en los documentos que le fueron entregados hay unos 540 nombres de argentinos vinculados a empresas ubicadas en paraísos fiscales. Sin embargo, las revelaciones se han limitado a unos pocos casos. Por un lado están los argentinos con trascendencia internacional que no pueden ser ocultados por los medios locales porque sus historias serían publicadas por otros miembros del consorcio, como es el caso del presidente Mauricio Macri y de la estrella del fútbol Lionel Messi. Por otro lado aparece el típico funcionario público, en este caso Néstor Grindetti, un ejemplo de que el Estado bobo siempre es un blanco fácil para este tipo de investigación periodística. Finalmente aparecen los socios y allegados a los empresarios Cristóbal López y Lázaro Báez, que hace rato vienen siendo investigados por La Nación y Clarín como cómplices necesarios de la llamada ruta del dinero K. De los otros 500 y pico ni noticias. Y sin embargo intuimos, casi sabemos, que esa lista incluye a gran parte del empresariado argentino.

Sabemos, por ejemplo, que hace poco más de una década la revista El Guardián del banquero Raúl Moneta publicó con lujo de detalles cómo la familia Saguier habría comprado el diario La Nación a sus primos los Mitre utilizando dinero canalizado a través de sociedades off shore en el paraíso fiscal de Islas Caimán. Los fondos para la compra provendrían de la tía de los Saguier, Ernestina Herrera de Noble, a su vez accionista principal del Grupo Clarín. El Guardián dio el nombre de esas sociedades. Pero esa información no figura entre las revelaciones argentinas de los Panama Papers y sin acceso a los documentos es difícil saber si aparecen o no en la información filtrada. Pero no deja de llamar la atención que de las decenas de personalidades denunciadas en todo el mundo a partir de los Panama Papers casi no figuran empresarios de medios y de los pocos que sí figuran, ninguno es miembro del consorcio informativo. También es llamativo que teniendo más 540 nombres vinculados con paraísos fiscales, Clarín y La Nación sólo publican unos pocos casos. Y tampoco se puede apreciar que los medios de la competencia hagan mucho esfuerzo por obtener esa lista, no vaya a ser ellos también o sus allegados o avisadores figuren en la nómina. El problema para los grandes medios es que ya son más de 400 periodistas en todo el mundo que han trabajado con la información filtrada y eso hace probable que tarde o temprano los datos silenciados lleguen a manos de medios alternativos que no tienen conflictos de interés con los dueños de las empresas offshore. Cuando eso suceda, si es que sucede, los miembros del consorcio quedarán expuestos por todo lo que no contaron porque no lo podían contar.

Es que los paraísos fiscales no son simplemente cuevas de evasión impositiva al servicio de los ricos y famosos, como da a entender la narrativa periodística que hoy surge de los Panama Papers. Son, sobre todo, instrumentos financieros de las grandes corporaciones. Forman parte del sistema capitalista globalizado que impone sus normas por encima de la voluntad de los gobiernos y actores sociales que lo cuestionan. Dentro de este sistema los llamados medios de comunicación tradicionales ya no son medios en tanto mediadores entre distintos factores de poder. Han mutado de medios a extremos, extremos de grandes corporaciones, narradores de relatos hegemónicos o que pretenden serlo, antes que descubridores de verdades incómodas. La megafiltraciones, en sus distintas variaciones, a medida que se hacen cada vez más frecuentes, muestran los límites del periodismo tal como lo conocemos y vacían de contendido la pretensión de equilibrio e independencia de los grandes medios, incluso de aquellos que alguna vez pudieron serlo. 

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Apesar de Você



BRASIL: DILMA ROUSSEFF RESISTE AL JUICIO POLÍTICO FRENTE AL EMBATE DE LA DERECHA 

"De novo, não. Não vai ter golpe”, dijo Chico Buarque a Dilma Rousseff en un encuentro de apoyo de artistas a la presidenta. En Brasil se está produciendo un golpe de estado bajo la figura de una investigación por parte del congreso. Se pretende destituir a la presidenta Rousseff con argumentos falaces para sacar al Partido de los Trabajadores del gobierno, e imponer al vicepresidente, Michel Temer, del partido derechista PMDB. Por estas horas, la Corte Brasil, está impulsando también el pedido de juicio político contra Temer, que a su vez rompió con el Partido de los Trabajadores. La derecha derrotada en la últimas presidenciales, pretende desconocer a más de 50 millones de brasileños que votaron por Dilma y quedarse con el poder sin que medie ninguna consulta popular. 

Por Marcelo J. Levy 

La procuraduría federal lleva adelante la investigación denominada "Lava Jato"  que obtuvo claras evidencias de la corrupción vinculada a la empresa estatal de petróleo, Petrobras, del que la principal beneficiaria era la empresa Odebrecht. Esta empresa pagó coimas a funcionarios del P.T., pero también a otros de los partidos PMDB y Progresista.

Paralelamente se han descubierto coimas por más de 5 millones de dólares vinculadas a uno de los acusadores de Dilma, el ultraderechista Eduardo Cunha. Otras investigaciones han destapado anomalías en la gobernación de San Pablo, controlada por el PSDB. En definitiva, todos los grandes partidos brasileños están involucrados de una u otra forma en casos de corrupción, no sólo el PT como quieren hacer ver los medios de comunicación. Mal puede un Congreso cuestionable y corrupto juzgar a la presidenta, destituirla y reemplazarla por un sujeto que no fue electo por el pueblo y cuyo partido también está acusado de corrupción. Por eso muchos sectores sostienen que, quien debe decidir es el pueblo y no el Congreso, ya sea con un referéndum revocatorio, nuevas elecciones o una asamblea constituyente popular.

Como en muchos países latinoamericanos, Brasil está dividido en dos: un sector, especialmente la clase media y alta, que apoya a la derecha y el golpe parlamentario; y los pobres y trabajadores que defienden la democracia. Ha habido grandes movilizaciones de ambos bandos, aunque los medios sólo dieron despliegue a las manifestaciones de la derecha.

El avance sobre el impeachment es un divisor de aguas que abrirá una nueva coyuntura en Brasil. Si venciera la oposición de derecha, liderada por el acusado por corrupción Eduardo Cunha (PMDB), con el apoyo de la Rede Globo y la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP) mediante una presión de las calles bajo la dirección del ultra conservador Movimento Brasil Livre (Movimiento Brasil Libre-MBL), las condiciones para las luchas de la clase trabajadora serán más dificultosas. Habría una aceleración de acuerdos de más ajuste fiscal, suspensión de derechos y el fin de las investigaciones por corrupción.

El agravamiento de la crisis brasileña se produjo debido a una maniobra orquestada por el núcleo duro del Estado. Sectores de la magistratura (jueces) y del Ministerio Público (fiscales) y de la cúpula corporativa de la Policía Federal (delegados) trabajan combinadamente con la burguesía brasileña y la Rede Globo, para usar la lucha anti-corrupción a su favor, reduciendo el foco de las investigaciones primero a la Operación Lava Jato, para, seguidamente, restringirlo a los delitos cometidos por el PT.

A partir de ello, desempeñan una maniobra disuasiva para tapar la investigación de corrupción por evasión de impuestos estimada en diez veces mayor que la Lava Jato -Operación Zelotes-, pero que afecta directamente a la burguesía nacional de mayor prestigio, como la siderúrgica Gerdau y las Organizaciones Globo (y sus filiales). De ahí el activismo de Globo por el impeachment.

Así entonces, se utiliza la Operación Lava Jato, donde se investiga la corrupción en la estatal Petrobras, la mayor demandante de contratos de obras públicas y de infraestructura en Brasil. Una empresa fundamental en la formación bruta del PBI en el país.  Su salud financiera afecta, por tanto, a importantes fracciones de la burguesía.

Si avanza la destitución de Rousseff, se espera a partir de ahí, un giro en la orientación de la Rede Globo que hablará, a partir de entonces, de "normalización de la política" y "mejora de algunos indicadores económicos" de Brasil, en la recuperación de la "confianza de los mercados". Al mismo tiempo, lo que Lula intenta articular para preservar el gobierno del impeachment no excluye al menos el control del gobierno sobre las acciones de la Policía Federal, como ya insinuó el nuevo ministro de Justicia. Los actores del régimen, incluidos Lula, bloquean, por tanto, una carrera para ver quien cierra primero la Lava Jato, con el fin de postularse como una solución política respecto a la burguesía.

El enrevesado panorama que se presenta en definitiva es producto del grado de corrupción elevadísimo de Brasil en todos sus espacios políticos y la extorsión que se maneja de un sector a otro. De igual forma es justo reconocer que el PT con Dilma a la cabeza y acompañada de Lula han llevado políticas de redistribución, y trabajaron a la par de la corriente de países progresistas de Latinoamérica. La derecha de Brasil es conocida y ya su pueblo ha sufrido sus consecuencias de hambre y miseria. Las noticias se actualizan a cada momento. Dilma respaldada por centenares de miles en las calles; otros miles pidiendo su destitución ya.  El destino del Brasil (y porque no de la región) se está por definir. 

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Hacete amigo del gobierno, no le des de qué quejarse…



EL PODER POLÍTICO Y EL PODER DE LOS MEDIOS: EL CASO DEL GRUPO CLARÍN (ÚLTIMA PARTE) 

La trayectoria de la empresa propietaria del diario Clarín es un claro ejemplo de cómo los grandes medios presionan sobre el poder político para obtener beneficios económicos, los que, a la vez, les otorgan mayor influencia para conseguir nuevas ventajas. En esta segunda entrega de la historia política del Grupo, se describe la profunda crisis en la que cayó como producto de su enfrentamiento con Cristina Fernández,  y cómo pudo empezar a recomponerse gracias a Mauricio Macri. 

Por Marcelo R. Pereyra

FERNÁNDEZ: HORAS DESESPERADAS 

Cuando en 2008 Cristina Fernández impulsó una ley para regular a los medios audiovisuales, la relación  de “amigos con beneficios” que había existido entre el Grupo Clarín y el kirchnerismo voló por el aire. Todo había empezado en marzo de ese año, cuando el gobierno dispuso un aumento de las retenciones a la exportación de granos. Las cuatro grandes organizaciones de productores agrarios se opusieron vehementemente a la medida. Lo mismo hicieron Clarín y La Nación, dos diarios muy vinculados al quehacer agropecuario. Al gobierno no le gustaron esas críticas y lo explicitó sin ambages. Siendo que a La Nación ya lo tenían catalogado como un enemigo consuetudinario, a Néstor Kirchner y a la ex Presidenta les sorprendió la reacción agresivamente negativa de Clarín. Suponían que pese a que le habían negado la compra de Telecom, el Grupo seguía siendo un aliado; por su parte, el multimedio no previó la belicosa reacción que despertó en el gobierno su postura crítica. Como fuere, desde aquel acto del 1° de abril de 2008, en el que Kirchner provocó al Grupo con su famoso “¿Qué te pasa, Clarín?”, se declaró una guerra de ribetes inauditos. El gobierno disparó con toda su artillería:  impulsó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (SCA), le birló al Grupo la transmisión del fútbol (“Nos han secuestrado hasta los goles”, dijo en la oportunidad CFK), derogó la fusión de Multicanal y Cablevisión que había autorizado Kirchner, mandó al diario inspecciones impositivas intimidatorias, se entrometió violentamente en las reuniones del directorio de Papel Prensa (“Acá no vota nadie”, vociferó en una de esas reuniones el recordado ex secretario de Comercio Guillermo Moreno), denunció penalmente a directivos de Clarín y La Nación por delitos de lesa humanidad, reflotó la causa de los hijos de Ernestina de Noble y retiró publicidad oficial de todos los medios del Grupo. Cuando el gobierno le lanzó todos estos ataques muy pocos empresarios y políticos salieron en defensa del Grupo. Es probable que algunos les hayan querido pasar la factura a sus directivos por veinte años de competencia impiadosa y comportamientos soberbios.

En esa guerra el Grupo salió más herido que el gobierno. Vivió horas de desesperación e incertidumbre, pues perdió audiencia, ventas, publicidad y confiabilidad, el capital simbólico al que aspira todo medio de comunicación. Las palabras de Clarín y las de los otros medios del Grupofueronpuestas en cuestión como nunca antes había sucedido. Si bien la ex AFSCA no logró desmembrarlo, no es menos cierto que otras empresas de medios –afines al gobierno de Cristina Fernández- cooptaron algunos negocios que le interesaban al Grupo. Clarín denunció que la ley SCA era un ataque al “periodismo independiente”, ocultando que en realidad fue pensada para castigarlo debido a su línea editorial. Por su parte, el gobierno disfrazó la norma bajo el argumento –loable- de democratizar la comunicación. Seis años después de su sanción poco hizo el kirchnerismo en ese aspecto: los medios siguieron concentrados, algunos se concentraron más gracias a la amable gestión del ex titular de la ex AFSCA, Martín Sabatella, y los pueblos originarios, las cooperativas, las universidades y otras organizaciones de la sociedad civil siguen esperando que se les asignen frecuencias de radio y tv digital. 

MACRI: REGRESO CON GLORIA 

En la campaña electoral de 2015 todos los medios del Grupo jugaron sus fichas a favor del candidato Macri. No podía esperarse otra cosa después de las batallas que habían librado con el kirchnerismo, aunque no dejaba de ser una jugada riesgosa dada su precaria situación económica. Pero, por muy poco, les salió bien. Apenas instalado Macri en el sillón presidencial no demoró en sancionar un decreto de “necesidad y urgencia” que liquidó de un plumazo todo el andamiaje normativo sobre medios audiovisuales y digitales que había prohijado la administración de Cristina Fernández: mediante el DNU 267/2015 –que el Congreso se apresta a ratificar con algunas modificaciones menores- el gobierno eliminó la AFSCA y la AFTIC y creó el Ente Nacional de Comunicaciones, suspendió el artículo 45 de la ley de SCA -que limitaba la cantidad de ciudades en las que podían operar las empresas de cable-, dejó sin efecto las adecuaciones, habilitó la extensión de las licencias por diez años, permitió el ingreso directo de las empresas telefónicas a los medios audiovisuales y conformó una comisión para la elaboración del proyecto de ley de reforma, actualización y unificación de las leyes de SCA y Argentina Digital. Todo a pedir de boca para el Grupo. Y así, mientras Cristina Fernández y sus empresarios amigos comienzan a desfilar ante los jueces, el multimedio puede respirar tranquilo después de seis años de angustia. Ahora deberá redoblar sus esfuerzos para entrar en el negocio del triple playvenciendo a las empresas telefónicas, sus principales competidoras. 

LA COMUNICACIÓN DE CLASE 

La historia política de la empresa editora de Clarín  evidencia que  todos los gobiernos de la democracia, menos el de Raúl Alfonsín, accedieron a sus distintas demandas: algunas fueron para superar sus crisis económico-financieras y otras para entrar en nuevos negocios. En ambos casos los gobiernos extendieron los beneficios a otras empresas multimediáticas, como ocurrió con  la ley de bienes culturales y con el decreto 527/2005, de los gobiernos de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, respectivamente, normas dictadas para auxiliar desde el Estado a los grandes capitales de la comunicación que arrastraban problemas financieros desde la mega crisis de 2001. Es más, Kirchner respaldó y estimuló la estructura de medios que había heredado, en especial la concentración empresarial, y diseñó un sistema de premios y castigos basado en la distribución de la pauta publicitaria estatal.

Es importante destacar que mientras Kirchner y otros ex presidentes ayudaron de diversas maneras a las empresas infocomunicacionales del sector comercial, todos ellos ignoraron completamente la problemática de los medios no comerciales. Confinaron a la comunicación social a la semi clandestinidad por la ausencia de una normativa que la legalizara y que impulsara el acceso a la comunicación de distintos sectores de la sociedad civil. Mientras los grandes medios se codeaban con todos los gobernantes y conseguían salvatajes económicos y posibilidades de hacer nuevos y más lucrativos negocios, los medios populares, alternativos y comunitarios apenas si tenían los PPP (Permisos precarios y provisorios) que otorgaba el COMFER, y funcionaban con el riesgo permanente de la clausura y el decomiso de sus equipos. Todo un dato que explicita la naturaleza de clase que atraviesa las relaciones entre el poder político, los grandes multimediosy la comunicación social. 

Fuentes: 

Becerra, Martín (2006): “En América Latina la relación entre medios, política y negocios turbios es muy fluida”. Entrevista de Marcelo R. Pereyra en Revista Contracultural diciembre.

Mochkofsky, Graciela (2011): Pecado original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder. Buenos Aires, Planeta.

Sivak, Martín (2015): Clarín. La era Magnetto. Buenos Aires, Planeta. 

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La paz es la guerra en la Israel de Latinoamérica o nuevas crónicas desde la colonia penal de Locombia



COLOMBIA: UN PAÍS MILITARIZADO (SEGUNDA PARTE)


Febrero del 2016. Locombia. Las fronteras con Venezuela bloqueadas. Promesas de paz con las FARC, tras más de cinco décadas de guerra civil (o lo que más al sur conocemos como terrorismo de Estado), que ya ha dejado más de 6 millones de víctimas: 5 millones y medio de personas desplazadas, mas miles torturadas, perseguidas, violadas, secuestradas, etc. y más de 600.000 muertos (aunque otros hablan de 300 mil). Mientras el ELN sigue sus acciones subversivas. Se cumplen 50 años del asesinato del cura guerrillero Camilo Torres, por el ejército colombiano. Y van casi dos años de la muerte del escritor y premio Nobel, Gabriel García Márquez. Y los más claros críticos de la zoociedad locombiana reciente, o son asesinados como Jaime Garzón (en 1999), o deben exiliarse, como Humberto Cárdenas hoy. La Israel de Latinoamérica cuenta hoy con una decena de bases militares norteamericanas en su territorio, mientras aumenta la producción de cocaína y heroína para exportarla a los mismos EEUU, y nos muestra cómo en el país del realismo mágico: las democracias neoliberales dejan más muertos y víctimas que las dictaduras militares.  

Por Xuan Pablo Gonzalez (desde Colombia)  

Colombia: una colonia penalnecrofílica 

El multiartista nómade Caspián Es vivió nueve años en Colombia, en distintos períodos y en distintos lugares del país. Hace poco estrenó en Quito (Ecuador), donde vive ahora, su ópera futurista IO, y cuando hablamos sobre la omnipresente presencia militar en Locombia, dijo que “Colombia es como una cárcel”. Y “a la gente le gusta estar vigilada… controlada”. Algo que no resulta nada extraño, sobre todo viendo que en Buenos Aires y en Argentina (y con la asesoría de Uribe incluida) en los últimos años está pasando cada vez más lo mismo, y eso posibilitó el crecimiento del PRO, que hoy gobierna el país, la principal provincia (Buenos Aires), y la Capital Federal. Y vemos que el artilugio mediático de “la inseguridad” (política, económica, social, etc.) es el que incentiva en la población “asustada”, el deseo de ser vigilados y controlados militarmente. Algo que se remonta (y ya fue experimentado) a los inicios del Plan Cóndor en los años 70. Y poco antes de ser asesinado Jaime Garzón en los neoliberales años 90, en su programa televisivo y satírico: Quac el noticiero, decía que Colombia “es una colonia agrícola… Y la milicia la quiere volver una colonia penal”. Sí: una prisión. Eran los tiempos en que Álvaro Uribe Vélez se perfilaba como el futuro presidente colombiano, y Garzón dijo: “Y será él quien por fin traiga a los redentores soldados norteamericanos, quienes humanizarán el conflicto, y harán de Uribe Vélez el dictador que este país necesita”. Y con Uribe se agudizó el conflicto y permitió la instalación de siete nuevas bases militares norteamericanas en Colombia, sumando a las que ya había: dejando por lo menos 10 bases, como decía César Estrada en Las bases militares gringas en Colombia, hace 6 años, según informa el CEPRID (Centro de Estudios Políticos para las Relaciones Internacionales y el Desarrollo).

Cuando entré a Colombia por segunda vez, en este 2016, el videasta y amigo Juan Manuel Figueroa me habló de las recientes matanzas de los paramilitares en el Cauca, y de cómo apilaban cadáveres descuartizados de indígenas y campesinos. También me citó a Humberto Cárdenas diciendo: “la sociedad colombiana es una sociedad necrófila”. Y Cárdenas continúa: “El sistema mundo capitalista, sistema al que pertenece Colombia, este país ficticio marcado sobre un mapa en el noroeste de Suramérica, es un sistema indefendible: ha impuesto a su propia población, como forma de vida, la huida permanente ante la barbarie, el vivir atravesados por el desgarramiento perpetuo de todas las formas de vida. Con la destrucción sistemática del universo de sus existencias, el capitalismo hunde en la deshumanización planificada a los pueblos del mundo. La deshumanización es la pérdida del lenguaje; sin lenguaje, el lenguaje del capital, la neolenguanarrada por Orwell en su novela 1984, cumple su papel: matar el pensamiento, imponer el poder y el deseo del no saber, aniquilar la capacidad de acción en los pueblos del mundo. La neolengua produce de manera vertiginosa derechos; el que produce, manda; el que consume, obedece. Entonces se actúa como si la promesa del derecho fuera real, cuando lo real ni siquiera es su inexistencia: es el escupitajo sobre la herida, es la guerra que golpea a los territorios del mundo para garantizar el acceso de las transnacionales a la naturaleza, en esa dicotomía perversa que permite exterminar pueblos para matar la tierra”. Y “el deseo de no saber” que impone el capitalismo-imperialismo, de “ignorar” qué es lo que pasa en realidad en el mundo, es algo que sobrevuela no sólo a Colombia, sino al resto de la región (y el mundo). El sangriento (necrofílico, vampírico y zombificante) cine de Hollywood (que invade las pantallas colombianas y latinoamericanas, especialmente con películas hiperviolentasdonde los héroes suelen ser siempre los agentes de la CIA y la DEA norteamericanos), la televisión, el fútbol, el reggaetón y la salsa y el pop (de Shakira a Juanes, etc., en el caso colombiano) y otras manifestaciones “culturales”, son las encargadas de dejar el terreno fértil para que esto suceda así, y no de otro modo. Ahora vivimos en una sociedad de control, decía el filósofo francés Gilles Deleuze. Y esto es evidente en Colombia. 

Un narco-estado locamente soñado 

Pero volviendo a las comparaciones entre Colombia e Israel: en el tema drogas, Colombia es estratégicamente mucho más importante que Israel. Ya que “Colombia produce el 80% de la cocaína mundial y un poco menos del 50% de la heroína que se consume en Estados Unidos”, dice en su libro En Colombia Sí Hay Guerra, el escritor Robinson Salazar Pérez.  Y si “la cocaína gobierna el mundo”, como escribió el italiano Roberto Saviano, Colombia debería dominar el mundo. Y ser un país muy rico. Ya que según los médicos japoneses Kunihiro Seki y Yoshito Nishi (en Coca: un biobanco, y citando un reporte de la INCB): “El mayor país consumidor de cocaína es Estados Unidos… con 157 toneladas (37 millones de dólares)”, y alrededor de una 40 % del consumo mundial. Segundo como país estaría Brasil con casi un 20 % (una cocaína llegada de Bolivia y Perú) y unas “80 toneladas (18 millones de dólares)”, pero a nivel regional, Europa consume más cocaína que Brasil, y todos los países suramericanos juntos, y gasta unos “36 millones de dólares”, casi tanto como EEUU, y convirtiéndose en el segundo consumidor mundial como Comunidad Europea. O sea que Colombia al vender el 80 % de la cocaína del mundo, tendría que ganar aproximadamente unos 37 millones de dólares de EEUU + unos 36 millones de dólares de Europa, al año, de los ricos consumidores cocainómanos del primer mundo: más de 73 millones de dólares. Pero el hecho concreto es que viajando por Colombia uno ve que éste no es un país rico, sino más bien pobre, tercermundista (donde sí hay una clase oligárquica dominante, pero la gran mayoría de la población es de clase baja), y sus rutas son oscuras como pocas (verdaderamente las carreteras colombianas están pésimamente iluminadas: o ¿estarán deliberadamente abandonadas a las penumbras?). Aunque blancas lleguen a destino.

Y desde la instalación del Plan Colombia en las últimas décadas: éste es un país con ocupación militar norteamericana. Y “los cultivos ilícitos han aumentado más de un treinta y cinco por ciento”, decía en el 2009, en pleno mandato uribista, el colombiano exiliado en Venezuela: César Estrada. Y para muchos Colombia es desde hace años un narco-estado, y Uribe habría sido su principal promotor, con la ayuda gringa. Ya que “los integrantes del Equipo de Gobierno de Álvaro Uribe Vélez, en tan solo 8 años han transformado al Estado Colombiano en una verdadera red mafiosa que cuenta con la colaboración “desinteresada” y la asesoría de los Estados Unidos e Israel”, dice Alfonso Méndez, en Colombia, ¿ Un narco-estado..? Y continúa: “Colombia desde la llegada de Uribe Vélez a la Presidencia, ha vivido escándalo tras escándalo, como la Narcopolitica, con el aporte de dinero del Narcotráfico a las campañas del Uribismo y sus aliados políticos, la Parapolitica, con sus congresistas presionando a través de los paramilitares la compra de votos para la Reelección Presidencial o para la Aprobación del Congreso del acuerdo para la Instalación de las Bases Militares Estadounidenses, y más recientemente la vinculación de los hijos del Presidente (Tomás y Jerónimo Uribe) que han estado envueltos en escándalos relacionados con el tráfico de influencias para su enriquecimiento por intermedio de sus Empresas y con negocios vinculados al narcotráfico… Durante años las mafias que integran el narcotráfico han financiado el crecimiento de Colombia brindándole una infraestructura imposible de haberse construido con dineros bien habidos (no lavados) a la vista de una seguidilla de Gobiernos cómplices donde, el de Álvaro Uribe ha sabido institucionalizar las relaciones con el “Crimen Organizado” (productores, distribuidores, entidades financieras, paramilitares, etc.) convirtiendo a Colombia en un verdadero NARCOESTADO” (Méndez). Un Narcoestado soñado por y para el Imperialismo norteamericano: ya que en el tema de “la guerra contra las drogas… el autor de estos y otros problemas, siempre es Estados Unidos de Norteamérica, porque actúa abiertamente al servicio de su oligarquía industrial, venta de armas, equipos militares, fomenta la corrupción, chantajea a los países pobres en su beneficio, especialmente económico, de la élite política y de sus sistemas de dominación”, como dice el antropólogo boliviano Mauricio Mamani Pocoaca en su libro Pijchu. Y mientras la sagrada “hoja de coca previene la demencia… y es uno de los alimentos más nutritivos que descubrió la humanidad y además con propiedades medicinales” (Seki y Nishi), y antiguamente, y por miles de años “regulaba la convivencia pacífica de los pueblos de América del Sur y Central” (Mamani), hoy sigue siendo fumigada y perseguida, y pisoteada, para que en Locombia reine la cocaína y la guerra: una violencia narcoestatalmente democrática, gracias a los aportes de EEUU. 

La sabiduría de los Hermanos Mayores 

Y dentro de Colombia también quedan aún palabras sabias de la Tierra ancestral, vestigios de pueblos milenarios armonizados con el Cosmos, como los Koguis del norte de Colombia, de la Sierra Nevada de Santa Marta,  que son uno de los pueblos originarios que han alcanzado mayor notoriedad en las últimas dos décadas, difundiendo su voz por distintos medios: una voz donde la Mama Coca también se deja oír, y que ellos me compartieron de sus cocales milenarios orgánicos. Ellos, que se asumen (como otros pueblos originarios de este continente americano o AwyaYala) como guardianes de la Madre Tierra, de la Pachamama. Y se dicen así mismos los “hermanos mayores”, y que deben cuidar y guiar a los “hermanitos menores”: representados por los occidentales y/o occidentalizados, agringados, colonizados, mestizos/ y o criollos típicos, etc.     

Los Koguis como otros pueblos originarios, desde hace más de dos décadas no paran de dar la alarma y decir que la contaminación y depredación planetaria se ha vuelto demasiado grande, voraz e incontrolable, y el dolor de la Madre Tierra ante este abuso debe ser oído, y el saqueo detenerse antes de que sea demasiado tarde.

Hace un siglo el filósofo alemán Walter Benjamin veía claramente al “capitalismo como una religión” cuyo fin era la “la destrucción del mundo”. Esto para los pueblos originarios es más que evidente, y los Koguis, en medio de la depredación apocapitalíptica dicen y advierten: “el mundo no tiene que terminar, sino que podría continuar, pero a menos que dejen de violar la tierra y la naturaleza, que cesen de agotar la energía de la La Gran Madre, sus órganos, su vitalidad, a menos que las personas dejen de trabajar en contra de la Gran Madre, el mundo no durará”.

Hoy los Koguis, y los Arwakos, Muiskas, Tukanos, Ingas, Nasas y otros pueblos originarios de Colombia, siguen luchando por sus tierras, por sus tradiciones, por sus plantas sagradas, por sus vidas, y por la vida de todos en esta Tierra. Mostrándonos el camino como nuestros hermanos mayores: y que aprendamos a cuidar a nuestra Gran Madre Pachamama. En los pueblos originarios y sus sabidurías ancestrales, Locombia (y el resto de nuestros países latinoamericanos) podría encontrar las claves de sanación y corregimiento a nivel de una nación verdaderamente soberana, libre del control imperialista. Todo un reto (que se ve verdaderamente lejano), no sólo para la clase política, sino también para todas sus gentes. Un reto de crecimiento: individual y colectivo, que debería ser urgente. Por el bien de todos y todas.

(FIN DE LA SEGUNDA PARTE) 

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