OFENSIVA DE ESTADOS UNIDOS AL GOBIERNO BOLIVARIANO
Estados Unidos ha redoblado sus esfuerzos
desestabilizadores, pero levantando la apuesta. Si antes procedía a través de
una pandilla de sediciosos que en cualquier país del mundo estarían en la
cárcel y sentenciados a cumplir durísimas condenas, hoy desconfía de sus peones
venezolanos, toma el asunto en sus propias manos e interviene directamente.
Por Atilio A. Boron
Hace poco
más de un año la derecha fascista venezolana lanzaba una nueva ofensiva
dirigida a provocar la “salida” del presidente Nicolás Maduro. La “salida” era
un eufemismo para designar una convocatoria a la sedición, es decir, la
destitución por medios violentos, ilegales y anticonstitucionales del
mandatario legal y legítimamente electo por el pueblo venezolano. Esta
iniciativa fue rodeada por un halo de heroísmo por la prensa de derecha de todo
el continente, que con sus engañifas y sus “mentiras que parecen verdades”
-según la perspicaz expresión de Mario Vargas Llosa- intentó concretar
una audaz de operación de alquimia política: convertir a un grupo de sediciosos
en épicos “combatientes de la libertad”. Todo esto, naturalmente, fue alentado,
organizado y financiado desde la Casa Blanca que a la fecha aún no ha
reconocido el triunfo de Maduro en las elecciones presidenciales del 14 de
Abril del 2013. Washington ha sido en cambio veloz como un rayo para bendecir
la elección de Otto Pérez Molina, un general guatemalteco involucrado en una macabra
historia de represión genocida en su país; o para consagrar la elección de
Porfirio Lobo en un fraudulento proceso electoral urdido por el régimen
golpista que destituyó al presidente legítimo José Manuel “Mel” Zelaya y sumió
a Honduras en un interminable baño de sangre. Pero una cosa son los amigos y
otra muy distinta los enemigos o, mejor dicho, los gobiernos que por no
arrodillarse ante los úkases imperiales se convierten en enemigos. La República
Bolivariana de Venezuela es uno de ellos, al igual que nuestra Cuba, Bolivia y
Ecuador. Al desconocer el veredicto de las urnas Washington no sólo transgrede
la legalidad internacional sino que, además, se convierte en instigador y
cómplice de los sediciosos cuya obra de destrucción y muerte cobró la vida de
43 venezolanas y venezolanos (en su gran mayoría chavistas o miembros de los
cuerpos de seguridad del estado).
En estas
últimas semanas Estados Unidos ha redoblado sus esfuerzos desestabilizadores,
pero levantando la apuesta. Si antes procedía a través de una pandilla de
sediciosos que en cualquier país del mundo estarían en la cárcel y sentenciados
a cumplir durísimas condenas, hoy desconfía de sus peones venezolanos, toma el
asunto en sus propias manos e interviene directamente. Ya no son aquellos obscenos
paniaguados del imperio, tipo Leopoldo López, María Corina Machado o Henrique
Capriles los que impulsan la desestabilización y el caos, sino la propia Casa
Blanca. Un imperio “atendido por sus dueños” que descarga una batería de
medidas de agresión diplomática y sanciones económicas que se montan sobre la
campaña de terrorismo mediático lanzada desde los inicios de la Revolución
Bolivariana hasta llegar, en los días pasados, a promover un golpe de estado en
donde las huellas de la Casa Blanca aparecen por todos lados. Respondiendo a
esas imputaciones la vocera del Departamento de Estado Jen Psaki dijo que eran
“ridículas” y que “los Estados Unidos no apoyan transiciones políticas por
medios no-constitucionales. Las transiciones políticas deben ser democráticas,
constitucionales, pacíficas y legales.” Es obvio que la vocera es una mentirosa
serial y descarada o, hipótesis más benévola, padece de una grave enfermedad
que le ha borrado la memoria de su disco duro neuronal. Para repararlo bastaría
con invitarla a que vea un despacho de la CBC News que muestra a una de sus
superiores, la Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Euroasiáticos,
Victoria Nuland, conversando amablemente con los neonazis que ocupaban la Plaza
Maidan de Kiev y exigían la renuncia del Presidente Viktor Yanukovich, cosa que
lograron pocos días después luego de una serie de violentas acciones.[1] Más tarde las
bandas neonazis del Pravy Sektor atacaron un local sindical en Odessa donde se
agruparon los opositores al golpe perpetrado en Ucrania, le prendieron fuego y
quemaron vivos una treintena de personas mientras desde afuera disparaban
contra quienes trataban de huir del edificio en llamas. Esos bandidos,
alentados por Washington con la presencia de Nuland, actuaron al igual que los
criminales del Estado Islámico cuando capturaron a un piloto del avión caza
jordano, lo encerraron en una jaula y le prendieron fuego. Esto fue una
atrocidad incalificable, lo otro un lamentable incidente que apenas si mereció
un comentario del Departamento de Estado. Por último, habría que recordarle a
la desmemoriada vocera que fue el propio Presidente Barack Obama quien dijo que
Estados Unidos "en ocasiones tuerce el brazo a los países cuando no hacen
lo que queremos". Venezuela desde 1998 no hace lo que Washington quiere, y
por eso trata de torcerle el brazo con una parafernalia de iniciativas dentro
de las cuales ahora vuelve a incluirse, como en el 2002, el golpe militar.[2]
Algunos
podrían objetar que la denuncia del gobierno bolivariano es alarmista,
infundada y que no hubo tentativa golpista alguna. Quienes piensan de ese modo
ignoran (o prefieren ignorar) las lecciones de la historia latinoamericana.
Estas demuestran que los golpes de estado siempre comienzan como acciones
puntuales, aparentemente insensatas y alocadas de un grupo, y que no deben ser
tomadas en serio. Es más: se suele acusar a los gobiernos que desbaratan o
denuncian este tipo de actividades-¡que son el embrión del golpe de
estado!- como irresponsables que llevan zozobra a la población viendo
fantasmas donde hay tan sólo un pequeño núcleo de fanáticos que desean llamar
la atención de las autoridades. En todo caso, ¿cómo olvidar la labor
preparatoria de la derecha venezolana cuando pocas semanas atrás invitó a los
ex presidentes Andrés Pastrana, Felipe Calderón y Sebastián Piñera para visitar
a Leopoldo López, con el pretexto de participar en un foro sobre el
empoderamiento de la ciudadanía y la democracia? O cuando da a
conocer un comunicado conjunto firmado por los principales líderes fascistas
venezolanos: Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma,
oportunamente fechado el 14 de Febrero y que luego de un diagnóstico
apocalíptico de la realidad venezolana termina diciendo que “ha llegado la hora
del cambio. El inmenso sufrimiento de nuestro pueblo no admite más dilaciones.”
En todo ese comunicado sólo se utilizan los términos que son marca registrada
de la Casa Blanca: “transición, cambio de régimen” sin la menor alusión al
referendo revocatorio, dispositivo institucional de recambio de gobierno
previsto por la constitución chavista e inexistente en los países de los ex
presidentes arriba mencionados, pese a lo cual se acusa a Venezuela de ser un
“estado totalitario” a la vez que los países que no disponen de semejante
cláusula son caracterizados como ejemplares democracias, cuyos presidentes
pueden ir a la República Bolivariana a dar lecciones de democracia. ¿Por qué no
se alude a ese recurso? Porque ni Washington ni sus secuaces piensan en un
cambio dentro de la legalidad. El libreto imperial es el recambio violento,
estilo Libia o Ucrania o, en el mejor de los casos, un “golpe parlamentario”,
como el que derrocó a Lugo, o en uno “judicial”, como el que precipitó la caída
de Zelaya.[3] ¡Olvídense de la constitución!
Recapitulando:
tenemos la voluntad de Washington para acabar con el proceso bolivariano, como
lo hicieron en tantos otros países; están también las tropas de choque locales,
la derecha fascista o fascistoide que cuenta con un impresionante apoyo
mediático dentro y fuera de Venezuela; y apareció también la vanguardia
golpista que fue descubierta y desbaratada por el gobierno de Maduro. La
técnica del golpe de estado enseña que hay que proceder metódicamente: siempre
se comienza con un pequeño sector que toma la delantera y sirve para probar los
reflejos del gobierno y la correlación de fuerzas en las calles y los
cuarteles. Nunca son la totalidad de las fuerzas armadas y el bloque sedicioso
quienes salen al ruedo y, al unísono, se sublevan en masa. No fue eso lo
ocurrido en contra de Salvador Allende en Chile. Fue la Infantería de Marina la
que a primeras horas de la mañana del 11 de Septiembre ocupó las calles de
Valparaíso, desencadenando una reacción en cadena que terminó con el golpe de
estado. Lo mismo ocurrió con el derrocamiento de Juan Perón en la Argentina de
1955, cuando una guarnición de Córdoba se levantó en armas. Y otro tanto se
verificó en el Ecuador el 30 de Septiembre de 2010, cuando se produjo la
insubordinación de la Policía Nacional que retuvo durante más de unas 12 horas
en su poder al presidente Rafael Correa. La inmediata reacción popular abortó
el golpe, impidiendo que la vanguardia golpista recibiera el respaldo militar y
político necesario para que el proceso rematara en el derrocamiento del
presidente ecuatoriano. La inacción o la subestimación oficial ante lo que al
principio aparece como una manifestación extravagante, minúscula e inofensiva
de una patrulla perdida es lo que termina desencadenando el golpe de estado.[4]
Cabría
preguntarse por las razones de esta desorbitada reacción del imperio,
evidenciada no sólo en el caso de la República Bolivariana sino también en
Ucrania. La respuesta la hemos dado hace tiempo: los imperios se tornan más
violentos y brutales en su fase de decadencia y descomposición.[5] Esta es una
ley sociológica comprobada en numerosos casos, comenzando por la historia de
los imperios romano, otomano, español, portugués, británico y francés. ¿Por qué
habría de ser la excepción Estados Unidos? Máxime si se tiene en cuenta que la
decadencia norteamericana –reconocida por los principales estrategas del
imperio- va acompañada por una rápida recomposición de la estructura del poder
mundial, en donde el fugaz unipolarismo norteamericano que brotara de las
ruinas de la Unión Soviética –un infantil espejismo alentado por Bill Clinton y
George W. Bush y sus inefables asesores- y que anunciaba con bombos y platillos
el advenimiento del “nuevo siglo americano” se deshizo como un pequeño
pedazo de hielo arrojado en las ardientes arenas del Sahara. Ahora el imperio
tiene que vérselas con un mundo multipolar, con aliados más tibios y
reticentes, tributarios cada vez más desobedientes y enemigos cada vez más
poderosos. En ese contexto Venezuela, la primera reserva de petróleo del
planeta, adquiere una importancia esencial y la reconquista de ese país no
puede demorarse mucho más. O, como dice el comunicado golpista de la
derecha, “sin más dilaciones.”
Una última
referencia tiene que ver con los blancos escogidos por los frustrados golpistas
para realizar sus bombardeos. Aparte de edificios gubernamentales clave la
lista incluía las instalaciones de Telesur en Caracas. Se comprenden las
razones detrás de este siniestro plan pues tantos los golpistas como sus
instigadores, de afuera y de adentro del país, saben muy bien el fundamental
aporte de Telesur en informar desde una perspectiva nuestroamericana y en
despertar y cultivar la conciencia antiimperialista en la región. Producto de
la visión estratégica del Comandante Chávez, que concibió a esa empresa pública
multinacional como un instrumento eficaz para librar la gran batalla de ideas
en la que estamos empeñados, su gravitación internacional y su credibilidad no
han dejado de crecer desde entonces. Su programación tiene un notable contenido
informativo y educativo, y la capacidad de quienes allí trabajan ha permitido
que millones de personas en todo el mundo puedan comprobar las mentiras propaladas
por los medios del establishment. Mencionaremos sólo dos casos, de los
tantos que podrían escogerse: el informe sobre el golpe de estado en contra de
Zelaya, minuciosamente omitido por la televisión del sistema y cuando ya no
podían ocultarlo lo tergiversaban; y el desenmascaramiento de la noticia que
decía que la aviación de Gadaffi estaba bombardeando posiciones de indefensos
civiles en la ciudad de Bengasi, cabecera de playa de la OTAN en su proyecto,
desgraciadamente culminado exitosamente, de matar a Gadaffi y destruir Libia.
Mientras toda la prensa internacional mentía alevosamente Telesur fue el único
medio que durante cuatro días dijo la verdad que luego todos debieron
reconocer. Que no hubo bombardeos y que los supuestos civiles indefensos eran en
realidad una sanguinaria pandilla de mercenarios lanzados al saqueo y el
asesinato por Estados Unidos y sus compinches europeos. Por eso los fascistas
tenían a esa empresa como objetivo a destruir. Y esto es un timbre de honor del
cual los colegas y amigos de Telesur pueden enorgullecerse. Habría sido motivo
de preocupación que hubieran desestimado a Telesur en sus planes golpistas.
Pueden decir, con orgullo, el Quijote: “ladran Sancho, señal que estamos
cabalgando.”
[1] Ver la nota en http://www.cbsnews.com/news/us-victoria-nuland-wades-into-ukraine-turmoil-over-yanukovich/
[2] Obama pronunció esa desgraciada (pero sincera) frase en un reportaje concedido a VOX. Ver http://actualidad.rt.com/actualidad/166016-obama-torcer-brazos-paises
[3] El texto íntegro puede consultarse en http://elimpulso.com/articulo/comunicado-de-lopez-machado-y-ledezma-en-2014-la-salida-era-urgente-en-2015-es-impostergable#
[4] Sobre este tema es imprescindible consultar el estudio de Marcos Roitman Rosenmann, Tiempos de Oscuridad. Historia de los golpes de estado en América Latina (Madrid: Akal, 2013)
[5] Desarrollamos esta tesis en nuestro América Latina en la Geopolítica del Imperialismo (ediciones varias en Argentina, Estado Español, Cuba, México, Venezuela y próximamente en Bolivia, Brasil y Ecuador)
[2] Obama pronunció esa desgraciada (pero sincera) frase en un reportaje concedido a VOX. Ver http://actualidad.rt.com/actualidad/166016-obama-torcer-brazos-paises
[3] El texto íntegro puede consultarse en http://elimpulso.com/articulo/comunicado-de-lopez-machado-y-ledezma-en-2014-la-salida-era-urgente-en-2015-es-impostergable#
[4] Sobre este tema es imprescindible consultar el estudio de Marcos Roitman Rosenmann, Tiempos de Oscuridad. Historia de los golpes de estado en América Latina (Madrid: Akal, 2013)
[5] Desarrollamos esta tesis en nuestro América Latina en la Geopolítica del Imperialismo (ediciones varias en Argentina, Estado Español, Cuba, México, Venezuela y próximamente en Bolivia, Brasil y Ecuador)
http://www.atilioboron.com.ar/
No hay comentarios:
Publicar un comentario