8 de mayo de 2016

Las recetas de siempre y la banalización del mal


A CUATRO MESES DEL NUEVO GOBIERNO ES PREOCUPANTE LA SITUACIÓN SOCIOECONÓMICA 

Un nuevo gobierno y las recetas de siempre. Las mismas que implantó la dictadura 76-83. Primero, el ajuste; después, se verá. Los pobres de los ’90 siguen en la pobreza porque nadie se preocupó por sacarlos de ahí. Con planes y subsidios no alcanza porque viven en pobreza estructural. ¿Qué habrán pensado al ver las imágenes de mansiones de lujo y gente contando plata un humilde trabajador de un ingenio de Salta o de una finca de Río Negro, o una maestra que da clases en una escuelita perdida en alguna inmensidad o un empleado que todos los días viaja como un animal desde los suburbios? ¿Serán conscientes de que ese dinero es su dinero, el que le entregan como impuesto al Estado para que éste lo destine al bien común? ¿Serán conscientes de que altos funcionarios del gobierno que muchos de ellos votaron lo desviaron a los bolsillos de empresarios cómplices? Y eso no es ningún escándalo. Es un delito. O sea que son corruptos, sí, pero antes que nada son ladrones. 

Por Marcelo R. Pereyra 

Antes de las elecciones presidenciales del año pasado en Argentina, algunos periodistas y opinólogos profesionales advertían que la ex presidenta Cristina Fernández había dejado la economía como  un campo minado: por donde quiera que se caminase estallaría una bomba. Se referían a ciertas medidas que, siendo aparentemente necesarias, la administración kirchnerista se había negado a adoptar, como, por ejemplo, la liberación del cepo cambiario y una consecuente devaluación y un ajuste de tarifas. Sostenían que, al ser medidas generadoras de inflación, la ex Presidenta se negaba a adoptarlas para no perjudicar su imagen. Las dejaba entonces para que las tomara el nuevo presidente con el fin de que fuera él quien cargara con los costos políticos. Y al decir “nuevo presidente” incluían tanto a Scioli como a Macri. En el caso del segundo es comprensible, pero en el caso de Scioli ¿estaban sugiriendo que Cristina Fernández hizo todo lo posible para que no ganara el Frente para la Victoria? ¿Fue por eso que designó en la provincia de Buenos Aires a un candidato de dudosa probidad y escasa aceptación como Aníbal Fernández, lo que permitió el inesperado triunfo de María Eugenia Vidal?

Independientemente de que este maquiavélico plan fuese cierto o no, Mauricio Macri –por convencimiento o por ingenuidad- no tuvo ningún inconveniente en transitar por ese campo minado y como era de prever las bombas le empezaron a estallar. Así, a sólo cuatro meses de haber asumido hizo todo lo posible para dilapidar su capital político: devaluó  el peso con brusquedad y aumentó con fervorlas tarifas,  los combustibles y el transporte. Resultado: la inflación más alta de los últimos años. Todo ello lo sazonó con muchos despidos injustificados en organismos del gobierno y con la negativa a sancionar una ley “antidespidos”, algo que aterroriza a sus amigos empresarios. Tampoco avanzó, hasta el momento, en la rebaja del impuesto a las ganancias. Y como si no fuera poco, decidió convalidar la deuda externa fraudulenta pagándoles hasta el último peso a los usureros internacionales. Es increíble, pero algunos de aquellos periodistas y opinólogos  critican a los que se quejan por estas desmesuras, al tiempo que también le reprochan al gobierno ser demasiado gradualista en su política económica. El gobierno, por su parte, jura y perjura que hay que ajustarse el cinturón en este primer semestre, porque en el segundo llegará una lluvia de corazones y dólares y a partir de ese momento todo será felicidad para el pueblo argentino.

Más allá de todas estas especulaciones hay una realidad innegable: los que estuvieron mal en los gobiernos del matrimonio Kirchner no están –ni estarán- mejor con Macri. Es que hay una cuestión estructural que en la Argentina de la posmodernidad viene desde la década de los ’90. El Nuevo Orden Neoliberal, es decir, el capitalismo reorganizado y adaptado al proceso de globalización de la economía, se encarnó definitivamente en el gobierno de Carlos Menem. Previamente la dictadura 1976-1983 le había abierto las puertas; unas puertas que el alfonsinismo intentó tímidamente cerrar hasta que fue vencido por un golpe de mercado. Llegado entonces el menemismo no tardaron en crecer las cifras del desempleo, la pobreza y la indigencia. La pauperización llegó incluso hasta la clase media. Desde entonces, ningún gobierno hizo nada para superar estructuralmente aquella situación. La alianza UCR-FREPASO, que había llegado como la gran salvadora en el pos menemismo se diluyó en sus contradicciones internas llegando a nombrar ministro de Economía al mismo que había ejecutado el ajuste neoliberal, Domingo Cavallo. Duhalde, un presidente de transición en un período de convulsión social, atinó a implementar los subsidios y los planes. Los Kirchner no fueron más allá. Continuaron el asistencialismo,  pero sofisticaron sus mecanismos y los dotaron de una impronta política de mayor significación. Así fue cómo terminaron construyendo viviendas populares entidades de DD.HH. y organizaciones sociales que le eran adictas, cuando no es esa su función. Pero encolumnar a un sector de las Madres de Plaza de Mayo y a la Tupac de Jujuy detrás de estos proyectos, con un montón de dinero circulando sin control, le sirvió al kirchnerismo para acallar quejas y comprar votos y adeptos. En resumen: aunque algunos hayan conseguido una modesta vivienda o algún otro beneficio, los pobres e indigentes de los ’90 nunca salieron de esa situación

Macri decidió eliminar las tarifas subsidiadas casi en su totalidad. En cambio mantiene los programas de asistencia. No ha prometido mucho en este sentido. Sólo el Plan Belgrano para la región norte del país. Pero algo tendrá que imaginar porque la situación social se está recalentando. Comenzaron a florecer los conflictos –docentes universitarios, médicos en la provincia de Buenos Aires, por ejemplo- y las centrales sindicales –a las que une más el espanto que el amor- ya le organizaron una marcha de protesta. En muy poco tiempo llegará el primer paro general. Lo que pueda imaginar  un gobierno como el de Macri será, nuevamente, un plan de contingencia, algo para salir del paso cuando las papas le quemen las manos. Algo parecido a lo que hicieron los Kirchner, tal vez, pero sin la mística nac & pop.

Es posible que, por ahora, muchos integrantes del sufrido pueblo argentino estén otorgándole cierto changüí a Macri porque fueron convencidos por el discurso del campo minado de que “esto” era lo que había que hacer. Además el macrismo está empezando su gobierno y muchos creen que es poco tiempo para que las cosas cambien. Y también hay otros que se niegan a la posibilidad de un rápido retorno al kirchnerismo. Como sea, para todos es un momento muy difícil, de gran incertidumbre y pronósticos poco optimistas. Por otra parte, es probable también que el impacto público del ajuste "a la Macri” sea menor gracias a que los jueces federales dejaron de invernar, salieron de su madriguera y se pusieron a trabajar en varias causas donde se investigan delitos de peculado, dádivas y malversaciones varias cometidos por funcionarios del kirchnerismo y empresarios amigos. La oportunidad fue propicia para que varios medios se prendieran con ganas a la movida judicial y llenaran páginas y minutos de información con allanamientos, bóvedas, campos y mansiones fastuosas. Para muchos televidentes resultaron movilizadoras las imágenes de gente contando miles de fajos de billetes y festejando con whisky el éxito de su operación delictiva.  ¿Qué habrán pensado al ver esas imágenes un humilde trabajador de un ingenio de Salta o de una finca de Río Negro, o una maestra que da clases en una escuelita perdida en alguna inmensidad o un empleado que todos los días viaja como un animal desde los suburbios, que se desloman trabajando para apenas sobrevivir? ¿Serán conscientes de que ese dinero no es un dinero “abstracto” sino que es su dinero, el que le entregan como impuesto al Estado para que éste lo destine al bien común? ¿Serán conscientes de que altos funcionarios del gobierno que ellos votaron lo desviaron a los bolsillos de empresarios cómplices, y que luego esos empresarios lo fugaron al exterior y se lo retornaron a los funcionarios? 

Es de esperar que el show mediático de las excavadoras no banalice la maldad: lo que hicieron los funcionarios kirchneristas y sus cómplices no es ningún escándalo. Es un delito. Armaron asociaciones ilícitas para robar. O sea que son corruptos, sí, pero antes que nada son ladrones

Crece la resistencia al extractivismo en Río Negro



ASAMBLEAS SOCIOAMBIENTALES, ORGANIZACIONES ECOLOGISTAS Y DOCENTES SE MOVILIZAN CONTRA EL SAQUEO Y LA CONTAMINACIÓN 

Frente al plan gubernamental de avanzar con el desarrollo de la explotación minera e hidrocarburífera; asambleas socioambientales, organizaciones ecologistas y docentes rionegrinos se movilizaron las últimas dos semanas para participar de dos encuentros claves para la construcción de otro modelo de desarrollo: la primer reunión de la Unión de Asambleas del Kurrú Leufú (Río Negro) y el Primer Congreso Socioambiental organizado por la Unión de Trabajadores de la Educación de Río Negro. 

Por Hernán L. Giardini (desde Río Negro)

El 23 de abril se realizó en la ciudad de Allen (Walki Ñielo), el primer encuentro de la Unión de Asambleas del Kurrú Leufú (Río Negro) conformado por “hermanos y hermanas de distintos lugares del territorio (Allen, Cinco Saltos, Cipolletti, Comarca Carmen de Patagones - Viedma, Comarca El Bolsón - Lago Puelo, Fiske Menuco, San Carlos de Bariloche)” con el fin de consolidar un espacio que permita “reforzar los principios asamblearios desde la horizontalidad y el Buen Vivir”. 

Las asambleas rionegrinas anunciaron que impulsarán “una campaña urgente por la restitución de la Ley Provincial 3981 (Ley Anti cianuro) que prohibía el uso de cianuro para la mega minería a cielo abierto en Río Negro. Los incidentes mineros no son accidentes. Un “accidente” deja de serlo cuando este es prevenible y pasa a transformarse en DELITO. Aquí hay responsables directos de la contaminación que esta destructiva actividad está dejando en el territorio”. 

En lo referente a la avanzada petrolera en la región, las asambleas advirtieron que “empresas que llegan, destruyen el suelo, extraen hidrocarburos, envenenan el agua, el aire, la tierra, la vida y se van. Cientos de camiones, maquinarias y cuerpos represivos hoy constituyen el ejército extractivo que avanza sobre los territorios que habitamos. En la localidad de Allen, los productores frutícolas acorralados por la incoherencia de un mercado que desprecia el valor de la obra de su trabajo, y al borde del remate de sus chacras, hoy venden su voluntad y rentan la tierra a empresas que implementan el fracking para extraer tigth gas, hecho que condenará para siempre la salud de quienes ocupamos estos territorios, quienes bebemos el agua que usan desmedidamente y contaminan”.

“Nos urge organizarnos por la protección de la Naturaleza, ante el inminente desarrollo de una guerra global por el agua, plasmado en su privatización y en el apoderamiento de distintos cursos y espejos de agua. La depredación de la Naturaleza significa en todos los horizontes un despropósito y un atentado contra los derechos colectivos de los pueblos que nos encontramos en defensa del territorio. Por todo esto, vemos, la territorialidad, la autonomía y la autodeterminación de los pueblos como horizontes hacia donde nos urge caminar. Nos encontramos en constante estado de movilización, convocatoria y organización en los diferentes frentes que se fortalecen en este encuentro de asambleas”, concluye el documento final del encuentro.

Por su parte, el 5 y 6 de este mes, más de 800 docentes de toda la provincia se movilizaron a General Roca (Fiske Menuco) para participar del Primer Congreso Socioambiental organizado por la Unión de Trabajadores de la Educación de Río Negro (UnTER), donde se convocó a exponer a especialistas, investigadores e integrantes de asambleas socioambientales de todo el país.

Desde la organización sindical sostienen que “es imprescindible construir una política militante de compromiso socioambiental en defensa de las condiciones de vida de la comunidad educativa, actuando tanto desde la formación docente y la transformación curricular, como en la denuncia de la vulneración de derechos y en el acompañamiento de las luchas en contra de cualquier proyecto contaminante, tales como la sojización, la megaminería o el fracking. Desde esta perspectiva, se avanza en la lucha territorial y sindical con la conformación del Departamento Socioambiental Chico Mendes a nivel provincial”. 

El documento final del congreso afirma: “Nos sentimos convocados por la creciente degradación y conflictividad ambiental en nuestros territorios, agravada por la ejecución de proyectos extractivos impuestos a nuestros pueblos por el modelo de producción y saqueo hegemónico.  Aspiramos a nuevos escenarios ambientales, donde el respeto por la vida y el ejercicio efectivo del derecho a un ambiente sano de todos los seres que habitamos este planeta sean los valores esenciales en que se funde un nuevo paradigma que organice nuestra comunidad. Haber trastocado estos valores sometiéndolos en función de los intereses de los sectores privilegiados ha conducido a la acumulación del capital y el lucro como único proyecto civilizatorio, económico, político, cultural, que se ha sostenido en la explotación de seres humanos y naturaleza, provocando desigualdad, destrucción e infortunio sin fin. Vivimos en un territorio que es ríos, que es bosques, que es estepa, que es mar, que es viento; y que también es historia, es cultura, es identidad, es proyecto de vida. El sistema impuesto históricamente en la región ha destruido cultura, masacrado pueblos, fragmentado el territorio. Miradas que ven un desierto a ser conquistado, desdeñan la diversidad, fragmentan y mercantilizan la vida, sostenidas por los intereses y el accionar político que confluyen en profundizar un modelo de expoliación de los bienes comunes disfrazado de progreso.  

En ese sentido, los docentes rionegrinos denunciaron que “los proyectos que buscan impulsarse en la provincia (megaminería, expansión hidrocarburífera, agronegocios, sobreexplotación pesquera, entre otros) lejos del bienestar social esgrimido, depredan bienes naturales, contaminan agua suelo y atmósfera (a veces de manera irreversible), producen profundos desequilibrios sociales, vulneran derechos territoriales de comunidades y pueblos originarios, atentan contra la autonomía y la autodeterminación, y generan graves consecuencias salud de las personas y ecosistemas. Estos proyectos vienen impulsados por los intereses de los poderes económicos y la connivencia de los funcionarios de turno. El Estado facilita en casi todos los casos, y aún en contra de las comunidades, la concreción de proyectos contaminantes. Por ejemplo, hace cuatro años la legislatura provincial derogó la Ley Anticianuro N° 3981 (que la regulaba actividad minera) en contra de la voluntad popular y a favor de las empresas del sector. Simultáneamente el poder económico despliega una variada gama de estrategias de cooptación. Opera sobre los espacios académicos de investigación, educativos y los medios de comunicación para condicionar la construcción y difusión del conocimiento. En ese sentido, en nuestra provincia señalamos la creación de una Tecnicatura en Minería, con orientación extractivista, en Jacobacci, donde hace años que la comunidad se opone al proyecto de minería de oro en Calcatreu”. 

Frente a esta situación, los delegados y maestros convocaron a “impulsar la incorporación de la problemática ambiental desde el pensamiento ambiental latinoamericano en todos los niveles y modalidades del sistema, y especialmente en la formación y actualización docente”  y propusieron que “el 5 de junio, Día Mundial del Ambiente, sea un día de acción socioambiental de la UNTER en toda la provincia. Adherir y apoyar por diversos medios la campaña por la restitución de la Ley Anticianuro”. 

Crece la resistencia al extractivismo en Río Negro…

La muerte de un Régimen



BRASIL EN LA ANTESALA DE UN GOLPE PARLAMENTARIO 

En este momento de quiebre se me ocurre que la democracia fortalece al Estado y que un Estado débil, no por tamaño ni poder fáctico, sino por falta de legitimidad, se vuelve impotente a la hora de defender el régimen. Entonces con el golpe parlamentario Brasil pierde mucho más que un gobierno electo y un Estado legítimo: pierde su régimen democrático. 

Por Santiago O´Donnell 

En estos meses, semanas, días y horas en que vi cómo se consumaba el golpe parlamentario-mediático-empresarial en contra del gobierno de la presidenta brasilera Dilma Rousseff desde mi platea privilegiada de editor jefe de noticias internacionales del diario Página 12, cada vez que lo pensaba , me venía a la cabeza una de las muchas enseñanzas que me dejó mi querido padre, el politólogo Guillermo O´Donnell. Reconocido en el mundo, fallecido hace poco más de cuatro años, yo nunca había escrito una línea sobre él. Hoy lo hago movido por ese recuerdo recurrente y por un mensaje de mi hermana, la antropóloga brasilera Julia O´Donnell, escrito en mi muro de Facebook: “Santi, precisamos de um texto seu sobre nossa triste situação...”

Papá dedicó su prolífica e intensa vida académica al estudio de la democracia, desde su ausencia en tiempos de dictadura, a su crecimiento en tiempos de transición, a su mejoramiento en tiempos de consolidación. Casi toda su obra se referencia en Agentina y Brasil, los dos países que más amó. Si bien sus colegas, sus discípulos y también sus críticos lo leyeron mucho más y lo comprendieron mucho mejor que yo, a riesgo de equivocarme o sonar demasiado simplista o poco académico me atrevo a decir que hay una línea que él escribió en Contrapuntos: ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, (1997), muy sencilla, muy simple, muy directa, que de tan efectiva no me la puedo sacar de mi cabeza. La leí por primera vez en un columna domincal que Mario Wainfeld publicó en mi diario en mayo del año pasado, y no deja de retumbar en mi mente desde que empezó la escalada destituyente en Brasil. 

Quienes ocupan las posiciones más altas en el gobierno (democrático) no deben sufrir la terminación de su mandato antes de los plazos legalmente establecidos. 

Yo no había leído ese libro Contrapuntos que mi padre me había regalado con la esperanza sincera de que yo lo leyera. Demasiado denso, no me daba la cabeza. Pero esa frase sí que la puedo entender, la puede entender cualquiera. Va de suyo. Cae de maduro. Los presidentes deben poder finalizar sus mandatos. Se trata de una regla básica de la democracia. No creo que hoy alguien la pueda discutir. Lo que no sabía, y me vengo a enterar googleando el artículo de uno de sus colegas, es qué él, mi padre, había sido el primero en incluir esa condición en la definición de lo que constituye una democracia. Según escribió el politólogo peruano Luis Meléndez en “La democracia según Guillermo O´Donnell: una revisión crítica” (2013), si lo entendí bien, para arribar a su definición de “régimen democrático”, o sea el piso básico sobre el cual se puede empezar a hablar de una democracia, mi padre había tomado la definición de “poliarquía”, de su maestro en la Universidad de Yale, Robert Dahl. Dahl señala que para que exista una poliarquía, siete instituciones deben estar presentes: funcionarios electos, elecciones libres e imparciales, sufragio inclusivo, derecho a ocupar cargos públicos, libertad de expresión, variedad de fuentes de información, autonomía asociativa. Sin embargo, a diferencia de los regímenes parlamentarios del occidente europeo y el presidencialismo republicano estadounidense que habían marcado el pensamiento de Dahl, mi padre, basándose en su experiencia latinoamericana, en nuestra particular historia periférica post colonialista de golpes militares y dependencia económica, agregó cuatro rasgos necesarios a los siete requisitos enumerados por Dahl. Primero, “quienes ocupan las posiciones más altas en el gobierno no deben sufrir la terminación de sus mandatos antes de los plazos legalmente establecidos”; segundo, “las autoridades electas no deben estar sujetas a restricciones severas o vetos, ni ser excluidas de ciertos ámbitos de decisión política por actores no electos” (como las fuerzas armadas); tercero, “debe existir un territorio indisputado que defina claramente el demos votante”; cuarto, “debe darse la expectativa generalizada de que el proceso electoral y las libertades contextuales se mantendrán en un futuro indefinido”.

Ok, lo de “demos” lo tuve que googlear: “Demos es el conjunto de personas, claramente definido, al que se circunscriben los derechos de decisión, representación y electibilidad en un conjunto político cualquiera. El demos es el listado de miembros plenos de una comunidad política.” Pero lo demás, creo, es bastante claro. Sobre todo el punto uno: los presidentes deben poder terminar sus mandatos.

Por supuesto que existen excepciones. Si el presidente queda incapacitado por muerte o enfermedad, por ejemplo, debe exisitir un mecanismo democrático para facilitar la transición hacia el próximo. Si un presidente comete crímenes aberrantes de tal magnitud que queda inhabilitado moralmente para continuar su mandato, debe existir un mecanismo democrático para que la sucesión no sea traumática. Prácticamente todas las constituciones del mundo preveen mecanismos institucionales para sortear estas situaciones. Pero estas excepciones puntuales no incluyen caídas en popularidad, ni crisis económicas o políticas, mucho menos los tecnicismos burocráticos indentificados como presunto causal jurídico de remoción en el juicio político a Dilma.

La verdad, más allá del encomiable paso adelante en la lucha contra la corrupción que significa todo el terremoto causado por las causas judiciales alrededor de las coimas pagadas por empresas constructoras para asegurarse contratos con la petrolera estatal, Petrobras, y que no involucran a la presidenta aunque han dañado sensiblemente su popularidad, dio vergüenza ajena ver cómo diputados salpicados por el escándalo invocaban a Dios, Patria y Familia como único argumento para pedir la cabeza de Dilma en el recinto antes de votar.

Recuerdo el día en que mi padre recibió orgulloso su diploma honoris causa de la Universidad de Buenos Aires hace algo más de una década. En esa ocasión dio una clase magistral sobre, claro, qué otro tema sino la democracia. Habló de las tres dimensiones qué el le reconocía a las democracias. Primero, la dimensión clásica o ateniense, esto es, simplemente, que en una democracia la mayoría elige. Segundo, la dimensión republicana para atenuar los posibles abusos de las mayorías: la división de poderes, la alternancia en el poder, los controles estatales. Tercero, el plexo de derechos liberales que se sumaron al concepto de democracia para paliar deficiencias estructurales que perpetuaban la opresión de ciertas minorías: los derechos humanos, los derechos civiles, los derechos de la mujer y todo lo que hoy se da en llamar “nuevos derechos” : matrimonio gay, porro libre, aborto. Siguiendo ese razonamiento histórico-político, podemos decir que los mecanismos republicanos como el juicio político se hicieron para garantizar la defensa de las minorías débiles ante el posible abuso de la mayoría gobernante. Para ser claros, esos mecanismos republicanos no se incorporaron a la constitución brasilera para que una elíte nostálgica de su poder perdido utilice a sus legisladores de alquiler con el fin de tomar por asalto lo que no pudieron conseguir por la vía del voto .

Googleo democracia-O´Donnell y entre muchas otras cosas me aparece esto que él escribió en la revista Nueva Sociedad poco antes de morir: La pulverización de la sociedad en innumerables actores racional oportunistas y su enojo ante una situación que parece causada por todos y, por lo tanto, aparentemente por nadie-tiene su chivo expiatorio fundamental: el Estado y el gobierno. Ese sentimiento colectivo es un suelo fértil para las ideologías antiestatistas simplistas; y por otra parte, impulsa la abismal pérdida de prestigio del gobierno democrático, de sus tambaleantes instituciones y de todos los políticos. Claro está que esas evaluaciones están bien fundamentadas: los mencionados fracasos del gobierno, sus desatinos y vacilaciones, su omnipotencia impotente, y con demasiada frecuencia la evidencia de su corrupción, así como el deprimente espectáculo que ofrecen (también con demasiada frecuencia) los políticos, dentro y fuera del Congreso, y los partidos políticos, brindan la oportunidad perfecta para la exculpación de la sociedad mediante una proyección sobre los múltiples males del Estado y del gobierno. Lo menos que se puede decir de esos problemas es, en primer lugar, que no ayudan a avanzar hacia una democracia consolidada, institucionalizada; en segundo lugar, que hacen extremadamente difícil la puesta en práctica de políticas complejas, de largo plazo y negociadas multilateralmente, que podrían sacar a esos países del atolladero; y en tercer lugar que (ciertamente no sólo en América Latina) esos problemas interactúan fuertemente con la tradición de un estilo cesarista, antiinstitucional y delegativo de formular políticas. 

También leo que mi padre hacía una distinción entre “régimen democrático” y “Estado democrático”. Para él Brasil distaba mucho de tener un Estado democrático pleno en sus distintas dimensiones sociales y territoriales. Para él, el Estado brasilero era “heterogéneo”, estaba lleno de “zonas marrones” y de “agentes” o personas a las que no les llegaban derechos y servicios que otros sí gozaban. Siguiendo su línea de pensamiento, en este momento de quiebre se me ocurre que la democracia fortalece al Estado y que un Estado débil, no por tamaño ni poder fáctico, sino por falta de legitimidad, se vuelve impotente a la hora de defender el régimen. Entonces con el golpe parlamentario Brasil pierde mucho más que un gobierno electo y un Estado legítimo: pierde su régimen democrático.

Mi padre era un optimista y un fervoroso defensor de la democracia. Pero también era realista acerca de sus problemas y limitaciones. Hasta el final de sus días buscó soluciones en la sociedad civil, en los derechos civiles, en la relación entre agencia, régimen y estado, en la teoría del juego, en la “razonabilidad” de distintos actores y procesos. Pero en sus últimos años también hablaba y escribía mucho, con temor y aprensión, y a modo de advertencia, sobre “la muerte lenta de las democracias” en nuestra región. Sin ánimo de hacer hablar al difunto, me lo imagino tan triste como mi hermana Julia, acaso pensando que la democracia brasilera había empezado a morir mucho antes del juicio político a Dilma.

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“La coca es sinónimo de hablar bien y no mentir… es el dar, el unir, el hablar la verdad”



ENTREVISTA A SDENKA SILVA, DIRECTORA DEL MUSEO DE LA COCA EN LA PAZ, BOLIVIA 

Llego al Museo de la Coca, que fue fundado en 1997, y espero a la directora (a quien ya la había visto y escuchado en el interesantísimo documental boliviano Coca_Zero, dirigido por Marta Gutiérrez): la socióloga Sdenka Silva, escritora e investigadora, y una de las personas que he conocido que más sabe sobre la hoja de coca; que habla con lucidez sobre la misma, y mientras arma su akulliko y coquea, va diciendo verdades. Allí, mientras iba entrando al museo gente de las más variadas nacionalidades, íbamos akullikando y me fue contando… 

Por Xuan Pablo González (desde Bolivia)

En el centro de la ciudad de La Paz, se encuentra el extraordinario Museo de la Coca: está a metros de la Plaza de la Iglesia San Francisco -donde antiguamente había una Waka (milenaria piedra-lugar sagrado kechwa-aymara) que dicen está aún bajo la iglesia-, y donde hoy los yatiris (sabios andinos) todavía leen la coca, sentados con sus mesitas, y donde nuevos stands y grandes afiches callejeros verdes promocionan la nueva bebida Cocandina*. Compro una lata para probarla y es muy sabrosa y energizante, y bebiéndola paso por la Calle de los Brujos, donde se consiguen extractos, hierbas, ofrendas, ekekos, collares de huairuros, vinos (para chayar en ceremonias), pociones sagradas, y por supuesto la milenaria hoja de coca y el yista (y harinas y pomadas de coca), y también wachumo (san pedro) y tabaco, sangre de drago (o grado), y una amplia oferta de medicinas tradicionales, de un mundo antiguo de tesoros ancestrales donde conviven cerámicas tiwanakotas con piedras mágicas, fósiles prehistóricos y plantas de poder.

*Y reparten un volante que trae la siguiente información:
Efectos y beneficios del consumo de la hoja de coca
+Aumenta notablemente la resistencia física.
+Ayuda a la lucidez en el trabajo intelectual.
+Tiene poder antioxidante por su combinación de vitaminas y minerales.
+Efecto anti-estrés natural, puesto que es un estimulante neuronal que mejora el estado de ánimo.
+Permite una mayor oxigenación celular combatiendo efectivamente el sorojchi o mal de altura.
+Mejora la digestión y el proceso de asimilación en general.
+Contiene gran cantidad de calcio.
+Fuente importante de clorofila, contribuye a la regeneración del ADN.
+La hoja de coca es un hepatoprotector natural que ayuda a limpiar el hígado graso.
¿Qué es Cocandina?
Es una bebida hecha a base de concentrado natural de hoja de coca, cuyos efectos son equivalentes al tradicional Pijchu. Tiene propiedades que la hacen una bebida multifuncional puesto que sus efectos más beneficiosos son:
+Ayuda al desempeño intelectual y físico.
+Minimiza el chaki al ser un estimulante natural.
+Inhibe el apetito y el cansancio.
+Reduce el sorojchi, o mal de altura.
+Combate efectivamente el sueño.
En síntesis se trata de una bebida gasificada cuyo contenido, aparte de un sabor único e innovador, aporta diferentes beneficios para el consumidor. Se trata de la “Magia de la Hoja de Coca” envasada bajo las mejores condiciones industriales.

El museo 

“El museo es mío”, arranca Sdenka, y agrega que su intención con el mismo, es: “difundir lo que es coca y es cocaína, y hay una gran diferencia entre ellas”. Le pregunto si tienen algún apoyo del Estado de Bolivia, a través del Viceministerio de la Coca, y me dice que no, y que aunque muy al principio trabajó con ellos, ya no más. “Somos privados, vivimos del ticket” agrega, mientras entra sin parar gente de Finlandia, Chile, Francia, Argentina, España… Y dice que no quiere “un compromiso político del museo” defendiendo la autogestión y la independencia, del espacio y de su voz. Y dice también que pronto ampliarán el museo, con más información del uso indígena. Y que el mismo tiene una suerte de coffee-shop (en el segundo piso), donde venden cerveza, licores, y extractos de coca, tortas, dulces, caramelos y tés de coca, remeras, libros y revistas sobre la hoja sagrada (en especial son muy recomendables los libros de los médicos japoneses Kunihiro Seki y Yoshito Nishi, como Coca: un biobanco (2012), que cuenta muchas novedades con evidencia científica sobre la coca y sus efectos multisanadores: adelgazantes, antidiabéticos, anticancerígenos, antidepresivos, regeneradores, fortalecedores y rejuvenecedores). Y donde uno va  paseando entre fotos, textos, esculturas e imágenes varias, por la historia de la hoja sagrada, sin olvidar su degeneración capitalista forzada: en coca-cola y cocaína.  

La hoja sagrada 

Sobre la hoja sagrada a lo largo de la charla, Sdenka va disparando una serie de sentencias, de meditada (coqueada) sabiduría: “La coca es una planta de poder”. Y “La coca es un símbolo indígena”, y “refleja todo el universo indígena… la coca es el medio de la reciprocidad”, y “es la red” en todas las relaciones del mundo originario. “En cualquier cosa comunal la coca está presente”, y “la coca está en el eje de las estructuras” socioculturales andinoamazónicas. Y “en la producción de coca no existe la competencia sino el compartir”. También “La coca simboliza al antepasado”. Y “La coca es sinónimo de hablar bien y no mentir… La coca es el dar, el unir, el hablar la verdad”. Y continúa Sdenka: “la coca te va a dar luz a tu mente, va a quitar tu tristeza, y va a ser aliento para tu vida”. “La coca te brinda energía y te estabiliza”. Y “La coca te da lucidez por la oxigenación del cerebro”. Y dice que según la tradición oral chamánica de los indios Koguis (de la Sierra Nevada de Santa Marta, en los Andes colombianos): la coca tiene “unos 30.000 años” de uso humano. Y a lo largo de los siglos ha interesado a tantos chamanes y sabias porque también: “la coca trabaja los cuerpos sutiles”. Y “La coca es una planta mística”, y “no es considerado chamán sino tiene relación con la coca, en los Andes, desde Colombia a Argentina”. 

La cocaína 

Sdenka dice que la hoja de coca sagrada “está siendo aplastada por su hija bastarda, la cocaína”. Y hoy, lamenta: “La coca ya no se produce con el respeto que se hacía antes”, y aunque aumente el consumo de la hoja sagrada en los países andinos, va “perdiendo su sentido ideológico, cultural y espiritual”. Y por eso la mayoría de la coca que se produce hoy en día está regada con agroquímicos industriales nocivos de origen norteamericano (fertilizantes, fungicidas, herbicidas y plaguicidas, nocivos tanto para la salud de la Madretierra como para la salud humana). Y por otro lado y al mismo tiempo, ha irrumpido como una maldición la droga blanca, y “La cocaína ha revolucionado el mundo de la medicina, y ha sido la reina de las farmacéuticas”, desde la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Principalmente por su uso como el primer anestésico local. Y gracias a su prohibición, y a la posterior guerra a las drogas, es que la hoja de coca empieza a ser perseguida en el siglo XX. Y definitivamente  “La cocaína es individualista”, dice Sdenka, y ha sido una droga perfecta para el desarrollo-y-la-alienación capitalista (como han escrito desde Antonio Escohotado en Europa, a Eduardo Galeano en Latinoamérica), y ha justificado insanamente una serie de intervenciones militares norteamericanas en los países andinos (en Bolivia la Guerra contra la Coca dejó «por lo menos 500 muertos», indígenas y campesinos, y como resultado de ella es que Evo Morales llega al poder). Y la cocaína está asociada a una “economía del desamparo”, a diferencia de la coca que colectiviza, y que está relacionada a una “economía del amparo” (como diría el gran filósofo argentino Rodolfo Kusch). La cocaína “hace agrandar el ego” y te hace “más egoísta”. Y “te aleja del corazón”, concluye Sdenka: y hoy es el producto más caro del mundo, y a través de ella (y la venta de armas para combatirla) los poderosos del mundo manejan la economía global. 

El narconegocio y la guerra a las drogas 

“La guerra a las drogas es un cuento chino que favorece a la economía mundial” y “es una guerra neocolonial” continúa Sdenka, que empezó cuando los países imperiales perdieron “sus colonias”: primero Inglaterra con la Guerra del Opio con China en el siglo XIX, y finalmente EEUU con la Guerra de la Cocaína en Suramérica, en este siglo XX. Y “El narcotráfico es uno de los negocios más grandes y rentables del mundo… el más rentable y el mejor armado… es un súpernegocio… un negocio redondo” y “lo controla EEUU”. De hecho la guerra a las drogas ha tenido “dos ganadores: el gobierno norteamericano, y la cocaína y la coca-cola”, concluye Sdenka. Y agrega que “En 40 años de guerra a las drogas no ha disminuido el consumo, ha aumentado”. Ya que “el narcotráfico fomenta el consumo”, y fomenta todo tipo de violencias, y finalmente: “fomenta la violencia contra la mujer”. Y a la vez “el narcotráfico está inyectando dinero a las mafias”. Dispara siempre con contundente lucidez Sdenka, atiborrada de datos e información documentada. Y con el coqueo, la hoja sagrada nos va guiando en la charla… 

La gran conspiración contra la coca 

Sdenka dice que “la Guerra de la coca empieza en los 80” durante el Plan Cóndor (junto con la Dictadura de la cocaína: una narcodictadura militar golpista boliviana, en complicidad con la dictadura militar argentina, y por supuesto con apoyo de la CIA, la logia masónica P2, la secta Moon y hasta el Vaticano, entre otros: ex genocidas nazis, anticastristas cubanos y antisandinistas nicaragüenses, etc.), y “en el 85 es el boom de la cocaína”, desde EEUU y para el mundo, en plena Era Reagan. Le pregunto qué opina sobre lo que dice la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui, de que hay una conspiración de las multinacionales y la ONU contra la coca. Y de lo que dice el psicólogo social peruano Baldomero Cáceres, que habla de una conspiración psiquiátrica contra la coca. Y Sdenka me dice que ella es amiga de Silvia y que también conoce a Baldomero, y que obviamente: “es innegable la conspiración contra la coca”, y “privilegia el monopolio de la Coca-cola”, y “gracias a la ONU” que en la Convención de 1961 le dio mediante un artículo de excepción, la chance de ser la única empresa (junto a las farmacéuticas norteamericanas que producen cocaína para venderla al mercado legal de la medicina), que puede comercializar mundialmente la coca. Y me comenta de que no por nada, Papá Noel trabaja para coca-cola y el capitalismo global. En el Museo convidan a los visitantes una rica coca orgánica, y con yista (o llijta, el Jilakata, le dicen los aymaras: y Jilakata es el jefe de la comunidad, lo cual da a entender el gran valor del yista -una ceniza alcalina milenaria totalmente natural, que tiene principalmente: carbonato de cal y magnesio, sales potásicas, tierra arcillosa y hierro como escribió el célebre médico Sigmund Freud; y en el Noroeste de Argentina por ejemplo se usa bastante yista, además del bica (bicarbonato de sodio)- para acompañar la “comunidad” de hojas durante el coqueo). Y Sdenka explica de la importancia del yista (como energía masculina) para activar las más de 32 vitaminas y minerales y 14 alcaloides, más proteínas y aminoácidos: que tiene la coca (como energía femenina). Y sobre el final del coqueo y de la charla, Sdenka me cuenta que hablando con un mamo (sabio) kogui amigo, entendió al Universo como una Gran Familia: porque está el Padre Sol y la Madre Tierra y la Madre Luna y el Abuelo Fuego y el Hermano Venado y el Tata Wachumo y la Abuela Ayawaska, etc. Y en el centro: la Mama Coca. La medicina y alimento más importante de estos tiempos. Su hora, dicen los sabios y sabias andinoamazónicos: está llegando. Y contagiado por el Museo de la Coca de La Paz, también han aparecido el Museo de la Coca de Cuzco, y el de Puno (ambos en Perú). Y hay nuevos museos de la coca planificados en los Andes para este siglo XXI.