6 de diciembre de 2016

Estamos peor, pero vamos mal

EN SU  PRIMER AÑO EL GOBIERNO DE MACRI NO MUESTRA  GRANDES DIFERENCIAS CON EL KIRCHNERATO 

En su primer año, el gobierno del presidente Mauricio Macri exhibe más similitudes que diferencias con respecto al de su predecesora, Cristina Kirchner. Esta afirmación es particularmente válida para los asuntos económicos. Macri hizo explotar alegremente todas las bombas de tiempo que le había dejado el kirchnerismo: no tuvo problemas en devaluar la moneda un sesenta por ciento, tampoco los tuvo para levantar el cepo a la compra de dólares y no le tembló el pulso para pegarle un importante sacudón a las tarifas de servicios públicos. Por supuesto que con estas medidas la promesa electoral de “Pobreza cero” quedó en eso, en una promesa, como suele suceder con todo lo que los políticos burgueses prometen durante sus campañas. 

Por Marcelo R. Pereyra 

EL ARRANQUE  

Después de la devaluación, los aumentos de tarifas, los despidos y la falta de inversiones productivas es indudable que estamos peor, pero vamos mal. Todos los analistas se preguntan y tratan de explicar por qué no “arranca” la economía. Y es que la economía ya “arrancó”, pero no para el pueblo y las clases medias sino para los grandes exportadores agropecuarios y para los especuladores financieros que hicieron un negoción comprendo y vendiendo las letras del tesoro. También “arrancó” la economía para las empresas mineras, beneficiadas con una rebaja impositiva, al igual que la producción agropecuaria. Y otros que “arrancaron” son los empresarios de los multimedios, a quienes Macri les otorgó carta franca para vender, comprar y/o fusionarse sin odiosas restricciones. De manera que hay una apropiación diferenciada de la renta de la que sólo unos pocos se ven beneficiados. Esto es lo que ocurre en cualquier país capitalista, incluyendo los Estados Unidos, donde durante la administración Obama los ricos se volvieron más ricos, y los pobres más pobres, aspecto éste que explica –en parte- el supuestamente sorpresivo triunfo de Donald Trump. Y por supuesto la injusticia distributiva también tuvo lugar en la Argentina de los Kirchner, pese al relato “progresista” construido para disimular los beneficios, prebendas y negociados en favor de empresarios amigos y los delitos de corrupción cometidos por algunos de esos empresarios en asociación ilícita con los funcionarios del Ministerio de Planificación Federal que comandaba Julio de Vido. 

FIGURACIONES  

Primero invento pobres y enfermos, después regalo el hospital (“¿Diablo estás?”, María Elena Walsh).

Así como Macri habla hoy en día de amor, de unidad entre los argentinos y de otras figuraciones, en un relato en el que la política tiene un ausente sin aviso, los kirchneristas en sus fogosos discursos nacionales y populares se proclamaban poco menos que los nuevos Che Guevara. En realidad el actual presidente y sus predecesores de lo que nunca quieren hablar es de la inequidad y la marginación que ellos mismos crearon con sus políticas.  Es vieja esta historia de crear pobres para que después ellos dependan de la ayuda de los gobiernos, pero en Argentina desde 2001 en adelante la ayuda gubernamental a los más pobres se convirtió en una herramienta política fundamental para ganar elecciones. Macri lo sabe y no sacó un peso del presupuesto destinado la “asistencia social” -eufemismo con el que se denomina al clientelismo lectoral-; al contrario, acaba de asignar miles de millones de pesos a movimientos sociales que hasta hace poco eran desconocidos. No son pocos, en esos movimientos, los punteros del peronismo que dispondrán del libre manejo de los fondos, tal como ocurrió en el kirchnerismo con Hebe de Bonafini y Milagro Sala. Las consecuencias de poner referentes sociales a construir viviendas para pobres, asumiendo tareas que no les son propias al reemplazar al Estado, están a la vista. 

PASOS PERDIDOS 

La continuidad kirchnerismo - macrismo se aprecia con prístina claridad en el Congreso, donde los legisladores de la oposición peronista, en sus distintas variantes, suelen votar casi todas las iniciativas del gobierno. El presupuesto y otras leyes salieron como por un tubo, aunque otros proyectos demoraron un poco, como el del impuesto a las ganancias. La prometida rebaja del mínimo no imponible prometida por Macri es otra de las mentiras que se dicen durante la campaña. Los economistas y empresarios ultraliberales están furiosos con el Presidente porque el gobierno sigue aumentando su déficit a costa de pagar planes y subsidios para todos y todas, igual que durante la era ka. Y para ello necesita recaudar. Por eso mantiene una presión impositiva asfixiante. 

Como sea, en los pasillos y salones del Parlamento reina la buena onda. El presidente de la Cámara de Diputados, puesto allí por el oficialismo, acaba de admitir su militancia peronista y a nadie se le cayó un anillo. Y el jefe de los diputados de Cambiemos reconoció tener una excelente relación con su colega ka, el ex ministro de Economía Axel Kicillof, de quien dijo que es una persona “muy distinta a la que me imaginaba”. 

Dando muestras de sana confraternidad política, legisladores y legisladoras oficialistas y opositores se pegaron un viajecito por los Estados Unidos, financiado por los dineros públicos, para monitorear (¿?) las elecciones en ese país. Con una rubia en el avión,  el picarón de Daniel Scioli, a quien le están rodeando el rancho con denuncias de corrupción que recaen sobre él y sobre quien fuera su jefe de gabinete, cuando fue gobernador también se hizo pagar vuelos para uso particular. 

CAMBIEMOS, PARA QUE NADA CAMBIE 

Los modos y el estilo de Macri y sus ministros podrán ser más amables y educados que los que tuvieron Cristina Fernández y los suyos, pero sus políticas se revelan muy similares. El primer año sin kirchneristas en el gobierno se parece mucho a los doce anteriores. No hay más que recorrer los barrios del conurbano bonaerense para ver la misma miseria; no hay más que recorrer las cárceles para ver que los que están  presos son siempre los mismos; no hay más que recorrer las calles de Buenos Aires para ver a los mismos indigentes sin techo y sin comida. 

El militar prusiano Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz  se hizo famoso por su frase: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. A pesar de que un año puede ser poco tiempo para evaluar a un gobierno, las evidencias que aquí se han aportado permiten afirmar que el macrismo es la continuación del kirchnerismo por otros medios. 

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